Sexo en la piscina

Nueva Esperanza es una ciudad que se emplaza en un verde valle, está rodeada por cordones montañosos por lo que el clima suele ser muy pesado, mucha humedad y casi nada de vientos. Nací y crecí en estos parajes y formé mi familia.
Vivimos al pie de las montañas, en un sitio un poco alejado del corazón de la ciudad, por sobre el nivel de la misma, donde el aire no es tan pesado y corre algo de viento, y hace la vida un poco mas llevadera. En verdad en esos parajes están las mejores propiedades, las mejores cotizadas y donde naturalmente terminan habitando las familias de mejores recursos económicos.
Mi casa en particular, es demasiado grande para nosotros, por lo que tenemos dos empleadas que se encargan de la limpieza.
Construida en dos plantas, con cuatro dormitorios, tres baños, sala de juegos, gimnasio, un gran parquizado al frente con espacio para guardar tres o cuatro coches y un enorme patio trasero con piscina y solárium y muchos detalles mas que no vienen al caso narrar.

Somos tres personas en casa, a saber

Yo, Josefina, soy alta, de cabellos lacios y castaños, de ojos avispados y mirada inquieta, dicen quienes me conocen que soy una mujer peligrosa. Tengo un cuerpo muy armónico y apetecible para una mujer que el año próximo cumplirá cincuenta, si bien tengo linda cola lo mejor está en mis enormes pechos naturales, esas tetas tan grandes como mi misma cabeza, de esas que no consigues talle de sostén en ningún sitio, que hacen resentir la columna vertebral por el peso excesivo y que no te permiten dormir boca abajo, pero también esas que enloquecen a los hombres.
Dedico mi tiempo al negocio de bienes raíces aunque es solo un pasatiempo para mantenerme ocupada, puesto que mi marido me da un nivel de vida acomodado, de clase media alta.

Fabricio me lleva unos años, tiene cincuenta y seis recién cumplidos, el es cirujano plástico, el mejor, el mas reconocido y quien es la caja fuerte para nuestra economía familiar.
Un poco estoy modelada por sus manos, el me hizo varias liposucciones para sacar esos molestos rollitos de la cintura, una cirugía de nariz, un poquito de pómulos y algunas arrugas incipientes que ya marcaban el paso de los años en mi rostro. Casualmente nunca quise operarme las tetas, él sugirió alguna que otra vez reducir sus tamaños, pensando en la salud de mi columna, pero, sin ellas, ya no sería la misma.

Tenemos una hija, Martina, de dieciséis años, ella asiste en doble turno en un prestigioso colegio privado, donde también tiene equitación como parte de sus estudios. Es muy inteligente y aplicada, y aunque sea mi hija tengo que ser cruda y honesta, ella no heredó la belleza de su madre, Martina tenía los rasgos de la familia paterna, muy delgada y de poco busto. Recuerdo cuando cumplió quince, no quería ir a Disney como todas sus compañeras, ella quería que papá le regalara unas tetas grandes como las de mamá. Obviamente, por su edad no estuvimos de acuerdo y terminó yendo a Disney, dejando el aumento de busto para cuando fuera mayor y terminara con su desarrollo físico.

La vida en Nueva Esperanza suele ser muy tranquila, al menos en mi entorno, en mi familia, pero cuando apareció Luka por el vecindario las cosas cambiaron repentinamente.

Los límites de nuestro hogar están cercados por tapiales y frondosas arboledas lo cual nos da cierta privacidad, excepto al este, ya que con la propiedad contigua apenas nos divide un bajo tapial con rejas que no llegan a los dos metros. Muchas veces le había dicho a Fabricio, mi esposo, que levantáramos un tapial pero el siempre se había negado, es que vivían Luis y Ana, un matrimonio de unos setenta años, quienes eran muy amables y con quienes teníamos una amistad de años de convivencia, a tal punto que nuestra hija los llamaba cariñosamente como abuelo y abuela. Ana hacía dulces caseros y unas tortas muy ricas y mi marido siempre le daba una mano con los médicos colegas que por sus edades siempre necesitaban. Como entenderán llevábamos una relación muy armónica, casi de familia.

Una mañana Luis no se despertó, el sufría del corazón y Ana se quedó sola. Después de un tiempo y sabiendo que yo me dedicaba al negocio de bienes raíces me pidió en confianza que pusiera su propiedad en venta, ella se iría a vivir a la ciudad a otra casa que tenía, traté de convencerla de que cometía un error, no podía comparase vivir en el calor pestilente del centro con la armonía de vivir al pie de las montañas. Ella me hizo comprender con lágrimas en los ojos que ya no podía vivir en ese sitio, no sin su marido, todo le recordaba a él y él ya no estaba, necesitaba alejarse se ese lugar.

Comprendí su punto, no quería vender la propiedad, solo quería olvidar su pasado.

Tomé la posta y como era costumbre, puse su casa a la venta, en ese sitio sabía que la operación se concretaría rápidamente, son propiedades muy codiciadas y escasean en el mercado. Recibí a varios posibles compradores, y entre tantos a un tal Luka Mattaguzzi. Luka llamó mi atención, tenía apenas veintitrés años, alto, de cabellos oscuros y mirada penetrante, con una piel bronceada que le quedaba muy bien, tenía una sonrisa muy peligrosa y un hablar muy refinado, mostraba un torso y unos brazos llamativamente musculosos, se notaba esos chicos trabajados en gimnasio, olía bien, vestía bien.
Mientras miraba las instalaciones me comentó que trabajaba freelance para empresas del extranjero y que ganaba muy buena plata, y que quería dejar la casa de sus padres y buscaba un lugar tranquilo, ameno y lejos del bullicio de la ciudad.
Desde el patio trasero notó la falta de privacidad con la vivienda contigua, observando la piscina y el solarium, y bueno, le conté que casualmente yo era la propietaria y un poco sobre Luis y Ana, y mi idea nunca concretada de levantar un tapial, y mi esposo, ya saben.
Nos despedimos, le tendí la mano pero el me robó un indiscreto beso en la mejilla, me dijo que le había gustado, pero que aun tenía que evaluar otras alternativas.

En menos de un mes, Luka había arreglado toda la documentación y se transformaría en nuestro nuevo vecino y empezarían los problemas...

Luka adaptó un poco la vivienda a sus necesidades, supe que preparó una sala para video juegos y en la parte trasera, en un patio de invierno armó un gimnasio personal. Y empecé a ver a mi joven vecino con ojos de mujer, el ventanal de mi dormitorio de planta alta daba directo a su patio, y me pasaba horas viendo como el ejercitaba sus músculos, como las gotas de transpiración corrían por ese pecho musculoso, perfecto, tatuado, como sus biceps trabajados se me hacían eróticamente perfectos, empecé a notar que me mojaba imaginando pavadas, además, el sabía que yo lo observaba y se dejaba arrastrar en ese juego de velada seducción. Por si fuera poco, tenía todos los datos de mi vecino, tenía agendado su celular desde la compra de la casa y solo lo molestaba para charlar de cualquier cosa, a veces por el móvil, a vece a través de la cerca, a veces en un paseo casual, me calentaba ese chico, no podía evitarlo.

Pero no fui la única en poner la mirada en el nuevo vecino, Martina, mi hija estaba alborotada con el, con todas las hormonas por las nubes y encontré un escollo en ello.
Mi hija, con toda la inocencia y la confianza hacia su madre venía a contarme todo, que si lo había visto que guapo estaba, que era hermoso, que sus músculos, que su porte, que le gustaba mucho, que había hablado con el, y yo solo la dejaba hablar, jugué sucio porque yo lo quería para mi, pero debía jugar bien mis cartas y no dar pasos en falso.

Solíamos ir a la piscina a refrescarnos un rato, Martina y yo, mi hija se desvivía por él y trataba de ver que sucedía, quería estar linda para él, provocativa, pero yo también jugaba mi juego a su espalda, como yo lo miraba desde mi habitación, nosotras sabíamos que el nos observaba en traje de baño, aunque jugáramos a no saberlo y todo se hacía complicado, traicionar a mi propia hija yendo de amiga, es que sin imaginarlo, estaba compitiendo por ella por un hombre.
Por las noches, en la cama, solía contar parte de la historia a mi esposo, Fabricio, quien por su ocupación no está nunca en casa y llevamos una vida de matrimonio consumido, es que ya casi no tenemos sexo y perdimos esa pasión por el acostumbramiento y el paso del tiempo, así que solo hablaba de Luka y Martina, tema que mi esposo no veía con buenos ojos, para un papá, solo se trataba de su niña que por cierto era menor de edad.

Y Martina contaba mas de lo que debía, sabía que hablaba con sus amigas, que también lo seguía por celular, y que cada vez que podía lo enfrentaba por cualquier pretexto, sabía que ella era joven, impulsiva y que naturalmente apenas tuviera la oportunidad se haría coger por el vecino, y eso me perturbaba. Adivinaba que muy típico de chicas de su generación, le mandaría fotos y videos por su celular, pero no quería invadir su privacidad, además. si fuera cierto, mi esposo se hubiera enfurecido con ella

Una tarde mi hija estaba de muy mal humor, irascible, algo le pasaba, no quería hablar, pregunté una y otra vez, hasta que rompió en llanto, estaba desconsolada, Luka la había rechazado, le dijo que como amigos todo estaba bien pero no pasaría mas que eso, que era muy bonita pero no era el tipo de chica que el buscaba, que no quería lastimarla, ni ilusionarla, y no se cuantas cosas mas, yo la abracé y le regalé un falso consuelo puesto que íntimamente irradiaba placer por lo que sucedía. Acaricié sus cabellos hasta que solo se quedó dormida, era joven no sería la primera vez que le romperían el corazón, tampoco la última.

Llamé a Luka, para que me explicara lo sucedido, aunque en verdad para hurgar mas en lo profundo, hablamos un rato, me dijo que mi hija era menor, y un poco me repitió lo mismo que Martina me había dicho, sin embargo antes de cortar me dijo
En verdad lo siento por tu niña, es muy buena, pero yo no siento nada por ella, si la llevara a la cama, después el engaño y el dolor solo sería mas grande, ademas te confieso Josefina, a mi me gustan las mujeres mayores, las que han vivido, las que saben lo que quieren, las que tienen experiencia.
Noté el tono de sus palabras, y noté hacia donde iban...

Había llegado el momento, lo doblaba en edad pero cual era el problema? era joven, viril, puro músculos y yo era esa mujer con experiencia que él necesitaba. Busqué el momento oportuno, Fabricio nunca estaba en casa pero esa tarde tendría quirófano y eso aseguraría que no volvería por ningún motivo hasta el anochecer, Martina tenía colegio y luego iría con unas compañeras a realizar un trabajo, además era Miércoles, y los Miércoles indefectiblemente Luka tenía tarde de gimnasio y yo solamente e aseguré de tener mi agenda libre.

Llegué pasado medio día, hacía calor, me rasuré el sexo porque me gusta verme bien, mi conchita hacía tiempo que no comía carne y estaba muy hambrienta. Fui a mi cuarto, desnuda, busqué en mi ropa interior y me calcé un conjunto blanco en tul se manera que se traslucía todo por debajo, me miré al espejo, adivinando como él me miraría, me vi atractiva, pasé el cepillo por mis cabellos y agarré unos zapatos del motón, unos de tacos altos. Luego tomé una bata negra de baño, de esas que se anudan por delante y llegan a los tobillos, me asomé a la ventana, una y otra vez sin suerte. Me puse unos pendientes largos que llegaban a mis hombros y hasta me maquillé el rostro.

Minutos mas tarde Luka iniciaba sus entrenamientos, el calor hizo que dejara su remera de lado, su torso desnudo se me hizo apetitosamente irresistible, nuevamente las gotas de sudor poblaron su piel y se veía tan apuesto, yo solo sentía duros mis pezones y mi concha inundarse en deseo, establecimos contacto visual, lo miraba sin discreción y él parecía ignorarme, aunque era imposible que lo hiciera

Luka! Luka! - grité desde mi ventana - que calor insoportable que hace! no?

Si Jose, demasiado para hacer fierros! - me encantaba que me llamara Jose en abreviatura de Josefina

Creo que mejor me iré al piscina, estaré sola y aburrida toda la tarde en casa - sentencié solo para asegurarme que tendría su atención

Bajé las escaleras y tome una capelina negra para protegerme del sol, fui al patio trasero y obviamente él estaba a la expectativa, dejé caer la bata, y dejé los zapatos de lado, y también la protección de mi cabeza y me zambullí de repente en el agua tibia de la piscina, salí por el otro extremo, la ropa interior blanca mojada se había adherido a mi piel y todo era transparente, se dibujaba mi conchita y mis pezones en una provocación mas que evidente.
Luka estaba parado al borde del tapial y las rejas que oficiaban de límite entre ambas propiedades, como un tigre enjaulado que espera su oportunidad para abandonar su prisión.
Volví caminando por el lateral bordeando la piscina, moviendo mis caderas al tiempo que las gotas de agua recorrían mi piel, solo me desnudé por completo y le dije

Luka, te gustan las mujeres maduras?


Sexo en la piscina


Mi vecino trepó las rejas como un mono con la fuerza de sus brazos y en un salto estaba en mi propiedad, corrió hacia la piscina e hizo un clavado impecable y como un delfín cruzó de punta a punta por debajo del agua, para salir muy cerca de donde yo estaba de una forma amenazante, quedo al borde y me tomó por las pantorrillas arrastrándome a su lado

Veni, vení para acá que te voy a hacer lo que tu marido no te hace - me dijo muy seguro de si mismo -

Quedé sentada al borde, con mis pies tocando el agua, él entre mis piernas con su cabeza a la altura de mi sexo, donde era obvio lo que seguiría. Me abrió toda y enterró su boca en mi rajita, solo me pasó la lengua por los labios, por mi clítoris, fue a mi culo y me enterró la lengua en el, volvió a mis labios, y por mi canal del amor, a beber mis jugos, me dejé llevar, descontrolada bajo el calor del sol y de un cielo celeste y perfecto, Luka apoyó sus manos en el borde de la piscina para mantenerse en el aire solo con la fuerza de sus brazos, de manera de llegar a mis pechos, tomé con mis manos sus bíceps y tríceps que estaban tensos manteniendo el peso de su cuerpo, que excitante se sentía eso, su lengua afilada llegó a mis pechos, derecho, izquierdo, mis pezones, su saliva en ellos, estaban tan sensibles que solo sentir la cosquilla de su barba apenas incipiente me llevaba al borde del precipicio

Qué terribles tetas que tenes!, desde que te conocí sueño con ellas, soñaba este momento!

Fue muy rico sentir sus palabras, palabras que solía decirme mi marido cuando éramos mas que compañeros de cama, pero sentirlas ahora en boca de ese mocoso sonaba diferente, caliente, provocativo.
El solo seguía en ese juego tan perverso de apenas lamer mis pechos y yo hacía tanto tiempo que no tenía un buen orgasmo que ya no recordaba lo que se sentía, llevé mi mano entre mis piernas y me masturbé como cuando era adolescente, metí los dedos anular y mayor en mi conchita al tiempo que con la palma de la mano masajeaba mi clítoris, imaginaba que mis dedos eran la verga de Luka, no era suficiente, agregué el índice, mi concha hervía en deseo, llegó también el meñique y busque penetrarme con fuerza, me retorcí, llegaron mis espasmos, mi bebé seguía amamantándose y grité descontrolada en gemidos que explotaron a los cuatro vientos

Luka salió del agua, era el mismo Poseidón, se paró a mi lado, dejó caer entonces ante mi mirada golosa su pantalón y su slip, ante mis ojos quedó una rica verga dura como una piedra, apuntando hacia su derecha, con un glande circunciso, rosado, precioso, estaba completamente depilado, su pubis, sus bolas, que antojable! me sentí desesperada por mamársela, pero el solo la apoyó al medio de mis tetas y empezó a moverse entre ellas, lo apreté con mis bubis y son tan grandes que su sexo pareció perderse entre ellas, mi joven amante se excitaba y se retorcía de placer mientras no dejaba de alabarme los pechos generosos que tenía, cuanto le gustaban, cuanto lo calentaban, de repente se contrajo y que rico, sentí su humedad viscosa llenando mi pecho, haciéndose una mezcla pegajosa y caliente.
Cuando terminó, solo se dejó caer al agua como un cuerpo muerto, yo solo me reí. Tenía mis tetas chorreando semen, Luka me miraba flotando boca arriba, respiré profundo, tomé mi pecho derecho con la mano y lo llevé a mi boca, pasé mi lengua, que rico sabor! solo seguí, por una y por la otra, mirando a mi víctima que disfrutaba con lo que hacía, asumí que seguramente me veía muy puta.

El volvió a mi lado, me tomó con sus fuertes brazos por la cintura, como si fueran tenazas me sostuvieron y me llevaron a su lado, nos sumergimos, nuestros cuerpos desnudos se refregraron entre si entre la cálida humedad de la piscina, nos comimos la boca a besos, agarré su verga, estaba dura, tomé aire y me sumergí, metí su pene en la boca y se la chupé bajo el agua manteniendo el aire en mis pulmones, sentí sus manos en mis cabellos, aferrándome, me sacó nuevamente a la superficie, a lo animal, me tomó entre sus brazos, me levantó y me colgué de su cuello. Luka me dejó bajar un poco hasta calzar su verga en mi concha, que rico! empezó a cogerme dentro de la piscina, el agua, hacía pequeñas ondas provocadas por nuestros movimientos, sentía su sexo tan rico dentro del mio, tan duro, tan grande.

Mi vecino me dio la mas rica cogida que había tenido en años, cuanto hacía que no tenía una verga tan dura en mi conchita, me arrancó los orgasmos mas placenteros y duraderos que podía soñar, me perdía en gemidos, el tenía un poder magnético, como describirlo, el me podía y con solo rozar su piel me excitaba como una puta caliente, deseaba tenerlo dentro, deseaba que ese momento nunca terminara, me sentía protegida en sus musculosos brazos, en esa enorme espalda, en su altura perfecta, en sus ojos de pecado, en sus cabellos mojados, Luka... Luka me cogía hermoso, y me morí de placer, le decíaque no dejara de cogerme, que me llenara de leche, lo sentí venir nuevamente, el estaba agitado y su verga explotó en mi interior, sentí su semen caliente dentro de mi conchita, su miel bañando las paredes de mi caverna, me dejé llevar.

El me bajó nuevamente y me besó profundamente, lo empujé hacia el borde y el se dejó empujar, le dije que quería chupársela un rato, el respondió con una sonrisa, solo se sentó en el borde como yo lo había estado y ahora yo estaba parada en el fondo de la piscina como él lo había estado, fui entre sus piernas, me metí en la boca su pené flácido y llegué con facilidad a su pubis, succioné una, dos, tres veces, mi juego empezaba a dar resultados y sentí como él crecía en mi interior, como se engrosaba, como se alargaba, como se endurecía, poco a poco mis labios se distanciaron de su pubis, ya no podía comerlo todo y me ayude con mis manos, agarrando su tronco, luego sus bolas, tan suaves, tan calientes.
Con mi mano libre acariciaba el pecho y los brazos de mi apuesto amante, es que era tan varonil, tan sexual, sentía el semen de mi vagina mezclarse con los jugos de mi excitación, y el calor brotaba en una espiral ascendente, su glande estaba en mi boca, sus manos acariciaban mis cabellos y yo solo hacía mi trabajo.
Su sabor a macho invadió mi boca, un chorro me tomó por sorpresa llegando a mi garganta, apreté los labios para que no escapara ni una gota, me tragué todos sus jugos, adoraba hacer eso.

Lo miré agitada, el me devolvió la mirada y me regaló una sonrisa, volvió a zambullirse y solo nadó crol de lado a lado, una y otra vez, me quedé mirando, pensando, me sentía como esas milf de películas que tienen todo en la vida y solo necesitan encontrar en amante. Estaba satisfecha, era suficiente, me había tirado tres polvos sin inmutarse, que mas podía pedir cuando mi esposo con suerte me cogía una ves cada dos meses, y con mucha suerte.

Sali del agua y me tire al costado, al borde de la piscina, desnuda, boca abajo para tomar un poco del sol del atardecer que ya no molestaba tanto, mientras miraba plácidamente como él seguía con su nado de lado a lado, imparable, incansable.

Luka salió del agua y se sacudió como un perro, me dio gracia, vino por detrás y lo perdí de vista, entonces dijo

Jose, que hermoso culo que tenes!, no sabes como me calienta!

Si? te gusta bebe? - respondí muy puta levantando las caderas solo para provocarlo

Vino por detrás, me forzó a ponerme en cuatro, noté que su verga nuevamente estaba dura, yo ya no quería mas, cuatro en un día era demasiado, aun para mi, estaba exhausta

Basta Luka, basta, no puedo mas, sos incansable...

Callate puta! no querías verga? no querías un macho? ahora yo diré cuando es basta.

Ahhh!, que hombre, me dió una fuerte nalgada que me dejó ardiendo mi cachete derecho, luego lo sentí escupir mi esfínter, y jugar en el, giré mi cabeza y le dije

Degenerado, me la vas a dar por atrás?

Su respuesta fue darme una estocada por mi culito, tome aire, lo dejé venir, en un par de intentos me la había metido toda en el culo, y empezó a moverse muy rico, muy duro, mi boca largó gemidos contenidos, una y otra vez, y el solo me nalgueaba, cada vez mas fuerte, y eso me calentaba, yo seguía en cuatro abriéndome toda para el, sentía su pija en mi culito y sus nalgadas cada vez mas fuertes afiebrando mi cola, llevé mi mano a mi conchita para masturbarme nuevamente, no creía llegar otra vez, pero el haría algo para arrastrarme el mismo infierno, tomó mis largos cabellos y solo empezó a tirarme, me sentía una yegua a la que estaban domando, adoraba que me tiren de los pelos, que me hagan puta, las nalgadas, el calor, el sexo anal, lo sentí venir y mi clítoris me regaló un último orgasmo, contrayendo rítmicamente mi esfinter, apretando el tronco de su hermosa verga mientras el me llenaba nuevamente de leche, ahora por detrás.

Había vivido una jornada de locura, y me sentí en ese momento tener nuevamente veinte años.
Era hora de terminar, se hacía tarde y no quería abusar de mi suerte, obviamente Luka estuvo de acuerdo, tomó sus cosas y regresó a su casa por el mismo lado donde había llegado.
Agarré mis prendas y fui por una ducha.
Por la noche cenamos en familia como siempre, junto a mi esposo y mi hija, hablamos de nuestras cosas, de nuestros día y solo soné como sonaba cada día.
Terminamos cerca de media noche, le pedí a Fabricio y Martina si podían encargarse de los aseos correspondientes de las vajillas, les dije que me dolía un poco la cabeza y quería recostarme.

Con la tonta excusa del dolor de cabeza fui al cuarto, me quedé en ropa interior, apagué la luz pero solo me asomé a la ventana, en penumbras, necesitaba ver si por casualidad estaba mi amante, necesitaba verlo porque estaba caliente y me hubiera venido bien su rica verga, pero Luka no estaba, no pude verlo.
Los días siguieron, y volvimos a hacerlo, en mi casa, fui a la suya, en algún hotel y se hizo mutua adicción, estoy a sus pies y me coge cuando, como y donde quiere.
Obviamente soy muy discreta, mi marido y mi niña nada sospechan al respecto, incluso hoy en día seguimos siendo amantes a escondidas, a pesar de que Luka tenga una novia hermosa de su edad, no importa, ella también es mi cornuda.


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