Amores y desamores en el Buenos Aires Colonial. Cap. 6

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El enojo de Arnulfo hacia su mujer continuaba. Nunca la perdonó. La repudió y la ninguneó hasta el fín de sus días.
Esto lo notaba hasta la familia de María pero su padre callaba por conveniencia. Prefirió no defender el honor de su hija. Asi estaban las cosas. Igual no se visitaban. Cuando María quería ver a su familia iba ella, previo permiso de su marido. No usaba el carruaje, no vivían muy lejos el uno del otro.
Como las calles eran intransitables, las damas de esa época usaban sillas de transporte, techadas, llevadas en andas por cuatro negros. Seguro las habran visto en alguna peli de época. Eso usaban, en Buenos Aires de entonces, las damas de las familias muy adineradas.
María les había contado como fueron las cosas pero su madre se contentó con la recuperación de su hija y el padre prefirió el silencio. Su avaricia lo había llevado a acomodar a su hija con Arnulfo y eso era común y veneficioso en esa época. Un logro para su familia y eso no lo iba a estropear este incidente. Más con su hija recuperada.
Pero las cosas se iban a complicar porque María no podía darle descendencia ni asegurar la mezcla de los apellidos.
Arnulfo repudiaba a María, trataba de no encontrarsela y si lo hacía era solo para denigrarla.
El único sexo que tenían era en las noches que, borracho, iba a coger a su esposa. Solo la usaba para descargarse y María no recibía mejor trato que las esclavas. Eso era para su esposo.

Arnulfo hablaba de estas cosas con el capataz. Quizas si enviudara y se volviese a casar podría lograr la ansiada descendencia.
- Total, la torpe de mi esposa podría tener alguna otra caída.
- Deberá ser cuidadoso patrón. El médico no creo que haya creído la historia de la caída... se cuidó bien de abrir la boca, pero no debemos confiarnos demasiado...
Además, ¿No sería bueno pensar en ese famoso asunto de Cordoba? A lo mejor lo puede resolver por ahi....
Además ahora tiene que viajar para esa zona por sus "negocios", sería buena la oportunidad...
-Si. Tengo que ir -dijo Arnulfo- esos atontados de la aduana de Cordoba están causando problemas... los voy a tener que poner en caja! No saben con quien se están metiendo.

Arnulfo armó una expedición para ir a Cordoba. Carruaje, carretas esclavos y peones. Todo un ejercito por si aparecía algún malón. El viaje duraría al menos dos meses. En la aduana de Cordoba estaban poniendo trabas para el paso de su contrabando hacia Perú y el no entendía como podían hacerle eso con las "comisiones" que les dejaba.
El problema era que Felipe V, Rey de España, estaba cansado de las perdidas a la corona que le causaba el contrabando y estaba endureciendo sus políticas al respecto. Incluso ya estaban pensando crear el Virreinato del Rio de la Plata para tener un gobierno mas fuerte en Buenos Aires.
Mientras tanto María disfrutaba de la ausencia de su esposo en compañia de sus morenos.
Teresa tuvo una niña y fué la alegría de los tres. María se encargó de que nada le faltase y trajeron a otra negra joven, Roberta, para que Teresa pudiera dedicarle más tiempo a su hija, que bautizaron Laura.

Fueron tres meses de paz, de alegría por la niña que les llegara, de mucho sexo, en especial entre María y Mauro, con Teresa sumandoseles cuando Laura dormía y con Roberta sospechando hasta que fue sumada gustosa a esas fiestas de placer y sexo.
La morena fue "iniciada" una tarde que ayudaba en el baño a María, Teresa estaba presente porque la niña dormía.
Roberta bañaba a María y esta se entregaba al placer de las caricias de la morena, que ante los suspiros fuertes de María comenzó a inquietarse y a calentarse también. Teresa le mostraba como le gustaba a María ser bañada, enjabonaba sus pechos y la hacía suspirar. Roberta comenzó a hacer lo mismo, estaba muy excitada, tanto que agradeció las caricias que Teresa le comenzó a hacer a ella. María tomó la mano de Roberta y la llevó a su entrepierna, esta la frotaba y le hizo alcanzar un profundo orgasmo. Pronto las tres jovenes estuvieron desnudas y prodigandose caricias y lamidas por mas de una hora. Acabaron cuantiosas veces y Roberta no entendía como fue que las cosas terminaron asi.
Le contaron lo que hacían y el secreto que debía guardar si quería seguir disfrutando.
Roberta no tenía buenas experiencias en cuanto al sexo. Había sido desvirgada por Arnulfo hace unos cuantos años atrás y cogida sistematicamente por él y por el capataz. Fué embarazada por alguno de los dos y su hijo estaba trabajando en el campo junto al hijo de Teresa.
Fue la primera vez que disfrutaba en el sexo y esa noche se les sumaría Mauro para que la fiesta sea total.
Roberta no podía creer tanto placer recibido. Al igual que las otras dos jovenes estaba atrapada por esa experiencia de la que no queria apartarse.... nunca pensó que podía recibir placer de otra mujer ni de que gozaría tanto brindandoselo. Nunca pensó que le gustaría tanto chupar una concha mientras otra mujer se la chupaba a ella. Y en eso estaban con María cuando llegó Mauro y se les unió.
Teresa esta vez no fue de la partida, solo participaba cuando no estaba con su niña. Todo su amor y su placer estaban ahi, con ella. Ya habría tiempo para fiestas, incluso, mas adelante, las morenas se turnarían para cuidar a la niña, y asi poder participar de esas noches de placer.
Roberta no era tan bonita de cara como Teresa, pero tenía un cuerpazo forjado a puro trabajo. Un par de firmes tetas y un culo grande y muy duro que en ese momento era penetrado por la verga de Mauro, llevandola otra vez a la cima del placer.
De su concha se estaba haciendo cargo María con la lengua en el clítoris y dos dedos bien adentro, haciendo delirar de placer a la morena.
Despues Mauro penetró su concha y mientras la cogía la morena se deleitaba comiendole la concha a María.
Hubo pija para María también, por sus dos orificios.
Todos quedaron gratamente satisfechos.
A la mañana hablaban las tres jovenes sobre el giro que había dado sus vidas.
-Si alguien se enterase de esto sería condenada y quemada en una hoguera en la plaza mayor -dijo María- y sino Dios mismo me va a condenar y la hoguera que me espere será la del infierno.... pero aún asi no me importa. No puedo vivir sin esto y sin ustedes....
-No María -dijo Teresa- no hay ofensa a los dioses por gozar del placer que ellos nos regalaron...
-Ojalá - dijo María- porque yo voy a seguir gozando con ustedes.
Y dicho esto les dió un jugoso beso a cada una.
Continuará.

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