no debiste traer a tu amigo

Yo no es que sea clasista, pero pensaba que un tipo, que su mujer lo dejó, por no conseguir trabajo, nada bueno se podía esperar de él. Claro que no le dije lo que yo pensaba a Julián, porque sabía que me iba a salir, con que yo era una perjuiciosa. Además después de la triste historia, que Julián me contó de Rubén, si le decía algo, de seguro me diría que yo no tenía corazón. Así que no me quedó más remedio, que aceptar que Rubén se quedara en casa, por lo menos, hasta que su situación mejorara. Casi de inmediato, Julián colocó a su amigo en la empresa de un socio de Julián, pero el empleo era a medio tiempo, y de forma o manera ocasional, por lo que Rubén era más el tiempo que se quedaba en casa, que el que iba a trabajar. Aunque yo nunca le brinde confianza, si lo ocupaba en casa, para hacer lo que hiciera falta, como pintar, arreglar el jardín, y hasta para que cambiara las losetas del baño principal. Y fue debido a eso, que por varios días no pudimos usar ese baño. Por lo que una noche, después de que llegamos de una fiesta, Julián y yo. Mi marido como estaba muy alegré, al meternos a la cama, sin decirme nada, me saltó encima. Y bueno, entre sus besos, y caricias, yo abrí las piernas, y casi de inmediato sentí como sabrosamente me penetraba. Y no es que Julián sea una maquina sexual, pero esa noche me dejó tremendamente satisfecha, y quizás por las copas que yo tenía encima, cuando me dirigí al baño para asearme, me acordé que debía usar el otro. Y tal como me encontraba, salí de nuestra habitación, completamente desnuda. Sin pasarme por la mente, que no estábamos solos en casa. Fue cuando al pasar frente a la habitación, que le habíamos dado a Rubén, al ver la puerta entre abierta, por curiosidad me asomé. Rubén dormía a pierna suelta, y completamente desnudo, pero lo que más me llamó la atención, fue lo largo y grueso de su miembro, a pesar de que él estaba dormido. Yo de inmediato, seguí para el baño, y a medida que me aseaba mi coño, comencé a pensar cómo sería esa cosa, cuando se le pusiera dura. Al terminar de asearme, regresé a nuestro cuarto, no sin antes volver a darle otro vistazo a aquella monstruosidad de verga. Con decirles que el resto de la noche antes de quedarme dormida, no hice otra cosa que pensar en eso. Desde ese día, no perdía ocasión para darle una discreta mirada, al bulto que se le formaba entre las piernas a Rubén. Luego a los pocos días, mientras cenábamos los tres, Julián y Rubén se pusieron a recordar cosas de su niñez, cuando de momento mi esposo, le dijo a su amigo ¿Y desde cuando no te llaman Trípode? Rubén se puso rojo, como un tomate, mientras que yo haciéndome la tonta, que no tenía ni idea de lo que mi marido hablaba, pregunté ¿Y por qué le decían así? Rubén se puso más rojo aun, y fue cuando Julián, como que se dio cuenta de su indiscreción, y me respondió. Cosa de muchachos. Pero al ver la cara de Rubén, por lo roja que estaba, le dije a mi esposo. Pues por nada bueno sería, mira como se ha puesto Rubén de avergonzado. Ya en nuestra habitación, Julián me comentó. Es que Rubén desde jovencito, tenía una verga inmensamente grande, y gruesa. Y por eso le decíamos así, por joder. Yo me hice la asombrada, y le pedí a Julián que por favor no volviera a tocar ese tema, ya que aparte de que me parecía sumamente vulgar, me había dado cuenta de que a su amigo del alma, no le gustó nada que Julián dijera eso. Pero esa noche, volvía a quedarme pensando, no tan solo como sería esa cosa erecta, sino que también comencé a imaginarme como se sentiría tener algo así dentro de mi coño. Al siguiente día Julián salió bien temprano a trabajar, y Rubén llamó a su trabajo, para ver si lo necesitaban, y cuando por lo que él dijo, supe que no. De inmediato, sentí un gran calentón dentro de mi coño. Y aunque en ocasiones le he sido infiel a mi marido, jamás me había atrevido a engañarlo con un amigo de él. Pero en esos momentos, sentía que toda mi sangre hervía dentro de mi cuerpo, así que quité la ropa íntima que estaba usando, tras colocarme una pequeña blusa, y una muy corta minifalda, se me ocurrió pedirle a Rubén que me ayudase a cambiar los muebles de la sala, de lugar. El amigo de mi esposo, apenas se lo dije, de inmediato me preguntó, donde quería que él moviera el mueble, señalando uno de los sofás de la sala. Yo haciéndome la distraída, le indiqué cual era, al tiempo que sin decirle nada, me puse delante de él, dándole la espalda, como si no me hubiera dado cuenta, de que sin querer, le estaba mostrando gran parte de mis nalgas y coño. Casi de inmediato le pedí que me ayudase a empujar aquel mueble, y cuando calculé que Rubén se encontraba justo tras de mí, di un paso hacía atrás. Él se quedó como paralizado, cuando yo seductoramente le pregunté. Rubén que es eso que siento entre mis nalgas. Lo cierto es, que realmente sentía, como si yo estuviera colocando mis nalgas, contra un bate de béisbol. Rubén se quedó callado, mientras que yo recostándome sobre el sofá, de la manera más descarada, por no decir que de la manera más puta, que pude. Me recosté, separando mis piernas, mostrando mi depilado coño, al mejor amigo de mi esposo. En un dos por tres, abrí mi blusa, y Rubén comenzó a bajarse los pantalones. Diciéndome, sabes que apreció mucho a Julián, pero por lo que más quiera, no le digas nada. No quiero lastimarlo. Yo al ver aquel enorme miembro, lo tomé entre mis manos, y no sé por qué, lo primero que se me ocurrió fue llevármelo a la boca. Mientras que Rubén, simplemente observaba, como me daba el gusto de mamar aquella tremenda cosa, que casi no me cabía dentro de mi boca. Yo estaba entusiasmadísima, mamaba su tremenda verga, mientras que con mis manos acariciaba sus testículos. Hasta que Rubén me dijo, que deseaba metérmelo. Yo aún no salía de mi asombro, y sintiendo como aquella enorme cosa, apenas cabía dentro de mi coño. Pero a pesar de su gran tamaño, fui sintiendo como toda mi vulva, y toda mi vagina se fueron poniendo e contacto con aquella cosa, el placer que sentía era algo indescriptible, jamás en mi vida, había tenido dentro de mi coño, algo como eso. Pero no por eso, dejé de mover mis caderas como una loca. El placer que sentí fue tanto, que por primera vez en mi vida, disfruté de un orgasmo como el que Rubén me hizo sentir. Pero no conforme con eso, se me ocurrió la locura de pedirle que me diera por el culo. Y cuando aquella cosa comenzó a entrarme, pensé que me iba a morir, pero no del dolor, sino del placer que me produjo. Rubén se dio gusto, y ganas con migo, como yo con él. Es más cuando le vinieron las ganas de venirse, yo como una loca, volví a ponerme a mamar aquella enorme verga, hasta que Rubén finalmente se vino sobre mí. Después de eso, me volvió a pedir, que no le dijera nada a mi marido. Pero esa misma noche, cuando Rubén y yo nos encontramos solos en nuestro cuarto, sonriendo, me dijo. Ya te acostaste con Rubén verdad. Yo pensaba decirle que no, pero le dije que sí, pero de inmediato le pregunté como lo había sabido. Y sin dejar de reír, me respondió. Aparte de que desde que llegué, tienes una sonrisa de puta satisfecha, estas caminando, como si te hubieran atravesado el culo, con un poste. Yo no me había dado cuenta de eso, pero por lo visto mi marido, sí. Esa noche fue Julián, quien me volvió a penetrar divinamente, pero no tanto como lo ha seguido haciendo Rubén…. 



autor:dulces placeres

5 comentarios - no debiste traer a tu amigo

Elpndjomacho +1
buen relato!! me gusta el relato bien morboso como éste!! gracias por compartir
mdqpablo +1
Linda fantasia . Buen relato