La infidelidad de mi madre (Cuarta parte)

Después de estar cogiendo por varias horas, mi madre volvió a la habitación donde estaban hospedados, mi padre estaba durmiendo y yo decidí esperarla fuera de la habitación, cuando la vi que volvía me acerqué y la agarré de un brazo. “Tenemos que hablar” le dije.
Fuimos a mi habitación, le pregunté si había estado cogiendo, a lo que ella me respondió que si, volví a preguntar por qué lo hacía, acaso no tenía ninguna consideración con mi padre? ella respondió que sí, pero que era algo que escapaba de sus manos, me dijo que la entienda, que mi padre ya hace años que no le daba una buena culeada, es más, ni siquiera la culeaba, en su rostro se notaba algo de preocupación y hasta remordimiento.
—Hijo, compréndeme, me da pena por tu padre, pero no pienso dejar de hacer esto, es una nueva experiencia para mí y muy placentera, he probado cosas que jamás antes había probado, tengo que confesarte que a la edad que tengo es la primera vez que tengo un orgasmo, tu padre jamás se preocupó por eso, muchas veces solo llegaba borracho y me cogia un par de minutos y ya, a pesar de eso lo amo, ha sido el único hombre en mi vida hasta hace poco, pero lo que estoy experimentando ahora no pienso dejarlo, así te duela, lo siento... ahora dime ¿aun piensas decírselo a tu padre?
Yo solo la escuché y pensaba en como podría detener eso, lo que si era seguro es que lo de ella con el vecino era puro placer, pensé que si ella podría satisfacer eso simplemente dejaría de buscarlo, mi padre definitivamente no podría darle eso que ella buscaba y se me pasó un momento por la mente que siendo el otro hombre de la casa, debía ser yo quien se la coja así todo quedaría en secreto, pero no me animé a decírselo en ese momento. Finalmente le dije que no diría nada por el momento, que sea muy discreta en lo que haga, pero a su vez le dejé claro que no estaba de acuerdo con lo que ella hacía.
Al escuchar mi respuesta ella me miró directo con alegría, sonrió, me dio un beso en la mejilla y me dijo "eres un sol" y hasta se atrevió a preguntarme si la ayudaría a encubrir sus salidas, a lo que respondí que no (aunque ya lo estaba haciendo). Nos despedimos, ella salió se dio media vuelta y cuando se disponía a caminar me atreví a darle una nalgada, ella se sorprendió un poco, volteó la cabeza hacia mí, me dio una sonrisa y siguió su camino, mientras caminaba observe su culo y como lo movía. No pude evitar tener una erección mientras la miraba, a partir de ese momento empecé a pensar como podría hacer para poseerla y a su vez evitar que siga culeando con el vecino.
A la mañana siguiente les propuse a mis padres pasear por todos los días los 3, ella no quiso, le dije en secreto que tendría las noches para hacer lo que ella quiera, las mañanas y las tardes serian nuestras, finalmente ella aceptó.
Durante el trayecto ella estaba mensajeándose por el whatsapp, me imagino que con Sandra, yo me hacia el desentendido. Una vez volvimos del paseo les pregunté que harían en la noche, mi padre dijo que solo descansaría en el hotel, mi madre dijo que quería ir a tomar unos tragos, mi padre mismo me propuso que la acompañe, yo acepté y ella gustosa, él ni se imaginaba que la estaba mandando al matadero.
Nos encontramos a las 9 pm, bajamos al bar, conversamos un poco, le pregunté que pensaba hacer esa noche, ella respondió “tú qué crees?”. Minutos después aparecieron Sandra y su marido también a tomar unas copas, ella me dijo que ya era hora de irme, que me avisaría cuando ya hayan terminado, yo le dije que no me iría, ella se enfadó un poco, pero no pudo hacer nada, simplemente me quedé con ellos.
Las copas pasaban e iban haciendo su efecto en los 4, empezamos a bailar, yo con mi madre y Sandra con su marido. En un momento Sandra me agarra de la mano y cambiamos de parejas, en ese momento Julián y mi madre empiezan a bailar muy pegados, ella se voltea y él empieza a sobarle toda la pinga en el culo, ella empieza a moverse rítmicamente junto a él. Sandra empezó a hacer lo mismo conmigo.
Finalmente proponen irnos a seguir en donde estaban hospedados ellos, habían cambiado su habitación por otra más grande y cómoda tipo mini departamento, nos fuimos para allá, una vez entramos mi madre y Julián fueron directamente a la habitación y cerraron la puerta con seguro. La pendeja de Sandra una vez que entraron se fue a la cocina y trajo un par de tragos más, me pregunto: “quieres mirar o escuchar?”, yo le dije que no encendiera las cámaras, ella se rio con una carcajada y brindamos.
Al rato empezó el ruido de la cama contra la pared una y otra vez. “Salud” me dijo ella. En ese momento aprovechando el efecto de los tragos la levanté y la tiré en el sillón, la besé y le saqué directamente la falda que tenía puesta "qué haces imbécil" me reclamó, yo no dije nada simplemente seguía manoseándola y quitándole todo, la abrí de piernas y se la metí toda de golpe. Ella empezó a moverse junto conmigo y estuvimos en ese vaivén varios minutos, al rato se la saqué sin haber terminado y dirigí mi boca hacia su conchita rica y empecé a darle sexo oral, ella se dejaba hacer. Después de varios minutos estalló en un orgasmo y volví a metérsela nuevamente.
Al costado seguían escuchándose los movimientos de la cama mientras nosotros cogíamos en el sillón, cuando de pronto me vine dentro de ella, le empecé a llenar toda la concha de semen. “Sácalo! Sácalo!” gritaba ella, mas yo se la metía mas profundo y no se la saqué hasta dejar la última gota dentro de ella.
Nos vestimos y a los minutos mi madre salía con Julián de la habitación, se les notaba felices, Sandra y yo no hablábamos, nos despedimos. Al salir le dije a mi madre que vayamos a mi habitación, que teníamos que hablar de lo sucedido. Ella fue conmigo, al entrar la pegué a mi cuerpo y la besé, estaba extremadamente excitado.
—Hijo que haces?! —preguntó ella a viva voz.
Yo no podía más, solo quería poseerla, la cogí de las nalgas, la levanté y la senté sobre la mesa que tenía en la habitación, le levanté la falda que tenía puesta, me disponía a arrancar su calzón, pero vi que no lo tenía puesto, le pregunté y me dijo que Julián tenía por costumbre quedarse con sus interiores cada vez que cogían. En ese momento no me importó, ella también estaba muy excitada, nos miramos a los ojos, me bajé los pantalones hasta las rodillas, mi pene parado rozando a la entrada de su concha, nuestras miradas unidas frente a frente sin parpadear, juntamos nuestros rostros, nuestras narices rozaban sin llegar a besarnos, nuestras respiraciones muy agitadas, en ese momento se la metí, y empezamos ahí, ella sentada sobre la mesa, yo de pie entre sus piernas, empujaba y jalaba una y otra vez. Ella me cogió de las nalgas y empujaba hacia ella en cada penetración, no decíamos una sola palabra, simplemente lo hacíamos. En ningún momento dejamos de mirarnos a los ojos hasta que después de varios minutos empecé a descargar todo dentro de ella, sin dejar de mirarnos ella dijo:
—¿Qué hemos hecho? ¿Te das cuenta? ¡¡¡Soy tu madre!!!
Yo no respondí, solo se la saqué, la cogí de la mano y la invité a que se tendiera en la cama, ella se dirigió, se sentó y empezó a llorar, la abracé, ella puso su rostro en mi pecho, no dijimos nada. Fueron varios minutos de silencio. Me levanté y le traje un vaso con agua “esto no debe volver a pasar” me dijo. La cogí del mentón y le levanté el rostro, le di un pequeño beso, ella no respondió en ese momento. Instintivamente nos empezamos a quitar el resto de ropa, ella me vio la pinga que nuevamente se había puesto dura, me la cogió y empezó a masturbarme. Para eso ambos ya estábamos completamente desnudos, la volví a tomar del mentón y volví a besarla, esta vez sí correspondió al beso. Sin decir una palabra la recosté en la cama, recorrí todo su cuerpo, su cuello, sus pechos, su culo, todo, empecé a masturbarla, lamí su concha húmeda mientras tocaba sus pechos.
Después de varios minutos subí mi rostro junto con el suyo, la besé, con una mano acariciaba sus pechos, con la otra acomodaba la pinga para metérsela y empezamos nuevamente, entraba y salía, ella ponía una mano en mi pecho y con la otra recorría mi cuerpo también. En un momento entrelazamos nuestros dedos de ambas manos una a cada lado y la penetración se volvió más dura, ella se movía junto conmigo, no solo recibía placer, sino que se esforzaba de darlo. Sin desviar nuestras miradas seguimos hasta que nuevamente terminé dentro de ella, terminamos abrazados como si fuésemos dos enamorados. En ese momento le propuse que termine lo que tenía con el vecino y que sea yo quien la satisfaga sexualmente, ella respondió con otro beso, lo que entendí como una respuesta positiva.
Ya era casi de mañana, por lo que nos vestimos y fue a su habitación, aun nos quedaban varios días de vacaciones.

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