-Érase una vez....-

Nos habiamos conocido por amigos en común, insistió e insistió hasta que me convenció para salir. 


Era previo a un feriado frió de 20 de Junio, recuerdo que me puse mi mejor ropa pero una remera escotada a propósito, quería provocarlo a ver hasta donde llegaba con mis 105 de tetas y mi pelo negro cayendo en ondas sobre el escote.

Cenamos, charlamos, la noche llegaba a su fin y yo solo podía pensar en el momento en que se levantó para ir al baño y que a su regreso pude ver el enorme bulto que había en ese pantalón, vista que me hizo imaginar como sería tener semejante pedazo en mi boca, enorme aún dormido.

Me llevó hasta el auto, estacionado en una calle paralela a la avenida, me ofreció llevarme a casa, acepté rezando de que me besara en el auto para poder manosearlo con ganas y ver hasta donde llegaba ese perfecto caballero. Y de caballero no tenía nada. Nada.

En el auto hacia frío, nos pusimos a hablar, y en uno de esos momentos donde las miradas se cruzan y bajan a la boca del otro para volver a encontrarse prendidas fuego fue que nos besamos profundo, su lengua perfecta recorría toda mi boca y sus manos me llevaban contra él mientras que yo me agarraba aún mas de su cuello, acercándolo hacía mi para apoyarle mis senos redondos, duros y llenos de expectación de tener esa boca en ellos.

Cuando quise darme cuenta, el auto estaba empañado, el tiempo pasaba y seguíamos en una lucha de manos que recorrían el cuerpo del otro sobre la ropa, hasta que me saqué la camisa y deje mi escote blanco y redondo con sus dos perfectos globos asomando expectantes de la musculosa y no hizo falta mas, para que se metiese de cabeza en mis tetas gruñiendo como un animal, rompiendo la remera en el intento por llegar a ellas, recuerden, como dije, no tenia nada de caballero al final.

Mis manos iban por su pelo mientras su boca me chupaba las tetas, su lengua jugaba con mis pezones y sus manos iban a mi entrepierna apretando y rozando sobre el pantalón, yo sentía como la miel de mi concha iba inundando mi tanga pidiendo por favor que le de acceso a esas manos y esa boca por horas, por que fueron horas las que me torturó sobre el pantalón, las que me chupo y lamió cada milímetro de mis tetas hasta que agotada le pedí que por favor me lleve a su casa.

Ya en su casa, en el perfecto living que daba al pasillo de su habitación, en medio del mismo, una mesa enorme, perfecta y tentadora para las mejores aventuras me llamó la atención, tanto, que me llevó a sacarme la ropa y sentarme con mis piernas bien abiertas en ella frente a la mirada atónita de mi cita, quien durante dos segundos quedó mirándome extasiado hasta que sólo atinó a sacarse el pantalón y ponerse un forro en esa verga que parecía un poste perfecto totalmente lustrado y lubricado que se metió hasta el fondo de mi ser mientras los dos gruñiamos de placer. Y así me tuvo durante unos minutos hasta que no pude aguantar y el orgasmo se abrió paso por mis entrañas como nunca antes había sentido, perfecto, fuerte y en oleadas de placer y calor que en vez de calmarme me incitó a seguir, mi cuerpo necesitaba más, mi cuerpo lo necesitaba, era una droga, y de las mejores que probé en mi vida. Así como estábamos, encastrados, me levantó y me llevó a la cama, se quitó el preservativo, se puso otro y volvió a penetrarme furiosamente, las oleadas de placer no paraban y mi cuerpo necesitaba más, necesitaba acabar de nuevo. Lo corrí con mi mano, me di vuelta, me arrodille, apreté mi cara contra el colchón y me ofrecí entera, cadera arriba, a que hiciera conmigo lo que quisiera, y de vuelta sentí esa verga venosa y enorme dentro mío, entrando y saliendo, llevándome al placer una vez mas mientras mi mano iba hacia mi clítoris, necesitaba el alivio de un nuevo orgasmo, necesitaba pajearme mientras me penetraba. Desesperada empece a pajearme apurada, lo sentía cada vez mas duro, estaba por acabar, y quería que mi orgasmo se confundiese con el de él. Entonces llegó el estertor, y me dijo de golpe "sos mía puta hermosa" provocando que mi orgasmo estalle en mi mano y en su verga, llevándonos a los dos al paraíso una vez más.

Había probado a Diego y quería más.

2 comentarios - -Érase una vez....-

bale06
Hermoso relato, quisiera estar ahí