Descubrí A Mi Esposa Siéndome Infiel, Y No Pude Reclamárs

Tan recientemente como hace unas pocas semanas, me encontraba en la noche terminando de limpiar el jardín de nuestra casa, cuando salió de su casa, la vecinita de al lado. Hermosa y provocativamente vestida con un traje bien ceñido a su hermoso cuerpo, aunque estoy acostumbrado a verla en pantaloncitos extra cortos, y camisetas o blusas casi transparentes. Ese día me dejó impresionado, para colmo, cuando se fue a montar en el carro que la pasó buscando, viéndome directo a los ojos, se relamió los labios, me giño un ojo, y para completar también me tiro un beso. 

Yo desde luego que me sentí en la gloria con esas tontas acciones de ella, pero me quedé pensando si realmente Delia quería tener algo conmigo, ya que ella apenas tiene unos 21, y yo ya me encuentro en los cuarenta y tantos. Por lo que pensaba hablar con ella apenas tuviera una oportunidad. Al día siguiente la vi en el patio trasero de su casa, y no bien me le había acercado cuando antes de decirle algo, ella me dijo. Mis padres están por irse de fin de semana a la playa, me gustaría que me visitaras más tarde, digo si quieres. Y tras decir esas palabras se retiró meneando sus hermosas nalgas enfundadas dentro de esos pantaloncitos cortos que realzaban tanto sus nalgas, y tanto me llamaban la atención. 

Como tengo costumbre de ir al gimnasio regularmente, Sara mi mujer que es unos cuantos años mayor que yo, eso no le molestó, y como de costumbre, tomé mi ropa para levantar pesas, y me fui caminando. En realidad lo que hice apenas doble la esquina, en lugar de seguir al gimnasio, me detuve en la casa de mis vecinos, toqué la puerta, y de inmediato Delia la abrió prácticamente desnuda, apenas cubierta con una transparente bata de dormir, sin más nada abajo. Fue algo casi mágico, ambos tras cerrar la puerta de su casa, nos dedicamos a besarnos intensamente. Desde que conocí a Delia hacía unos siete años, siempre le tuve unas ganas tremendas, pero por ser la hija de mi vecino, y yo estar casado, digamos que me había aguantado, por lo menos hasta ese día. 

Entre besos y caricias, ella me fue conduciendo hasta su propia habitación, donde de inmediato se recostó en su cama, ofreciéndome su joven cuerpo, mostrándome su llamativo coño, completamente depilado. Yo sin penarlo dos veces, me recosté a su lado, y a medida que la continuaba besando, ella acariciaba mis brazos, y lentamente fui llevando mi cara a la altura de su coño. Apenas pude me dediqué a lamérselo, Delia abrió sus piernas y colocó sus manos sobre mi cabeza, y por un largo rato estuve, saboreando, lamiendo y mordisqueando su deliciosa vagina. Al grado que en un determinado momento, la excité o calenté tanto que Delia disfrutó de un tremendo orgasmo, similar a los que disfruta mi mujer cuando le doy el mismo tratamiento. 

Después de eso dirigí mi verga a su depilado coño, y por un largo espacio de tiempo estuvimos disfrutando ella de mí y yo de ella, cambiando de posición cada vez que se nos ocurría, hasta que finalmente alcanzamos un delicioso clímax. 

Nos quedamos en su cama un rato, pero al yo levantarme, me di cuenta que casualmente la ventana del cuarto de Delia queda frente a la de la habitación de mi esposa y mía. Solo que medio piso más arriba, por simple curiosidad, di un vistazo por entre las persianas, y lo que vi me dejó paralizado. En mi habitación claramente pude ver a Sara mi esposa, acostada en la cama, completamente desnuda, pero acompañada de un hombre. Un tipo más o menos de mi edad, que justo en ese instante, la debía estar penetrando. No podía creer lo que veía, Sara tiene unos cincuenta y tantos años, aunque aún mantiene un buen cuerpo, se estaba comportando como si fuera una puta cualquiera, y para colmo de males en nuestra propia cama. 

Yo no podía creer lo que estaba viendo, pero atreves de la persiana de la habitación de Delia, pude observar como Sara, se revolcaba en nuestra propia cama con ese tipo. Pero no tan solo eso, en cierto momento él extrajo su verga de su peludo coño, y la dirigió a la boca de ella, y gustosamente Sara se dedicó a mamársela intensamente, hasta que lo hizo venirse sobre su propio rostro. En medio del coraje que estaba pasando, al darme cuenta de que mi mujer me estaba siendo infiel, al mismo tiempo sentí una tremenda excitación, a tal grado, que sin tan siquiera decirle nada a Delia, le salté encima. 

Ella se sorprendió, al no tan solo ver mi verga bien parada, sino que colocándome sobre ella, rápidamente dirigí mi verga al centro de sus nalgas. La chica chilló como una desesperada, a medida que la comencé a penetrar, pero una vez que la tuve, pero que bien calzada, por el culo, ella comenzó a mover rítmicamente sus paradas nalgas, al tiempo que enterraba una de mis manos dentro de su depilado coño. Así estuvimos nuevamente por un buen rato, hasta que volví a venirme dentro de su sabroso y apretado culito. 

Después de un buen rato, me vestí, con toda mi calma, y pienso que en medio de todo le di tiempo a mi mujer para que su amante se fuera de casa. Mi cabeza era un mar de ideas, que si les entraba a golpe a los dos, o solo a ella, pero al llegar a casa actué como si nada hubiera sucedido, como le iba a explicar que la había visto desde la habitación de Delia. Sé que si hubiera apurado el paso, seguramente por lo menos lo hubiera encontrado saliendo de casa. 

Pero al igual que mis encuentros con Delia, los de mi mujer y su amiguito se siguieron dando, hasta que un día, en que yo realmente si estaba en el gimnasio, regrese temprano, entré a casa sin hacer ruido, y cuando abrí la puerta de nuestra habitación, encontré a Sara acostada con su amante, él agarró su ropa y saltó por la ventana, mientras que ella completamente desnuda, llorando procuraba calmarme, cosa que realmente no era necesaria, yo si sobreactué un poco, di unos cuantos gritos. Y hasta la amenacé con votarla de la casa. Después salí de la casa, y me fui a ver una película, realmente ni tan siquiera estaba molesto de verdad, al regresar Sara, se disculpo de mil y una manera, me pidió perdón, lloró nuevamente. Y finalmente en un descuido mío, se puso a mamar mi verga. 

No es que la haya perdonado, pero ya sé qué tipo de mujer tengo, una muy puta, que apenas basta que un perfecto extraño le caliente la oreja, para que abra las piernas. Yo continuó teniendo mis encuentros con Delia, pero ya como que le estoy agarrando el gusto de ver a Sara teniendo relaciones con otros hombres. Es más el día menos pensado, de seguro la vuelvo a sorprender, y en lugar de montar otro teatro, seguramente terminamos manteniendo un trió.

1 comentario - Descubrí A Mi Esposa Siéndome Infiel, Y No Pude Reclamárs

tucuman111
Totalmente muy buen relato dale y disfrute haciendo un trío van 10