Bienvenido a la Clínica

Abrí la puerta negra que daba del callejón al interior de un edificio de ladrillo visto sin ninguna identificación. Había una pequeña habitación que daba a otra puerta. Fui y la abrí. Entré a una sala vacía, salvo por una silla y una pantalla de computadora. Me senté, las manos me temblaban ansioso por saber si esto funcionaría o no.
En la pantalla estaba escrita la frase: "Describa su fantasía". Yo últimamente había estado viendo unos videos porno con tríos y me interesa probar a dos chicas tocándome con guantes. Me sonreí y empecé a tipear: "Trío con dos chicas con guantes" y apreté "Enter". La pantalla cambió y apareció una larga lista de cosas diferentes que la sesión podía incluir. Revisé qué cosas de la lista estaba dispuesto a hacer, a probar y a rechazar. Había incluso una sección que daba la opción a seleccionar modelos con dos menúes con fotos de todo tipo de mujeres que se pueda imaginar. Yo estaba muy excitado. Después se abrió una ventana que me daba veinte segundos para introducir los números de mi documento de identidad. Yo no me los acordaba y ni siquiera llevaba el documento conmigo. El tiempo seguí corriendo y yo no podía creer que esto no fuera a funcionar por no tener el número del documento de identidad. El tiempo pasó y una voz dijo "Por favor, diga: NO si no posee documento de identidad. Caso contrario, escriba el número," Rápidamente dije "No!". De repente unos paneles se abrieron en el techo y un humo blanco llenó la habitación. Yo no lo había notado pero las puertas estaban cerradas. Me sentí mareado y caí al piso.
Volví en mí... Estaba en una sala oscura sobre una especie de camilla acolchada. Sentí fresco cerca de mi trasero y me dí cuenta que estaba completamente desnudo. Tenía las piernas separadas y las manos sobre mi cabeza. Traté de moverme, pero noté que estaba atado. De repente escuché una voz femenina.
- Doctora, está despierto.
Una luz grande y redonda se enciende sobre mi y me ciega por unos segundos, Después otras luces se encienden en el techo. Me doy cuenta que estoy atado a una camilla ginecológica en alguna especie de clínica. De repente escucho el sonido de puertas abriéndose directamente detrás mío. No puedo girar la cabeza para ver quién entra porque estoy atado. En seguida el hermoso rostro de una morocha aparece frente mío, ligeramente toca uno de mis brazos atado por sobre mi cabeza y provoca una sensación de electricidad en todo mi cuerpo. Tiene puesto un ambo de cirugía verde que hace notar una hermoso par de tetas y un culo y piernas bien formadas. Me vio mirándola y me guiñó un ojo. Me abandonó y fue hasta un escritorio en un rincón de la sala. Recapitulemos. Estoy atado a una camilla ginecológica en medio de una sala llena de gabinetes y cajones alineados contra una pared, que puedo ver que están llenos de diferentes instrumentos metálicos. No tengo la menor idea de qué es lo que está pasando.
Ella se da vuelta y yo lo siento porque estaba admirando su hermosa figura en ése ajustado ambo de cirugía.
- Estuve revisando tu historia clínica y veo que es tu primera visita. Tengo a un paciente nuevo en mis manos! En nombre de la Clínica quiero darte la bienvenida. Hace mucho que no tengo un paciente nuevo, pero me encanta revisarlos. Yo soy la Dra. Amanda y me voy a hacer cargo de vos - dijo con una sonrisa diabólica en la cara - Básicamente, antes de derivarte a otras áreas de la Clínica, vamos a someterte a una cuidadosa revisación médica.
- Yo estoy perfectamente bien - interrumpí - Me hice una revisación médica el año pasado y me dijeron que no necesitaba nada más.
Debo haber dicho algo gracioso, porque la sonrisa se agrandó en su cara.
- Aaahhh, esta no es una revisación médica cualquiera, te tengo que examinar algunos aspectos muy específicos de tu salud.
- Está bien, me puede revisar todo lo que quiera - le dije - Pero, no puede desatarme por favor?
Se acercó hasta mí, se paró entre mis piernas y apoyó sus manos en ellas.
- Vos no decidís si vas a estar atado o no, y me gusta tenerte exactamente donde estás ahora, donde yo quiero. Hace mucho que no tengo un paciente nuevo y quiero disfrutar de esta revisación. Está claro? - no esperó mi respuesta - Ya fue suficiente charla, vamos a empezar!
Se dirigió hasta los gabinetes en la pared y abrió un cajón. Sacó un barbijo descartable, de los que se enganchan detrás de las orejas, y se lo puso. Después de otro cajón sacó un par de guantes de látex. Se los puso, asegurándose que le calzaran cómodamente en cada dedo. Después sacó algo más de un cajón pero no pude ver bien qué era lo que tenía en la mano, se dio vuelta y caminó hasta donde yo estaba atado. Levantó la mano y exhibió el objeto oculto. Era una mordaza tipo "araña".
- Llegó la hora de revisarte - dijo sonriendo detrás del barbijo.
Yo luché contra mis ataduras.
- Tiene que dejarme ir, no puede hacerme nada sin mi consentimiento! - Ella sólo me miró.
- Te parece?... Estás seguro?
Yo estaba entrando en pánico y tratando de descubrir cómo desatarme o evitar cualquier cosa que ella quisiera hacerme.
- Bueno... no hay forma que me haga usar ésa cosa! - le dije mirando la mordaza en su mano. Ella se puso a reír haciéndome sentir todavía más vulnerable.
- Sos tan dulce bebé! Esto va a ser más divertido de lo que yo creía. Esto es una mordaza "araña" y va a mantener ésa boquita abierta para mí... quieras o no!
Ahora que sabía sus intenciones podía tratar de detenerla.
- Primero tenés que metérmela en la boca - le dije desafiante y cerré los labios con fuerza sabiendo que ella no iba a poder separarlos por más que lo intente. Sentí su suave mano enguantada en mis testículos, retorció y tiró, y no pude evitar el grito y abrir la boca. Gruñí quejándome pero sabía que no podía hacer otra cosa que quedarme allí esperando lo que viniera. La mordaza "araña" estaba formada por dos piezas de metal que se enganchaban a la cabecera de la camilla, haciendo que la mordaza no sólo mantenga mi boca abierta sino que restringiera todavía más los limitados movimientos de mi cabeza y mi campo visual. La mordaza era bastante grande y me mantenía la boca bien abierta..
- No es divertido ver qué rápido puedo solucionar tu protesta? No hay nada que puedas hacer para detenerme, salvo hacer lo que yo te diga, está claro? No tenés ningun poder sobre lo que yo decida. Y ahora decido que te voy a tener que castigar por no ser un buen paciente... Dónde estaba?... Ahhh sí, la mordaza! No te habrás pensado que la iba a dejar así... - debo haber puesto cara de pánico - Ahora vas a ver.
Y entonces giró la llave que unía las dos partes de la mordaza, haciendo que se expanda. Cuando giraba la pequeña llave de la mordaza ella quedaba justo sobre mí y me dejaba admirarla en toda su belleza, tuve un suspiro de su femenino aroma y me excité. Si no hubiera estado atado la hubiera besado. Mi boca estaba siendo forzada a abrirse al punto que yo parecía estar en un grito permanente.
- Y lo mejor de todo es que ya no voy a tener que oír tus irrespetuosos comentarios. Procedamos con el examen!
Volvió a dirigirse hacia los gabinetes. Ya no podía verla porque mi cabeza había quedado atada a la cabecera de la camilla por la mordaza.
- Te voy a explicar algunas cosas sobre estos procedimientos, por supuesto no te voy a contar los detalles más jugosos porque no tendría gracia. Voy a examinar tus reacciones a diferentes estímulos, a lo mejor sentís placer, incomodidad o dolor... preparate - se rió cuando terminó la frase. Como si yo pudiera prepararme! No podía hacer nada más que esperar mi destino.
Escuché pisadas acercándose a la camilla.
- Empecemos con algunos de los estímulos más superficiales - y de repente sentí un agudo dolor en mi tetilla derecha y de inmediato otro en la izquierda.
- Son pinzas de cocodrilo. Las usamos mucho en la Clínica. Son estériles y de acero quirúrgico, nos aseguramos suministrar a nuestros pacientes higiene y un dolor agudo - dijo como si fuera un vendedor tratando de venderme el producto - Y ahora la parte más divertida...
Enganchó las pinzas a una cadena que colgaba sobre mí y yo no había notado hasta ése momento. Presionó un botón y la cadena enganchada a las pinzas comenzó a elevarse. Traté de decir "no" pero solo emití unos gruñidos. Mis tetillas estaban estiradas y me ardían. No sé cómo las pinzas de cocodrilo no me desgarraron.
- Ay, parece que el paciente se está excitando con los procedimientos. No voy a permitir éso! Éso es para más tarde! - yo tenía una tremenda erección pese a que mis tetillas ardían, después de todo ella era una doctora muy hermosa y me hubiera encantado tener sexo con ella sobre la camilla. Ella fue hasta los gabinetes y levantó algo metálico porque yo escuché un click cuando lo sacó. Volvió y de repente sentí algo frío entrando en contacto con mi escroto y testículos. Mi erección cedió. Después sentí que el frío desapareció y fue reemplazado por una sensación de metal rodeando my ahora encogido pene pero dejando mi glande expuesto, otro anillo rodeó mi glande y ambos fueron conectados.
- Cómodo? - preguntó burlona - Tenés los testículos un poco fríos - y me puso frente a los ojos un par de finas bandas de goma - Con esto los vamos a calentar.
Estiró una de las bandas de goma con un par de sus dedos enguantados.
- Vamos a dejarlos bien calentitos - me examinó los testículos y enrolló la banda estirada alrededor de mi testículo izquierdo y la dejó cerrar de golpe. Gemí de dolor porque me había atrapado el testículo izquierdo y me apretaba realmente mucho. Procedió a enrollar una cinta de goma alrededor de mi pene y conectarla con la que atrapaba mi testículo izquierdo y otra más que estiró y liberó. Otra vez gemí de dolor. Esta vez el dolor no provenía del testículo sino del hecho que ella había enrollado la banda alrededor de mi escroto. Después ella me pegó unos golpecitos en los testículos. Todo mi cuerpo se sobresaltó.
- Ves bebé? Normalmente les dejo a mis pacientes que tengan el pitito duro, pero como vos no te portaste bien, te voy a dejar en penitencia - me dijo enojada - Y ahora que estás más relajado vamos a empezar a revisar los órganos internos.
Fue hasta los cajones y volvió con algo en la mano, con mi visión perimetral pude ver el destello de algo metálico.
- Vamos a ver cómo te portás ahora - me dijo. Me sobresalté cuando sentí un contacto frío en mi ano.
- Si, está un poquito frío... lo lubriqué un poquito para que te entre más fácil.
Y la sentí empujando el objeto dentro mío, llenándome. Gemí incómodo, nunca antes me habían puesto nada en el ano.
- Mirá! Tu culito se tragó el plug al primer intento! Se ve que ya estuviste jugando con esto... - se me acercó y me miró a los ojos - Te estuviste metiendo cosas en la cola a escondidas?
Gemí y traté de sacudir mi cabeza a izquierda y derecha pero apenas podía moverla,
- No le mientas a la doctora! Vos sabés lo que pasa cuando un paciente le miente a la doctora - dirigió su mirada a mis testículos y pene que todavía estaban atrapados por las bandas de goma. Sentí su mano enguantada cubierta de lubricante acariciándome la pierna. De repente, un golpe, todo mi cuerpo se sacudió pero las ataduras me mantuvieron quieto.
- Te lo voy a preguntar de nuevo. El bebé estuvo jugando con su colita cuando nadie lo miraba?
Esta vez ni siquiera traté de mover la cabeza y dejé escapar un ahogado "no".
- Parece que vos no me crees cuando te digo que te voy a castigar. Te creés que me olvidé que te tengo que castigar. Parece que te lo voy a tener que decir más clarito.
Se paró entre mis piernas y se ajustó los guantes de látex. Smack! Smack! Smack! Grité a través de la mordaza, mis testículos me ardían de los violentos golpes.
- Querés más?! - Yo suplicaba a través de la mordaza. Ella insistió. Smack! Smack! Yo luchaba con mis ataduras y gritaba a pesar de la mordaza.
- Éso es para que te acuerdes que un paciente nunca tiene que mentirle a su doctora!
Se dio vuelta y fue hasta los gabinetes y la escuché sacando cosas de diferentes lugares. Después sentí cómo acercaba el carro con el instrumental.
- Bueno, vamos a ocuparnos de ésa colita - escuché un click metálico y cómo empujaban algo dentro de mi ano otra vez. Grité tratando de detenerla.
- Si seguís protestando te voy a tener que penetrar más fuerte y te va a doler...
Traté de relajarme un poco.
- Asiiii.... muy bien.... ves que cuando querés te portás bien.... asi se porta un buen paciente con su doctora - me dijo como tratándome como a un chico - Ahora vas a ver lo que pasa cuando empiezo a dilatar...
Sentí como el objeto dentro de mi ano se empezaba a expandir.
- Ay que tonta, me olvidé que mi bebé no sabe lo que tiene en la colita. Es un espéculo anal y lo voy a abrir y abrir hasta que ése culito esté como yo lo quiero. Bien dilatadito!
Sentí al espéculo abrirse más al punto que llegué a creer que mi ano se iba a desgarrar. Y entonces lo abrió todavía más, yo gemía y luchaba.
- Asi bebé, muy bien... ahora vamos con el procedimiento que más me gusta. Estás listo para darme tu lechita bebé?... Bueno, en realidad no importa, porque me la vas a dar, quieras o no.
Sentí sus dedos entrando en mi cavidad anal y tocándome algo ahí adentro. Sea lo que fuere sentí como unas cosquillas y una sensación agradable. Hizo que mi pene luchara contra la jaula de metal a la que lo habían confinado. Ella siguió acariciando.
- Te gusta - sentí algo creciendo dentro mío. Sentí que iba a eyacular.
- Oy, mirá que excitado que está el babé, ése pitito está tratando de escaparse de mi jaulita... pero no va a poder... - se rió. De repente dejó de acariciarme y la sensación desapareció.
- No te voy a dejar que soltés la leche tan fácil, especialmente después de todo lo que me hiciste trabajar.
Se paró a mi lado y levantó algo de la bandeja y se puso juste sobre mi cara para que yo pudiera verla, su rostro tras el barbijo, su ambo verde de cirugía y sus manos con guantes mostrándome el instrumento.
- Ves esto? Se llama Rueda de Wartenberg. La voy a usar para castigarte - me dijo con un gesto de sadismo. Yo sólo veía una rueda con clavos.
- Ya tengo tu pitito en mi jaulita.... y la cabeza del pitito bien coloradita y expuesta... Y después de haberte estimulado la próstata la cabeza del pito va a estar bien sensible - a medida que hablaba apoyaba la rueda con clavos en mi glande y presionaba y la hacía correr. Nunca antes había sentido esta clase de sensación, entre dolor y placer y para nada confortable. Me sacudí inútilmente, su mano izquierda me sostenía firmemente el pene y con la derecha usaba la rueda con clavos. Yo luchaba contra mis ataduras tratando de detenerla. Ella miraba mi agonía y sonreía detrás del barbijo.
- Ya está... ya pasó.... - volvió a ubicarse entre mis piernas - Vamos a ver cuánto podés aguantar. No creo que aguantes mucho. Si soportás cinco minutos de mi estimulación, te suelto - yo abrí grande mis ojos - Pero si no aguantás los cinco minutos me voy a divertir mucho mucho con vos - me dijo con un tono amenazante. Ella me insertó sus dedos e inmediatamente sentí cómo ésa rara sensación empezaba a edificarse. No había forma que pudiera aguantar siquiera dos minutos, ni hablemos de cinco. Trataba de pensar en cualquier otra cosa que me distrajera de lo que estaba pasando, pero nada funcionaba, mi cuerpo tenía su propia demanda. Sentí mi semen saliendo de mi enjaulado pene.
- No aguantaste bebé... no te preocupes, ninguno aguanta - se rió. Con su mano enguantada limpió la jaula de mi semen.
- La jaulita tiene que estar brillante, vamos a limpiarle todo esta leche - volvió hasta los gabinetes para deshacerse del semen que yo había expulsado. Pero cuando volvió, noté que traía un par de guantes de látex nuevos en el bolsillo de su ambo.
- Bebé.... yo no me acuerdo haberte autorizado a eyacular... me tenés que pedir permiso antes de soltar tu leche, bebé - me dijo en un tono muy dominante. Yo trataba de pedir disculpas pero sólo emitía gruñidos.
- Qué voy a hacer con vos? - levantó su mano con el guante cubierto por mi semen - Te vas a tragar toda tu leche bebé! - me ordenó. Y metió su mano enguantada en mi boca a través de la mordaza, haciéndome imposible quitarla de allí. Procedió a limpiar su mano con mi boca y mi lengua.
- Tragá bebé... Tragá te digo!.... Así, muy bien.... El bebé se toma toda la lechita - yo me sentía muy humillado, obligado a tragar mi propio semen.
Se quitó los guantes sucios y se puso los nuevos, calzándoselos con ése típico sonido, snap... snap...
- Tenía tantas ganas de meterte los dedos en el culito... - se rió y volvió a pararse a mi lado y quitarme la jaula del pene que en seguida quedó erecto.
- Vas a sentir la agonía del placer.
Trajo una máquina desde uno de los rincones de la sala. Tenía un largo brazo con una especie de modelo de vagina que terminaba en un cilindro.
- Esto no va a ser agradable bebé - me dijo. Ató una banda de goma entre mis piernas. Después puso un vibrador a través del espéculo anal.
- La banda de goma es para sujetar el vibrador que te va a estimular la próstata y te va a mantener duro. Después la máquina te va a obligar a penetrar el cilindro - hizo una pausa - un ratito - completó con una sonrisa pícara.
- Empecemos con el procedimiento.! - me lubricó el pene con mucho lubricante y encendió el bevrador. Trajo el equipo y lo ubicó justo sobre mi pene y me obligó a deslizarlo dentro. Se sentía muy ajustadoy como si tuviera ondulaciones en su interior. No podía imaginarme por qué había dicho que esto no iba a ser agradable.
- Ves este control? Desde acá puedo ajustar la velocidad de la succión. Empiezo suave - sentí otra vez el sentimiento creciendo desde mi próstata pero acelerado por la estimulación que sentía en el pene. Sentía el orgasmo edificándose y creciendo como una ola de placer que nunca había experimentado. MI glande estaba muy sensible y hacía que mi cuerpo tuviera movimientos involuntarios por la sobre estimulación. Gemí a través de la mordaza.
- Noooo! Bastaaaa!
- Así bebé... Así... - me dijo la doctora. La ví a mi lado con total control de la situación - Me encanta esta parte.... Te voy a producir otro orgasmo bebé.
Lo sentí venir y sentí mareos. En seguida, eyaculé.
- Muy bien bebé.... Cómo me gusta tener un paciente nuevo! - me dijo - No te preocupes, todavía tenés otra hora... disfrutala.
Se fue hacia la puerta a mis espaldas y se detuvo.
- Casi me olvido - volvió a mi lado, me sacó la mordaza, se quitó el barbijo, me acarició la cara con las manos enguantadas y me miró a los ojos - Bienvenido a la Clínica. A partir de ahora sos mi paciente. Quiero controlarte todas las semanas. Está claro?
- Sí... sí Dra. Amanda.... - contesté.
- Te quiero acá la semana que viene.... Ahora disfrutá! - se quitó sus guantes de látex y me los metió en la boca.
Me dejó solo y, en cuanto cerró la puerta sentí a la máquina acelerando y succionando mi pene como una esposa desesperada. Sentí un tercer y cuarto orgasmo llenar mis sentidos. Para cuando tuve mi quinto orgasmo todo se puso negro.

1 comentario - Bienvenido a la Clínica

Leo1331
Me encanto !!!!! Muu bueno