Cande, mi compañerita 3: El viaje

Cómo están? Les traigo la tercer parte del relato con Cande,mi compañerita. Pueden ver los post anteriores en: 
Cap. 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/3770391/Cande-mi-companerita.html
Cap. 2: http://www.poringa.net/posts/relatos/3774757/El-dia-despues-de-lo-que-paso-con-Cande.html


Lunes, 6 de la mañana. Me subí al micro que me iba a llevara Córdoba. Con mucho sueño y sin ganas de hablar con nadie, fui a sentarme delantede todo, lejos del resto. Apoyé una campera doblada contra la ventana parausarla de almohada y así dormir hasta llegar al destino, pero mi tranquilidadiba a durar poco. Al lado mío se sentó un chico grandote de primer año y atrásnuestro, dos compañeras suyas. Traté de conciliar el sueño pero fue imposible,se pusieron a hablar y a reírse entre ellos: no me quedó otra que despabilarme ymirar por la ventana.


Siempre fui muy dado con todo el mundo pero esta vez, notenía ganas de hablar con nadie. Mi cabeza parecía una nebulosa, no dejaba depensar en Cande.


Una vez llegados al hotel, nos acomodamos en lashabitaciones: Tuve de compañeros de cuarto a este chico de primer año y unchico que también era de último año como yo, pero del otro turno.


El martes fue un día normal, aburrido diría yo. Purascharlas de no recuerdo que, no tomé una sola nota. Pero no paraba de mirar elcelular, cómo esperando transmitir las ganas para recibir ese mensaje. Nada.Guardé el celular en el bolsillo y al sacar la mano, lo sentí vibrar. “No puedeser” pensé.


Saqué el celu, miré el mensaje y era de mi compañera Noemí,que había viajado en la parte de atrás del micro con mi otra compañera, Natalí.
Noemí: -Esto es un embole, vamos a dar una vuelta por elparque?
Yo: - Dale, no le estoy dando bola a nada de esto, tengo lacabeza en otra parte.
Noemí: -Estás bien? Te pasa algo?
Yo: -No, vamos a dar esa vuelta.


Guardé mi cuaderno y salí. Afuera ya estaba Noe con Natalí,hablando. Noemí era una chica de piel trigueña, con unas piernas bien definidasy una cola que siempre resaltaba, producto de años de jugar al hockey. Ademástenía una sonrisa divina, capaz de enamorar a cualquiera. Natalí era de pielmucho más oscura, con una cola muy dura, cinturita de avispa y unos pechos quese lucían mucho por lo flaquita que era.


Caminamos los 3 un buen rato, hablamos de cosas que novienen al relato y coincidimos que iba a ser super aburrida la semana si seguíatodo así.
A eso de las 9 de la noche, nos juntábamos todos en un comedorcomún del hotel para cenar. Combinamos para que algunos salieran a comprar Fernety cervezas, y que las escondieran en las habitaciones. Las chicas y yo nos encargamosde avisarle a los que faltaban que a las 12 nos íbamos a juntar en una saladonde al día siguiente tendríamos una charla, para poner música y divertirnosun poco, cuando ya todos estuvieran durmiendo. Me tocó avisarles a las chicasque iban atrás mío en el micro, ahí supe que se llamaban Bárbara y  Giselle.


23.45: Agarro el celu y le mando un mensaje a Noemí, paraavisarle que ya vayamos para la sala. No tenía mensajes, al menos de quien yoesperaba recibirlos. Fuimos con el chico del otro turno; el de primer añoprefirió no ir por miedo a que nos sorprendan.


Fue bastante gente, se veía a todo el mundo contento porpoder distender un poco. No podíamos poner música alta ni tampoco podíamosencender las luces de la sala, teníamos que hacerlo lo más discreto posible.Prendimos un proyector que había ahí, que fue nuestra iluminación al menos porun rato.


Fueron pasando las horas y el alcohol subía. Mis compañerascada vez estaban más alegres, más sueltas: En medio de las risas surgían cariciasy abrazos espontáneos. Noemí empieza a bailar. El vestidito azul solo destacabamás su figura con cada movimiento. Agarró un vaso con Fernet y le dio un buensorbo. Se acercó lentamente a mí, se dio vuelta y siguió bailando así. Mimirada bajó a su cola instintivamente. Desde atrás, Natalí me abrazó y comenzó abailar, habíamos quedado muy pegados los 3. Tuve que agarrar a Noemí de lacintura y la arrimé bien a mí para que sienta en la cola, lo dura que me habíapuesto la verga. Solo me miró por encima de su hombro, me sonrió y le dio otrotrago al Fernet. La situación me había puesto a mil. Bajé mis manos para acariciarlas piernas de Noe, parecían una seda: bien depiladas y se notaba lo mucho quelas cuidaba con cremas. Traté de seguir subiendo y me paró: “acá no, que nosestán mirando”.


Levanté la vista y esa chica Giselle contemplaba toda lasituación sin perder detalle.
Si bien con Natalí no crucé palabra en el momento, creo quese prestaba para todo ese jueguito.
Salimos de ahí los 3. Ya estaba amaneciendo. A mi habitaciónno podíamos ir porque estaba el chico de primero. Decidimos ir a la de ellas. Cuandoíbamos subiendo las escaleras, tratando de no hacer ruido, vimos que seencendía una luz. Me pidieron que me vaya, porque si me veían ahí iba a serpara quilombo.
No me quedó otra, tuve que ceder. Sabía que si meencontraban ahí iba a tener un lio enorme. Me fui a mi habitación, con los huevosinflados y pensando que ellas dos algo habrán hecho. No iba a tener pruebas,pero tampoco dudas. Es una espina que siempre me quedó ahí porque jamás me dijeronnada.


No llegué ni a hacerme una paja para descargar, que caí enla cama y me dormí al toque.


Al rato me desperté porque sentí que sonaba mi celu por unmensaje. Antes de abrirlo, miré la hora. LAS 10 DE LA MAÑANA!!! Voy supertarde! Guardé el celu en el bolsillo y fui al baño para cepillarme los dientes.Estaba con la ropa de la noche anterior, me había dormido así. Llegué al salóndonde se suponía que tenía que estar a las 9 y vi a varios en la misma que yo:con la ropa de la noche anterior. No ví por ningún lado a Noe y a Natalí. A lasque si vi fue a Giselle y Barbarita. Giselle me hizo señas con la mano para quevaya a sentarme al lado de ellas. Nos saludamos y me acordé que no había leído elmensaje que recibí. Saqué el celular y abrí el mensaje. Era Cande: “Ya teolvidaste de mí que no escribís más?”.
 
En unos días voy a subir la cuarta parte del relato. Esperoque lo estén disfrutando.

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