La Promesa

Puedo escuchar sus pisadas a mi alrededor. Son sonidoshuecos, casi húmedos, que se deslizan por el porcelanato, ligeramente frío, apesar de la calefacción. Huelo su perfume, intenso y amaderado; inunda missentidos y me marea cuando se acerca. Mis rodillas, dobladas sobre un cojín deterciopelo, perciben el frío y la dureza del suelo. El dolor punzante empieza anotarse por causa del tiempo que llevo en esta posición. Pero aun así, élespera y me rodea como quien trata de elegir cómo comenzar a deleitarse con unmanjar o tal vez, como un depredador acechando a su presa. Mis ojos estáncerrados, aunque la venda que los cubre, tampoco me permitiría ver nada. Laexcitación acumulada durante el día, la espera desde que llegamos aldepartamento, y la limitación de no poder ver hacen que me maree un poco, asíque paradójicamente, agradezco estar arrodillada para no perder el equilibrio.
-         Podes sentarte sobre tus talones si preferís.– Me dice en un tono amable, pero más distante de lo habitual, casi como si nofuéramos quienes nos despertamos cada mañana juntos.
Automáticamente, apoyo mi cola contra sobre mis pies,quienes ahora, se pegan al piso y el plugg que llevo metido dentro del culochoca contra las baldosas delatándose con un ruido metálico. Me resulta increíblementeerótico tenerlo puesto, es el adorno más perfecto para una sumisa. Esta muylubricado y lo siento correrse suavemente dentro de mi culo. Me mojo sin poderhacer nada más que suspirar. La ansiedad me está matanto. Una suave músicaempieza a sonar por los parlantes distribuidos en la habitación, y siento comomi piel reacciona ante las notas amplificadas en mis oídos.
-         Recostate sobre el piso, arrodillada comoestas.
Estiro mis manos y pego los pechos al suelo, al igual que mimejilla. Puedo oir el chasquido de un encendedor y unos segundos después, elaroma penetrante de los aceites florales siendo calentados. La presencia delplugg se hace más notoria, como así también mi humedad recorriéndome laspiernas. Cuando las pequeñas gotas comienzan a caer en la espalda y se resbalanpor mi culo, me dilato desesperada por tenerlo dentro mío. Es una sensación increíblementeplacentera y se amplifica cuando sus manos comienzan a recorrerme llevando conellas ese delicioso calor. Sus caricias, firmes y poderosas, me transportan a lugareslejanos. Y yo me dejo llevar donde quiera que el decida, porque ya no me queda voluntadpara atarme a la cordura. Sus manos me recorren y me despiertan, ahora metiéndoseen mi concha y jugando con mi clítoris para hacerme convulsionar entre susdedos. Levanta mi culo en el aire para tener una mejor posición y poder metermás dedos dentro mío, mientras que siento como roza con el plugg que me mantienedilatada para más tarde. Me chorreo desesperada, rogando que no termine nunca,que me deje suspendida en ese limbo para siempre, mientras que sus nudillos chocanuna y otra vez contra las paredes de mi concha. Mientras acabo, sus dedos meabandonan y toma su lugar un consolador lubricado que esta unido a una máquina.Su función: entrar y salir de mi cada vez más rápido y con más fuerza. Meretuerzo a sus pies de placer, pero también con cada empuje del enorme dildo,entra demasiado en mi causando un dolor que unido a la excitación, me nubla larazón. Gimo, y grito con cada orgasmo que moja el piso y me hace resbalar.
-         No te corras, quiero que te entre másadentro.
Yo lo intento pero fracaso porque mi cuerpo considerademasiado grande esa intrusión y cada vez que me corro, un restallido deadvertencia resuena en mi culo por mi desobediencia. Vuelvo a mi lugarinmediatamente después, comienza otra ola de orgasmos que me deja exhausta.
Me ayuda a incorporarme con delicadeza y me deposita en lacama para que descanse un poco.
Se respuesta a mi lado gloriosamente desnudo y con la pijarecostada sobre el muslo. Instintivamente me acomodo a su lado para podermeterla en mi boca y saborearla mientras se pone dura con mis lambetazos. Pasomi lengua por los huevos y los meto en mi boca para sentir como se endurecen.Huelo su aroma mientras subo por el tronco que se endurece a mi camino. Jugueteoun poco con la punta y succiono con firmeza para traerlo hacia mi. Me pierdo metiéndoloen mi boca y acariciándolo con mi lengua mientras trato de meterla cada vez másadentro, quiero que me llene. Toma mi cabeza con ambas manos y empuja para cogermela boca, mi concha se despierta de su adormilamiento y con cada envestida puedosentir que se moja desesperada y mi clítoris estalla rogando atención.
-Pajeate putita, te quiero ver acabar otra vez
Llevo mis manos a mi concha y me pajeo con desesperacióntratando de conseguir algo de alivio. No tarda en llegar y nuevamente acabo achorros mojando las sabanas. Me levanta y me ordena que le de la espalda, mesiente sobre él en cuchillas y meta su pija durísima en mi culo. Yo hago lo queme ordena y cuando saca el plugg que todavía llevo en mi interior, la deslizocon cuidado abriendo completamente mi culo. Siento esa pija dura que me llena ysubo y bajo para sentirla lo mejor posible. Él impone el ritmo con las manoshaciendo que salga por completo y luego se vuelva a clavar para llevarme otravez, un sinfín de acabadas que vuelven a mojar toda la cama.
Me acomoda en cuatro patas e y me hace el culo una y otravez mientras que yo grito y gimo al borde de la inconciencia. Siento como cadavez, la pija crece y se pone más dura hasta que explota llenándome de leche. Y yome desplomo agotada y feliz.
 
Antes de entrar en un sueño relajado y reparador, se acercaa mi oído y me susurra:
 
-Que linda que estuviste putita. Espero que este igual delinda cuando en la semana, te haga coger para mi, tal como hablamos el otrodía. Asi que ya sabes, preparate.
 
Siento una punzada directamente en el clítoris sumado a una descargade ansiedad; ahora sé que mis sueños podrán ser placenteros, pero difícilmentetranquilos.

0 comentarios - La Promesa