Familia y sexo capítulo 4

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Mi relación con papá pasó de una absoluta confianza a algo parecido a la vergüenza. Ya no le podía ver de la misma forma porque me hacía recordar esa sensación de su semen llenándome la boca, y el tamaño de su pene apuntando hacia lo más hondo de mi garganta. No sólo había roto una barrera más en torno al tabú del sexo en familia, sino que yo no estaba del todo lista para dar ese paso.
Más bien fue como un error, aunque realmente no estaba tan arrepentida, pues en cierta manera deseaba que la situación se repitiera. Era esa atracción a lo prohibido lo que me excitaba, y durante un buen rato me mantuvo algo excitada.

Por la noche cocinamos los pescados que atrapamos en el muelle y formamos una fogata junto a la playa. Platicábamos de diferentes temas triviales como la situación laboral en el país y cómo los políticos empezaban a engatusar a la gente a base de mentiras y demás, pero a medida que la noche pasaba, las cosas empezaron a variar un poco, especialmente en Celia y Tifany, que se demostraban su amor dándose besitos de vez en cuando a la vista de mis padres. Me pregunté cómo se lo tomarían ellos, que miraban a su hija comerse la lengua de su novia. Incluso a mí me excitaba un poco ver cómo Celia acariciaba las piernas de mi hermana.

—Estos pescados estaban deliciosos —dijo mi madre y alabó a su hombre como proveedor de alimento. Mi papá me miró con un coqueto brillo en los ojos y yo me sonrojé y aparté la mirada.
—Es que Jennifer fue muy buena con las manos y el anzuelo.
Nos reímos por el doble sentido de su tono de voz y luego permanecimos un rato en silencio, disfrutando con sólo el ruido del océano rompiendo contra la costa y el giro de la luz del faro que estaba sobre un acantilado. Comenzaba a hacer un poco de frío por la brisa y mi madre dijo que ya era hora de volver a la casa y dormir un poco.
—Yo me quedo un poco más —anuncié porque quería pensar un poco en lo que respectaba a mi padre.
De inmediato Celia dijo lo mismo y se despidió de mi hermana con un bonito beso en la boca. Lilian, que estaba asando malvaviscos en la fogata y hablando por teléfono con sus amigas, también se quedó.
—¿Te pasa algo? —me preguntó Celia, arrimándose a mí —. No estás tan platicadora como siempre.
—Ehm… no. Me encuentro perfectamente. ¿Y tú? Veo que estás muy embelesada con mi hermana. Parecen hechas la una para la otra.
—Lo estamos, aunque tú también tienes lo tuyo. Las dos son tan parecidas.
—Sí —me reí nerviosamente.
Caminé un poco por la playa sin intenciones de alejarme. Vestía sólo un camisón, así que las piernas se me congelaban. De repente escuché las risas de Lilian y miré en dirección a la fogata, donde Celia estaba contándole algo a mi hermana. Regresé al calor del fuego y me senté al lado de ella.
—¿Qué tanto ríen?
—Nada —sonrió Celia con coquetería—. Sólo le estaba contando unos chistes picantes a tu hermana.
—No alientes la imaginación de Lilian. Luego se pone como perra en celo.
—¡Oye! —me gruñó la chica.
Celia se rio de nuestros juegos le apretó los pechos a Lilian. Ella se carcajeó e hizo como que se protegía los encantos.
—¡No me toquen, basuras!

—¡Tú comenzaste! —exclamó Celia y empezó a manosear por todos lados.
Acepto que fue interesante ver a la amiga de Tifany intentando meterle mano a nuestra hermana menor, y como me parecía divertido hacerla enojar, la sujeté de los brazos para que no se moviera. Celia pudo al fin agarrarle los pechos con total libertad y en un momento dado Lilian dejó de resistirse.
—Es una pena que no las tengas tan grandes como tus hermanas.
—Pero tengo un bonito trasero —dijo con una astuta sonrisa.
—Eso me consta —le di un sonoro beso en el cuello que le arrancó unas risas. Así era Lilian, como mi muñeca de juegos y a ella le gustaba. Era tan sólo un par de años menor que yo y aunque se decía ser muy madura, la verdad es que no lo era.
—Uhm… pues yo no he tenido el placer de ver tu belleza en todo su esplendor.
—Lástima.
—Ay sí. Vamos a darle un vistazo.
—¡Estás loca! No te voy a enseñar las nalgas.
—Vamos, sólo un poco y te prometo que dejo de molestar.
Lilian se lo pensó seriamente. Yo sabía que detestaba un poco a Celia porque siempre la andaba fastidiando y lanzándole indirectas a su poca estatura.
—Ash. Está bien, pero promételo.
—Lo prometo.
Lilian miró para ver si no había nadie, y sin pena ni tapujos, se puso a cuatro patas y nos mostró su trasero respingón. Celia no se conformó con eso y le bajó los shortcitos. Grande fue nuestra sorpresa ver que Lilian no hizo ademán de molestarse y como no llevaba ropa interior, pudimos ver con total claridad su vulva estrecha y totalmente peladita. Ella, divertida, movió un poco las nalgas.
—Uy, mira quien parece un bebé. Se nota que eres virgen.
—¡Deja de molestarme con eso! No lo soy.
—Tienes una vagina de niña.

—Ya, Celia —le advertí, y quién sabe qué fuerza me movió que me aventuré a separar un poco las nalgas de mi hermana para que pudiéramos ver su rosado y estrecho hoyuelo que clamaba ser penetrado.
—Eso sí que se ve bien —Celia se apresuró y tomó una foto con su teléfono—. Esto será mi fondo de pantalla.
—Okey, ya les mostré todo, así que ya déjenme en paz. A ver la foto.
Lilian se sonrojó cuando observó su imagen de nalgas abiertas y le dijo a Celia que no se la mostrara a nadie más. Ella lo prometió, pero yo dudé de que lo fuera a cumplir.
—¿Y cómo fue tu primera vez? —pregunté a Lilian. Nunca me había contado esa historia.
— Hubo un hombre en el gimnasio donde solía ir, pero cuando intentó metérmela, se corrió de inmediato.
—Eso es porque eres muy estrecha —comentó Celia—. ¿Y no te gustan las mujeres?
—Me encantan las maduras. Las de mi edad, no. Aunque la verdad, me considero heterosexual.
—¿Cómo lo hacen tú y mi hermana?— le pregunté a Celia, y ella sonrió.
—Tenemos un strap-on. Tifany se lo pone en la cintura. A veces le gusta actuar como el hombre
Las dos me miraron.
—¿Qué?
—Ya mostramos nuestros encantos. Faltas tú.
—Lo siento, chicas. No será tan fácil.
Ambas protestaron.

Celia no cumplió con su promesa y le mostró la foto de Lilian a Tifany. Nuestra hermana menor, al saberlo, le echó la bronca, pero al final decidió que no era para tanto y todo pasó a ser una pequeña y picante broma, la cual decidimos convertir en una noche de chicas sólo para jodernos entre nosotras y pasar el rato. Así, Lilian, mi hermana y su novia nos metimos al cuarto para platicar un poco no sólo sobre nuestras experiencias, sino también de algunos miedos e ideas que teníamos en cuanto a la vida.

Cuando me enviaron a la sala a buscar unas bebidas, vi a mis padres tomando algo de vino en la sala. Estaban hablando en voz algo fuerte sobre los gastos de la casa y que mi papá deseaba renunciar a su empleo para dedicarse a otra cosa. Me quedé oculta para ver qué decidían hacer y también me extrañó que no hablaran de eso con nosotros. Al poco rato mi padre, molesto, se fue de la casa y cerró con un portazo. Mi madre se quedó en la mesa con la copa en la mano.
—¿Mamá? ¿Todo bien?
—Sí —sus mejillas estaban un poco rojas—. Tu padre está algo molesto por el trabajo, pero ya se le pasará. Salió a buscar a tu hermano al club que está por acá cerca. Creo que los dos se quedaran a beber. ¿Qué hay de ti? ¿Qué hacen todas reunidas?
—Estábamos teniendo una charla de chicas.
—Uy, qué interesante. ¿Puedo acompañarlas?
—Ehm… claro. Ven.
Cuando mamá entró al cuarto, las tres chicas de allí se pusieron algo tensas.
—No, no. Relájense, niñas. Sólo vine a pasar el rato antes de irme a dormir.
—¿Julia? —Preguntó Lilian —¿Estás borracha?
—Tonterías, mi cielo. Sólo algo tomada y acalorada.
Le hicimos un espacio en el círculo para que se acomodara. La incomodidad era evidente, pues mamá era la madura del grupo y por ende la que tenía la autoridad.
Durante un momento nos quedamos charlando sobre tonterías como el clima y lo bien que la estábamos pasando gracias al amigo de mi hermano que nos prestó la casa.
—Tengo una pregunta que hacerle a Celia —dijo Julia. Mi hermana se puso tensa. No quería que mamá hablara con su amante.
—Oh, sí. ¿Qué es?
—¿Has hecho el 69 con mi hija?
Celia se sonrojó porque no nos esperábamos esa clase de preguntas. Lilian estalló en risas y tomó un sorbito del vino que tenía mamá en la botella.
—Vamos, contesta —alenté.
—Bueno… sí, lo hemos hecho. Prefiero estar abajo.
—Pues sí que te gustan las mujeres. Yo tuve una etapa en mi adolescencia donde estaba enamorada de una amiga mía. Sólo lo hicimos una vez. Luego ella se mudó y nunca la volví a ver.
—Es que usted es una mujer muy atractiva —sonrió Celia—. Seguramente todo mundo quiere besarla.
—Eso me dicen siempre.
—Te reto a que beses a tu madre —la propuesta de Celia tomó a la pequeña por sorpresa, que estaba ocupada tocándose las uñas.
—¿Qué?
—Qué beses a Julia. Hace rato, en la playa, dijiste algo sobre que también te gustan las mujeres mayores.
—¡Estás loca! —exclamó Lilian.
—Anda, no que muy valiente —exclamó Tifany. Por un rato todas miramos a la mujer madura pensando en que no lo haría.
—Ven, cariño.
—Pero… mamá.
—Anda, no seas así. Ya comenzamos a jugar.

Lilian, totalmente ruborizada, gateó hasta mamá y le soltó un tierno beso en los labios. No obstante, la mujer decidió que podría ser más intenso, así que lo hizo como si fuera alguna clase de bestia sexual. La pobre chica quedó apresada entre los cariños maternales y se separó, jadeando.
Todas aplaudimos cuando terminó.
—En realidad —continuó diciendo Celia—. Todas las mujeres tienen alguna clase de atracción por su mismo sexo en alguna parte de su vida. Es la naturaleza humana. Incluso se da entre hermanas.
—¿Es como cuando Tifany me mira el atractivo? —mi pregunta fue recibida por una mirada de cállate proveniente de mi hermana.
—Sí. Por ejemplo, Jennifer, frota tus pechos en la cara de Tifany y verás cómo le gusta.
—No lo creo.
—¡Hazlo! —exclamó Julia, que ya se había terminado la mitad de la botella de vino.
Como no tenía pena de hacerlo con mi propia hermana, me quité la blusa y me deshice del sostén. Tifany soltó una carcajada y se quedó quieta mientras yo embarraba mis grandes pechos por toda su cara. Ella incluso aprovechó para meterse uno de mis pezones a la boca, lo cual me arrancó un gritito cuando me mordió.
—Hagamos otro reto —sugirió Tifany—. Esta vez, a Lilian. Se ve un poco apagada esta noche.
—¡¿Qué?!
—Mastúrbate delante de nosotras.
—¡Ah! ¡Mamá!
—Hazlo…
Lilian sintió el peso de nuestras miradas. No tenía a donde huir. Maldiciendo, separó las piernas. Julia y Celia la sostuvieron de los tobillos para dejarla un poco más abierta. Luego, la hermanita de Alejandro empezó a manosearse por encima de su short. Lo hizo en círculos, presionando su clítoris con fuerza y rasgando como si tocara una guitarra. Sus mejillas cobraron un vivo color.
—Ah, miren quién es una experta en la masturbación —dijo mamá.
Yo me acerqué un poco y vi unas gotitas de flujo que se le empezaban a formar. Lilian siguió masturbándose con más fuerza y velocidad. Mi mamá se reía y le acariciaba la frente a su hija. Vi que Tifany se empezaba a pellizcar los pezones por debajo de su ropa al ver como nuestra menor se frotaba el clítoris.
—Bien, suficiente —dijo Lilian y cerró rápidamente los muslos. Ahora se dirigió a Julia.
—Mamá ¿verdad o reto?
—No seré menos que ustedes. Reto.
—Bueno, desgraciadas. Ya que me hicieron tocar frente a ustedes, quiero que Julia le chupe el coño a Celia por encima de la ropa.
—O por debajo —sonrió la amante de mi hermana. En un acto de extrema lujuria, se quitó los shorts y la ropa interior.

Miré a Julia. Tenía los labios entreabiertos y una expresión asustada en su carita de ángel salpicada de pecas. Celia se sentó con las piernas alejadas entre sí. Mamá gateó hasta la chica.
Suavemente deslizó su lengua por encima de los pliegues. Mordió un poco. Inclusive yo comencé a emocionarme por lo caliente que se estaba poniendo la situación. Lilian, que tenía las piernas muy juntitas, llevó su mano a ese pequeño espacio para masturbarse. Cuando vio que la estaba observando, se sonrojó y siguió haciéndolo.
—Listo —se separó de mamá como si nada hubiera pasado. Una lamida larga y lenta a toda regla, desde la hendidura hasta el monte de venus.
Lilian sacó su mano de su entrepierna y examinó con un signo de interrogación sus dedos húmedos.
Tifany volvió a molestar a nuestra hermanita Lilian.
—Parece que te gustó lo que viste, niña. ¿Cuál es tu fantasía sexual?
—Y no se vale mentir —le advirtió mamá.
—Em… veamos. Estar con dos chicos a la vez.
—Anda, tremenda me saliste —dijo Julia y le dio una palmadita en la espalda.
—¿Cómo quieres hacer eso si sigues siendo virgen por atrás?—se burló Tifany.
—Se vale soñar, y cállate, estúpida. Y ya que tienen ganas de molestarme, tengo un reto para Tif.
Esto se estaba poniendo mal. O bien.
—. Te reto a… mmm… deja que Jennifer te masturbe con un consolador.
—No tengo consolador.
—Yo sí —dijo mamá y salió. Al poco rato regresó con un dildo negro y bastante grandecito.
—¡Están locas! —gemí.
—¡Vamos, no seas miedosa!
Tifany hizo un mohín, pero como estaba igual de caliente que todas, se quitó sus braguitas y se puso en cuatro patas, con la espalda arqueada y ofreciéndonos una vista maravillosa de su sexo.
—Mamá ¿qué haces con esta cosa?
—Una tiene necesidades.

Celia escupió sobre la vagina de mi hermana para lubricarla y hasta la masturbó un poquito para excitarla más. Entonces me apresuré a deslizar el dildo negro en el interior de su vulva. Mientras lo hacía, yo tenía una expresión de disgusto, tal vez algo de asco. Los jugos de mi hermana mezclados con la saliva de la otra muchacha.
Ella jadeó y arqueó un poco la espalda. Lilian miraba todo de cerca y yo, con mucho cuidado hundí esa cosa en el sexo que tenía frente a mí. Luego lo saqué y lo volví a meter una y otra vez. Al principio fue un poco duro, pues el interior de mi hermana no estaba dilatado, pero gracias a sus jugos, al poco rato ya estaba gimiendo de lo lindo mientras la taladraba con esa cosota.
—Te lo estás tragando enterito, pilluela.
—No sé si reírme o llorar —dijo ella.
—Listo, oigan ¡sigamos con el juego! —dijo Lilian y yo me apresuré a sacar el dildo.
—¿Quién quiere lamerlo?
—Dámelo, es mi novia —declaró Celia y me quitó el dildo.
—Esta cosa sí que nos va a servir. Toma, guárdala, Lilian.
Mi hermana le dio un besito al glande de plástico y lo guardó entre sus muslos bien apretados.
—Bueno, es hora de continuar.
Iba a ser una noche de chicas a toda regla.

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No se vayan sin comentar! :V

11 comentarios - Familia y sexo capítulo 4

veteranodel60 +1
Exitante y caliente, van 10 puntos
Leona40k
te lo agradezco mucho 🙂
atarantes
oojojojojoj muy bueno, +10, esto me esta gustando cada vez mas, espero el siguiente con muchas ansias!!
Leona40k
Gracias! no olvides comentar 🙂
erazodh +1
muy bueno me gusto muchisimo
Leona40k
eso era lo que esperaba 🙂
sanch3z +1
buenisimo! 😍
Leona40k +1
Es un gusto oirlo 🙂
Ryband46 +1
Cada vez me meto mas en l historia jajaa me dejas super caliente !
Leona40k +1
quisiera que leyeras la continuación 🙂
Ryband46
Perdon@Leona40k hacia rato que ko me meto ahora la leo ! Jaja gracias
Jodoon765 +1
Esta historia se pone cada vez mejor, me gusta mucho!
Leona40k
Mil gracias a ti 🙂
AngelFold +1
Muy buena historia al palo hasta ver que pasa jaja
Leona40k +1
jeje, gracias a ti por comentarla
jotag88 +1
que paso con el resto!!!!
Leona40k
disculpa la tardanza. está en mi perfil el capítulo 5
AlexVolton02 +1
Que lindo, la 5ta parte pronto, van los 10
Leona40k
Gracias a ti por comentar 🙂
Leona40k
Gracias a ti por comentar 🙂