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Mi novio y su ex - parte 2 de 3

No dejes de pasar por mi mejor post

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No te vas a arrepentir!


MI NOVIO Y SU EX - PARTE 2 DE 3


Extrañé a horrores la ausencia de Nano, marqué los días en un almanaque esperando su regreso, como un preso espera su libertad, y el reencuentro fue tan explosivo como la primera vez, volvió a matarme en la cama, literal, jamás me habían cogido como el me cogía, parecía ser el hombre perfecto, la trataba con mucho cariño a Lurdes y le hacía regalos que ni siquiera yo le hacía, la malcriaba y parecían complotarse en contra mío, solían reírse a mis espaldas y él iba a fondo con la relación que empezaba a madurar, el parecía correr y yo solo dar pasos seguros, uno tras otro.

Es que era todo demasiado perfecto y tenía miedo de estar subiéndome a un globo que pudiera pincharse de un día para el otro, un poco parada en mi fracaso con Eduardo, aun me dolían sus recuerdos y solo no quería abrir mi corazón por miedo a volver a sentirme lastimada.
Además, no encontraba punto para criticarle a Nano, temía estar idealizándolo y ciertamente él era divorciado, y por algo tenía una historia pasada.
Solo dejé correr agua bajo el puente, que los días pasaran, el me visitaba seguido y mi pequeña ya intuía lo que pasaba, a veces venía con Nataly, y, por cierto, mi hija y su hija se llevaban de maravillas.
Fernando me dio un juego de llaves de su casa, fue tan tentador como peligroso, pero poco a poco me hice a la idea y lo visité muchas veces solo para tener un poco de su droga, su enorme y preciosa verga.

Solía sorprenderlo con mis visitas y en un día solita me metí en la boca del lobo, llegué y la sorprendida terminé siendo yo, él no estaba solo, estaba con Brenda, su ex, y compartían una charla amena.
Me sentí fatal, incómoda, por un lado, entendía esa relación de ex, Fernando me había recalcado que estaba en muy buenos términos con Brenda y que naturalmente podía asumir que tuvieran cosas por discutir, en especialmente acerca de Nataly, su relación no había sido tóxica como la mía, pero por otro no podía sentir profundos celos al verlos juntos, y temer por mi isma, emocionalmente no estaba en mi mejor momento y mis inseguridades me agobiaban.

Me excusé y propuse pasar en otro momento, pero mi novio no lo permitió, dijo que era una buena oportunidad para que nos conociéramos y así empezó nuestra historia.
Brenda era una mujer que delgada, de mediana estatura, cabellos oscuros que usaba corto a la nuca y piel cobriza, sencilla, ese día lucía un pantalón ancho en un rojo apagado y una camisa holgada, con un hombro descubierto que dejaba ver el bretel del sostén dándole un toque sexi, pero solo eso, estaba a cara limpia y unos diminutos aros en forma de perla daban un toque a sus orejas, en resumen, ella se me hizo un mujer normal, bastante parecida a mí y dejando en claro el tipo de mujeres que le atraían a Fernando.
Era la primera charla formal que tendría con ella, porque ya la conocía de vista, del colegio, o del barrio, y lo mismo pasaba con ella, me dijo que me había visto muchas veces, pero que nunca había tenido la oportunidad o el valor de hablar conmigo.

Creo que pasamos dos horas hablando los tres, historias pasadas, vida presente, proyectos futuros y quedamos en alguna otra reunión sin fijar fecha.


Dos años después la situación sería la siguiente, Nano y yo teníamos ya vida de pareja, formal, bajo el mismo techo, me había acostumbrado a amarlo cuando estaba conmigo y a extrañarlo a horrores cuando se ausentaba, no me gustaba estar sola.
Nataly y Lurdes eran amigas inseparables, y mis roces con Brenda se hicieron tan de costumbre que terminamos siendo muy buenas amigas.
Ella tenía en claro su rol, y solo aparecía cuando Nano no estaba, para que no se mal interpretaran las cosas.
Solíamos hacer cosas de chicas, no sé, paseos de compras, ir por un café, a veces me quedaba con las niñas para que ella hiciera sus cosas y a veces era su turno cuando yo necesitaba hacer algo.
Una tarde me dijo que necesitaba una compañera de paddle, yo le dije que era horrible para eso, pero me dijo que era solo para divertirnos, así en forma improvisada terminamos siendo equipo, compartir vestuarios, compartir duchas.

San Rafael es un pueblo chico, y ella fue mi apoyo en mis días de soledad, peligrosos días de soledad...

Una noche las chicas tenían una pijamada, eran todas compañeras del colegio, Brenda pasó a buscar a Lurdes, le dije que luego volviera, para cenar y ver alguna peli, odiaba estar sola y extrañaba demasiado a Nano, además ella no tenía compromisos y que más daba.
Nunca olvidaré esa noche, eran cerca de las diez cunado volvió a casa, había comprado unas pizzas y yo saqué unas cervezas del refrigerador, 'noche de chicas' dijimos, que importaban unos kilos de más. Cena de por medio salió un tema que nunca habíamos tocado, su separación, solo empecé a narrar como odiaba quedarme sola, cuanto odiaba su ausencia y como me angustiaba cada vez que el partía, y sin que yo lo pidiera, Brenda me narró con la mirada perdida, justamente ella no había podido con eso, soportar despedirse, extrañarlo, pensando que algún día podría no volver, solamente prefirió dar un paso al costado a vivir con una desesperación eterna.

Sus ojos se habían llenado de lágrimas, tomé sus manos con fuerza y la traje a la realidad, me dijo

A veces lo extraño, en la cama fue el mejor, supongo que lo abras notado...

Y eso solo dio pie para que nuestra charla tomara otro camino, empezamos a hablar de sexo, bueno, de la enorme verga de Nano, como me mataba y como la mataba a ella en sus tiempos, como se la chupaba y me narró la primera vez que se la dio por el culo, seguramente la cerveza se nos había subido a la cabeza, pero estaba teniendo una caliente charla sexual con la ex de mi marido, hablando de... mi marido.

Se hizo todo muy loco, muy caliente, muy raro, era tarde, fui al refrigerador y traje un pote de helado, un poco de crema vainilla, un poco de chocolate, una cuchara para cada una y nos acomodamos en el sillón para ver alguna película, pasamos de un lado a otro y quedamos en una cómica vieja, repetida, solo para pasar el rato, mientras metíamos cuchara tras cuchara en el pote que tenía sobre mis piernas.

En algún punto le hice un reclamo a mi compañera, es que solo comía toda la crema vainilla y me dejaba el chocolate para mí, así que sin responder metió la cuchara en la vainilla, sacó una gran cantidad y la metió en boca, no sé porque lo hice, pero la miré en una forma muy perversa mientras degustaba la crema sin soltar la cuchara, de hecho, tomé su antebrazo con mi mano para que no pudiera retirarla, solo se quedó observando, meditando, sin parecer entender.
Cuando al fin solté la cuchara, un tenso ambiente quedó entre nosotras, en un silencio sepulcral, ella respiro profundo y dijo en voz baja

Mi novio y su ex - parte 2 de 3


Te chorreaste el labio!

Pero antes que reaccionara se acercó y pasó su lengua y sus labios por la comisura de los míos, fue increíble, fue indescriptible, pero ella se alejó avergonzada y me pidió perdón mirando al piso.
Era mi turno de jugar, o lo dejaba pasar, o recogía el guante, fui sobre ella y busqué sus labios con los míos, nuestras bocas se encontraron y nos besamos profundamente, me lancé sobre ella, sin pensarlo, era loco, muy loco.

Nos recorrimos como adolescentes inexpertas, poco a poco el piso se fue cubriendo con nuestras prendas y nuestros cuerpos perdieron la vergüenza al verse desnudos, era una nueva experiencia para mí, y entendí que también para ella, había visto muchos videos lésbicos pero jamás había estado con una, y traté de improvisar recordando lo que tantas veces había visto, rocé mis pezones contra los suyos, se sentían suaves ricos, una vez, y otra, ella hacía lo suyo, me llenaba de caricias, de besos, pero pude notar que también era su primera vez, se mostraba nerviosa y tal vez el hecho de ser mujer con mujer nos diera un plus, bajé por su cuello, fui por sus tetas, empecé a pasar mi lengua por ellas, por sus pezones, Brenda rechinaba en entre respiraciones profundas y jadeos contenidos, su rostro estaba de lado, con sus ojos cerrados, entregada, bajé un poco más, me detuve en su vientre y al fin llegué donde deseaba llegar, me acomodé, estaba nerviosa, sabia de memoria toda la sexualidad femenina y cómo funcionaba, pero nunca me había encontrado en esa posición.

Pasé mi lengua, sabía a mar, me supo muy rico y fui por más, empecé a lamerla y a beber sus jugos, estaba toda mojadita y confieso que me encantó, comerla toda y sentirla vibrar bajo mi hechizo, sentía mojarme yo también, mientras se la chupaba acariciaba mis propios pezones y era todo muy fuerte, metí un par de dedos en su hueco, ella se contrajo, y acaricié los pliegues internos de su sexo, miraba su rostro de placer y me daba placer, Brenda se acariciaba sus pechos y me decía en forma entrecortada que no dejara de hacer lo que estaba haciendo, que sabía muy rico, hasta que no lo soportó más y explotó en mi boca, fue tan loco, tan único...

Me recosté sobre el amplio sillón, era su turno de pagar, ojo por ojo, diente por diente, me puse cómoda y abrí bien mis piernas, invitándola a pecar, ella vino por mí con una sonrisa en sus labios, me besó profundamente, y fue directo a mi conchita, sin rodeos, sin vueltas, fue mi turno de cerrar los ojos y solo dejarme llevar, Brenda no tuvo problemas en prenderse rítmicamente a mi clítoris mientras yo imaginaba que Nano, mi Nano, estaba presente, observando, a un lado, sin decir nada, como dos mujeres se amaban, su mujer, y su ex. Me dio mucho placer imaginar esa situación lo mío fue rápido, es que venía demasiado caliente y solo un roce, como la cabeza de un fósforo, fue suficiente para encenderme y consumirme.

Vino entonces a mi lado, en el pequeño sillón, lado a lado, nuestros ojos se cruzaron en la penumbra, nos abrazamos, nos besamos, su piel se pegó a la mía, acariciamos nuestras piernas, nuestros vientres, nuestros pechos, sus labios estaban pegados a los míos, una de sus manos se perdió entre mis piernas y volvió a jugar en mi sexo que aún se mostraba muy sensible, fui por sus nalgas y llegué a su culito, mis dedos índice y mayor se perdieron en el con demasiada facilidad, el calor brotaba entre nosotras y era imposible evitarlo.

Una vez más tomé la iniciativa, quería saber que se sentía, abrí sus piernas e hice lo propio con las mías, busqué de cruzarlas de manera que su conchita se pegara a la mía y empezamos a jugar con un roce improvisado, se sentía espectacular, apretando con fuerza una contra la otra, impregnadas en una mezcla de jugos, nuestras miradas se clavaban desafiantes una en otra y nuestros gemidos sabían a gatas en celo, seguimos, solo seguimos hasta llegar nuevamente al clímax, amor entre mujeres.

Nos relajamos, la película hacía tiempo que había terminado y el resto de helado se había derretido en una mezcla homogénea, Brenda recogió sus ropas y yo hice lo propio, eran las tres de la mañana y un dejo de resquemor y vergüenzas se apoderó de nosotras en ese momento, es que estaba mal, éramos mujeres, y ella no dejaba de ser la ex de mi hombre.
Ella me dijo de volver a su casa, pero la tomé de la mano, con fuerza, le dije que estaba bien, que no importaba, que ya no podíamos volver el tiempo atrás y que al menos por esa noche me hiciera compañía en la cama, que no quería dormir sola y así fue como Brenda, por primera vez ocupó a mi lado el lugar que naturalmente ocupaba Nano.

El ringtone de mi celular sonó a las siete de la mañana, como cada mañana, en esos primeros instantes pensé que había tenido un hermoso sueño, intenté acurrucarme junto a Nano, pero las cuervas de Brenda me trajeron a la realidad, ella solo se dio vuelta quedándose boca abajo y solo me quedé unos instantes observando las líneas de sus curvas.
Me levanté en silencio, aún era temprano, pasé por el baño y luego fui a la cocina, a calentar un poco de leche, unas tostadas y a preparar café, puse un mantel sobre la mesa, servilletas, manteca y algunos dulces.

Estaba en medio de esos preparativos cuando Brenda apareció de imprevisto, tenía una camisa banca de Nano que le quedaba demasiado grande, sin abrochar ningún botón con lo que me dejaba saber que sus pechos estaban desnudos y apenas lucía su culotte negro, sus piernas se veían apetecible y el estar descalza le daba todo un toque sexi

Tomé esta camisa - dijo- espero no te moleste...
Está bien - respondí - te vez espléndida.

Me senté a la cabecera, ella a mi lado, a desayunar, y mientras lo hacíamos discutíamos sobre lo que había sucedido, dejando en claro de ambas partes que todo había sido una confusión, un mal entendido, que lo dejaríamos en el pasado y no volvería a repetirse.
Lo cierto, es que minutas más tarde, un desayuno abandonado a mitad camino, fue testigo involuntario de un nuevo encuentro lésbico entre dos mujeres, esta vez, arriba de la mesa.

Solo la hice sentar sobre la misma, y yo en una silla entre sus piernas, me decía que estaba loca pero la imagen que me regalaba era irresistible, pasé mis manos bajo la camisa, llegué a sus pechos, sus pezones estaban duros, se los acaricié dulcemente mirando la dulzura de sus ojos, Brenda se perdió rápidamente, sus piernas se aflojaron, besé su vientre, fui más abajo y sutilmente desnudé su conchita, era un imán, me encantaba chuparle la verga a Nano, pero esto también era espectacular, y solo me prendí a su botoncito hasta hacerla explotar en mi boca.
Brenda, que había empezado con muchas dudas y negativas, había terminado desparramada sobre la mesa, inconexa, respirando con dificultad, sumergida en placer.

Vino por mí, como había sucedido la noche anterior, se incorporó y me hizo recular hasta una de las paredes, me aprisionó contra ella y me besó profundamente, sentí su lengua casi en mi garganta, me sujetó con fuerza simulando una rica violación, y me dejé violar, me besaba la boca, la cara el cuello, su mano libre se había perdido entre mis piernas y me masturbaba con fuerzas, era rico sentir la mano de una extraña haciendo un trabajo perfecto, estaba toda mojada, jadeando, ella me miraba con rudeza, sus ojos me quemaban y me decía que era una puta, que la hacía calentar demasiado y que no estaba bien lo que hacíamos, y me sentí explotar, otra vez, nuevamente...

Cuando terminamos era demasiado tarde, Brenda aún tenía que pasar a buscar a las chicas por la pijamada, y antes de despedirse me dijo algo que me causó mucha gracia

Necesito darme una ducha, no soporto el olor a concha que tengo, y a esta altura querida, ya no se si es tuyo o es mío!

Solo cruzamos los labios por última vez, y la vi alejarse, las cosas estaban de cabeza y necesitaba entender que estaba sucediendo, volvimos a jurarnos no volver a esos juegos entre mujeres, pero, podríamos lograrlo?



CONTINUARA

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