El marido de Martina nos dejó solos y le di semen

 
Siempre voy a todos lados, todo tipo de reuniones,fiestas, cenas. Y siempre hay un a vagina libre para explorar. Resulta que miamiguita carapachense y fuertona Martina me invitó por pedido mío a su casa a cenar. Recuerdanque está casada pero que su marido trabaja de remisero nocturno, así que habíaaprovechado primero para  preguntarleintimidades y luego para darle bien. Caliente con volver a vivir laexperiencia, me perfumé fuerte , campera de cuero y fui. Pero esta vez se diola cagada de que el quía estaba. Cuando me abrió él en lugar de ella, me hiceel boludo y lo saludé así nomás, acababa de cagarme la noche antes de arrancar.
 
El tipo, para colmo grandote y de voz fuerte, meacompañó al comedor y ahí la vi a Martina, encima de lo que me calienta vestidacon blusita y pollera de cuero, tacos altos, maquillada, me la cogía con undedo meñique, mirá. Le dije qué linda estaba, qué pinta, me chupaba unreverendo huevo si el otro  se enojaba.Yo estaba más enojado por no verla sola. Y se lo dije de la bronca: "¿Quéhacés?, hoy estás acompañada, te marcan de cerca", la jodí. "Sííí,Leo es un dulce, vino a quedarse conmigo y compartir la cena, tranqui que es recopado". Recopado la garcha, me ssaqué con fastidio la campera, me sentéde mala gana y comí sandwichitos con los dos, encima bien cargados, huevo,mayonesa, de todo, se me iba a parar bien. Para qué si Martina estaba con el tipo, encima a los besos, menosmal que él no le daba según había dicho.
 
Martina levantó todo, fue a la cocina y la espié deatrás, mientras el marido me conversaba. "Ahora te traigo el postreDiegui", dijo risueña, yo no quería mas postre que su concha mojada. Comí el postre, ellos también, charlamos, yo molesto por él , me consolé "deúltima paja en casa  y listo".
 
Pero no tuve que llegar a eso. Molesto todavía,agarré la campera y me la iba a poner cuando el tipo dijo "si querés tellevo". Le dije tajante que no, ni loco con el marido de una mina quequería vaginear. Ahí él me dio un abrazo, le dio un beso a su mujer  y se las tomó. Y entonces ocurrió: cuandoMartina volvió a mí que me estaba por ir, me insistió para que me quedara. Mimosa,caliente, la pollera de cuero, el perfume, todo. Ni lo dudé: a marido ido,garchada. Sin siquiera pedirle sexo, la agarré, la sujeté, la manoseé bien y laempujé de una a su pieza. Y la gauchita no sólo fue, sino que me estimuló, mesacó la ropa, yo a ella, me sacó el calzón, me amasijó el pene que se me parólarguísimo, se quitó su bombacha y cuando se puso en posición me le zambullí ytras metérsela de una, sin juego, le di hasta eyacular bien fuerte y abundantesemen en su vagina. Martina gimió de placer como loca y pidió más. YO me hicerogar: "Ah, trajiste a tu maridito y ahora querés más, bueno, yo te voy adar más vas a ver". Y tras darla vuelta sobre su colchón matrimonial, lagarché, cogí, culeé y casi embaracé de la frotada que le pegué y de laeyaculada que me mandé con semen a chorros. "Espectacular amor,gracias", le agradecí. Martina me agradeció la visita, me dio otrabombacha suya, un lápiz de labios que ya no usa y me prometió llevarme elviernes a merendar. Tal vez es otra ocasión para volver a darle a esta genial gauchita,y de mi Carapachay. Ojo chicas, nunca se queden solas, siempre hay un Diego Cuerocaliente y con el pene listo.
 

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