Cómo descubrí que mi hermana adora mi pija (Parte IV)

Una vez más, gracias a la comunidad por sus comentarios y sus puntos.

Si todavía no leyeron los capítulos anteriores, acá se los dejo para que los revisen:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3664815/Como-descubri-que-mi-hermana-adora-mi-pija-parte-I.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/3667785/Como-descubri-que-mi-hermana-adora-mi-pija-parte-II.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/3671217/Como-descubri-que-mi-hermana-adora-mi-pija-Parte-III.html

Sin más vueltas, les dejo el capítulo IV:

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Capítulo 4

Miré el papel durante un largo rato sin saber qué hacer. Barajé mis opciones con cuidado. Por un lado podría hacer de cuenta que no me habían dejado nada, romper el papel y seguir con mi vida. Por el otro lado, podría ponerme en contacto con ellas por primera vez fuera de la cabina, algo que realmente me interesaba, y más después de hoy. Pero eso estaba estrictamente prohibido por Erica y no había forma de que no me rajara si llegaba a romper esa regla.

Si es que se entera, dijo una voz en mi cabeza.

Tenía que tomar una decisión, pero no era el mejor momento para hacerlo. Había muchos riesgos que considerar, y perder un laburo tan bien pago por una calentura, por fuerte que fuera, no sabía si valía la pena.
Finalmente decidí guardar el teléfono en mis contactos del celular, romper el papel y tirarlo a la basura apenas tuviera la oportunidad. No pensaba dejarle nada de evidencia a Erica. Ella no dudaría ni un segundo en prohibirles la entrada si llegaba a enterarse de que me habían dejado un número de teléfono, y eso sí que no pensaba permitirlo.

Cuando volví a mi departamento ya había trazado un plan en mi cabeza. Luego de bañarme y cambiarme, regresé a la calle y pasé por un local de telefonía celular. Compré un teléfono barato, pero lo suficientemente bueno como para saber que podría usarlo sin problemas, y contraté una línea prepaga bien básica. Pensaba usar ese teléfono todo lo posible en el departamento, así que no necesitaba tener internet para la calle, con el wifi me alcanzaba.
Eran cerca de las once de la noche cuando finalmente junté coraje y cargué el número en mi nuevo celular mientras estaba tirado en mi cama. Ya sabía que no era nadie que yo conociera, o al menos no era el número de alguien que tuviese en mis contactos. Era una posibilidad muy remota, pero nunca se sabía.
La idea de que alguna vez me hubiera chupado la pija alguna mujer que conociera cada tanto cruzaba mi cabeza. Quizás alguna vecina del barrio que crucé varias veces por el supermercado sin saberlo había saboreado mi miembro en más de una ocasión. Pero al menos no era el caso en este momento.
La imagen de perfil en Whatsapp no decía nada en absoluto, sólo un paisaje de playa. Me daba la impresión de que no iba a sacarles mucha información sobre quiénes eran ellas. Tendría que trabajar bastante para robarles algún dato, así que era mejor empezar cuanto antes.

Al final resulta que sí me gustó lo de hoy!!!

Pensé que iba a recibir una respuesta de inmediato, pero no fue el caso. Pasaron unos minutos y todavía no había sonado ninguna notificación. Abrí la aplicación y vi la doble tilde azul, anunciando que el mensaje ya había sido leído, pero la respuesta se hacía desear.
Seguí con mis cosas, y estaba por irme a dormir, cuando finalmente el celular rompió el silencio que llenaba mi habitación. Inmediatamente lo tomé y abrí el chat. Ningún mensaje, o al menos ningún texto. Eran tres videos. Una vez más había tres corazones a modo de firma. Me daba la impresión de que la comunicación sólo sería de ese modo, sin palabras. Ligeramente frustrado ante la conclusión a la que había arribado, abrí el primero de los videos.

Más que un cosquilleo, sentí como si hubieran conectado dos cables a mi entrepierna y les hubieran pasado veinte mil voltios. Apareció en mi pantalla una boca sonriente, maquillada con sencillez, pero con unos labios sensuales, que se abrían para mostrar lo que guardaba en su interior. Un líquido blanco se ubicaba exactamente en el centro de la imagen, su lengua se adivinaba en medio de esa pequeña laguna.
Todavía sonriente, la boca se cerró y pude ver un movimiento que daba a entender que la persona había tragado ese contenido. La boca volvió a abrirse, pero ahora la lengua se veía desnuda, ya al descubierto, asomando libremente y paseando por aquellos labios, relamiéndose como quien acaba de tomar su bebida favorita luego de un largo tiempo sin probarla. Finalmente esos labios se cerraban, y dedicaban un beso a la cámara antes de que terminara de grabar.
La pantalla quedó en negro y pude ver mi cara de sorpresa reflejada. Luchando contra la tentación de repetir el video por el resto de mi vida, lo cerré, y abrí los otros dos que me habían enviado. Sentía una fuerte presión contra mi pantalón, pero yo sólo podía concentrarme en lo que veía en la pantalla de mi celular.
Las imágenes eran similares a las del primer video, pero no por eso tenían un efecto menos intenso en mí. Absorbía todos los detalles posibles, cada marca en los labios, la forma en que se curvaban de formas diferentes al sonreír, sus lenguas disfrutando de jugar con mi semen y tragando con deleite, para despedirse con sendos besos.
Me quedé unos instantes mirando la pantalla del celular, pero sin prestarle realmente atención. Estaba impactado por los videos que acababa de revisar.

Ufffff… Me volaron la cabeza!!!

Una vez más aparecieron las dos tildes azules, pero ninguna respuesta vino de parte de ellas, a pesar de que esperé varios minutos. Mis sospechas se empezaban a confirmar. No iba a recibir nada de ellas, al menos no palabras.
Me destapé y liberé mi verga, que asomó como quien sale a respirar después de pasar mucho tiempo aguantando la respiración debajo del agua. La tomé con mi mano izquierda mientras con la derecha sacaba un par de fotos con mi celular. Se las envié y esperé unos minutos. Sólo recibí otros tres corazones rojos como respuesta.
¡Qué hijas de puta! Sólo tres videos, como para calentarme y dejarme con ganas de más. Mi ego se estaba comiendo un par de bifes que no me había esperado. Resignado a que no habría más comunicación durante esa noche, me masturbé viendo una y otra vez los regalos recibidos hasta acabar de forma bastante intensa.

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-Che, te estoy hablando… -Dijo mi viejo desde la cabecera de la mesa.
-¿Qué pasa? –Estaba con la vista clavada en el televisor, mirando el partido del Barcelona, pero realmente mi cabeza no estaba pendiente de eso, sino que volvía a pensar en mis tres clientas favoritas.
Después de aquella vez que me dejaron el número de celular no habían vuelto a pisar el local, y ya me estaba impacientando. ¿Dónde se habían metido?
Las únicas “noticias” que había recibido de ellas eran esos tres videos. Estaba convencido de que recibiría algún otro video, o al menos algunas fotos, pero por más que intenté establecer contacto con ellas un par de veces, sólo había logrado que me clavaran el visto.
¡Ojalá pudiera clavarlas yo a ellas! Cuando me dieron ese papel, en mi cabeza sentía que tenía el dominio total sobre mis clientas, pero me había visto obligado a reconocer que realmente ellas me tenían comiendo de sus manos. Hace unos días pensé seriamente en llamarlas por teléfono desde otro teléfono, con la esperanza de conocer sus voces, pero eso habría sido realmente estúpido de mi parte.
Si hubieran querido que yo supiera algo de ellas, me lo habrían contado hace rato. En cambio sólo tenía esos tres videos a los que retornaba cada tanto sin poder evitarlo. Con tan poco habían logrado que me obsesionara con ellas y no iba a calmarme hasta saber que volvería a atenderlas un miércoles al mediodía.
Para colmo, durante el fin de semana apenas sí había trabajado un turno el viernes por la noche, por lo que sentía los huevos a reventar. Necesitaba descargarme, pero no parecía buena idea hacerlo en casa de mis viejos. Tendría que esperar a volver a mi departamento.

-Te pregunté cómo ibas con los estudios. –Mi viejo me sacó de mis pensamientos con la costumbre de todos los domingos después del almuerzo.
-Tengo los parciales dentro de unas semanas, ya te lo dije la semana pasada. –Revoleé los ojos con impaciencia.
- No te cuelgues. Después estás a las corridas y sin dormir porque no llegás con el tiempo. ¿Ya empezaste a estudiar? ¿Estás leyendo? –Mi miraba fijo, casi como si esas preguntas dijeran en realidad que sabía a ciencia cierta que no había tocado un apunte.
-¡Obvio! Estoy empezando a armar los resúmenes. –Respondí con cara de indignado. Era mentira, no había tocado una mierda, pero no pensaba darle el gusto a mi viejo de saber que tenía razón en sus sospechas.
-Bueno… -Se notaba que no lo había convencido del todo, y parecía a punto de empezar con uno de sus sermones cuando me levanté de mi silla.
-Sí, ya sé, ya sé... Voy al baño. –Dije como excusa para escaparme.

Me encontraba en el pasillo del piso de arriba, de camino a mi habitación, cuando vi que la puerta de la pieza de mi hermana se encontraba entreabierta. Estaba tirada en su cama, boca abajo, mirando algo en su teléfono. Movía sus piernas lentamente, apenas cubierta por un pantalón muy corto que terminaba justo donde finalizaba la curva de su cola.
Todavía no me dirigía la palabra, más allá de la pantomima de buena onda que mostraba durante los almuerzos, y ya estaba cansado de su enojo. Una cosa era que durara un par de semanas, pero esta situación se había estirado casi dos meses. Era demasiado. Entré y cerré la puerta detrás de mí.

-¿Qué hacés acá adentro? –Preguntó mi hermana fulminándome con la mirada. Llevaba puestos unos lentes que supuestamente debía usar seguido, pero no lo hacía porque decía que no se acostumbraba. A mi parecer, le daban un aire de oficinista sexy, lo cual me encantaba. –Andate.
-No. –Me senté en la punta de su cama. –Tenemos que hablar.
-Con vos no quiero hablar una mierda. –Se sentó cruzada de piernas en la otra punta de su cama. –Andate. –Repitió.
-No me pienso ir hasta que hablemos. –Me crucé de brazos para reforzar mi postura.
-¿De qué querés que hablemos? ¿De cómo nos abandonaste en la fiesta para cogerte a la novia de Charly en su cumpleaños? –Tenía sus ojos clavados en mí. Si las miradas mataran, yo ya habría quedado reducido a cenizas.
-Sí, de eso. Y de que ya pasaron casi dos meses. –No era la situación más cómoda, pero si me iba de ahí, seguro que iba a estar dos meses más sin dirigirme la palabra. -¿No te parece que ya es demasiado?
-No. –Estaba tan cortante que en cualquier momento se me abría un tajo en la piel. Me señaló la puerta de su habitación. –Andate de acá ya mismo.
-¿Podés dejar de decirme que me vaya? –Ya me estaba impacientando. –Ya te dije que no me voy un carajo hasta que hablemos.
Furiosa, se levantó de su cama y parecía decidida a abandonar el lugar, pero justo me paré y agarré su mano para frenarla. La rodeé con mis brazos para inmovilizarla. Quedó de espaldas a mí, con su cola apoyada a la altura de mis muslos. En otro momento me habría parecido excitante, pero estaba demasiado molesto con la actitud de mi hermana como para notarlo.
-¡Soltame, estúpido! –Se empezó a remover entre mis brazos, tratando de liberarse.
-Basta, por favor. Y no hables tan alto que mamá o papá pueden subir en cualquier momento. –Le dije en voz baja, tratando de calmarla. –Me mandé una cagada tremenda, ya lo sé. Fui un pelotudo. No tendría que haberme ido con Diana y dejarlas tiradas a ustedes.
-¡Más bien que no, pelotudo! –Seguía luchando un poco, aunque cuidándose de no levantar su tono. -¿Recién ahora te das cuenta?
-No, me di cuenta mucho antes. Pero si no me dejabas hablar con vos, ¿cómo carajo pretendías que te lo dijera?
-Estoy enojada con vos, pelotudo. –Por fin dejó de luchar, así que la solté.
-¿En serio? Ni lo pude notar… -Comenté, con un dejo de sarcasmo.
-Sos un pelotudo, ¿sabías? –Dijo, mientras volvía a sentarse en su cama.
-Sí, ya lo sé. –Acepté, volviendo a sentarme, esta vez más cerca de ella. -¿No conocés otro insulto?¿Qué querés que te diga? Me la re mandé. Pero ya estoy harto de que sigas enojada conmigo. Soy tu hermano.
-¡Sí, y hace mil años que no pasábamos un rato juntos! –Soltó de inmediato. –La estábamos pasando lo más bien, ahí en lo Charly, y entonces vos te vas al baño, y nosotras nos quedamos esperándote como media hora. Y cuando vimos que no volvías, nos fuimos para la casa a ver qué carajo te había pasado. Salimos para adelante y no te vimos, después entramos de nuevo y escuchamos los ruidos en el baño. Capaz que era porque habíamos tomado un poco, pero sonaba como si hubieran matado a alguien, no sabíamos qué pensar. ¡Entones abrimos la puerta del baño y te encontramos a vos con la verga al aire y la otra conchuda relamiéndose! ¡Y encima se me caga de risa en la cara diciendo lo bien que te la habías cogido!
Se detuvo a tomar aire y continuó su monólogo. Yo estaba anonadado, no me animaba a interrumpirla por miedo a que me tire con algo.
-¡Vos! –Me clavó un dedo en el pecho con fuerza. -¡Mi hermano! ¡Cogiendo con esa yegua! ¡Encima te me quedabas mirando con una sonrisa de pelotudo que me dieron ganas de bajarte todos los dientes! ¡Y después llega Charly y nos dice que estaba todo bien, que no había problema! ¡Claaaaaaro! ¡No hay problema! ¡Vos te cogías a su novia, nosotros los encontramos ahí en pelotas, y el pelotudo me dice que no hay problema! ¡Casi le bajo todos los dientes a él también! ¡Todos unos pelotudos! -Concluyó revoleando los brazos por el aire como para enfatizar toda la bronca que sentía en ese momento. Los ojos le brillaban como si estuviera conteniendo sus lágrimas.

No sabía qué responderle a todo lo que acababa de decirme. Algo me había comentado Jessica aquella noche cuando las llevé de regreso, pero realmente no me había detenido a pensar en cómo lo habría vivido mi hermanita.
-Tenés razón… -Le dije en voz baja. –Fui un tremendo pelotudo. –La volví a rodear con mis brazos, y tomé como un buen signo que esta vez no luchara por liberarse. –No lo pensé en el momento.
-¡También! Con esa cosa que tenés ahí abajo, seguro que no te llegaba sangre al cerebro… Aunque tampoco es que se note mucho la diferencia. –Añadió maliciosamente.
-¡Bueno, che! –Dije, intentando reírme, aunque me había agarrado desprevenido ese comentario sobre mi miembro.
Antes que hubiéramos podido decir algo más, unos golpes sonaron en la puerta de la habitación de mi hermana.
-¿Qué es todo ese ruido? ¿Pasó algo? –Era mi vieja, con un dejo de preocupación en la voz. –No estarán peleando… ¿no?
Mi hermana se acercó a la puerta, la abrió unos centímetros para hablar con ella.
-No pasa nada, ma. –Ella estaba de espaldas a mí, y yo tenía una buena vista de su culo apenas cubierto por su pantaloncito. Ahora que las cosas se habían calmado entre nosotros, mi verga parecía haber vuelto a la vida y empezaba a sentir ese ya conocido hormigueo. –El estúpido de mi hermanito me hizo una broma pesada y casi lo mato, pero ya pasó.
-Bueno, pero a ver si hacen menos ruido la próxima. –Mi mamá asomó la cabeza para hablarme a mí. –Y vos, dejá de molestar a tu hermana. ¡Ya están grandes para esas boludeces! –Dijo, mirándome con reproche antes de retirarse.
Me levanté de la cama y me fui acercando a la puerta para irme a mi habitación, cuando mi hermana se dio vuelta y me abrazó con fuerza. Pude sentir su cabeza apoyada sobre mi pecho, y un poco más abajo también noté el contacto con sus tetas. Estaba haciendo un esfuerzo por controlarme, no quería que ella sintiera que la sangre se me empezaba a acumular abajo.
-No vuelvas a mandarte una cagada así, ¿dale? –Habló en voz baja, todavía tenía la cabeza pegada a mí.
-No te preocupes, hermanita, no va a volver a pasar. –Le di un beso cariñoso en la cabeza.
-¡Más vale que te portes bien o no te invito a mi cumpleaños! –Me dijo medio en broma, ya separándose de mí.
-¿Y perderte el regalo que te tengo preparado? –El próximo domingo lo íbamos a celebrar en familia y ya tenía todo preparado, seguro que le iba a gustar la sorpresa.
-¿Qué regalo? ¿Ya lo compraste? ¿Qué es? –No pudo ocultar su curiosidad. Casi que parecía que se había olvidado que estaba enojada conmigo.
-Ah, no sé… Sorpresa. –Dije, haciéndome el misterioso, disfrutando de dejarla con la intriga.
-Si no pensás decirme nada, más te vale que sea un buen regalo o me voy a olvidar que se me pasó el enojo. –Me amenazó en broma, o quizás no tan en broma. -¿Ahora sí te podés ir de mi pieza? –Abrió la puerta de su habitación de par en par, como para no dejar dudas.
-¡Yo también te quiero mucho, hermanita! –La agarré de la cintura y la levanté para abrazarla fuerte una vez más. No quise dejar pasar la oportunidad de sentir sus tetas presionando contra mi cuerpo de nuevo.
La bajé con cuidado y salí de su habitación. De casualidad no había rozado contra mi erección, que ya amenazaba con atravesar mi pantalón.
-¡Y a ver cuándo ampliás la lista de insultos! -Dije, burlándome de ella y yéndome antes que pudiera responderme.

Llegué a mi habitación y me tiré en la cama. Empecé a boludear con el celular, revisando Facebook, tratando de calmar mi cabeza, hasta que llegó un mensaje de Erica.

Miércoles mediodía. Ya sabés qué hacer.

Cartón lleno. Ahora sí que no había forma de que se calmara. Volví a pararme para revisar que la puerta estuviera bien cerrada, me tiré de nuevo en la cama y mi liberé del pantalón.
Volví a agarrar el celular con la intención de buscar algo para estimularme y noté una foto de Jessica en la pantalla. No era la primera que haría algo así, pero desde mis años de adolescente, con las hormonas mucho más alborotadas, que no pensaba en dedicarles una paja a las amigas de mi hermana.
Abrí su perfil y empecé a revisar sus fotos. Muchas selfies y aún más imágenes de memes, pero lo mejor era cuando aparecían fotos de cuerpo entero. Siempre subía fotos vestida bien perra, mostrando sus piernas largas y su cuerpo trabajado durante años de gimnasio.
En una de esas encontré una foto de ella que había subido en el gimnasio. Estaba ligeramente de costado frente a un espejo, lo que permitía apreciar sus curvas. ¡Lo bien que le quedaba la ropa tan ajustada! Tenía una calza de un color naranja brillante, que se le pegaba bien al cuerpo y le marcaba el culo de una manera espectacular. Un top del mismo color le dejaba el estómago plano al descubierto y sostenía sus pechos con firmeza. Daban ganas de arrancarle la ropa con los dientes.
Seguí revisando las fotos y de repente encontré un álbum de unas vacaciones que había tenido con mi hermana y con Betty un par de años atrás. Empecé a sentirme culpable cuando vi las fotos de las tres en bikini, pero no podía evitarlo. Veía el diminuto traje de baño que usaba Jessica, la tela era tan fina que podía ver cómo sus pezones sobresalían un poco. Parecía que con un suspiro se podrían soltar las tiras y quedar desnuda en cualquier momento.
Betty usaba uno que cubría un poco más, pero con los tremendos melones que poseía era imposible que usara algo más chico sin que se escapara algo. Estaba abrazada a Jessica por un costado y sus pechos se aplastaban contra su brazo.
Mi hermana aparecía del otro lado, también abrazando con fuerza a su amiga. Un bikini verde claro cubría apenas su cuerpo. Estaba un poco de espaldas hacia la cámara, por lo que podía ver nuevamente su cola bien firme. Ese culo era un canto de sirena que atraía a los desprevenidos sin que nadie pudiera resistirse. Podría haber sido moldeado por algún artista del Renacimiento y adornar un museo de arte clásico sin ningún problema. ¡Un culo digno de ser pintado por Da Vinci!
La culpa y la excitación se peleaban por ocupar el primer lugar en mis pensamientos. Era la cola de mi hermana, eran sus amigas. Estaba mal, yo lo sabía y no dejaba de pensar en eso, pero eran demasiado hermosas, y se veían tan sexys en las fotos…
Aumenté la intensidad al abrir las fotos de una salida de ellas a un boliche de la costa. Llevaban unas minifaldas y unas remeritas que apenas cubrían algo de su piel. Se veían como unas diosas y me excitaba cada vez más. Estaba a punto caramelo yo, y entonces llegué a una foto de sus caras de ellas donde se las veía juntas lanzando un sensual beso a la cámara.
Dejé volar mi imaginación y pensé cómo sería sentir los labios de Jessi recorriendo mi verga. Sabía que ella había tenido varias parejas, aunque ninguno le hubiera durado demasiado (“hasta que encuentre al indicado, me divierto con el equivocado” decía entre risas siempre que salía el tema a la luz). No sabía por qué, pero estaba seguro de que la chupaba re bien.
Luego pensé en Betty y en esas hermosas tetas que llamaban la atención en todos lados. Habría dado lo que fuera por sentir sus pechos subiendo y bajando por mi tronco mientras me miraba con ojos traviesos. Recordé el escote que había mostrado en el cumpleaños de Charly e incrementé el ritmo de mi mano.
Finalmente clavé mis ojos en la imagen de mi hermana, en sus labios tan sensuales, en esa carita angelical. Era tan chica y liviana, no tendría dificultades para levantarla y ponerla contra la pared mientras la sostenía con mis brazos, metiéndole mi verga hasta el fondo una y otra vez. ¿Qué cara pondría cuando alcanzaba el orgasmo? ¿Cerraría los ojos y echaría la cabeza hacia atrás? ¿Me miraría fijo mientras jadeaba de placer? Seguro sería la gloria poder ver esa expresión en vivo y en directo.
Cerré los ojos y se me vinieron a la mente los videos que había recibido de mis clientas favoritas e imaginé a Betty tragando mi semen, luego a Jessica, y finalmente mi mente fue poseída por la imagen de mi hermana saboreando mi descarga. Ahí fue cuando llegué al orgasmo y largué todo sin preocuparme de adónde iba a parar.

¿Qué mierda acababa de hacer? Ahora que la excitación había disminuido, me sentía culpable por haberle dedicado una paja a mi hermana. Pero había resultado tan placentero al mismo tiempo, que no pude evitar largar un gemido relajado. Estaba mal, lo sabía muy bien, y si ella se enteraba de lo que acababa de hacer, iba a armarse un escándalo peor que cuando me vio con la novia de Charly.

Abrí los ojos y justo en ese momento se abrió de golpe la puerta de mi habitación.

-Hermanito, quería preguntarte…

Miré hacia la entrada de mi pieza y me encontré con un par de ojos verdes abiertos al máximo, sorprendidos por la escena de la que eran testigos.
Al final no pude enterarme de lo que quería mi hermana, que me miraba boquiabierta y con la mano todavía en el picaporte, mientras yo sujetaba mi poronga. Unas gotas de semen espeso brillaban al bajar por el tronco en ese momento.

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Hasta acá el capítulo 4. Trataré de subir el siguiente durante la próxima semana, pero va a depender de los tiempos que tenga. Espero que lo hayan disfrutado. Desde ya gracias por los puntos y los comentarios. Nos leemos la próxima.

13 comentarios - Cómo descubrí que mi hermana adora mi pija (Parte IV)

_phb_ +1
Buen relato, estoy ansioso por la quinta parte, colega. Un saludo!
Adios-Toreador
me estan encantando estos relatos, deberían ir acompañados de la foto de una verga.. digo nomas, amo tus post. big fan
pacificlupus
Muy bueno, +10 y esperamos lo que viene
DGE1976
No me podés dejar así! Vamos con la 5ta entregaaaaa...saludos
chirama
Cada vez se pone mejor. Van 10
lumer +1
Qué buenos relatos!!!! Criminal el desarrollo de la historia!
Excelente. No tiene desperdicio. Me gusta que venís contando todo muy parejo y sin salirte con cosas raras.
No le bajes la calidad por apuro, sabés viejo? Vale la pena leer cada palabra y cada coma hasta ahora... cosa que con los otros relatos no pasa. A esperar lo que se viene. Saludos!
JessiSissyPutita
Buenísimo en serio, seguilo, vale la pena leerlo. +10
kramalo
muy bueno...!! ah!, apurate en largar la 5 parte, sino me cojo a tu hna....ja!
gereleo
Grande !!! Vas muy bien ,
van 10
barnum77
Que morboso me parece tu relato...
Me gusta como describes las situaciones y me haces envidiar mucho a Pedro!!!🤒🤒