Confesiones ardientes. Capítulo Final:

“Gracias”

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Ha pasado cerca de un año desde la única vez que estuve en casa de mi hermana. Conocerla me hizo feliz y si bien no nos hemos vuelto a ver, hablamos casi todos los días por teléfono. Es una rutina de la cual ya me he acostumbrado, me encanta escuchar su voz y que me pregunte cómo me había ido en la universidad o en el trabajo. Estoy segura que este tipo de relación era la que papá esperaba que tuviéramos ella y yo, sin embargo, por muy maja que parezca ser, hay algo que me perturbaba de ella. 

Detrás de su gran sonrisa y amabilidad, April escondía una gran pena, una que se vinculaba a una enfermedad y a la muerte. Creo que fui la primera persona a la cual ella le confesó que tenía cáncer. Recuerdo muy bien aquella llamada, su voz estaba quebrada y las palabras no fluían como era naturalmente. Un helado viento se posó sobre mi cuerpo cuando ella rompió en llanto y me balbuceó la palabra cáncer. Desde entonces me transformé en su pañuelo de lágrimas, era a la persona que recurría para desahogarse. 

Aquello no me molestó, pero sí me aterraba lo bien que fingía ante otros, manteniendo la sonrisa que la caracterizaba siempre y ocultando aquella noticia de su esposo, porque no quería verlo sufrir. Tomás, cada vez que pienso en él, recuerdo la manera en que me comía la boca, sus manos acariciando mi cuerpo y su verga hundiéndose en lo más profundo de mi coño. Hasta el día de hoy, no sé qué me llevó a decirle a April, que iba a ayudarla en satisfacer su fetiche y cumplir sus fantasías. 

No me arrepiento en absoluto por haber tenido sexo con Tomás, al contrario, creo que estoy feliz por haberlo hecho. Pero no puedo explicarme el porqué lo hice, algunas veces pienso que fue por sus ojos de color avellanos que me recuerdan a los de un león y aquel modelo suizo que no puedo sacarme de la cabeza. Algunas noches me dejó llevar por mi imaginación y fantaseo con Timeo y Tomás, que ambos me hacen suya en un exquisito trío y soy incapaz de decirme por uno de los dos. 

El deseo y morbo por mi cuñado cada día parecía crecer más y más, aun cuando evitada tener algún tipo de contacto con él. Esto debido a que un día mi hermana me dijo que si le pasaba algo, yo debería transformarme en la nueva mujer de su esposo. Me quedé perpleja, cuando declaró eso, por un breve instante mi mente fraguó aquel posible escenario. Yo despertando todas las mañanas al lado de Tom, recibiendo sus sabrosos besos, sus tiernas acaricias y sus piropos, solo en imaginarlo, hacía que mi cuerpo se regocijada y ardiera en lujuria. 

El morbo de que los hijos de mi hermana, me llamaran madre y que su marido fuese solo mío, hacía que todo mi ser se estremeciera. Sin embargo, la templanza con la que mencionó aquello, fue terrorífica, era como si aceptada a la muerte después de haber dado a luz, a las dos criaturas que se desarrollaban en su vientre. Y eso me hizo mantener toda la distancia con su familia, pues sentía que si me acercaba a ellos, April iba hacer que fuera lentamente tomando su lugar para cuando ella dejara este mundo. Así sus hijos, hermanas y marido, no notaran su ausencia y me vieran como ella.

A pesar de eso, no he dejado de pensar lascivamente en mi cuñado. Recuerdo que hace un par de días, mientras miraba una película sola en casa, pensé en Tomás. Mi depravada mente maquinó que él venía a visitarme, yo estaba vestida como colegiala, enseñando mis grandes atributos y evidentemente mi cuñado no podía evitar mirarme con deseo. Me comportaba como una puta, seduciéndolo con cada artimaña que se me pasaba por la cabeza como agacharme y regalarle una vista exclusiva de empapado coño y mi pomposo culo. 

Él se resistía a tocarme, pero yo no le daba respiro y entre tanto juego, finalmente mi cuñado cedía. Se bajaba los pantalones y liberaba esa hermosa y gorda tranca que poseía, mientras yo me colocaba de rodillas, lista para devorarle ese pedazo de carne tan delicioso. Sí, estoy loca por Tomás, más de lo que creía en un principio. ¿Entonces debería aceptar la oferta de mi hermana?, lo hubiera hecho hace tiempo si solo fuera una vulgar zorra y ella no me importara, pero en este poco tiempo, la he llegado a amar como si fuese mi madre. 

No ha habido día en el que me pregunté qué debó hacer, ya que por más que he intentado olvidar a Timeo y Tomás, conociendo a otros hombres, no puedo. Ellos tienen algo que los hace ser especiales a otros hombres, no diría específicamente el tamaño de sus penes, sino más bien ese instinto salvaje que ambos desprenden y despiertan en mí el lado más guarro. Cristina me ha dicho muchas veces que simplemente dé vuelta la página y me deje llevar por mi alocado deseo. 

Sin embargo, por más que intento ser coqueta o atrevida con un hombre, no puedo. No me sale natural como a otras, o mejor dicho, ninguno de los chicos que he conocido han logrado despertar mi lado zorra como Tim o mi cuñado. Aun así no he dejado de intentar en encontrar algún hombre que pudiera suplir a ellos dos, es por ello que todas las noches salgo a un pub de la ciudad, esperando poder encontrar aquel macho que me haga olvidar a aquellos dos que han sido capaces de domarme y hacerme su puta. 

Estoy segura, que la Lu de principio de año, estaría aterrada al ver que me expresó así. No obstante, también creo que estaría orgullosa porque he podido salir adelante estos meses desde que papá ya no está, además me quité la venda que tenía en los ojos y dejé de ser el hazme reír de unas tipas que al día de hoy, no extraño para nada. Al entrar al pub me di cuenta que llamé la atención de varios, muchos me miraban de pies a cabeza, algunos quedaban boquiabierta incluso. 

Mi outfit no era para nada especial, más bien era algo sencillo, un vestido blanco que se ceñía adecuadamente a mi figura y que me llegaba hasta los muslos, llevaba el cabello suelto y unos tacones. Pesé a las miradas de muchos, ninguno se atrevió aproximarse a mí y luego de un par de minutos me sentía patética por estar bebiendo sola. Esta angustia se hizo mayor, cuando de pronto veo entrar al lugar una figura familiar, una que me hizo temblar de gusto y dejarme paralizada. 

–“T-Ti… ¿Timeo?”- balbuceé, con los ojos como un par platos y la mandíbula caída. No podía creer que de todos los locales nocturnos, él y yo hubiéramos coincidido en uno. Aunque eso fue lo que menos me importó al paso de los segundos, ya que lo que realmente me preguntaba era qué carajos hacía aquí y no en Suiza. Por un instante pensé que se trataba de alguna señal de Dios o mi padre, diciéndome que deje de ser estúpida y hablara con él, para convencerlo que ambos nos necesitábamos. 

Pero esa ilusión duró muy poco, ya que él andaba acompañado, muy bien acompañado para ser sincera. Era una chica de aproximadamente mi edad, de piel negra, cabello oscuro, curvas de infartos, tetas grandes y bien puestas y un culo divino. Incomoda y avergonzada, intenté ocultarme entre las personas, no quería que Tim me viera, menos interactuar con él. No me di cuenta que en mis ojos se habían cristalizado y que lentamente de ellos comenzaron a brotar unas lágrimas. 

Lágrimas que tuve que secar de inmediato o mejor dicho se secaron de otro asombro. Pues Timeo no era el único conocido que se encontraba esa noche en el pub, sino también me percataba de la presencia de Emilio y Amber. Quería que la tierra me tragada en ese mismo instante, no creía que fuera posible que me encontrada con esos hijos de putas esa noche también. ¿Acaso a Dios le gusta torturarme y burlarse de mí?, me interpelé, tratando de pasar desapercibida ante ellos, que parecían muy acaramelados hablando. 

Pensé que lo mejor era que me largue a una discoteca, a las cuales no iba por el temor de encontrarme con esos dos traidores o el grupito de hipócritas, que decían ser mis amigos, pero cuando más los necesité no estuvieron. Ya era suficiente tener que verlos en la universidad, para que tuviera que soportarlos fuera de esta. Mi situación no podía ser más lamentable y patética, ya que tuve que ocultarme en el baño, en donde pensaba cómo iba a salir de ahí, sin que me topada con ninguno de los que me estaba escondiendo.
 
Mi suerte no podía ser peor, ¿verdad?, suficiente era con haberlos encontrado, la posibilidad de que me los topada frente a frente, debía ser mínima, solo debía salir del baño y dirigirme a la salida sin mirar a ningún costado. Eso pensaba, hasta que de la puerta del baño se asomó Amber. Maldecí a absolutamente todos, no podía creer que el destino se había empeñado para arruinarme la noche y hacerme sentir miserable. No hablaba con ella desde el día que murió mi padre, pero precisamente en ese instante, Amber me saludó como si todo entre nosotras siguiera igual que hace unos meses. 

No podía ser más sin vergüenza esa perra, de seguro quería reírse de mí y humillarme, porque no me la imaginaba que tuviera buenas intenciones. Cerré los ojos, suspiré y la ignoré, saliendo así del baño, mientras escuchaba como Amber gritaba mi nombre. Era muy tarde para tratar de solucionar nuestras diferencias, no iba a fingir como si no hubiera pasado nada, menos a rebajarme a hablarle, pero esa noche parecía ser una de encuentros, pues mientras escapaba de Amber, choque con alguien, con un hombre.
 
–“Di-discul…”- no pude terminar la frase, porque me quedé helada y con la lengua trabada. No era posible, debía ser simplemente una broma de mal gusto o un sueño del que iba a despertar. –“Vaya, parece que la fortuna me ha sonreído, porque andaba buscándote, Lu”- manifestó aquel hombre, a la vez que escuchaba a Amber gritar mi nombre y acercándose. –“T-T… ¿Tom? ¿Tú qué haces aquí?”- le pregunté a mi cuñado, al mismo tiempo que me pellizcaba para saber si aquello era una pesadilla. 

Para mi pésima suerte, no lo era, todo eso que estaba viviendo, era real. –“April ha estado muy preocupada por ti, cuñadita. Así que hemos venido a verte, aunque no te encontramos en tu casa y Cristina nos dijo que sueles venir a estos lugares”- expresó él sonriendo, a la vez que Amber quedaba a mi lado y observaba de arriba abajo a mi cuñado. –“Como sabrás, por el embarazo, April no puede venir a estos locales, el solo olor a alcohol o tabaco, le causa nauseas, por lo que me envió a buscarte”- agregó, mirándome a los ojos. 

Si yo estaba procesando lo que acaba de decir mi cuñado, Amber que estaba a mi lado, flipaba, no sabía qué decir al respecto por el asombro. –“¿Cu-cuñadita?”- exclamó ella, volteándose donde mí y con las cejas levantadas. Amber quería una explicación, pero yo me negaba a decirle una palabra. –“Tom, vamos para afuera mejor, que aquí hay personas que meten sus narices en asuntos que no les importa”- dije, tomando de la mano a mi cuñado. 

–“Oye, no me trates como una desconocida, somos amigas, ¿lo olvidas?”- afirmó la muy descarada, agarrándome del brazo. Sus palabras me causaron coraje y gracia, sin embargo, después de tanto tiempo haber callado, podía por fin decirle sus verdades en la cara. –“¿Amigas? ¿Tú y yo somos amigas? ¿En serio?, porque si es así, ¿en dónde mierda estuviste cuando murió mi padre?”- solté como un ladrido, uno que había acumulado por mucho tiempo. 

Amber no supo que contestar, pero antes de darle el tiempo para que busque alguna excusa, yo continué, –“Espera, no me respondas. Yo te diré en dónde estuviste todo este tiempo, amiga. Estuviste revolcándote con mi ex, te estuviste burlando de mí todo este tiempo, ¿y ahora te vienes a interesar de mi vida?, no jodas Amber, vete a la mierda”- manifesté, viendo como Emilio se aproximaba. –“Lo peor es que estás con un poco hombre que jugaba con las dos y me quiso violar”- añadí, para irme con Tom.

Sin embargo, esas palabras hirieron el orgullo de Emilio, quien me agarró del brazo. No voy a mentir que sentí un poco de miedo al sentir que me jaló con fuerza y me miró siniestramente como aquel día cuando me mostró su verdadero ser. –“Suéltala”- dijo mi cuñado serio, antes de que yo expresada alguna cosa, no obstante, escucharlo tan determinado, me alentó para encarar a ese gilipollas. –“Eres tan patético que recurres a la fuerza, para defenderte de una mujer”- aseguré. 

Emilio: Pensé que teníamos un trato, Lu. 

Yo: ¿Trato? ¿De qué hablas idiota? 

Emilio: Solo tenías que callar y no decir lo que pasó aquel día, entonces yo no iba a volver a molestarte. 

Manifestó, mirando descaradamente mis senos. 

Yo: Si no dije nada, no fue por ti imbécil, fue porque no tenía sentido malgastar mi tiempo en peleas tontas. Tengo muchas cosas más importantes que hacer, como manejar una empresa.    

Emilio: Ya veo, así que ahora ocupas el puesto de tu papi. Qué lindo. 

Yo: Sí, ahora suéltame, tú y yo ya no somos nada. Si quieres alguna explicación, pídeselo a tu novia o mejor, explícale lo que quisiste hacer conmigo, cuando te dije que me había entregado a ese exquisito modelo suizo, por el cual ella también se estaba derritiendo y mojando sus calzones.

Emilio: No sabes, cuando callarte, ¿verdad?

Expresó, jalándome con más fuerza y acercándome a él. 

Tomás: Suéltala. 

Volvió a enunciar mi cuñado. 

Emilio: Señor, con todo respeto, esto no le incum… 

No tuvo tiempo para acabar su frase, ya que Tomás le dio un puñetazo. 

Tomás: No me gusta recurrir a la violencia, pero te pedí que la soltada dos veces, no me dejaste más opción que golpearte, niño. 

Manifestó mi cuñado, mirándome la muñeca y luego me preguntó si estaba bien. Yo asistí con mi cabeza y todavía asombrada por su reacción, observe a Emilio, que quedó sentado en el suelo y con un poco de sangre en sus labios. No conocía esa faceta de Tomás, aunque pensándolo detenidamente, tampoco es algo tan descabellado verlo así, teniendo en cuenta que su hija es una modelo y más de un gilipollas la habrá acosado o incluso a mi hermana, principalmente cuando eran jóvenes. 

Tomás me tomó de la mano y nos íbamos, cuando mis ojos contemplaron a Tim. Él estaba parado, observando aquella escena, de seguro quería intervenir, porque tenía sus manos cerradas, listas para pegar. Al lado de él, se encontraba su acompañante, a la cual le brillaban los ojos y se le notaba inquieta. Rápidamente comprendí que debía estar así por mi cuñado, ya que él quedó paralizado, con la mandíbula ligeramente caída y su mano comenzó a sudar del nerviosismo. 

Desconocía si entre ellos dos había alguna historia, como la mía con Timeo, era algo que no podía descartar, a pesar de que Tomás estuviera casado con April, ya que mi hermana es muy liberal. Tim sin decirme algo, tomó mi mano y observó mi brazo que había sido sujetado por Emilio. No sabía cómo reaccionar ante eso, solo me ruboricé y sentí que el corazón se me aceleró a mil. Todo lo que estaba sucediendo ese día, me parecía una locura, una que no podía explicar. 

–“Ho-hola, Tomás”- murmuró la muchacha que acompañaba a Tim, avergonzada. Mi cuñado tuvo que tragar su propia saliva, antes de poder contestarle y se tomó unos segundos, para poder saludarla de manera recorrida y no balbucear. –“Hola, Rosita. ¿Cómo has estado?”- dijo, dándole un vistazo rápida a esa chica, que era dueña de un cuerpo divino y escultural. –“Bi-bien”- respondió ella, sonrojada pero con una sonrisa sincera que se le trazaba de oreja a oreja. 

Ellos sin duda alguna habían compartido algo especial, porque o sino no tendría sentido aquel nerviosismo que los hacía lucir como dos adolescentes que se gustaban mutuamente pero eran incapaces de confesarse. Para mi sorpresa, ella tomó valor y se aproximó donde mi cuñado, dándole un beso en la mejilla, muy cerca de sus labios. Aquello había sido un movimiento inesperado para Tom y que lo dejó atolondrado. Tim al ver que ellos se conocían, propuso que tomemos unas copas los cuatros. 

No sé si fue una excusa de Timeo para que pudiera hablar conmigo, o simplemente quiso ser amable. Lo cierto es que a pesar de que éramos cuatro en una mesa, habían dos conversaciones, Tomás con Rosita y Tim conmigo. Pude notar que mi cuñado no bebía ninguna gota de alcohol, al igual que esa morena, por parte de Tom, podía entender la razón por la que no bebía y es que no le gustaba el alcohol, pero de ella no, tal vez era porque ambos estaban totalmente absorto en su conversación. 

Por mi parte, ya había consumido dos copas de margarita. Necesitaba beber para poder sentirme confiada y hablarle a Timeo, pues sobria las palabras no iban a fluir en mi mente y tampoco salir de mi boca. Tim al parecer estaba igual que yo, pues se había tomado un martini y dos Tom Collins. Él me preguntó cómo me había ido durante estos meses en que no nos habíamos visto, yo le contesté que bien, me había enfocado en el estudio y en el trabajo, ayudándole a Cristi en todo lo que podía. 

Además, le comenté que había conocido a mi hermana, la esposa de Tom, fue ese el único momento en que Tomás dejó de charlar con Rosita, para hacerlo con nosotros, pero fue algo muy breve. Así pasó una hora, entonces mi cuñado se levantó y dijo que iría al baño, Rosita se paró y dijo que lo acompañaría, ya que también necesitaba ir. Ambos se fueron charlando hasta los baños, yo me quedé a solas con Tim, notando que el ambiente se había vuelto algo acalorado. 

La mirada de Timeo me comenzó a parecer muy seductora al igual que la forma de hablar. Sus labios me tentaban para que acortada las distancia con él, verlo con los tres botones superiores de su camisa desabotonada y enseñando sus firmes y duros pectorales, tampoco ayudaba mucho. Me mordía el labio inferior a la vez que pensaba en guarradas y lentamente una de mis manos se aproximaba a mi chochito babeante. La temperatura del lugar, había aumentado de golpe.

Hablar con él, ya no era tan sencillo, imaginaba que me tocaba la barbilla, me la levantaba y me besaba. Fui impacientándome, cada segundo se hizo minuto y los minutos me parecían horas eternas. Solo habían pasado 5 minutos desde que mi cuñado había ido al baño y yo tenía la braga toda empapada. Maldecía que tardada tanto en regresar, al igual que Rosita, ya que con la presencia de uno de ellos, sabía que todo volvería igual a como era antes, de que se fueran. 

Mi coño tuvo un par de espasmo cuando Timeo pasó a rozar ligeramente mi mano que tenía apoyada en la mesa. Me estaba volviendo loca, tenía que buscar una forma de escapar de esa lujuria que me estaba abrazando y susurrando en los oídos para que me abalance a los brazos de aquel suizo. –“No hagas nada estúpido, no hagas nada estúpido, no hagas nada estúpido”- me repetía, intentando calmarme. Me fue difícil mantener el control, lo que me excusé que necesitaba ir al baño. 

Si tan solo me quedaba un par de segundos más a su lado, era capaz de lanzarme encima de él y devorarle la boca de la manera más guarra, mientras le pedía que me cogiera ahí mismo. Al abrir la puerta del baño, sentí como un aire fue enfriándome poco a poco, ver a otras chicas, me hizo poder distraerme y pensar con más claridad. Me mojé la cara y me miré al espejo, diciéndome a mí misma que no podía ser tan perra, que no podía simplemente echarme encima de Tim, si para él no iba a ser nada más que una conocida. 

Él mismo había dejado en claro que no quería intentar nada serio conmigo, porque aquello iba a terminar mal. En ese entonces yo pensé lo mismo, pero tras esos meses, me daba cuenta de lo estúpida que fui, más al hablar aquel asunto con mi hermana, la cual me dijo que en la vida había que tomar riesgos y no tener miedo al fracaso. Sin duda yo ya no le tenía miedo a que algo con Timeo no funcionada, por algo vivía fantaseando con él y mi cuñado, pero no quería cometer el mismo error de antes e involucrarme con ese guapo modelo, sin considerar sus sentimientos. 

Debía actuar de manera seria y madura, ya no infantil. Tim no se merecía sufrir, simplemente por mi calentura, él se merecía el cielo, estar con chica que fuese maravillosa y que lo hiciera feliz. Yo no estaba segura si era esa chica, quería creerlo, pero si no lo era, estaba siendo egoísta nuevamente al darle falsas ilusiones y jugando con él. Suspiré y cerré por unos segundos los ojos, tiempo suficiente para que mis oídos pudieran captar algo interesante, unos quejidos de placer. 

Eran muy pero muy ligeros, casi como un susurro bajo una lluvia, con el ruido que había. A pesar de eso, captaba como la voz de una mujer florecía entre las paredes. –“¿Te gusta?”- preguntaba ella, a lo que una voz masculina contestó: –“Me fascina mi amor… No pares”-, por lo visto, eran una pareja que tenían sexo oral en los baños de los hombres, de seguro se habían metido en uno de los cubículos, el más alejado, para saciar el fuego que los consumía y sus voraces apetitos sexuales.

Abrí los ojos y me perdí entre esos suspiros, ya dejé de escuchar todo lo que me rodeaba y solo prestaba atención a lo que esa pareja hacía. –“¡Sí, sí, sí, sí… Uuuhhh… Mierda, continua así, amor!”- exclamaba el hombre con su voz jadeante y algo quebrada por el gusto, mientras se podía escuchar el lascivo sonido que hacía la mujer al meterse y sacarse la tranca de su novio, marido o amante. Aquel gloop gluop, retumbó en mis oídos por más tiempo de lo esperado, haciendo que mi vagina se estremeciera. 

Las piernas me temblaban y mis dedos dibujaban sobre el vestido. Estaba hechizada por los rugidos de esa pareja misteriosa. Sin poder verlos podía imaginármelos o más bien proyectar a través de sus jadeos una imagen mía y otra de Timeo. Yo de rodillas, saboreando esa magnífica y colosal polla que poseía mi modelo suizo. Con mi lengua trazaba en su falo, jugaba con su glande, lamiéndole todo el capullo y dando unas lamidas a su uretra.   

Después me dedicaba a chupar ese par de huevos impresionante que tenía, sin ningún vello y cargados para rellenarme, tanto la boca, como el coño o el culo. Definitivamente estaba perdiendo la cabeza, mi cuerpo entero ardía de excitación, necesitaba coger, necesitaba la verga de Tim. No obstante, desperté de aquella fantasía al escuchar cerrar la puerta, di un pequeño salto avergonzada, esperando que no hubiera sido notorio lo cachonda que andaba.   

Miré atentamente a mis costados, percatándome que me encontraba sola en el baño, no había ningún alma por alrededor, lo que me pareció extraño, pues esperaba encontrarme a Rosita. Dudaba que se hubiera ido, sin haberme notado, así que no pude evitar preguntarme ¿en dónde se habría metido?, si no estaba en el baño, como había dicho y cuando dejé a Tim en la mesa, ella todavía no regresaba al igual que mi cuñado, eso quiere decir que… No es posible, ¿verdad? No, no. Qué estoy diciendo, claro que es posible, claro que ellos pueden ser la pareja que he estado escuchando todo este tiempo. 

Aquellas misteriosas figuras, en donde había proyectado a Timeo y a mí, cambiaron bruscamente y tomando las formas de mi cuñado y Rosita. Imaginándome a Tomás con los pantalones hasta las rodillas y su verga totalmente erguida, a la vez que chorreaba su líquido preseminal. Rosita no paraba de embadurnar ese sabroso caramelo, su lengua se derretía cada vez que lo pincelaba y su paladar se ahogaba en ese fuerte pero adictivo sabor. 

Todo fue cobrando más sentido y mis sospechas parecían ser completamente acertadas, dado a que ella expresó: –“¡Hhhmmm… Qué rica y enorme polla blanca que tienes!”-, a lo que él contestó: –“¡Uuufff…! ¡Y tú que boquita más maravillosa que tienes, mi negrita!”-, con esas declaraciones parecía que había armado el puzzle y no me molestaba para nada que mi cuñado, estuviese dejando a Rosita, devorarle la tranca, es más me excitaba de una manera descomunal. 

Deseaba poder ser testigo de esa escena, observar cómo esa negrita se engullía la gorda y hermosa verga de Tom. Nunca pensé que podía maquinar algo tan lascivo y real, con solo imaginármelos a esos dos, llegué a correrme intensamente. Por suerte nadie estaba en el baño en ese minuto, por lo que pude gritar y empapar el piso con mis jugos. Mi coño palpitaba mientras escuchaba los gemidos de mi cuñado y a Rosita comerle cada pulgada de esa monumental estaca. 

–“¡Uuuuhhhhhmm…! ¡Joder! ¡Nadie me la mama como tú, cariño!”- exclamó Tomás extasiado. –“Eso es porque me encanta tu polla y me gusta satisfacerte, amor”- contestó Rosita, a la vez que tomaba aire para volver a engullirse ese mástil. Mi cuñado estaba tan entusiasmado, que no soportó más y apenas sintió los labios gruesos de esa morena apoyarse sobre su pene, él comenzó a follársela. No tengo ninguna duda de que esa mamada se había transformado en una cogida oral. 

Esto debido a que las pelotas de mi cuñado se escuchaban chocar contra el mentón de Rosita, la cual no oponía resistencia y dejaba que usaran su boca como un coño. Los aullidos de Tom eran espeluznantemente cachondos, tanto que ponían todos los pelos de puntas de mi cuerpo. –“¡Oooohhh!, ¡sí nena, sí…!”- bramaba, sin ningún temor a que los descubrieran. Tras un par de azotes más, lo escuché gritar que se corría, vaciando así toda su descarga dentro de la boca de su amante, tal como lo hizo una vez en mí.   

Dios, solo recordar cómo su semen se desbordaba de mi boca, hizo que todo mi cuerpo temblara. Mi coño estaba deseando ser empotrado, ya nada podía detener el libido que había en mi en interior. Tomé aire y camine lentamente a la salida, con las piernas aun tiritando. Pensaba en abrazar a Tim y rogarle para que me cogiera, que saciada el calor que invadía mi cuerpo y no me dejaba pensar con claridad. No manejaba otra alternativa más que suplicarle, ya que solo él podía complacerme. 

Cuando salí del baño, juró que vi a mi cuñado y Rosita saliendo juntos del baño de hombres. Ambos se reían y se miraban coquetamente, parecían una verdadera pareja, no tenían ningún miedo de que alguien los viera. Ella tenía su cuerpo muy apegado al de él, antes de que dieran algún paso más, Rosita se colocó frente de Tomás, lo miró fijamente, a la vez que sus brazos empezaban a rodear el cuello de él. Tras regalarle una sonrisa, mi cuñado le dijo algo, por el movimiento de sus labios presumo que le había dado las gracias. 

Ella balbuceó algo, tan breve que me resultó difícil descifrar lo que había dicho, pero probablemente afirmó “de nada”. Sus labios parecían estar más cercas cada vez que pestañaba, se los rozaron ligeramente y al final terminaron dándose un morreo apasionado. No podía creer lo descarado que eran, menos la intensidad de su beso, parecía que los dos querían devorarse la boca del otro. Cerré los ojos y moví mi cabeza de lado a lado para estar segura de lo que estaba viendo, pero cuando los volví a ver, ya no estaban. 

Quedé perpleja, preguntándome si lo que había visto fue real o no, tal vez lo que pasó en el baño, me lo había imaginado todo también, o quizás no estaba alucinando y en esos breves segundos en que cerré los ojos, ellos se volvieron a meter al baño, para terminar lo que iniciaron con una cogida. Podía acercarme al baño de hombres y averiguarlo, pero decidí regresar donde Timeo. Él todavía estaba solo en la mesa, ni mi cuñado ni Rosita habían regresado, así que no podía estar tan equivocada y ser presa de mi fantasía. 

Tim me sonrió, y sin que me lo esperada, él me agarró de las manos, tocándome suavemente. Con el solo sentir sus acaricias me hizo regocijarme y mi mente quedó en blanco, cuando vi que se acercaba a mí. –“Te ves tan bonita”- murmuró, haciendo que mi corazón se aceleré y escuchada los latidos de mi corazón. Su boca rozaba a la mía, no podía soportarlo más, era el momento oportuno para besarlo e implorarle que me follara como solo él sabía hacerlo. 

Sin embargo, antes de que pudiera hacer algo, oí la voz de Tom. –“Lucrecia, voy a ir a dejar a Rosita al hotel en donde se está quedando. ¿Tú te vienes conmigo o te vas a quedar con él?”- interpeló mi cuñado, dejándome pensativa. Lo miré, lucía igual que cuando se había ido al baño, a primera vista no tenía nada que pudiera delatar de que estuvo con esa chica. Ella lucía algo cansada, pero no por ello podía afirmar que se había estado comiendo a mi cuñado. 

Tomás volvió a consultarme si quería irme con él o no, yo lo miré nuevamente y no sabía qué responder. Mi lado más salvaje me pedía que le dijera a mi cuñado que me quedaría con Tim, no obstante, había otro lado de mí, que me decía que lo mejor era irme con Tom, dejar a Timeo y no jugar con sus sentimientos por mi calentura, que si quería una verga, tenía la de mi cuñado que podía apagar aquel fuego. Estaba titubeando entre ambas opciones, mirando a uno y al otro, mientras pensaba. 

Ante mi demora en pronunciar una respuesta, fue el propio Timeo que intervino. –“Ve tranquilo, yo la cuido y la llevo a casa”- expresó sonriendo. Tom me miró y luego se acercó a Tim, verlo tan cerca, hizo que mi cuerpo se estremecida de gusto y la fantasía de un trio, no me daba un respiro. Mi cuñado era bastante guapetón cuando lo miraba detenidamente, quizás no tenía el cuerpo atlético de Timeo, pero su amabilidad y carisma podrían conquistar a cualquier chica. 

Por lo que tengo entendido, cuando era joven, Tomás era bastante reservado y un hombre de pocas palabras, desprendiendo de él un aire sombrío. Aquello cambió cuando conoció a mi hermana, dejó de ser alguien tan solitario y comenzó a relacionarse más con las personas. De acuerdo a April, Tomás fue despertando del interés de las chicas de su universidad a medida que hablaba con ellas, muchas quedaban fascinadas y más de alguna intentó de robarle el esposo a mi hermana, pero él no la cambiaba por nadie. 

De seguro él jamás notó que su gran atractivo eran sus palabras, que después de hablar con él, las mujeres simplemente no podíamos dejar de pensar en él y sentirnos atraídas a su persona. Si a eso le agregamos que además es dueño de una enorme y gorda polla y es un excelente amante, lo hace prácticamente la pareja ideal. Aun cuando tenía ciertos defectos como su ingenuidad y ser tan complaciente, creo que sin duda mi hermana se sacó la lotería con él.  

–“Bien, te la encargo”- le dijo mi cuñado a Tim. Luego de eso, él me sonrió y se despidió, yéndose con esa morena, con la cual estaba segura que tenía algo o por lo menos habían compartido una noche. Timeo quedó algo pensativo, al parecer las palabras de Tomás le habían afectado, por lo visto, él las había tomado como una advertencia, pero mi cuñado simplemente quería que tuviera cuidado y me protegiera. Dado a que él había sugerido que se haría responsable de mí, le tomé la palabra, al acercarme de él y besándolo.
 
Sentir como su lengua se entrelazaba con la mía y nuestras salivas se mezclaban, resultaba jodidamente cachondo. Tantos meses reprimiendo ese deseo descontrolado que había en mí o mejor dicho esperando al hombre idóneo que pudiera saciarme y al final tuve que recurrir al primer sujeto que le abrí las piernas y tomó mi virginidad. Era sencillamente maravilloso, percibir cómo sus grandes manos dibujaban por mi cuerpo, como si fuese un lienzo que no había acabado por pintar. 

Dios me sentía flotando en una nube después de ese morreo tan intenso que nos habíamos dado, él me preguntó si quería acompañarlo al hotel en donde se estaba hospedando, yo presa por mi lujuria, le dije que sí. Tomamos un taxi y durante el trayecto, no paramos de besarnos y tocarnos. Ambos estábamos dominados por la libido que recorría por nuestros cuerpos y ninguno quería ocultarlo. Cuando llegamos al edificio, nos apresuramos de subirnos al ascensor para continuar con nuestros morreos y acaricias. 

Notaba como sus dedos se acercaban a mi chochito que estaba ardiendo y totalmente mojado. Yo por mi parte me aferraba a su boca y con mis manos tocaba su anatomía tan bien trabajada y bien proporcionada que tenía. Al llegar al piso en donde se hallaba el cuarto donde se estaba alojando, corrimos hasta donde él. Mientras él ansiosamente intentaba abrir la puerta, yo quedé impresionada por la forma de rugir en la habitación vecina, dándome la tranquilidad de que no había nada que temer por si nosotros armábamos un gran alboroto. 

Mis ganas por tener sexo aumentaban cada segundo y mientras Tim dejándose llevar por su impaciencia era incapaz de abrir la puerta, yo quedaba embelesada por la forma en que cogían los de la habitación 169. Podía escuchar inevitablemente sus gemidos al otro lado de la pared, lo que me provocaba unas ganas inmensa de querer pegar mi oreja en la puerta y así escuchar mejor el polvazo que se estaban dando. Los jadeos y los golpes de la cama se fueron haciendo más intensos, dilatando así mis ojos por el asombro y encendiéndome más de lo que ya estaba. 

–“¡Joder, me partes en dos, cabrón!”- escuché claramente por parte de esa mujer que estaba siendo follada salvajemente. Sentía como la envidia recorría por mí, ya que tenía que esperar para que me dieran de esa forma. La impaciencia me estaba consumiendo y todo porque esos dos no eran capaces de callarse, curiosa me alejé de Tim que todavía no abría la puerta y me aproximé a la habitación 169, percatándome que sus aullidos podía oírlos perfectamente, porque los muy sin vergüenzas habían dejado la puerta algo abierta. 

De seguro los cabrones tenían una calentura tan grande que no les dio tiempo para cerrar la puerta y simplemente se dejaron llevar por sus deseos. Tentada por esa abertura me resultó imposible no poder echar un pequeño vistazo, solo sería uno fugaz y no haría daño a nadie. Lo primero que observé fue la espalda desnuda de esa mujer de piel ébano, luego fui testigo de cómo se arqueaba, esto debido a que cabalgaba intensamente la enorme verga de su amante. 

Era una polla gorda y grande como la de mi cuñado. Por unos instantes pensé que estaba alucinando y viendo la jugosa tranca de Tomás en todos lados por lo caliente que estaba. Sin embargos, esos bramidos no podían ser falsos, fue cuando pensé que esa pareja no eran otros que Rosita y mi cuñado. Estaba flipando y sintiendo como todo mi ser era abrazado por la lujuria, quise abrir más la puerta y comprobar si efectivamente eran ellos, pero justo entonces, Timeo abrió la nuestra.  

Me quedé con las ganas de seguir observando, no obstante, toda mi lujuria iba a ser finalmente atendida. Mi boca se pegó a la de Timeo y entre acaricias nos fuimos desnudando, dejando cada una de las prendas en el suelo como una especie de camino. Los dos explorábamos nuestros cuerpos con nuestras manos a medida que nos acostamos en la cama, él me mordía el cuello y con sus dedos jugaba perversamente con mi coñito, al mismo tiempo que yo me adueñaba de su lóbulo y con mis manos masajeaba su cabello.    
     
Sus dedos suavemente se deslizaban por mis labios vaginales, como si estuviera pintando cuidadosamente algún cuadro. Él lograba mantener la calma cuando tenía unas grandes ansias de follarme, eso lo sabía porque era inevitable que su miembro se rozada con mi sexo. Todas esas noches en la que me había masturbado pensando en él, no podía compararse a lo que estaba experimentando en ese minuto. Sus dedos eran una jodida delicia que no temían trazar sobre mi hendidura y jugar con mi clítoris. 

Esa forma de tocarme, me recordaba a mi cuñado, él con su experiencia me había hecho borrar al suizo de mi cabeza, por lo menos un par de días. Dejé oler el aroma de Tim en mis sabanas y de estremecerme en cada foto de él que veía en Instagram, pasé de soñar con Timeo a mojar mis bragas imaginando a mi cuñado partiéndome el culo. Pero al mantenerme lejos de Tom, el modelo suizo se adueñó de mis fantasías de nuevo, era imposible poder olvidar completamente al hombre que le di mi primera vez. 

Aun así mi cuñado no dejó de estar en mis pensamientos y ahora que escuchaba sus gemidos a través de las paredes, me sentía celosa y a la vez cachonda. Quería verlo cómo destrozaba ese chochito negro, de cómo enterraba y sacaba su herramienta de esa chica y la hacía estremecer con cada embestida, a pesar de que aquello me lastimada ligeramente el corazón. –“Ooohh sí, Tom”- murmuré, al sentir los dedos de Timeo entrando en mi vagina y su boca tatuando mi cuello con sus besos. 

No era justo que piense en ese preciso momento en él, pero no podía evitarlo, oírlo jadear y disfrutar de otra, provocaba que se me viniera a la mente a cada segundo. Los chillidos de gozo de ella, solo hacían que mi anhelo por tener a mi cuñado fuera creciendo más y más. Intentaba silenciar esos quejidos de placer con los míos, desesperadamente empecé a gritar, para que pudiera disfrutar de Timeo, pero entre más fuerte aullaba, los bramidos de ellos aumentaban. 

Esos increíbles dedos hicieron que me corriera, Tim pensaría que fue todo obra suya, sin embargo, en mi mente, todo había sido provocado por mi cuñado. Estaba celosa de que estuviera en ese instante con Rosita, quería ir a la otra habitación y abalanzarme sobre él, para pedirle que me follada a mí. Quería que me hiciera chillar y me reventada el culo, como habíamos acordado aquel día que cogimos. Solo pensar en esa gorda verga entrando lentamente por mi ano y extendiéndolo, hacía que me corriera de nuevo. 

Sabía que me iba a doler aquello, pero a la vez resultaría excitante y jodidamente rico, más si Tim me perforaba el coño con su estaca. Tener a los dos dándome por mis dos orificios era sin duda lo más cachondo que podía maquinar y desear, era una locura y estoy segura que si algo así pasaba iba a terminar perdiendo la cabeza del gusto y el sexo ya no sería lo mismo, sin ellos dos. Estaba pensando en ello, cuando escucho a Rosita gemir descontroladamente. 

No sé por qué, pero en mi mente se me vino la imagen de ella en cuatro, con su cola levantada y la polla de Tomás entrando en ella. La envidia porque estaba teniendo sexo anal, me estaba torturando pero todo empeoró al oír entre sus alaridos: –“No sabes cuantas veces me he imaginado que tu esposa abre la puerta de la habitación y nos encuentra haciendo el amor. Asombrada es testigo de cómo tu pollón blanco se hunde en mi coño negro”-     

Quise apartarme de Timeo e ir por mi cuñado, reclamarlo como si fuera mío, pero finalmente dejé de pensar en él, cuando mi querido modelo suizo, fue clavando en mi coño sediento, su vigorosa polla. Todo lo relacionado a Tomás pasó a un segundo plano, parecía que su voz ya no traspasaban las paredes y tampoco la de su amante. Empecé a levantar mi cuerpo, hasta quedar yo montada encima de Tim. Quería botar sobre esa magnífica polla, sentir cómo desgarraba mis entrañas lentamente y hacer de aquel momento algo eterno.

Ese era mi mayor deseo, poder añorar esa noche por siempre, por si no volvía a ocurrir. Cabalgaba suavemente ese inmenso pene, mientras él con sus manos acariciaba mi culo. Mi vagina se adaptaba a su tamaño nuevamente y en el proceso se aferraba a su tronco con intensidad. Solo se escuchaban nuestros gemidos y el choque de nuestros cuerpos desnudos. No pensábamos en nada ni en nadie, solo en satisfacer nuestros acalorados y libidinosos cuerpos. 

Sentía como su polla entraba y salía de dentro de mí, lo que me hacía perder la cabeza y entregarme completa al placer, que aumentaba al ver como intentaba sentarse sobre la  cama para tener mis tetas frente de su boca. Cuando percibí su cálido y húmedo aliento sobre mi areola, mis pezones se colocaron más rígidos. Estaba lista para amamantarlo sentir sus lascivas lamidas y mordidas, por lo que apenas noté a mi pezón derecho en su boca, arqueé mi espalda y con mis manos empujaba tu cara contra mis senos. 

Chupaba de forma tan inocente que me era imposible imaginar que por su cabeza estaba pensando en azotarme. Fue por ello que cuando sus manos dejaron de amasar mis nalgas me sorprendí, para pasar a estremecerme al sentir aquel doble azote que me dio. Aquella rudeza y fuerza que aplicó para tatuar sus palmas en mi cola, demostraban que mis tetas comenzaban a despertar su lado más salvaje, ese en donde no temía en tratarme como la puta que era. 

Cada nalgada que me daba me hacía retorcerme de gusto y que pidiera por más, ya que toda mi vida había sido una chica caprichosa, a la cual su padre le daba todo lo que quería y eso también se reflejaba en la hora del sexo. Quería que mi hombre fuese capaz de complacer cada una de mis peticiones y que actuada por instinto tratando de domarme y colocarme en mi lugar, como la zorra que realmente era. Mi coño palpitaba con cada azote y se regocijaba con cada embestida. 

Él continuó taladrándome el coño ricamente, sin descanso, hasta que me ordenó que me diera vuelta y me colocara a lo perrito. La idea me cachondeó y más al ver sus ojos tan decididos. Lentamente me saqué su miembro de mi coño babeante, los flujos de ambos estaban mezclados y me era casi irresistible esa paleta de carne, embadurnada por mis jugos y su líquido preseminal. Me mordí los labios y lo miré a los ojos, él sonrió como dándome la autorización para que lamiera su empinado y venoso falo. 

Tomé ese tronco desde la base y acerqué mi boca a él. El hedor de nuestros lascivos sexos, me dejó pasmada, era el olor de una perra en celos que predominaba, mi aroma. Abriendo la boca fui engullendo su dureza, tragándolo hasta lo más hondo de mi garganta, recordando las enseñanzas de mi cuñado. Fue de esa forma que logré tragarme una buena porción de esa tranca. Levanté la mirada simplemente para contemplar el rostro atónito de Timeo, que al paso de los segundos pasó a uno de placer. 

Sentía una explosión acaramelada en mis pupilas gustativas, me fascinó nuestra mezcla de sabor. Cuando me desprendí de esa verga, me relamí los labios y luego me dirigí a su boca, para que probada aquel afrodisiaco sabor de nuestros fluidos. Todo resultaba más excitante con ese sabor entre nuestras bocas, nuestras lenguas luchaban apasionadamente y no querían desamarrarse. Podíamos estar así toda la noche, pero había que continuar con esa maravillosa cogida, así que me aparte de sus labios y me puse como me había ordenado. 

Ansiosa esperaba por su trozo de carne, que se apoyó primeramente entre mis glúteos, la sensación fue exquisita y sentí como un escalofrío pasó por mi cuerpo, esto debido a la sorpresa de tener su miembro sobándose con mi culo. No sabía si quería darle mi virginidad anal o esperar a mi cuñado y que él disfrutase de mi esfínter estrecho. Era la incertidumbre que me agobió por esos instantes, no obstante, Timeo se limitó a magrearme las nalgas y azotar su miembro contra mis cachetes. Luego de hacerlo, lentamente fue enterrando su pedazo dentro de mi coño. 

En esa posición me sentía más puta que nunca, aullaba descontroladamente, mientras me agarraba de las sabanas y sentía como las manos de Timeo tocaban mis tetas por detrás. Con sus dedos amasaba gentilmente mis pechos, hasta detenerse en mis pezones, los cuales empezó a pellizcar. Él apoyó su mentón en mi hombro y dejó su boca al lado de mi oreja, escuchando su sofocante jadeo. Quería besarlo y morderle esos labios acaramelados, sin embargo, no podía.

No podía hacerlo, porque él empujaba toda su masculinidad tan dentro de mí, que no me daba tiempo para pensar ni moverme. No tenía duda de que mi rostro debía ser uno guarro, uno en donde el placer se reflejaba, con mi boca abierta, mis ojos desorbitados, acompañados por mis maullidos infinitos. Sentía como su verga se estremecía, se hinchaba y palpitaba, estaba a nada de correrse, pero en vez de avisarme que lo haría, Tim simplemente susurró: –“Mi novia me va a matar”- 

Me quedé pasmada por unos segundos, escuchando un gruñido detrás de mí y solo reaccioné cuando sentí, como el semen de Tim bañaba mis entrañas. Parecía que no había vaciado durante meses sus huevos y los tenía llenos de esos cálidos y espesos chorros, que no paraban de descargar dentro de mí. Era tanta la carga que llegó a desbordar mi sexo, mientras yo me mordía suavemente los labios y pensaba en esas palabras tan inesperadas que había dicho. 

Ambos quedamos recostado en la cama, Timeo lucía bastante exhausto, lo había dado todo, pero yo quería seguir jugando un poco más. Le mordía el cuello a la vez que con mis dedos acariciaba lentamente su cuerpo trabajado, fantaseando que lo cubría con aceite. Miles de guarradas se me venían a la cabeza, y me preguntaba ¿por qué había decidido ocultarme que estaba saliendo con una chica?, ¿acaso solo había tenido sexo conmigo para vengarse de mí?

Sabía que para tener todas las respuestas a mis dudas, solo tenía que consultarle, pero todo se desvaneció rápidamente de mi cabeza y agradecí que él estuviera con otra, ya que yo, no lo amaba, solo lo deseaba. Dejé mi boca a la altura de su miembro, que no estaba duro, pero tampoco del todo flácido, con mis acaricias había empezado a levantarse y tomar fuerza. Sin decir ninguna palabra, fui chupándola, saboreando la mezcla perfecta de nuestros flujos y disfrutando el cómo crecía su verga dentro de mi boca.
 
Tim simplemente se quejaba de placer, gozando de aquel momento en que mi boca jugaba con toda su masculinidad, entrando profundamente en mi garganta y los mimos que le hacía a sus pelotas. Lamia desde su capullo hasta los huevos y con mis manos pajeaba su tronco y arañaba sus bolas. No tardó en gritar que se estaba corriendo, yo en vez de dejar que cubriera mi cuerpo con su semen, aferré mis labios a ese duro falo y tragué todo lo que depositó. 

A la mañana siguiente, tras tomar una ducha, tenía planeado regresar a casa sola, sin embargo, él se ofreció a llevarme. Le pregunté si Rosita era su novia, él lo negó, ella era solo una amiga y su novia se parecía a mí. No quise preguntarle más detalles y mientras él se bañaba, yo fui a espiar a la habitación vecina, en donde había visto aquellas dos siluetas que me recordaban a mi cuñado y Rosita. Tenía que saciar mi curiosidad y descubrir si realmente eran ellos o no, para mi sorpresa, la puerta estaba abierta y temerosamente entré, contemplando un cuarto vacío. 

Las sabanas estaban intactas y la cama perfectamente hecha, como si en ella jamás hubiera pasado el huracán que había escuchado. ¿Todo había sido producto de mi imaginación?, fue lo que rondó por mi cabeza, mientras esperaba a Tim. Cuando ya estaba listo y nos dirigíamos a mi casa, no pude evitar preguntarle si había escuchado algunos gemidos en la habitación 169, a lo que él respondió que no, justificándose que estaba tan concentrado en hacerme suya que no prestó atención a su alrededor. 

Al llegar a casa, la primera imagen que me encuentro es la de mi hermana con Tomás y Simón, desayunando. –“Mira Simón, llegó la tía Lu”- expresó April, mirándome con una sonrisa. El pequeño hijo de mi hermana tan risueño como siempre, sonrió y empezó a repetir “Lu” al mismo tiempo que aplaudía. Simón era un encanto de niño, tanto que hasta llegó a conquistar a Timeo a primera vista, nunca lo había visto interactuar con un niño, pero dudo que alguno le hubiera iluminado los ojos como Simón. 

Salude con un beso en la mejilla a mi hermana, cuñado y sobrino, para luego presentarles a Tim, aunque Tom ya lo conocía. Antes de sentarme y desayunar junto a la que ahora era mi familia, April me susurró que la acompañada a la cocina. A solas ahí, me miró caprichosamente y me felicitó por tener un novio tan guapo, evidentemente mi hermana buscaba saber los detalles de mi noche, yo no tenía ningún problema en contárselo, sin embargo, antes de hacerlo quise consultarle por su esposo. 

–“¿Tommy? Tom llegó muy temprano anoche, dijo que fue a dejar a Rosita y que tú te quedaste con un muchacho apuesto, pero no imaginé que era bastante guapetón”- respondió pícaramente. Desde que le había dicho de su enfermedad a mi cuñado, todo era alegría para ella, podía sonreír de manera genuina y eso me alegraba el corazón, más al saber que ambos habían pasado una difícil prueba de amor. Al ver a mi cuñado, parecía haber vuelto a ser el mismo hombre que conocí, antes de haberlo engatusado para el juego de mi hermana. 

Pero pese a quedar en claro que lo del hotel había sido una delirio mío y que mi cuñado no estuvo con Rosita. En mi cabeza seguía preguntándome por qué tardaron tanto en regresar del baño y en dónde estuvo Rosita durante ese tiempo. Toda esa perturbación desapareció, cuando mi hermana me agarró los senos por detrás y mordiéndome el lóbulo, susurró: –“¿Es tu novio verdad?”- a lo que yo, estúpidamente respondí que Timeo ya tenía novia y yo era más bien una gata rompe hogares. 

April dejó de tocarme las tetas y pasó a tocar su panza la cual estaba bastante inflamada, lo que no era de sorprenderse, ya que tenía 9 meses de embarazo, en cualquier momento iba a parir a los gemelos. Pensé que me iba a regañar, sin embargo, una sonrisa se embozó en el rostro de mi hermana. –“Dime gata rompe hogares, ¿aun estás loquita por sentir la polla de mi esposo en tu culito?”-, yo me mordí los labios al escuchar esa respuesta. 

–“Lamento decepcionarte, pero con Tom ya dejamos esos juegos”- añadió antes de darme la posibilidad de contestar. Me quedé perpleja y de seguro mi rostro pasó a ser uno de decepción, ya que ella se rio. –“Es mentira, peque. Aunque ahora mismo veo difícil cumplirte esa fantasía, sin embargo, si eres paciente, algún día como navidad, puede que con Tommy te demos ese regalo”- concluyó. No dije nada, ya que April sabía perfectamente mi respuesta y yo estaba ansiosa que ese día llegue.

Antes de que nos fuéramos a sentarnos en la mesa, la abracé y tocando con mis manos su vientre, le di las gracias por aceptarme en su familia y como era. April se limitó a sonreír, cuando regresamos a donde los chicos, Tim ya se alistaba para irse, yo lo acompañé hasta la puerta, y me pidió perdón por usarme para satisfacer sus deseos, yo le dije que no se preocupada por eso, ya que yo entendía que él se merecía a alguien mejor y que podía acudir a mí cuando él quisiera.
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