El Secreto de Jaqueline (Parte 1)

Si es la primera vez que me lees, bienvenido, si ya me habías leídoantes, muchas gracias. 

Entré a la carrera y sucedieron varias cosas, cosas queespero contar después. Iba atrasado casi un año por desidia y por qué mededique a la fiesta por un tiempo; mi última relación estable había terminadocuando la chica se mudó a otro estado y una vez más me había quedado solo. Notenía muchos ánimos y me había vuelto una persona algo fría, sarcástica yamargada.

Wendy, una amiga, me había pasado el face de su prima,Jaqueline, con la intención de que saliéramos algún día a ver qué pasaba. Yo menegué al principio pero verán, Wendy (y su hermoso trasero) puede ser muypersuasiva.

Así fue como empezamos a platicar Jaque y yo hasta que hubola confianza como para salir a tomar un café. Ella estudiaba Psicología y yaestaba por terminar así que mi humor negro y ácido le parecía divertido, ademásde que compartíamos el gusto por la lectura y las pláticas eran divertidas einteresantes. 

Quedamos en salir un viernes, el punto de reunión era unparque que estaba a unas cuadras del café escogido. Llegue 15 minutos antes,espero 20 después de la hora hasta que la veo acercarse por una de las calles. 

Jaqueline tenía 25 años entonces, mediría 1.60 y algo sintacones, era una mujer muy bonita y sensual, tenía una sonrisa amplia y ellabio inferior un poco más grueso que el superior, ojos negros de aceituna quecombinaban perfecto con su piel morena clara (como la de Wendy), ese díallevaba el cabello largo y planchado. 

La reconocí de inmediato, el día anterior había descargadouna foto de su face para no confundirme, tenía un cuerpo hermoso; me habíacontado que desde los 17 iba a clases de bailes de salón, en especial de salsay que había dejado el baile cuando la carrera se había vuelto pesada.

Llevaba medias hasta la rodilla envolviendo sus sensuales ytorneadas piernas, una falda negra que en vuelo llegaba hasta arriba de larodilla dejando ver solo una franja de piel; llevaba como blusa un suéter conbotones, tenía abiertos tres a modo de escote, sus pechos eran de buen tamaño,antes, cuando bailaba salsa, en sus fotos se le veía el pecho plano típico delas bailarinas (cosas aerodinámicas) pero ahora que había dejado el baile suspechos habían florecido en dos jugosos frutos redondos y orgullosos, algo comúnque yo llamo "el efecto bailarina de ballet" en honor a una amiga dela que contaré después. 

Se detuvo junto a la fuente que era algo así como el centrodel parque, yo estaba en una jardinera, admirando su cuerpo, desnudándola yviendo como otros hombres detenían su vista en ella. Dio una vuelta sobre sustalones buscándome, pude ver entonces como la falda en la parte de atrás se alzabamás, dejando testimonio que debajo había un culo redondo, carnoso yfirme.  

Ella revisa el reloj que carga en la muñeca mientras meacerco. Cierran su atuendo una bolsa negra discreta y unos tacones bajos.

—¿Jaqueline? —pregunto. 

—Hola... —dice al reconocerme y me da un beso en la mejilla—¿dónde estabas? 

—Sentado en esa jardinera —la señalo. 

—¿Llevas mucho esperándome? —dice en doble sentido. Sonrío. 

—No... Acabo de llegar —esboza su amplia sonrisa, se ve muylinda e inocente —... Vamos. 

Hago un gesto con la cabeza y nos echamos a andar. Todos sequedan viendo sin dar crédito a porque una mujer como ella va con un tipo rarocomo yo. 

Caminamos platicando de cosas triviales, al parecer noshabíamos acostumbrado a tener una pantalla de cristal entre nosotros y ahora enpersona fluía un poco lenta la conversación, además su forma de caminar y susgestos me empezaban a poner nervioso, tenía una coquetería natural. 

La platica se hizo más natural al llegar al café. Le abrí lapuerta como un caballero y ella escogió una mesa en un rincón del fondo. Ellapido un capuchino con rompope y yo un café irlandés; mientras esperábamos laconversación fue como si estuviéramos chateando, hablamos de películas ymúsica, la hice reír un par de veces, me pregunto por la carrera en ingenieríaquímica y yo por la de psicología. 

Llegó el café. Ella puso sus manos entorno a la taza, teníanesmalte negro en las uñas algo largas. 

—Me gusta tu humor sarcástico —me dice y puedo ver en surostro la expresión de una niña traviesa a punto de cometer una fechoría —.Pero yo se porque eres así de sarcástico. 

—Ah si, se me olvidaba que eres psicóloga —me defiendo—dígame doctora, ¿necesito terapia? ¿Qué ve en mí? 

—A ver, tu sentido de humor negro y sarcástico es debido aque eres muy tímido con pocas herramientas sociales, por lo que piensas queparecer inteligente te hace agradable —sonreí ante el análisis —te gusta leerporque tu realidad te es difícil de asimilar, eres frío y amargado quizá por unepisodio pasado, tal vez el abandono de una mujer importante, alguien te rompióel corazón cuando no entendiste sus deseos y te termino, le echaste la culpa atu "inocencia", por eso trataste de ocultar tu fragilidad en esamáscara de arrogancia... —se detuvo a observar mi reacción, sonreí y tome unsorbo de café, esa información obviamente se la había contado su prima. Wendyme había convencido de hablar con Jaqueline con un anal de su espectacular culoy a ella la había convencido contándole mi historia —. Nunca has tenido unarelación de verdad, pienso que no puedes manejar tus emociones, eres demasiadointenso y en unos meses abrumas a tus compañeras... —toma un sorbo de sucapuchino —dime... ¿Acerté en algo? 

Mantengo una sonrisa, ella quiere tener el control y le voy adar el gusto por un momento —si, acertó en casi todo doctora. Ella sonríesatisfecha. 

—Además, me has estado viendo las piernas desde que mesaludaste...

–En eso se equivoco doctora —la interrumpo. Una pareja sesienta en la mesa detrás de ella, ambos tienen canas —no sólo he visto suspiernas. 

—¿Ah sí?

—Sí, ¿quiere saber qué es lo que veo... En mi opiniónprofesional? 

–¿Profesional? —dice incrédula. 

—Es solo una expresión. 

–Adelante, dime que ves. 

—Bueno... —respiro profundo —tienes... Esencia de puta o eresuna puta reprimida —pone cara de sorpresa, la señora de la mesa atrás de ellavoltea al escuchar "puta" —te vistes provocativa con la intención deinquietar al prójimo, a ese suéter no se le cayeron los tres primeros botones,se los quitaste a drede para crear un escote pronunciado; que se caiga un botónes normal, que se caigan dos es coincidencia pero tres es a propósito, estásorgullosa de tus pechos, apostaría diciendo que antes te acomplejaban, cuandobailabas salsa. La falda te la pusiste a pesar de tener frío te gusta atraermiradas lujuriosas, que te desnuden con la imaginación, ¿debajo de ese suéterno hay blusa, verdad? Pero si hay un sostén con encaje y ¿debajo de la faldaqué hay? ¿Una tanga o ropa interior transparente? Podría ser cualquiera... —lapareja de atrás comienza a susurrar entre ellos. Jaque tiene la boca un pocoabierta y parpadea mucho —también sé, qué te acabas de depilar, mueves mucholas piernas por el roce de la tela; otra apuesta, dejaste un pequeño rectángulode vello recortado pbsesivamente, ¿por eso llegaste tarde?... —se ruboriza unpoco, se nota aun con su tono de piel —te es difícil controlar tus impulsos, tegusta bailar salsa no por amor al baile, sino por lo erotico que la salsa es,terminaste más de un baile con el coño húmedo —la pareja de atrás se cambia demesa, Jaque se termina de sonrojar —fantaseabas con tus parejas de baile perola mayoría de ellos eran gays y los que no lo eran no te hacían caso... Quizápor tus pechos —termino. Veo su cara atónita. "Jaque". Tomo un sorbode café, amargo y dulce, con un dejo de alcohol. 

Hay un pequeño silencio. 

—El hecho de que una mujer demuestre deseo sexual no quieredecir que sea... 

—Una puta... —termino por ella —claro que no, pero lo que tehace puta es el hecho de que no sólo quieres coger, quieres que te tomen, quete posean... No puedes controlar tus impulsos, eres obsesiva te acabas depintar las uñas, porque no combinaban, pero tus uñas no están simétricas, eldedo medio y anular de tu mano derecha tienen la uña más corta; son los dedosque usas para masturbarte ¿no? ¿Las uñas largas lastiman? Además, el dedo mediode tu mano izquierda esta igual de corta, creo que te gusta entretener tus dosagujeros, ¿hay una puta debajo de esa máscara de inocencia Jaqueline?...—esconde sus manos debajo de la mesa. "Jaque mate" —dime... ¿Acertéen algo? 

Doy otro sorbo al café, ella hace lo mismo. Reina el silenciopor un rato hasta que saco una hoja del bolsillo trasero. 

—¿Quieres leer algo que escribí? —le ofrezco con una sonrisaamable. Ella sonríe agradecida, lee el poema que escribí.

—¿Enserio lo escribiste tu? —pregunta asombrada.

Aciento con un movimiento de cabeza, empezamos a hablar delibros y de personajes, olvidando el asunto de su puta interior. Pedimos lacuenta, pagamos y salimos a caminar conversando como si el asunto de lacafetería nos hubiera unido más que las platicas de face. Las luminarias seencienden, la noche cae sobre nosotros, doblamos en las esquinas al azarperdíendonos en calles cada vez más oscuras, cada vez más solas. 

Volteo a verla hasta que ella me ve a mí —entonces... ¿Quéfantasía haremos primero? —suelto sin pensarlo esperando su respuesta. 

—Que te hace pensar que yo quisiera cumplir una de mis... 

No la dejo terminar, mi lengua ya estaba en su garganta antesde terminar la última sílaba . Ya no resistía esa falda, tenía que tocarla,tenía que hacerla mía, besandola la pongo con la espalda contra la pared, ellaresponde moviendo con desesperación la boca, mordisqueando mis labios entre elbeso; una de mis manos la toma de la cintura pegándola a mi cuerpo para sentirmi erección y la otra mano navegaba por debajo de la falda, sobre sus piernasdirecto a su culo. Nos besamos así, ella con las manos al rededor de mi cuelloy yo apretandole una nalga sintiendo debajo de mis dedos la tela delgada de suropa interior. 

—Así que no es una tanga... Ropa interior transparente... Megusta —digo en una pausa de los besos. Ella se sonroja y da la vueltacubriéndose como si estuviera desnuda en la calle. Me acerco por la espalda, laabrazo tiernamente rodeando su cintura con mis brazos, pegando mi ereccion —.Tranquila... —susurro en su oído —eres una mujer hermosa y muy sexy, no teavergüences de tus deseos, que eso te hace aun más perfecta, no te avergüencesde... Tu humedad —una de mis manos se pierde entre sus piernas masajeando susexo que empieza a mojarse.

Avienta su culo con fuerza hacia atrás para alejarme, se dala vuelta con los labios apretados, como enojada. 

—El culo yo se lo doy a quien yo quiera, es mi culo y yo hagolo que quiera con el... ¿Por qué querría yo coger contigo? —perdió el controlde la situación y eso es algo que no le gusta. 

La veo directo a los ojos —porque yo te desnude sin ponerteuna mano encima —doy un paso hacia ella —, porque yo descubrí tu secreto —doyotro paso y me llevo a la boca el dedo con que acaricie su sexo —y porque,aunque no soy tu tipo, logre provocar tu curiosidad.  

—Maldito arrogante, egocentrista. 

Sonrió con cinismo, me encojo los hombros y tomo su mano paraseguir caminando. Avanzamos lento porque nos detenemos a besarnos; llegamos auna avenida. 

—Creo que ya me perdí —digo mientras trato de ubicarme. 

—Yo se por donde andamos, el parque queda para allá —señalacalle abajo.

—Ya veo. 

—Y ¿en dónde vives? —pregunta de repente. 

—En el departamento de mi mamá no muy lejos ¿y tú? 

—Yo en casa de mis papás, cerca del centro, como ellostrabajan en otro estado, vivo ahí sola... Queda cerca de la escuela. 

—Si yo viviera solo haría fiestas todas las semanas. 

—Si... Es bueno tener un espacio en libertad... Si quieres...Bueno... ¿No sé si quieras acompañarme?... Podemos pedir pizza o... algo así—se muerde ligeramente el labio inferior. 

—Claro... Vamos. 

Paramos un taxi, le abro la puerta como todo un caballero,ella da su dirección y emprendemos el viaje. Ella mira por la ventana, muevelas manos con nerviosismo sobre las piernas; rodeó su cuello con mi brazo, ledoy un beso en el cuello antes de comerle la boca con apasionados besos.Recuerdo la platica del café y me levanto del asiento para hablar con elchófer. 

—Hey amigo... 

—Dígame joven. 

—¿Tendría algún inconveniente si mi amiga y yo nos divertimosun poco acá atrás? 

—Ijole joven, acabo de lavar vestiduras y no se si se pueda. 

—No se preocupe, solo quiero calentar... ya sabe —terminoseñalando con un gesto de la cabeza a Jaque. 

—Le va a salir más caro joven. 

—No hay problema —le contesto y regreso al asiento trasero. 

—¿Qué sucede? —pregunta Jaque intrigada. 

—Quería saber por donde vamos, sigo algo desubicado —contestorestándole importancia. 

Paso una mano por su mejilla hasta el cabello y jalo sucabeza para besarla, ella mete primero la lengua, yo le contesto el gesto. Bajomi mano hasta sus tetas, las empiezo a masajear por encima de la ropa, ledesabotono otros tres botones dejando afuera sus pechos cubiertos con un sosténtransparente con encaje, puedo ver sus pezones color capuchino, otra mano seocupa de masajear su vagina. 

—¿No puedes esperar? 

—No —contestó sacando un seno del sostén. Ella se cubre y sealeja de mis caricias. 

—No... Nos pueden ver —dice avergonzada y excitada señalandoal taxista. 

—No, tranquila, a el no le importa, además es un profesional,no creo que haya problema. ¿No me digas que esta no es una de tus fantasías?

Ella se acerca hasta la mitad del asiento, el taxista acomodael retrovisor para poder verla. Se desata el sostén liberando sus pechos perosin quitarse el suéter, me quedo viéndola, su respiración se agita cada vezmás, empiezo a la mera y a chuparme sus pezones, con una mano hago a un ladosus calzones transparentes y comienzo a meterle un dedo, ella gime entresusurros, esta demasiado húmeda. Empieza a mover las caderas frotando suclitoris contra el asiento, sobre mi mano quedan sus fluidos. 

El taxista ve por el retrovisor cada que puede. Jaquelineesta poseída por la lujuria, abre las piernas asegurándose de que se vea por elretrovisor. El taxista sonríe con el espectáculo. Sigo masturbandola ycomiendome sus tetas. El taxista se lleva la mano al pantalón. 

Sacó los dedos de su vagina, los saboreo, abro mis pantalonesy saco mi pene, duro y palpitante, ella se lo queda viendo. La tomo otra vez dela nuca, la beso ferozmente y luego la empujó su cabeza contra mi verga, ellasuelta un gemido, junto todo su cabello en mi mano, le acomodo mi miembro en suboca, ella comienza a chupar rápido y duro, tenía hambre de verga, como sihubiera estado en el desierto y eso saciara su sed. 

El taxista no pierde detalle. Con una mano alcanzó el culo deJaque y con un dedo sobre su ano empiezo a hacer presión sin meterselo. 

—¿Y qué tal va la chamba? —le pregunto al taxista como sinada. 

—No hay mucha, yo creo que me daré un descanso para cenaralgo y luego le sigo, no tiene caso seguirle cuando esta así —"a cenaralgo y a cogerse a alguna puta" pienso, o quizá quiera que lo invitemos aun trío, de cualquier forma, no tiene tanta suerte. 

Echo mi cabeza hacia atrás cuando Jaque succiona mistestículos y después pasa la punta de su lengua por la cabeza dura de mi verga.Una cosa era segura, tenía bastante experiencia chupando pollas, de su bocasalían sonidos de succión, se lo metía entero en la boca moviendo la lenguaincluso de vez en cuando lo mordía de una manera deliciosa. 

—¿Aquí es a la derecha? —pregunta el taxista. 

—¿Cómo?... Emm no se... —la jalo del cabello arrancandole miverga de su boca —¿aquí a la derecha cariño? 

Ella ve desorientada por las ventanas como si se acabara de despertar,se limpia las comisuras con el dorso de la mano —. Sí... Aquí a la derecha, enel portón blanco —dice por fin jadeando. 


Continuara...


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Parte 3: http://www.poringa.net/posts/relatos/3062424/El-Secreto-de-Jaqueline-Parte-3.html

1 comentario - El Secreto de Jaqueline (Parte 1)

kramalo
jaaa..!! muy bueno..sobre todo el final, el final de la primer parte.... resucitó del pete...jaja!!