La chica del ciber (parte 1)

Yo era un joven virgen, no habían pasado ni dos años de cuando comencé a masturbarme, ni tampoco tenía internet para estimular mi imaginación, sólo era yo y algunas revistas que le había robado al hermano de un amigo. Un día bajando música del “Ares” se bajó un video porno de 15 min, de una profesora argentina que hacia pasar a su estudiante a punta de follada. Lo que abrió un mundo de estímulos a mi joven mente. Por lo que, yo, un pobre sin internet, visitaba cada cierto tiempo un ciber para bajar de vez en cuando porno y verlo en mi computadora cuando podía, acabando en las mejores pajas.

Sin embargo, ese habito se hizo más común cuando a unas tres calles de mi casa, se abrió un “ciber café” pequeño e improvisado en una de las casas de mi vecindario, atendido por una mujer, gordi-buena, enormes tetas y buenos muslos, de cabello corto, usaba lentes y tenía el rostro redondo, tenía al menos unos 26 años. En un principio, no le tome mucha atención, seguí con mi habitual costumbre, bajar videos porno, que luego borraría tras hacerme la paja (sí, yo no era muy inteligente). Una tarde, mientras hacia lo habitual, me llegó un mensaje interno, recuerdan ese formato de los ciber:

-“te quedan 15 minutos”.

Bueno, con ese mismo estilo de mensaje, salió en mi pantalla:

-“¿Qué es lo que estas viendo?.

Yo me espante, pensé que me estaban reprendiendo, o que la chica que atendía me pondría en ridículo, después de todo, ella era una adulta, y yo un joven adolescente, así que, sin pensarlo dos veces, tomé mis cosas y salí huyendo de ahí, corriendo, pensando en no volver nunca más. Pero antes de llegar a casa, me di cuenta de algo, ese mensaje no era normal, había un espacio para contestar. ¿me lo habría imaginado? Y si no, ¿Por qué ella me contactaría por ver porno? ¿acaso a ella también le calentó lo que veía? ¿acaso quería aconsejarme que no lo haga más? ¿y si era igual de depravada que yo? Le di vueltas al asunto por varios días, hasta que me armé de valor y decidí ir al ciber de nuevo.

Las primeras dos veces que fui, estaba atendiendo otra señora, una más adulta, de unos 50 años, lo que me llevó una profunda decepción; luego, la tercera semana, sí estaba ella ahí, me vio, pero no dijo ni hizo nada, elegí el pc que quedaba frente al de ella, atendían desde el fondo de la tienda, así que era el ultimo pc uno apegado a una pared. Pero nada, mi hora la utilice sólo para percatarme si ella me veía, aunque sea de reojo, pero nada. Cuando llegó el momento de pagar, hice lo posible para tocarle la mano en un intento bajo de ver como reaccionaria, pero nada. 

Pensé y pensé en que había salido mal, en como hacer que me enviara ese mensaje de “¿Qué es eso que estas viendo?” para ver, para saber, que más habría hecho, y hasta donde podría llegar. Decidí hacer una ultima apuesta, ir en la tarde, cuando estuviera apunto de cerrar y no hubiese nada de gente, sólo ella, la chica que atendía, y yo, el adolescente depravado. 

Fui cuando ya casi anochecía, sólo había un cliente aparte de mí, pedí una hora en el mismo pc, el que estaba frente a ella, y esperé, cada minuto que pasaba me ponía más nervioso, a veces me arrepentía, pero me mantuve ahí, congelado de miedo, hasta que, por fin, el ultimo cliente se fue. Tenía tanto miedo que sentía como me latía el corazón, pero me atreví a llevar a cabo mi plan, subí el volumen de mis audífonos al máximo y puse un video porno, de tal manera que se escucharan los gemidos de la escena de sexo. Y me quede ahí, esperando a ver que iba a ocurrir. 

Pasó un minuto, con el sonido fuerte, mire a la chica del ciber y ella cruzo mirada con los míos, acto seguido, me llegó el mensaje de la otra vez.

-“¿Qué es eso tan interesante que ves?”

Me puse nervioso, porque efectivamente, había forma de responderle, no lo pensé dos veces y le respondí:

-“Estoy viendo un video.”
-“¿Y de que es el video que ves? se escucha interesante”- respondió ella.
-“Es porno”.
-“¿y a ti te gusta el porno?”.
-“¿sí, y a ti?
-“Me encanta” 

Decidí entonces ir más allá y le escribí:

-“quieres ver porno conmigo”
-“Habría que cerrar el local para hacer eso”

Inmediatamente de haber recibido ese mensaje, yo me puse de pie, y fui a cerrar la puerta del local, había un pestillo, y también cerré las cortinas del lugar, luego me senté nuevamente en el computador, y ella se acercó. Tenia tanto miedo que ni me había percatado que pasaba en el video que había puesto, ni tampoco tenía la concentración para tener una erección. Cuando ella se sentó a mi lado, comenzó a ver lo que había en la pantalla, una rubia tetona en cuatro siendo penetrada. Ella me miró y me dijo:

-Y tu ¿eres virgen?
-Sí.
Entonces, ella volvió a ver la pantalla, pero esta vez, llevó su mano a mi entrepierna, inmediatamente tuve una erección, ella esbozó una sonrisa:
-¿Y tu sabes como se hace? ¿sabes dar besos?
- Sí.
- a ver, muéstrame.

Y de manera brusca, comenzamos a besarnos, jugando con nuestras lenguas, saboree su saliva mientras ella frotaba cada vez más rápido mi entrepierna, mientras en el video más gemían, con más fuerza nos besábamos. Instintivamente, metí mi mano bajó su ropa y toqué sus enormes tetas, nunca antes había tocado unas, y las de ella eran suaves y cálidas. Ella detuvo sus besos, esbozó nuevamente una sonrisa y se estiró la ropa para dejar sus tetas al aire.

- ¿te gustan? - dijo mientras se las acariciaba. 
-Sí, están ricas.
- ¿Habías tocado alguna antes?
-No. 
-Ven, chúpamelas. 

Rápidamente, acepte la invitación, me acerque a sus pezones y empecé a chupar sus tetas, deliciosas y enormes, estaba en el paraíso, en el sueño de cualquier adolescente caliente, pase la lengua por alrededor, como lo había visto tantas veces en videos porno, hasta que me interrumpió.

- Cuidado – Dijo ella – no seas tan brusco, muérdelas con suavidad.
- ¿así? – Dije mordiéndola como había pedido. 
- ¡Sí! ¡Así! -exclamo en un gemido. 

Inmediatamente, ella acerco su mano al cierre de mi pantalón y saco mi erecto pene, comenzando a masturbarlo con torpeza, pero, aun así, se sentía exquisito. Como ella había comenzado a tocar mi pene desnudo, pensé que era tiempo de saltar de 10 a 100, y tocar por fin una vagina; así que, volví a besar sus labios y jugar con su lengua, mientras escurría mi mano por debajo de su pantalón, sentí su calzón, y bajo de él, sus bellos púbicos, sobe y sobe por esa área, hasta que, por fin, encontré su húmeda abertura. Ella se sobresaltó y me empujo. 

- ¡Epa! Yo no te he dado permiso para que me toques ahí. - dijo mientras se reía con malicia. 
-Pero tú también me estas tocando la entrepierna. 
-ya, por eso te mostré mis tetas, estamos a manos.
-No es lo mismo.
-bueno, esta bien- Dijo mientras se bajó los pantalones sin quitárselos.

Nos volvimos a besar, le acariciaba las tetas, y ella se acercó más a mí, intentando sentarse sobre mí, en ese espacio reducido de la cabina del ciber, moví las caderas torpemente una y otra vez, mientras las seguía besando, el lugar era muy pequeño e incómodo, pero, no importo, porque por fin, logre sentir la humedad de su vagina con mi pene, había entrado solo la cabeza, pero era lo más delicioso que había sentido hasta ahora. Ella se intentó sentar más en mi pene, y de manera lenta y a la vez brusca, mi miembro se mentía mas dentro de su vagina, pero el goce no duro mucho, porque se escuchó un ruido, un vehículo se había estacionado, sus padres habían llegado. Ella se salió rápidamente y se vistió, yo hice lo mismo. Fue corriendo al interior de su casa, dejándome solo en el ciber, yo saque el video porno, que seguía sonando mientras nosotros nos tocábamos. Espere hasta que ella apareciera para pagarle, al cabo de unos minutos ella volvió, con el rostro lavado y con una sonrisa, me acerque a ella para pagarle y despedirme.

Ella me rechazó el pago de la hora del ciber y me dijo:

- Déjalo así, si quieres, ven mañana en la mañana, te estaré esperando. 


Fin de la primera parte. 

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