Por el Momento - Capítulo 2 (final)

Pedro caminó al consultorio, lo primero que vio fue a la Dra. Martinez de pié al lado de la camilla. Un poco más allá, sentada en el escritorio, una mujer también vestida con una chaquetilla médica blanca, leyendo una carpeta. Pedro no esperaba encontrarse con nadie más y estaba dubitativo mientras avanzaba. La otra doctora se puso de pié y bajó la carpeta. Pedro de repente descubrió para su horror... que era Andrea!!
Inmedíatamente trató de cubrirse. Liberó su brazo de la doctora y llevó ambas manos a sus genitales. Su tremenda humillación lo traicionó. Él simplemente no podía creer que Andrea estuviera allí!!! Estaba tan horrorizado que lloraba de angustia como un chico. Se sintió tonto y menospreciado cuando Andrea se acerco para hablar con su madre, ignorando por completo la desnudez de Pedro y el mal momento que estaba atravesando. Simplemente se trataba de dos profesionales con sus impecables chaquetillas médicas blancas, conversando sobre uno de sus pacientes, que tenían desnudo frente a ellas.
- Vas a necesitar la historia clínica del paciente mamá? - Andrea le pasó la carpeta a su madre y después miró a Pedro. Tenía una expresión fría y profesional mientras Pedro se cubría frente a ella. Pedro casi imploraba a la Dra. Martinez, parado frente a ella temblando y con las manos en sus genitales.
- Por favor.... er.... Doctora... er... por favoooooorr... no en frente de Andrea...
La Dra. Martinez parecía sólo estar preocupada por la historia clínica que estaba leyendo mientras le contestaba al muchacho.
- No seas tonto Pedro... Andrea va a ser una excelente doctora. Me asiste todos los sábados en la clínica desde hace dos años y tiene mucha más experiencia que cualquier estudiante de medicina. Es más, a partir de ahora te vas a dirigir a ella como Dra. Andrea o simplemente doctora... después de todo te vamos a hacer la revisación médica juntas. Andá a pararte frente al escritorio así empezamos.
Pedro sintió un color en todo el cuerpo. No podía creer que lo iban a revisar en frente de Andrea. Él estaba consciente que su suave y afeitado pubis acentuaría su desnudez. Apretó sus manos contra su pubis mientras caminaba. Para Pedro la mayor humillación había sido la fría actitud que había mantenido Andrea mientras estaba de pié junto a su madre. Con su chaquetilla médica blanca, que le quedaba perfecta. La martingala en la espalda resaltando su cintura a la perfección y con el largo justo para revelar sus hermosas piernas. El escote quedaba visible luego del refinado cuello mao y la tela de algodón acentuaba el hermoso contorno de sus pechos. Andrea lucía encantadora y cómoda. La pulcra apariencia y su auto confianza, acentuaba la diferencia entre su posición de autoridad y la de miserable vergüenza del chico desnudo.
Fue la Dra, Susy la que lo hizo mover. Le pegó una buena palmada en el trasero, antes de agarralo del brazo y hacerlo marchar a la posición frente al brillante escritorio blanco.
- Parate derecho y con las manos en la cabeza. Te quiero ver con las piernas bien saparadas, vamos... obedecé y asumí la posición. Si no obedecés, te voy a poner en el escritorio y te voy a dar una paliza. Qué vas a hacer Pedro?
Pedro se puso colorado, su cuerpo temblaba de vergüenza cuando sacó sus manos del pubis y se paró derecho. Consciente del fresco que pasaba por su afeitado pene y testículos, se vio obligado a levantar sus brazos y poner sus palmas sobre su cabeza... y después con un gran esfuerzo separó sus pies.
- Vamos... bien saparados!... Qué desobediente sos!
Se sentía muy humillado cuando separó sus pies a más de un metro de distancia entre ellos, antes que la Dra. Susy estuviera satisfecha con su posición. Él se daba cuenta que Andrea tendría perfecta visión de su trasero mientras él estaba mirando al escritorio. Con vergonzosa resignación por lo inútil de sus protestas, quedó de pié como le habían indicado.
Él sintió como la cara le ardía de angustia e indignación mientras estaba ahí parado, esperando, sabiendo que tarde o temprano Andrea volvería al escritorio y vería sus rasurados pene y testículos. La vergüenza ante el prospecto de tener que estar en ésa posición mientras Andrea lo observaba era demasiado.
Pudo sentir las lágrimas de vergüenza bañando sus ojos cuando escuchó a Andrea acercarse. Indiferente a su sufrimiento ella pasó a su lado y se ubicó al otro lado del escritorio. Ella ni siquiera lo miró mientras tomaba asiento y ordenaba los papeles sobre la blanca superficie del escritorio. Pedro temblaba esperando lo inevitable. Para su absoluta vergüenza Andrea lentamente levantó la cabeza y lo observó. Él podía sentir los ojos de ella recorriendo su cuerpo de arriba a abajo evaluándolo fríamente, humillándolo mientras observaba directo a sus rasurados genitales.
Andrea estaba encantada con el aspecto del pene y los testículos. La piel del inflamado escroto parecía pálida comparada con el resto del cuerpo que aún conservaba vello. El pene colgaba sobre el palpitante escroto mientras el chico permanecía de pié con las piernas vergonzosamente abiertas. Ella se frotó las piernas bajo el escritorio, encantada, y cuidando de ocultar sus sentimientos adoptando una postura clínica y profesional. Ella sabía que el chico estaría completamente avergonzado de su pene y testículos afeitados.
Ella no sonrió ni le dio ninguna confianza por su amistad. En su lugar, se mantuvo clínica y lejana. Bajó la cabeza y empezó a leer la primer planilla mientras la Dra. Martinez se paraba al lodo del chico.
Pedro podía sentir el aroma del delicado perfume de la Dra. Martinez mientras ella se acercaba y apoyaba la fría palma de su mano contra su estómago. Pedro se sacudió con el primer contacto mientras ella levantaba el estetoscopio y apoyaba el congelado diafragma contra su pecho.
- Bueno Pedro, respirá y retené el aire hasta que yo te diga - Pedro obedientemente tomó aire mientras la doctora empezaba a mover el diafragma por su pecho - Muy bien. Soltá.
La Dra. Martinez cambió la postura de su mano, pasándola alrededor de su cintura mientras se le acercaba. Ella notaba que el chico temblaba mientras movía el estetoscopio por cada centímetro de su pecho.
- No se detectan anormalidades, pero "P" es 100 - le dijo a Andrea mientras caminaba alrededor del chico desnudo para ubicarse a su espalda. La cara de Pedro estaba completamente colorada mientra miraba como Andrea completaba los resultados en la planilla.
La Dra. Martinez se tomó su tiempo para admirar el desnudo trasero del chico antes de continuar, ubicándose muy cerca casi rozándole los glúteos, le apoyó el estetoscopio en la espalda. Casi con malicia deslizó su mano alrededor de las caderas del muchacho, deliberadamente apoyando sus dedos en la delicada área justo sobre el hueso. Ella sentía el cuerpo del joven temblar mientras sus dedos le tocaba el pliegue entre la pierna y la cadera. Andrea vio la mirada de consternación en los ojos del chico mientras su madre le empezaba a pasar el estetoscopio por la espalda. Andrea sabía que tarde o temprano el delicado tacto de su madre excitaría al chico. Cintia le dio a Andrea una mirada de aprobación por sobre el hombre del chico.
- Otra vez sin nada anormal, "P" es elevado y regular - Cintia dejó caer el estetoscopio colgando entre sus pechos mientras caminaba frente al chico y apoyaba ambas manos a cada lado de su cuello.
Lod dedos de ella estaban fríos comparados con la piel del muchacho. Ella lo tocaba delicadamente pero presionando.
- No se detectan nódulos ni a izquierda ni a derecha del cuello - Pedro miró el hermoso rostro de la Dra. Martinez, temblando mientras le pasaba las manos por el cuello. Las palmas de sus manos acariciaban su piel y se deslizaron por su pecho hasta debajo de sus axilas.
Ella lo tocaba de forma delicada y deliberadamente sensual mientras las puntas de sus dedos se movían hacia la zona de sus recientemente depiladas axilas. Cintia deliberadamente se acercó a él, de modo que su chaquetilla blanca tocara la punta de su pene mientras le examinaba las axilas. Ella lo miró a los ojos, mirando la vergüenza mientras ella sensualmente hurgaba en la carne. Ella sintió un escalofrío en el cuerpo cuando la tela de fino algodón de la chaquetilla médica frotó contra la punta del pene.
- No se detectan nódulos.
La Dra. Martinez miró a Susy que estaba ocupada fijando los estribos a la camilla. Susy deliberadamente había esperado hasta que la revisación del chico empezara para que él no viera lo que ella estaba preparando. Ella sabía que ver los estribos le hubiera dado al chico idea de lo que iba a pasarle.
- Dra. Susy puede pasarme el baco por favor - Cintia se aseguró de mantener la atención del chico mientras esperaba a Susy. Lo miró todo el tiempo a los ojos hasta que Susy dejó el banco al lado de Cintia.
Cintia sostuvo la mirada del chico mientras se sentaba en el banco. La expresión de Pedro mostraba su ansiedad por lo que estaba por venir. Ella sacó un par de guantes de látex de uno de los bolsillos de su chaquetilla médica y se tomó su tiempo para colocárselos y ajustarlos a cada dedo antes de apoyar sus manos en las caderas del joven y deslizar sus dedos hasta el pliegue de la ingle. Ella lo escuchó respirar profundamente mientras los dedos se acercaban peligrosamente al pene y los testículos.
Pedro no pudo evitar reaccionar al suave tacto de las manos enguantadas sobre su piel. El corazón se le hundió en desesperación cuando sintió su pene palpitar como primera manifestación de su excitación. No podía hacer más que esperar que la doctora se dirigiera a Andrea.
- No hay inflación de los nódulos linfáticos - expresó, mientras examinaba ambos lados de la ingle.
Pedro no podía evitar mirar a Andrea que marcaba casilleros en los formularios. Ella lo miraba con una expresión fría y clínica, más allá de las emociones que sentía. Ella podía ver que el chico estaba más avergonzado que nunca. Esperó a que su madre alejara el banco, dejando el cuerpo del muchacho totalmente expuesto a su mirada. Ella inmedíatamente notó que el pene se había agrandado durante la última parte del examen y mientras lo observaba lo pudo apreciar palpitar, haciendo el glande latir arriba y abajo. Lo escuchó gemir desesperado y angustiado cuando él notó que ella lo observaba.
Cintia ubicó el banco a un costado para no interferir en la visión que Andrea tenía del chico.
- La espalda derechita y las piernas bien separadas mientras te reviso las bolitas. Vamos!... así... Quiero que tosas cuando yo te diga... - ella levantó la mirada para verlo ponerse colorado mientras hurgaba en su escroto y lo sostenía en su mano. A través de los finos guantes de látex ella podía sentir la piel encogerse al frío tacto de su mano. Hábilmente atrapó todo el escroto en su mano mientras el muchacho gemía de vergüenza.
- Muy bien... tosé - Pedro sintió su pene palpitar violentamente mientras la doctora le sostenía los testículos. Él sentía tanta vergüenza que no podía evitar mirar a Andrea a ver si ella esta observando esta parte tan íntima de su revisación. Él notó que ella lo observaba. Él no fue lo suficientemente rápido como para retirar la mirada... y sus ojos se encontraron... para vergüenza de Pedro.
- Vamos... tosé de nuevo - la doctora hacía rodar sus testículos dentro del saco escrotal. Ella notó que el pene le crecía rápidamente mientras los dedos jugueteaban con las inflamadas orbes dentro del arrugado escroto
- Los testículos están muy inflamados pero no hay signos de hernia. Dra. Andrea, registre que vamos a tener que tomar una muestra de semen - Pedro se sacudió impresionado cuando la doctora tranquilamente anunció sus intenciones.
- Pedro, ahora te quedás bien quietito mientras retiro el prepucio. No te muevas. Los chicos se ponen nerviosos cuando les reviso el pitito...
- Oh... er... por favor... doctora... - Pedro no sabía dónde meterse mientras miraba hacia abajo para ver a la doctora sosteniéndole tranquilamente el pene e inmediatamente retraerle el prepucio. Casi no pudo sostenerse ante la aguda sensación. Su pene estaba completamente erecto y Pedro podía sentirlo palpitar permanentemente.
- Vamos Pedro... Quedate quieto! - tranquilamente Cintia tiró el prepucio hacia atrás hasta que se puso tenso. Ella podía sentir al chico temblar y sacudirse mientras deslizaba los dedos sobre el glande.
- Aaaaaaaaggghhhhh.... ooooggghhhhhh..... - él no podía contenerse mientras Cintia simplemente tiraba la piel hacia atrás mientras examinaba el glande. Pedro estaba temblando y sacudiéndose con sus sensaciones mientras la doctora continuaba con el íntimo examen aparentemente inconsciente de la incomodidad que causaba. Ella hablaba con voz fría y calamada, ignorando los jadeos y quejidos mientras se dirigía a Andrea.
- No se detectan anormalidades... pero el prepucio es apretado y restrictivo. El pene se puso erecto durante el examen. Registre que recomiendo someterlo a tratamiento con la correspondiente extracción de semen. Ahora le voy a revisar la próstata - la doctora se puso de pié quitándose los guantes y descartándolos mientras le hablaba a Susy - Guantes y lubricante por favor. Dra. Andrea ponga al paciente en posición
Pedro temblaba cuando la doctora lo soltó y se quitó los guantes, dejándolo de pié con las piernas abiertas y su pene erecto apuntando hacia arriba, lejos de su pubis. Andrea lo ignoró completamente mientras se acercó y lo agarró de las muñecas para abajar sus manos de la cabeza.
- Inclinate Pedro, con las piernas bien separadas y apoyá las palmas de las manos en el escritorio.
Pedro se sonrojaba mientras Andrea lo obligaba a inclinarse hasta dejar las manos bien separadas al borde del escritorio. Para su desgracia Pedro sintió las manos de Andrea en sus hombros y su cabeza forzándolo a asumir la posición. Cuando el chico alzó la mirada pudo ver a Andrea mirándolo directo a los ojos.
La última parte del examen había sido tan humillante que le había dado poco tiempo a Pedro para evaluar la intención de la doctora de tomar una muestra de semen. Él tembló y se sacudió, avergonzado mientras se inclinaba hacia adelante con las piernas bien separadas mientras su pene palpitaba violentamente. Escuchó a la Dra. Susy acercarse detrás de él y el inconfundible sonido de los guantes de látex calzando en sus manos y en seguida sintió las frías palmas enguantadas en su trasero.
 - Pedro, quiero que relajes bien la colita para que la doctora tenga completo acceso. Yo te voy a separar los cachetes de la cola y quiero que te portes bien... me entendiste Pedro? - la voz de la Dra. Susy era severa mientras apoyaba una mano en cada nalga del muchacho.
- Relajate - Pedro tembló mientras la Dra. Susy le separaba los glúteos. Se dio cuenta que era imposible resistir ya que sus piernas estaban muy separadas. En el colmo de la vergüenza sintió que Andrea posaba suavemente sus manos a ambos lados de su cara. Cuidadosamente ella le levantó la cabeza hasta obligarlo a mirarla a los ojos.
- Relajá ésa colita Pedro. Estoy segura que mamá va a tener mucho cuidado cuando te penetre el esfinter - las palabras de Andrea lo humillaban más de lo que él creía posible. El bello rostro de la chica se acercó todavía más para seguir hablándole - Ahora bien quietito mientras te penetramos, sí?
- S... sí.... doctora - Pedro lloraba cuando contestó.
Andrea observó a su madre poniéndose los guantes de látex y lubricarlos, después acercó el banco justo frente al trasero del muchacho y se sentó sosteniendo su mano enguantada hacia arriba para que el lubricante no chorree. Sin dejar de mirar al chico a los ojos Andrea le informó a su madre.
- El paciente está listo doctora. Proceda cuando quiera.
Casi de inmediato, Pedro sintió los suaves dedos de la doctora en el pliegue de su trasero. El tembló mientras el dedo de ella accedió hasta el sensible esfinter y empezó a penetrar. Suave pero insistentemente sintió la presión contra la tensa contrición. Los hábiles y practicados movimientos de los dedos de la doctora penetraron más firmemente para lubricar la entrada del ano. Sin más aviso de pronto lo deslizó por la apertura del ano. Él intentó rechazarlo, pero la Dra. Susy le mantenía el cuerpo contra el escritorio y Andrea le sostenía firmemente la cabeza. Ella le susurraba mientras él lloraba angustiado.
- Quietito Pedro... quietito... portate bien mientras te penetramos... mamita te tiene que revisar bien..
Pedro nunca se había sentido tan humillado o ridículo como en este momento. Su modestia no admitía lo absolutamente humillante de su posición. Tenía la cara roja mientra observaba el bello rostro de Andrea sabiendo que ella estaba al tanto de todos los matices de su angustiante posición. Los pensamientos de Pedro estaban confundidos, cómo podría recuperar su dignidad? pensaba mientras la miraba observando cómo le separaban las nalgas y lo penetraban profundamente.
El chico tenía escrita la humillación en la cara mientras Andrea lo miraba. Ella disfrutó de la angustia del muchacho, cuando otra vez trató de rechazar la penetración.
- Portate bien y quedate quieto... relajate... así... - la voz de Andrea era suave mientras lo miraba a los ojos. Ella contuvo sus excitación cuando él trató de rechazar otra vez. Andrea sabía que su madre había deslizado un segundo dedo firmemente dentro del ano y ahora empujaba los dos dedos lo más profundo posible.
Pedro estaba a punto de desmayarse cuando la Dra. Martinez suavemente rozó con sus dedos enguantados la próstata. Ella sintió el espasmo involuntario en el ano mientras presionaba la suave superficie de la glándula prostática. Buscó entre las piernas y puso sus dedos cubiertos por los guantes de látex suavemente alrededor del pene, asegurándose de no estimular al muchacho más de lo necesario. Ella podía sentir el tronco del pene latiendo violentamente y supo que pronto estaría listo para eyacular.
- Tome nota Dra. Andrea: el esfinter está muy tenso y recomiendo someterlo a terapia. También confirmamos que la próstata está temporalmente dilatada y debe procederse con la extracción de semen.
Pedro se puso colorado cuando los delicados dedos de Andrea le soltaron el rostro y empezaron a completar los formularios.
Rápidamente la doctora retiró sus dedos y sin darle respiro a Pedro, ambas ella y Susy agarraron el tembloroso cuerpo. Lo pusieron derecho y lo llevaron a la camilla. En cuentión de segundos lo acostaron en la camilla con los brazos extendidos sobre su cabeza.
Andrea miró la avergonzada expresión en el rostro del joven mientras le levantaban las piernas hasta dejarlas abiertas en los estribos.
Andrea se levantó del escritorio y caminó hasta un lado de la camilla. Notó que los ojos de Pedro estaban firmemente cerrados, quizá, pensó, para soportar lo humillante de su posición. Encantada por como se venían desarrollando los eventos hasta ahora, miró el cuerpo desnudo. Se tomó su tiempo para examinarlo de pies a cabeza, concentrándose en mirar la rasurada genitalidad... que ahora parecía destacarse, particularmente porque las piernas estaban muy abiertas y separadas. Ella sabía que esta posición era la más vergonzosa posible para el chico. Con los ojos de él todavía cerrados, ella aprovechó la oportunidad para acercarse y mirar bien el pene, que todavía latía visiblemente. Ella contuvo el impulso de agarrar el pene y testículos con sus manos, sabiendo que pronto tendría su oportunidad. En su lugar, lo miró a la cara, sabiendo que tarde o temprano él notaría su presencia.
Sin embargo ella no tuvo que esperar que él abriera sus ojos voluntariamente, cuando la Dra. Cintia Martinez se hizo cargo. Susy y Andrea a ambos lados de la camilla y Cintia parada entre sus piernas bien abiertas, las tres observando al paciente con las manos en los bolsillos de sus blancas chaquetillas médicas.
- Vamos Pedro, abrí los ojos, prestá atención - ella esperó a que el chico abra los ojos de mala gana - Muy bien, ya te revisé los testículos y los tenés inflamados, muy inflamados! Decime, cuándo fue la última vez que te masturbaste? Sabés qué es masturbarse, verdad?
La cara del chico parecía achicarse mientras miraba a sus doctoras.
- Er... sí... er... señora... er... doctora, o sea... sí sé lo que es - el chico dudó por un rato - Yo no... er... o sea yo nunca me...
La voz le temblaba de vergüenza pero se las arregló para terminar la frase.
- Yo nunca me masturbé doctora... nunca!
La doctora estaba segura que el chico decía la verdad, ya habían discutido este tema con Susy y con Andrea.
- Bueno Pedro, te felicito. Los chicos no deben masturbarse, la masturbación puede llevar a malformaciones del pene, inflamaciones y otros problemas. Sin embargo, en tu caso, tus testículos y tu próstata están muy inflamados. Es clínicamente necesario que te sometamos a una extracción de semen. Probablemente tengamos que someterte a este tratamiento varias veces al día hasta que tus testículos recobren el tamaño normal. Ahora te voy a someter al procedimiento para que no sufras más dolor - la doctora se inclinó y lo miró fijamente - Te vas a portar bien mientras te sometemos al procedimiento de extracción de semen, está claro?
Andrea pudo ver que Pedro repentinamente se había dado cuenta de la importancia de lo que Cintia había dicho. Estaba sorprendido y entonces de repente llevó sus manos a su entrepierna, cubriendo su pene y testículos.
- Oh por favor señora... por favor noooo... no en fente de.... por favor no doctora. Realmente no voy a poder soportar... oh por favor noooo!
Cintia podía ver la vergüenza y la angustia que abrumaban al muchacho. Sin embargo estaba encantada de tener la oportunidad de anunciar sus intenciones.
- Dra. Susy asegure las manos del paciente y póngalo en posición. La Dra. Andrea me va a asistir en la operación - y mirando a Andrea, agregó - Asegurate que el paciente obedezca.
Andrea asintió y Cintia miró a Susy que suavemente agarró las muñecas del joven y las alejó del pubis. Apoyó los brazos del chico en la camilla por sobre su cabeza. Finalmente guió el cuerpo del paciente sobre la camilla hasta que su pene y testículos estuvieron absolutamente expuestos otra vez.
- Ahora portate bien mientras te operamos - la voz de Susy era suave y gentil mientras le hablaba al lado de la cabecera de la camilla. Ella levantó la cabeza del muchacho y colocó una gran almohada bien dura bajo sus hombros y cabeza. Esto tuvo dos efectos: uno fue elevar su cabeza para que no pudiera evitar ver su propio torso desnudo y su pene erecto, el otro era evitar cualquier movimiento de los hombros, que ahora quedaban bloqueados por la almohada.
Las tres doctoras procedieron a colocarse barbijos y guantes de cirugía y un fuerte aroma a látex invadió el consultorio mientras la Dra. Cintia observó al joven por sobre su barbijo mientras se ajustaba los guantes de fino látex.
- Voy a discutir tu conducta y tu castigo más tarde. Pero tu caprichito va a ser severamente castigado.
Ahora portate bien mientras procedemos con la operación - y se paró entre las piernas del paciente dejando lugar para que Andrea se ubique a su lado - Dra. Andrea traiga un recipiente para muestras y recoja la extracción de semen. Hágase cargo de los testículos del paciente mientras yo lo penetro por el ano.
Andrea se acercó trayendo el recipiente para muestras y con las manos enguantadas sobre su cintura mientras Pedro la miraba incrédulo. Andrea le mostró descuidadamente el recipiente y le dedicó una sonrisa desde atrás de su barbijo. Pedro sintió la humillación de verla allí sosteniendo el recipiente que contendría su eyaculación.
Ella procedió y atrapó su escroto con la mano izquierda. Sus delicados dedos cubiertos por los guantes de látex parecían aumentar la humillación del chico mientras manipulaba el palpitante saco hacia adelante y levantaba los inflamados testículos con su mano.
Cintia reaccionó severamente cuando Pedro se quejó angustiado.
- Vamos portate bien! Te vamos a operar, quieras o no! - sus palabras fueron coronadas con el movimiento de sus manos enguantadas lubricando el dedo índice y deslizándolo rápidamente entre las nalgas abiertas del trasero del muchacho. Susy vio la reacción del chico y en seguida se inclinó sobre él, sus hermosos pechos contenidos por la impecable chaquetilla médica casi tocaban la cabeza del paciente mientras ella le apoyaba las manos enguantadas en el pecho para evitar que se sobresalte en la camilla. Ella disfrutó sonriendo detrás del barbijo mientras miraba el rostro angustiado del joven.
Pedro estaba absolutamente confundido mental y físicamente mientras sentía la firme presión en su trasero y la intensa y casi sexual sensación del dedo deslizándose profundo en su esfinter, penetrándole el ano en un bien practicado movimiento.
Él movió la cabeza de lado a lado mientras Cintia deslizaba su mano libre hasta el tronco del pene y suavemente deslizaba sus dedos cubiertos de látex hacia arriba. Ella aumentó la firmeza en sus dedos para atraparle el prepucio y deslizarlo hacia abajo, exponiendo el suave glande. Pedro jadeó angustiado mientras ella tensaba la piel. El jadeo se transformó en un sonoro lamento cuando Cintia le penetró el ano con un segundo dedo. De pronto él empezó a temblar cuando Cintia rotó los dedos enguantados dentro de su ano y cruelmente atrapó la próstata con la punta de sus dedos. Susy sostenía firmemente al joven paciente mientras Cintia procedía con la operación de extracción de semen.
Los practicados movimientos de los dedos de la doctora privaron al chico de sentimientos o respeto, mientras ella metódicamente procedía con la operación sobre el pene del paciente. Lamento tras lamento salieron de los labios del chico mientras los dedos enguantados de la doctora exploraban en lo más profundo de sus sentidos. Andrea observaba fascinada como la boca del chico se abría en una mueca y sus ojos se daban vuelta en plena angustia sexual. La respiración del chico se hizo pesada y trabajosa mientras Cintia lo penetraba más profundo en el ano y miraba a Andrea y a Susy. Las tres doctoras se sentían en el más absoluto control del procedimiento, las tres con sus chaquetillas médicas blancas, sus barbijos y sus guantes tenían al paciente a su merced para someterlo a la operación de provocarle el primer orgasmo de su vida.
Andrea sintió la emoción recorriéndole el cuerpo mientras observaba en qué estado se encontraba el muchacho. No podía creer el efecto que sus acciones habían tenido sobre el cuerpo del joven. La espalda del chico se dobló y su estómago saltó hacia arriba y abajo en violentos espasmos mientras las doctoras lo llevaban al pináculo de las sensaciones sexuales.
Con cuidado la Dra. Andrea exprimió los testículos mientras sentía al escroto contraerse violentamente, los suaves e inflamados testículos casi saltaron de sus manos mientras ella le introducía el glande dentro del recipiente de muestras.
- Así Pedrito... dame una linda muestra de semen... un poquito más... - la voz de la Dra. Cintia era fría y calmada, al contrario de los rápidos movimientos de sus manos enguantadas que expertamente le excitaban los sentidos. Las tres doctoras observaron cuando el cuerpo de Pedro empezó a temblar fuera de control. El torso desnudo del joven estaba en un absoluto espasmo mientras los delicados dedos de la Dra. Cintia provocaban firmemente cada vestigio de excitación sexual desde la glándula prostática.
La inevitable eyaculación se manifestó en una erupción de semen que sorprendió hasta a la Dra. Cintia. Ella lo había sometido sin piedad a la operación de extracción de semen hasta hacerlo eyacular en el recipiente de muestras. Espesos y blancuzcos glóbulos de semen golpearon contra los lados del recipiente para muestras en una increíblemente copiosa cantidad, mientras las tres doctoras procedían con la operación negándole al chico ningún descanso de sus expertas manipulaciones.
Andrea estaba encantada. Todo lo que había pensado en las últimas semanas había dado sus frutos. Todo lo que había planeado y planificado había excedido sus más salvajes expectativas. Ella sabía con certeza que esto era exactamente lo que ella deseaba. Ser capaz de tener a este chico, completamente avergonzado y humillado, forzado a eyacular cuando ella lo desee y autorice, la emocionaba más de lo que ella creía posible. Disponer del hermoso cuerpo y la condescendiente mente completamente bajo su control, poder hacer lo que ella desee, cuando lo desee... volvía a emocionarla. Deliberadamente le apretó los testículos firmemente mientras observaba las angustiadas sacudidas cuando las últimas gotas de semen eran exprimidas del cuerpo del joven. Los ojos del chico se abrieron incrédulos cuando se dio cuenta que su Dra. Andrea lo estaba operando sin piedad de manera tan íntima. Andrea miró la cara colorada del chico hacer una mueca de angustia sexual. "Sí chiquito", pensó Andrea, "a partir de ahora sos mi paciente". No sorprendió a las doctoras que Pedro se desmayara en un último gemido de fatiga, con sus sentidos real y completamente abrumados.

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