Escapada a la montaña con mi madre VI

Era la mañana siguiente y yo comenzaba a despertarme. A un lado pude ver a mi madre totalmente desnuda y abrazada a mí. Miré el reloj y me di cuenta de que era muy pronto todavía, apenas daban las 7am, por lo que decidí ir al baño para luego volver a dormir un rato más. Y así lo hice, fui al baño y volví a la cama, pero cuando quise darme cuenta ya estaba empalmado. Si de normal todos nos solemos empalmar de buena mañana, la vista de mi madre desnuda con sus pechos al aire no ayudaba precisamente. En ese momento pensé en despertarla para así divertirnos un poco nuevamente, pero decidí no hacer nada y seguir durmiendo, ya que no sabía cómo se lo iba a tomar. Y así hice, rápidamente me dormí y por suerte enganché de nuevo un sueño que había tenido durante toda la noche. El sueño era obvio, mi madre y yo follando sin parar. Ya había tenido sueños de este estilo claro, pero la noche anterior me había dado experiencia suficiente para sentir esos sueños aún más realistas y placenteros. Recuerdo que en un momento estaba soñando cómo mi madre me comía la polla, una de esas mamadas a garganta profunda bien cariñosas que sólo ella sabía hacer, porque si algo había aprendido aquella noche, era lo bien que se le daba y lo mucho que le gustaba a mi madre tragar verga. No tengo ni idea de cuanto tiempo estuve soñando, pero en cierto momento me desperté, y ahí vino mi sorpresa. Miré hacia abajo para comprobar si me había corrido pero no, no me había corrido, sino que tenía a mi madre haciéndome una buena mamada de buenos días. Dios que sensación despertarte de esa manera. Al darse cuenta de que yo me había despertado y de que la estaba mirando, ella me regaló una sensual sonrisa, para después seguir chupando.
 
 
 
 
 
 
-Agghh, menudo desayuno de buenos días que me has preparado mami...
 
 
 
-Mmm, desayuno el mio querrás decir... -decía mientras se volvía a meter mi polla en la boca-
 
 
 
-Vaya... pensaba que estarías menos lanzada...
 
 
 
-Y yo también cariño, pero me he despertado y he visto esto tan rico aquí llamándome y no me he podido resistir.
 
 
 
-Pues disfrútala, cómo te dije a ayer a partir de ahora es tooda tuya -dije yo mientras le comenzaba a follar lentamente la boca-.
 
 
 
 
 
 
Yo estaba que no me lo creía, hacía apenas una hora tenía dudas de si estaría arrepentida de lo sucedido o no, y ahora me levanto con ella entre mis piernas totalmente entregada dándome los buenos días. Estuvimos así unos cuantos minutos, hasta que ya no pude más.
 
 
 
 
 
 
-Mamá aagghh... Dios me voy a correr no puedo más...
 
 
 
-¿Quieres correrte cielo?
 
 
 
-Sí mami, quiero correrme...
 
 
 
-¿Tienes muchas ganitas?
 
 
 
-Joder... Sii... Aaagghh...
 
 
 
-Mmmm... -en ese momento miró su reloj- ¡Uy pero mira qué tarde es! Vamos a tener que dejar esto para otro momento cielo, que hay que preparar el desayuno.
 
 
 
-¿Qué? Espera espera estoy a punto -yo no entendía nada-.
 
 
 
-Tranquilo cariño lo dejamos para más tarde, ¿no te importa verdad? -decía ella con una cara desafiante y juguetona, claramente quería jugar un poco conmigo-
 
 
 
-¿En serio me vas a hacer esto? Joder mira cómo estoy.
 
 
 
-Venga no seas tonto que no será para tanto jeje. Ale voy a ducharme, nos vemos abajo -decía mientras me daba un piquito y se reía-.
 
 
 
 
 
 
¡Mi madre estaba jugando conmigo! Me había despertado con una de las mejores mamadas del mundo para después dejarme a medias. Esto no podía quedar así, si quería guerra, tendría guerra. Decidí no acabarme la paja para así guardar reservas, me duché y bajé a la cocina para desayunar. Ahí encontré a mi madre haciendo unas tostadas para los dos. Llevaba bikini nuevo el cual nunca le había visto, súper sexy, con un tanga que dejaba casi todo su culo al aire y una parte de arriba con forma de triángulos la cual apenas le conseguía sujetar las tetas.
 
 
 
 
 
 
-¡Hola cariño! Ven siéntate que estoy preparando el desayuno.
 
 
 
-¿Qué hay para desayunar mamá?
 
 
 
-Pues estoy haciendo unas tostadas con tomate.
 
 
 
-Mmm qué pena, a mí me apetecía más otra cosa -mi voz comenzaba a sonar juguetona-.
 
 
 
-Vaya hombre. Bueno ¿pues no querrás que las tire no? Jajaja.
 
 
 
-No tranquila, me las comeré luego, ahora quiero comerte a ti.
 
 
 
-Iván cielo debemos echar un poco el fren...
 
 
 
 
 
 
No le dio tiempo a acabar la frase cuando me acerqué por su espalda para darle la vuelta y plantarle un buen morreo. Sabía que a mi madre le gustaban los besos tanto o más que a mí, por lo que eso la calentaría bastante. Estuvimos besándonos un par de minutos, parando sólo para mirarlos a los ojos, coger aire y seguir juntando nuestras húmedas bocas. Rato después la agarré del culo para subirla a la encimera de la cocina, para seguido abrirle bien las piernas y comenzar a masturbarla por debajo del tanga, todo esto claro mientras seguíamos dándole a la lengua. Comencé a notar la entrepierna de mi madre más que encharcada, por lo que decidí pasar al plato fuerte. Fui bajando mientras le besaba cada rincón de su cuerpo, el cuello, las tetas, el ombligo, todo eso para llegar a ese rico manjar. Le aparté el tanga con una mano sin llegar a quitárselo, para poner degustar ese rico coño. Estaba tal cual la noche anterior, rojito, hinchado y bien jugoso, por lo que no esperé ni dos segundos y comencé a comérmelo con ansia.
 
 
 
 
 
 
-Mmmm... dios cariño, sí que te gusta comerle el coño a mami eh...
 
 
 
-Y a ti que te lo coma, ¿a que sí?
 
 
 
-Aggghhh, cómo no me va a gustar que me hagan una cerdada tan rica cómo esta... Pues claro que me gusta. ¡Me encanta! Mmm...
 
 
 
-Pues yo se de algo que te gusta aún más -a la vez que le lamía el clítoris, le metí un par de dedos, ya que sabía que eso la volvía loca-
 
 
 
-JOD...ER... Dios nene tu sí que sabes lo que le gusta a mamá... Sí así así, méteme bien esos deditos -decía mientras se masajeaba las tetas, pellizcándose los pezones muy suavemente-.
 
 
 
-Mmmmm...
 
 
 
-Ufff... Sí... Hazme acabar amor... Haz que mami se corra...
 
 
 
-Mmm.. ¿te vas a correr para mí?
 
 
 
-Aggghhh... Sí cariño... Me corro, me corroo...
 
 
 
 
 
 
En ese momento me separé y me senté tranquilamente a desayunar con una sonrisa de oreja a oreja, dejándola así al borde del orgasmo, tal y cómo ella había hecho conmigo.
 
 
 
 
 
 
-¿Estás de coña? ¿En serio me vas a dejar así?
 
 
 
-Bueno es que vi que era tarde, y me apetecía desayunar -dije bien sonriente-.
 
 
 
-Menudo cabrón estás hecho jajaja -decía mientras se bajaba de la encimera-. Bueno pues ahora que me has dejado así tendré que acabar por mi misma.
 
 
 
-Me parece muy buena idea mamá, pero no tardes mucho en el baño que luego tengo que entrar yo.
 
 
 
-No tranquilo, es que hoy me apetece variar un poco -decía mientras cogía una silla y se sentaba justo a mi lado, apuntando hacia mí-.
 
 
 
 
 
 
En ese momento se quitó el bikini por completo y se sentó recostada y con las piernas apoyadas en la mesa donde yo desayunaba tranquilamente. Acto seguido comenzó a masturbarse sin cortarse un pelo, gimiendo cómo si la estuvieran follando y gritando sin vergüenza alguna. Yo estaba alucinado, mi madre había pasado de ser una mujer cortada y reservada a masturbarse sin pudor alguno en la cara de su hijo con total normalidad. Aquella escena la verdad es que me puso a cien. En algún momento pensé incluso en abalanzarme sobre ella para ser yo mismo el que le provocara el inminente orgasmo, pero sabía perfectamente que eso era lo que ella quería, por lo que reprimí mis instintos. Y no sólo eso, sino que respondí, ya que decidí hacer lo mismo que ella. Y así fue, me bajé el calzoncillo, acomodé mi silla y comencé a hacerme una lenta y lubricada paja manteniendo en todo momento el contacto visual. Obviamente quería tentarme con sus armas, pero yo sabía perfectamente que en este punto ella se moría por mí tanto como yo por ella, y sus miradas no mentían. Comenzó a intercalar miradas entre mis ojos y mi polla mientras se mordía el labio, señal de que tenía unas ganas tremendas de saltar a mamarla. Y así estuvimos un buen rato, con cada uno de nosotros deseoso de comerse al otro, pero conteniéndonos para no perder aquel pervertido juego que habíamos comenzado. No pasó mucho tiempo y mi madre comenzó a gemir y gritar de una manera mucho más notable, retorciéndose en leves espasmos mientras se palmeaba el coño con toda su corrida chorreándole. Esto hizo que instantáneamente yo me eyaculara sin previo aviso, con unos cinco chorros saliendo directamente hacia mi madre, chorros los cuales ella recogía con los dedos para después llevarse a la boca.
 
 
 
 
 
 
-Mmmm... Parece que hemos empatado, ¿no? Jajaja -decía ella mientras se relamía los dedos-.
 
 
 
-Jajaja pues eso creo mamá. Eso sí, he estado a punto de lanzarme a comerte enterita más de una vez, no sabes lo que me ha costado contenerme.
 
 
 
-Dios hijo la verdad es que yo también he tenido que hacer un esfuerzo. Sé que esto que estamos haciendo está fatal, y que deberíamos parar, pero no sé por qué ando cachonda perdida todo el día -se notaba que mi madre estaba desatando toda la sexualidad reprimida de años y años-.
 
 
 
-Bueno mamá ya sabes que esto queda entre nosotros, simplemente nos estamos divirtiendo no tengas remordimiento.
 
 
 
-Ese es el problema hijo, demasiada diversión es peligrosa -mi madre claramente tenía el miedo de que acabáramos follando, lo cual a este paso era cuestión de tiempo-.
 
 
 
-Bueno de momento con este juego me he divertido mucho mamá, supongo que estamos en paz, ¿no? Jajajaja.
 
 
 
Eso creo sí jajaja. En ese caso hagamos una tregua -dijo mientras me tendía la mano con la que se había masturbado, la cual estaba llena de su corrida-
 
 
 
-¡Tregua pues! -le dije yo dándole un apretón con mi mano llena semen mientras ambos reíamos-
 
 
 
 
 
 
La mañana pasó y llego la tarde sin ningún acontecimiento a destacar salvo algún beso cuando nos cruzábamos o algún chiste algo subido de todo, lo cual a estas alturas ya era algo prácticamente cotidiano de la convivencia. A eso de las 5 de la tarde nos pusimos a tomar el sol, yo en un bañador normal y corriente y ella con el mismo bikini que llevaba por la mañana, el cual hacía que sus tetas se vieran de lo más jugosas y apetecibles, más que de costumbre quiero decir. Junto a la piscina teníamos varias tumbonas y hamacas, por lo que los tos estábamos acostados simplemente disfrutando del sol y de la calma de la montaña.
 
 
 
 
 
 
-Oye Iván cielo, ¿te importaría echarme algo de aceite bronceador por la espalda?
 
 
 
-No claro mamá, ¿dónde está?
 
 
 
-Creo que lo metí en mi maleta de mano, está en el baño de abajo.
 
 
 
-Vale voy a ver.
 
 
 
 
 
 
Y así hice, fui al baño y ahí estaba la maleta. Me puse a rebuscar entre una gran cantidad de cremas que mi madre había traído cuando por fin encontré el aceite. Lo curioso fue darme cuenta que en el bote no ponía aceite bronceador, sino que ponía aceite lubricante. Mi madre nunca ha visto bien de cerca, por lo que pensé que seguramente se habría equivocado al comprarlo, ya que no era la primera vez que le pasaba algo así. Igualmente me puse a mirar toda la maleta para estar seguro de que no había realmente un bronceador, y sorprendentemente sí que lo había. Pero la verdadera sorpresa no fue esa, sino encontrarme en un doble fondo de la maleta nada más y nada menos que, ¡un dildo! Era un clásico pene de goma, sin vibración ni nada, con ventosa en los huevos y un montón de venas. Tenía un diámetro parecido al mío pero mucho más largo obviamente, sin duda un señor consolador. Ahora todo tenía sentido, ese lubricante no había sido comprado por error. De nuevo descubría una faceta de mi madre cada vez más atrevida, no paraba de sorprenderme. Así que nuevamente la oportunidad de jugar un poco con mi madre se presentaba ante mis ojos, por lo que decidí guardarme el dildo como bien pude en el bañador, coger sólo el aceite lubricante y volver a la piscina.
 
 
 
 
 
 
-Ay hijo mucho has tardado, ¿lo has encontrado?
 
 
 
-No mamá, sólo he encontrado este -le dije enseñándole en bote de lubricante-.
 
 
 
-Ah no, ese... Verás... -de nuevo mi madre se ponía roja de vergüenza-
 
 
 
-Este pone que es lubricante, seguramente irías a comprar sin gafas y como viste que ponía algo de aceite te confundiste, ¿verdad? -yo sabía perfectamente que no se trataba de un error, pero quería hacer que se confiara-.
 
 
 
-Emm, sí claro recuerdo que fui sin gafas, seguro que ni me fijé al meterlo en la maleta. Si es que tu madre ya está mayor hijo jajaja -se notaba como se quería hacer la loca-.
 
 
 
-Bueno pues ya que lo tenemos aquí podíamos darle un buen uso.
 
 
 
-Hay que ver hijo, parece que estás todo el día pensando en guarradas jajaja.
 
 
 
-No no mamá, yo sólo me refería a darte un masaje. ¿No serás tú la que está todo el día pensando en guarradas? Jajajaja.
 
 
 
-¿¿Yo?? Anda que menudas cosas tienes nene. Tu madre ya es una mujer adulta, no anda pensando en esas cosas de jóvenes jajajaja.
 
 
 
-Ya claro... Jajaja. ¿Bueno pues entonces qué te parece? Cómo ves que tu hijo te haga un buen masaje de espalda.
 
 
 
-Bueno pues la verdad es que no me vendría mal, así me relajo un poquito.
 
 
 
-Pues no se diga más, te voy a tratar como si estuvieras en un spa con todo incluido.
 
 
 
-Uy qué bien suena eso -decía ella mientras se daba la vuelta quedando boca abajo-. En ese caso adelante caballero, haga su trabajo.
 
 
 
-Con mucho gusta señorita.
 
 
 
 
 
 
Una vez con ella boca abajo me saqué el dildo del bañador para esconderlo debajo de la tumbona y así estar más cómodo. Comencé echando una buena cantidad de lubricante por todo la espalda, y le pregunté si le importaba quitarse la parte de arriba del bikini para hacerlo más cómodo, a lo que ella respondió quitándoselo con total normalidad sin decir apenas ni una palabra. La verdad es que era flipante como en apenas tres días el pedirle a mi madre que se quedara en tetas se había convertido en lo más normal del mundo. Tras esto comencé a darle un masaje normal y corriente, repasando toda su espalda, como haría un autentico profesional. Después de un rato eso sí comencé a repasar muy tímidamente el costado rozando el borde de sus pechos, ya que estando boca abajo las tremendas tetas de mi madre quedaban aplastadas y sobresalían por los lados. Tras unos quince minutos de masaje, decidí pasar a la parte inferior, echando bien de lubricante por las piernas. Comencé de nuevo un clásico masaje primero por las piernas y después centrándome en su gordo culo, el cual quedaba prácticamente al descubierto ya que el tanga que llevaba se le metía por la raja. Ella no decía nada, simplemente soltaba alguna leve risilla al echarle el lubricante, ya que este estaba bastante frio. Después de varios minutos recorriendo todo su cuerpo, decidí dar el siguiente paso.
 
 
 
 
 
 
-Oye mamá, ¿qué te pare que ahora pasemos a la parte de delante?
 
 
 
-Dios hijo, me estás dejando relajada a más no poder, así que no te voy a decir que no -decía mientras se daba la vuelta-.
 
 
 
 
 
 
Al quedar boca arriba pude ver cómo sus tetas se desparramaba por ambos lados de su pecho, aunque he de reconocer que me parecieron sorprendentemente firmes para estar en esa posición. De esta manera le eché de nuevo bastante lubricante por la parte alta del pecho, centrándome primero en la zona de las clavículas y el cuello para así hacerlo menos violento. Después de un rato decidí pasar a lo fuerte. Eché algo más de lubricante esta vez directamente es las tetas, y comencé un suave y sensual masaje, amasando bien ese pechamen. Joder, era un auténtico espectáculo, ver las venosas tetazas de mi madre lubricadas a más no poder, bien húmedas y brillantes, mientras a ratos apretaba muy delicadamente esos gordos y morenos pezones. Todo esto hacía que mi madre de vez en cuando soltara leves gemidos de aprobación. No se cuanto tiempo estuve amasando ese rico par de melones, los cuales casi no conseguía ni abarcar, pero sí sé que tuve que volver a echar aceite más de una vez, por lo que podéis hacelos una idea. Tras un buen rato decidí repetir lo que había hecho con ella boca abajo, pasar a las piernas. Y así lo hice, de nuevo comencé por la parte baja, para después ir subiendo por los muslos y finalmente llegar a a su entrepierna.
 
 
 
 
 
 
-¿Te importa quitarte en tanga mami?
 
 
 
-Jajaja, hay que ver cómo aprovechas para verle el conejo a tu madre eh hijo. ¿Es que también me vas a masajear ahí? -decía ella con voz de nenita-
 
 
 
-Qué pasa, ¿nunca has oído hablar de los masajes con final feliz?
 
 
 
-Bueno sí claro, pero nunca me pensé que fuera mi propio hijo el que me haría uno...
 
 
 
-Y eso precisamente es lo que más cachonda te pone, ¿me equivoco?
 
 
 
-Serás cabrón... -decía sonriente-
 
 
 
 
 
 
Tras esto se quitó el tanga, quedando completamente desnuda y a mi disposición, con todo su cuerpo bien lubricado y caliente. Le eché algo más de aceite por toda la zona de la vulva, el cual resbalaba e iba cayendo entre los labios, llegando hasta el culo. Comencé a masajear su entrepierna, pasando la palma de la mano por todo su coño, sin dejar una sola zona sin lubricar. De todas maneras pude notar que tenía la zona ya bastante húmeda, sin duda mi madre tenía una gran facilidad para ponerse cachonda como una moto y quedar bien mojada de forma natural. Continué con los movimientos, esta vez masturbándola de una forma muy suave y cariñosa centrándome sobretodo en el clítoris. Ella por su parte comenzó a acariciarse las tetas, centrándose sobretodo en los pezones y soltando leves gemidos los cuales iban subiendo de volumen a medida que yo aceleraba mis movimientos. La cosa se empezaba a poner seria, y había que jugar.
 
 
 
 
 
 
-Mami, ¿te puedo hacer una pregunta?
 
 
 
-Mmmm... Claro que... Ahhh... Claro que sí amor... -ella estaba con los ojos cerrados y apenas podía decir una frase de lo concentrada que estaba en su ''masaje''-.
 
 
 
-Te gusta que te haga, ¿esto?
 
 
 
 
 
 
En ese momento le metí un par de dedos mientras con el pulgar le seguía frotando el clítoris. A estas alturas esa combinación ya se había convertido en un clásico, y sabía que a mi madre le hacía gozar como nada en este mundo.
 
 
 
 
 
 
-¡Ahhhggg! Ufff... Ya sabes que tus dedos me vuelven loca hijo... -decía moviendo la cadera para sentirlos bien adentro-
 
 
 
-¿Y no te gustaría más sentir algo que no fueran los dedos? Algo como una polla...
 
 
 
-Dios hijo bien sabes que sí... Mmmm... Pero eso sí que es una linea que no podemos cruzar...
 
 
 
-Tranquila no me refiero a la mía, me refiero a... -en ese momento saqué el dildo de debajo de la tumbona-.
 
 
 
-¿De dónde has...? -dijo ella incorporándose exaltada-. Joder pensaba que lo había escondid...
 
 
 
-Shhhh... -dije sin dejarla terminar-.
 
 
 
 
 
 
Paré la explicación poniéndole la mano el la boca y recostándola de nuevo, mientras con la otra mano comencé a acercarle muy suavemente el gordo pene de goma hacia su encharcado coño. Su mirada era todo un poema, sus ojos desprendían cierto temor por lo que se venía, pero también un gran morbo y vicio. Empecé a pasárselo por la raja de arriba a abajo, muy lentamente para que esta se fuera abriendo. Sus ojos empezaron a ponerse prácticamente en blanco y su respiración comenzó a acelerarse. Después de unas cuantas pasadas introduje la punta con mucha delicadeza, y poco a poco fui metiendo cada centímetro hasta dilatar y lubricar bien el interior de su coño, dejando así el dildo casi metido del todo. Mi madre ya empezaba a retorcerse del gusto, y comenzaba a gemir tímidamente. Tras esto yo empecé a sacar lentamente el pene hasta dejarlo prácticamente fuera, para seguidamente meterlo de golpe sin avisar. Esto hizo que mi madre soltara un grito de placer el cual se debió oír desde todos lados. De este manera comencé a follar a mi madre a un buen ritmo con ese pene de plástico, no muy rápido pero si de una manera constante. Ella comenzó a gemir ya sin cortarse, mientras se intentaba pellizcar los pezones agarrándose las tetas, las cuales estaban totalmente descontroladas rebotando en todas las direcciones. Los sonidos que se podían oír en ese momento eran como música para mis oídos, mi madre con la boca tapada gimiendo y gritando tanto como podía mientras sus tetas botaban chocando contra su cuerpo y su encharcado coño sonaba bien húmedo y jugoso con cada embestida que recibía. Yo por mi parte, que estaba arrodillado a un lado cerca de su cara, no pude más y decidí bajarme el bañador, quitándole la mano de la boca a mi madre y dejando mi polla a punto de reventar a su disposición. Ella no dudó ni un segundo en llevársela a la boca y empezar a mamar con más ganas que nunca, mientras con la otra mano seguía amasándose las tetas.
 
 
 
 
 
 
-Mmmm... ¿Has visto? Dos pollas para ti solita.
 
 
 
-Gghhhh -se sacaba mi pene de la boca-. Dios cielo que polla más rica tienes... Me encanta cómo me foll...
 
 
 
-Mmm... Vamos mamá dilo, ¿te gusta cómo te folla tu hijito?
 
 
 
-Mmmm... Sí... Me encanta cómo me estás... follando... Ufff sigue por dios, no parees... ¡Aaagghhhh! -aunque fuera sólo con un pene de goma se notaba que se había quitado un peso de encima diciéndolo, y que eso hacía que gozara más que nunca-.
 
 
 
 
 
 
Yo me abalanzaba por momentos a comerle los pechos, mordiendo suavemente sus duros y grandes pezones, dejándole varios chupetones por todo el tetamen y haciendo que ella gritara como una perra retorciéndose de placer. Había visto a mi madre gozando estos días, pero nada parecido a esto, sus gemidos eran incontrolables y parecía estar totalmente entregada a nuestro placer incestuoso.
 
 
 
 
 
 
-Mmmm así... Chupa bien de mi verga mientras yo me como estas tetitas tan ricas... Ufff sí... Hasta el fondo... -decía yo mientras le follaba la boca-
 
 
 
-Agghhhhh... Mmmmm.... -de vez en cuando se la sacaba de la boca para tomar aire mientras me seguía haciendo una paja bien salivada-. Sí cariño así, sigue... ¡Sigue! Fóllame bien el coño... Aaaghhhh joder me estás partiendo en dos cabronazo... Ufff que gusto... ¡Que gusto por dios!
 
 
 
-¿Vas a correrte mami? ¿Vas a correrte mientras tu hijo te mete una polla en el coño?
 
 
 
-Joder sí cariño... Dios que placer... No pares... ¡No pares por favoor!
 
 
 
-¿Te justa cómo te jodo tu chochito verdad? Aagghhhh...
 
 
 
-Mmmm sii... Me gusta... Párteme el conejito cielo... ¡Mierda pártele el conejito a mamá! ¡Aaagghhh!
 
 
 
-Mmmm... ¿Y quieres que siga follándote ese coñito tan rico mientras mamas la polla de tu hijito?
 
 
 
-Uffff siii... No pares por dios... Aaagghhh me encanta joder estoy a punto...
 
 
 
-Mmmm yo también amor... -era la primera vez que utilizaba una palabra de ese tipo con mi madre, pero en ese momento me salió del alma-. Aagghhh dios no voy a aguantar mucho más...
 
 
 
-Dios sii fóllame rico bebé... Mmmm fóllame cómo la cerdita que soy y luego córrete en mi boca.. ¡Aaaggggghhhh! -todo su cuerpo botaba sin control alguno mientras disfrutaba tragando polla y recibiendo una buena cogida-.
 
 
 
-¿Quieres que me corra en tu boca? Ufff joder... ¿Quieres que tu hijo te llene esa boquita tragona que tienes?
 
 
 
-Aaaghhhh siiii... Soy tu puta amor mío... Mmmmm fóllame y luego dame lechita rica cielo... ¡Agghhhh joderrr!
 
 
 
-Agghh joder estoy a punto... Mmmm chupa... ¡Chupa y trágate mi lefada cariño!
 
 
 
-Mmmm... Dios hijo que cerdada más rica estamos haciendo... Aaggghhhh mierda me corro amor mío... ¡Dios sí haz que mami se corra cielito!
 
 
 
-Yo tambíen mamá... Aggghhh joder me corro... ¡Me corro, me corroo! ¡Toma mi lechita perraa! ¡AAAGGGHHHH!
 
 
 
-Uffff que rico hijo... Aghhh que me voy mi amor... Me voy... ¡Me voy, me voy, ME VOOYY! ¡AAAAGGGHHHHHH!
 
 
 
 
 
 
Yo comencé a soltar chorros y chorros de semen de una manera descontrolada. Los primeros cayeron sobre la cara y las tetas de mi madre, pero ella rápidamente agarró mi polla para meterse el glande en la boca y tragarse el resto de la corrida, la cual desbordaba por sus labios cayendo por toda su cara. Ella por su parte explotó soltando hasta 6 chorrazos de squirt, lo que hizo que el dildo saliera prácticamente disparado como un cohete. Joder era un espectáculo, yo no pude resistirme y en cuanto vi el primer chorro me abalancé a comerme toda su corrida, tragándome todos los fluidos que pude, escupiendo y lamiendo de arriba a abajo todo su gordo coño, el cual estaba dilatado, rojo e hinchado a más no poder. Después de un buen rato tragándonos la corrida el uno del otro, la agarré por su húmedo culo para sentarla sobre mis piernas, poniendo eso sí una toalla entre nuestros genitales para que no se tocaran, ya que no sabía si eso le molestaría. Ella comenzó a esparcirse sus fluidos y a escupir restos de semen en sus tetas, tetas las cuales yo me comí con mucha calma mientras ella se frotaba la vagina muy suavemente. Más tarde empezamos a morrearnos como a nosotros nos gusta, chupándonos bien las lenguas y con la saliva cayendo sobre nuestros pechos. Ahí estuvimos más de una hora, frotando nuestros sucios cuerpos, los cuales estaban manchados con una mezcla de sudor, lubricante, saliva, y corridas, con ella sentada encima mío bien abierta de piernas, comiéndonos la boca como dos adolescentes en celo. Sin duda los encuentros con mi madre estaban pillando un ritmo increíble, y la el día todavía no había concluido.






Continuará....

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