Este es para mi, dijo.

Era un día de semana, creo que Jueves. El dato que no es demasiado importante viene al caso porque a esa hora de la madrugada, la zona de la terminal de omnibus estaba semi desierta, solo habitada por travestis aburridas y borrachos buscando merca para seguir en pie. 
Las ansias me quemaban la entrepierna. Necesitaba un golpe de sexo que calmara la calentura que me inundaba. Un golpe impersonal e instantáneo. Iba a pagar por sexo y no me importaba mas. 
Pasé por la esquina de Constitución y San Lorenzo. Una luz tenue venía del interior de un bar por el que había pasado mil veces y nunca entrado. Al verlo completamente vacío me animé a cruzar la puerta. Dentro sonaba una cumbia que no conocía. Tres mujeres tomaban fernet en la barra, charlando divertidas. Me miraron entrar. Saludé y busqué instintivamente la mesa más alejada de la puerta y las ventanas. En realidad era un sillón de dos cuerpos frente a una mesita baja mirando a una pared del que colgaba un espejo. Me ví. 
Me ví un poco despeinado y con esa cara que tengo cuando tomo un poco. Había apurado un par de whiskies antes de salir para darme ánimo y calor en esa noche fría. 
Terminé de sacarme la campera y una de las mujeres que estaban en la barra se acercó con una cerveza y dos vasos. La ví rubia platinada, gordita, semi desnuda, vestida solo con un top que apretaba sus enormes tetas y una minifalda tan pequeña que ni llegaba a taparle un culo bellamente entangado con una pequeña bonbacha negra. Medias de red y tacos altos completaban su outfit supuestamente erótico. Mas allá de gustos sobre vestimenta me gustó su sonrisa cuando se acercó. Me pareció linda y divertida. Además que me calentaron sus bellas tetas, tampoco voy a mentirles. 
Se presentó y despues de servir los dos vasos se sentó a mi lado apoyando su antebrazo izquierdo en mi hombro. Me hablaba cerca de la cara. Me gustaba su perfume a jazmines y su voz. 
Mas que nada me gustó que no hacía el personaje de femme fatale. Era una mujer trabajando que tenía ganas de charlar un rato con su cliente. Y yo agradecido me divertí un rato  charlando de cualquier cosa. Me gustó su humor y la forma de reirse de las mismas cosas que yo. Tanto que en un momento nos empezamos a reir a carcajadas. Tanto que resonaron fuerte en el local vacío. 
Al terminar la botella le pregunté si no le molestaban esos tacos tan altos. Me dijo que le reventaban los pies y se descalzó, lo que aprovechó para acariciarme la pantorrilla con su pie descalzo mientras seguíamos hablando. 
Le pregunté sobre la tarifa. Me contestó pero me dijo que si no prefería primero tomar otra cerveza porque estaba divirtiéndose. Le dije que si a pesar de estar seguro que era para hacerme pagar otra bebida. La vi levantarse descalza y caminar por el local hasta la barra. Me gustó mucho su culo y su forma de caminar segura. Sus pies sobre las baldosas negras y blancas me hicieron parar la verga debajo del pantalón. Me sentí raro calentándome con sus pies, nunca me había pasado antes con nadie. 
Volvió con la botella. La abrió con  la parte de atrás de un encendedor. Me ofreció un cigarrillo. Fumamos. 
Al promediar la botella empezó a acariciarme la entrepierna con su mano. Me dijo que la sentía muy dura debajo del pantalón. Le dije que si, que me estaba matando lo apretada que estaba y que me estaba calentando a morir. 
Señaló hacia el local y me mostró que sus dos compañeras se habían ido. Me dijo si no quería sacarla así me la chupaba ahi mismo, total estábamos solos. Me resultó raro y muy excitante. Acepté.
Me abrió la bragueta y sentí como se liberaba la presión de mi poronga que estaba dura como hacía mucho no estaba y chorreando pequeñas gotas de líquido. Sentía los huevos llenos de ansias de sexo y la respiración se me agitaba viendola manipularme la chota. 
Sacó un forro de dentro del top, se lo puso entre los labios y me lo colocó en un instante al mismo tiempo que me hacía una garganta profunda que me hizo estremecer.
Me ví en el espejo. Ojos abiertos, cara roja de la calentura, las piernas abiertas para dejarla hacer lo suyo. Vi su culo grande contoneándose en cada subida y baja de su boca. Baje la vista y vi sus ojos marrones clavados en los míos con la chota desapareciendo en sus fauces y la mano derecha acariciandome los huevos. Sentí que quería estar así toda la noche, al abrigo de su boca que me llenaba de saliva que caía caliente por la base de mi chota.
- Silvia, ya te dije que aca no!-
Una voz aguda de hombre salió detrás de una cortina y nos interrumpió haciéndonos sobresaltar. Ella pidió perdón desganada con otro grito y se levantó extendiéndome la mano.
-Vamos?- me dijo con una sonrisa cómplice que me enterneció.
Con la verga todavía afuera y el forro puesto me dejé llevar hacia un pequeño pasillo oscuro torpemente iluminado por dos bombillas rojas que emitían una luz casi imperceptible. Ciego y caliente me metió en un pequeño cubículo mas oscuro aún en el que entraba apenas una cama de dos plazas. El olor a encierro y cigarrillo no me amedrentó y la agarre de los cachetes del culo, atrayéndola hacia mi pecho y besándola con fiereza. Sentí su lengua que se metía hasta mi garganta con un poco de gusto a látex de la felación de hacía un minuto.
Sentía su respiración agitada y su concha resfregándose contra mi pierna. Estaba tan caliente como yo. La verdad nunca me había pasado, pero me dispuse a disfrutar. Llena de ansias me fue arrancando la ropa a los tirones, quedándose ella a su vez completamente en bolas. Cuando quedé yo también desnudo me tiró de un empujón sobre el colchón. La vi parada en los pies de la cama desnuda. Sus tetas grandes cayendo hermosas sobre la panza. Su mano derecha pajeándose y viéndome, como relamiéndose de la presa que estaba a punto de cazar. Fueron dos o tres segundos de tensión hasta que se abalanzó sobre mi lamiéndome el cuello y los lóbulos de las orejas. Después se irguió, acercó su mano a la boca para llenarla de saliva, se enchastró la concha y se ensartó mi pija de un saque hasta los huevos sacando de su interior un gemido fuerte, casi un grito de liberación con los ojos cerrados y la cabeza tirada hacia atrás, como mirando al techo. Yo también gemía como loco mientras me cojía como hacia mucho nadie había hecho. Me guió las manos hacia las tetas para que las acariciara. Sentía las palmas llenas de sus carnes, los pezones duros como dos enormes piedras oscuras que empezaron a ser presa de mi lengua.
Me cojió tan fuerte e intensamente que en pocos minutos estuve al borde de largar todo. Entre gritos y gemidos, lenguas, sudores y flujo que sentía que me inundaba la entrepierna le dije que no podía aguantar mas. Aceleró el ritmo. Me dijo que quería verme acabar. No pude resistirme al movimiento de sus caderas y largué mi lleche llenando hasta casi derramar el forro dentro de su cajeta. Vi su mirada fija en mi y la calentura que brotaba de sus poros. Me apretó la pija con la concha para mayor placer y se levantó.
Pensé que había terminado todo y me dió lastima que haya durado tan poco, pero ella no tenía esa misma idea. Sin decir nada se arrodilló sobre mi cabeza y abriéndose los labios de la concha me ofreció su clítoris. Creo que es el clítoris más grande que ví en mi vida. Una pequeña pija parada apuntándome lleno de flujos que brotaban de su interior. Me hizo así chuparla moviéndose enloquecida ante cada embestida de mi lengua.
-Ahora vas a trabajar vos. me dijo jadeando y agarrándose las tetas. Moviéndose loca sobre mi lengua. Sentía la cara mojada y enchastrada. Me costaba respirar pero me calentaba de una manera increíble. Aceleró sus movimientos cada vez mas hasta acabar gritando con las manos apoyadas contra la pared y yo viendo sus tetas bambolearse enloqucidas.
- Este es para mi.- dijo resoplando mientras se recostaba a mi lado llena de sudor y retomando de a poco el aire.
Vio que se me había parado nuevamente la pija y me empezó a pajear. Ella también seguía caliente y se resfregaba contra mi pierna.
-Querés hacerme la cola? Tengo ganas de tener un orgasmo culero.- me dijo chupándome el pezón derecho mientras me pajeaba.
No esperó respuesta y me sacó el forro lleno de leche y me puso otro que no tengo idea de dónde sallió. Así como tampoco sé de donde sacó un pomo de lubricante. Misterio.
Se tiró boca arriba en la cama y se lubricó el orto con dos dedos. Puso una almohada bajo sus caderas y me ofreció el ojete abriéndose las nalgas. Me acerqué lentamente arrodillado frente a su belleza. Me apoyó los pies en los hombros y me dejó juguetear un rato con la pija entre su cajeta inundada y su orto deseoso. La ví hermosa apretarse las tetas y mover las caderas caliente. De apoco fui apoyando la cabeza de la pija en la entrada y dí un poqueño empujoncito dentro de sus entrañas. Se estremeció de placer mordiéndose los labios. Otro poco más y gemía caliente. De apoco me fui abriendo paso en su estrecho tunel anal hasta sentir los huevos chocando con sus nalgas. Ella se revolvía caliente gimiendo en celo. Yo no me quedaba atrás. Gemidos gruesos y guturales salián de mi interior mientras revolvía la verga dentro de su orto. Nos movíamos coordinados para el placer de ambos. Gritábamos, gemíamos. De repente puso un pie dentro de mi boca y empecé a chupar con enorme calentura sus dedos. Ella se frotaba el clítoris que otra vez me impresiónó con su tamaño. Sentía los flujos saliendo a chorros de dentro suyo y el choque de nuestros pieles en cada embestida como aplauso mojado. Empapados y casi sin aliento acabamos casi juntos. Yo primero obviamente y ella un minutos despues, cuando me pidió casi llorando que siga un poco cojiéndola que ya acababa.
Un mar de flujos salió de su concha mientras temblaba de placer debajo mío. Cuando finalmente acabó me dejé caer a su lado extenuado. Ella también. Apoyó su cabeza en mi hombro y no se como nos quedamos dormidos.
-Silvia, sali de una vez, hace una hora que estas ahí.- Otra vez la voz aguda de hombre nos trajo a la realidad. Semidormidos y a los tumbos nos levantamos y nos vestimos casi a oscuras. Me pidió el celular casi al irme y me dejó su contacto de celular.
- Llamame cuando quieras.- me dijo sonriendo y dándome un piquito.
Eso pasó hace unos tres años. La llamé dos días después y nos citamos en un telo. Le pagué hasta el último centavo que me cobró durante dos largos años de encuentros semanales. Ella misma me invitó una cerveza despues de cojer y me dijo que algo le pasaba conmigo. Hoy hace tres meses que se mudó. Sigue trabajando, es su profesión. Pero yo agradezco cada noche que vuelve caliente y con ganas de desquitarse.

2 comentarios - Este es para mi, dijo.

Pervberto
Una aparición poco frecuente pero siempre disfrutable.
sofiasimona
Genial! No sentir el asco de la culpa.