Cogí con mi novia, su madre y sus hermanas (Capítulo 16)

DÉCIMO SEXTA PARTE: Inimaginable convivencia

Pasó un par de días y el momento de despedirnos de la familia llegó. Nos fuimos en medio de abrazos y de buenos deseos por el año que comenzaba y por lo que se nos vendría de aquí en adelante conviviendo y organizando nuestro matrimonio. A último momento apareció Helena para despedirse. “Creo que esto es tuyo”, fue lo último que dijo a Majo mientras sostenía su espejo en una mano.

Majo subió al auto en silencio. Permaneció así por unos cinco minutos. Luego me preguntó por qué Helena tenía su espejo. Le dije que no tenía idea, “supongo que lo habrá tomado en algún momento o se lo habrás prestado y no lo recuerdas, yo qué sé…”.
Los meses fueron pasando y Majo se iba entusiasmando cada vez más con el matrimonio; día y noche pasaba calculando hasta los más mínimos detalles de su día perfecto
.
Nos salía todo muy bien, los dos disfrutábamos convivir. Ocasionalmente peleábamos, pero generalmente era por tonterías. El resto del tiempo lo pasábamos sensacional, Majo y yo solo nos separábamos al momento de ir a trabajar; las horas que nos quedaban libres las aprovechábamos para estar juntos; con sus amigos, con los míos, por ratos solos en alguna salida romántica y en otras ocasiones en un plan bastante íntimo. Fueron meses en los que no se me pasó por la cabeza estar con otra mujer que no fuera Majo.

El día de nuestro matrimonio llegó. Fue una boda sencilla, a campo abierto y con muy pocos invitados; apenas las personas más cercanas a nosotros. Era una época en que a los dos nos iba muy bien económicamente, así que decidimos pasar la luna de miel en Puerto Rico.
Hicimos las típicas visitas a sitios turísticos; el Castillo del Morro, el monumento al campestre en Cayey, el Teatro Braulio Castillo, el Paseo de las Estrellas, en fin.De noche hicimos también lo habitual, paseos por la ciudad, un poco de fiesta y por supuesto mucho sexo.

Había decidido compartir el resto mi vida con Majo por un impulso, por un momento de locura; pero no me arrepentía para nada. Por lo menos en la isla todo fue perfecto; era una de esas épocas en que creía que todo sería así para siempre.

Tristemente el paseo terminó y tuvimos que volver al ritmo normal de nuestras vidas. Al retornar parecía que todo seguía siendo un sueño, pero solo fue por unos días.

Un viernes en la mañana sonó el timbre; me vestía con mucho apuro porque iba tarde para el trabajo. Majo estaba aún bañándose y también se le hacía tarde. Abrí la puerta, en frente Mariajosé. No la veía desde el día del matrimonio. Se me hacía extraño que nos visitara a esa hora. Pero no venía de visita.

Al detallar bien todo su cuerpo noté que traía consigo una maleta. Entró al departamento casi sin saludar; muy apurada y enfadada. “Voy a vivir un tiempo con ustedes”. No procesaba lo que me decía, como que no podía creerlo. ¿Qué pinta Mariajosé en este momento en que todo nos sale perfecto con Majo?

- Me quedo con ustedes, no quiero volver a ver a Mariano en mi vida – Dijo la madre de Majo mientras dejaba rodar una lágrima por sus mejillas
- ¿Pero qué pasó?
- Me está engañando el hijo de puta ¡Qué humillada me siento!
- Bueno, no te preocupes te podés quedar el tiempo que quieras
- Gracias ¿Está la niña?
- Sí. Sí querés la esperás, se está bañando. Yo te dejo, me tengo que ir a trabajar.

Mientras conducía al trabajo no podía sacarme de la cabeza la noticia. No quería que la madre de Majo conviviera con nosotros. Todo nos salía tan bien que temía que la presencia de Mariajosé pudiera dañarlo. Cuando llegué al trabajo me fui olvidando un poco del tema.
Con el paso de los días esa sospecha se fue haciendo realidad. Mariajosé permanecía casi todo el día bebiendo whiskey tirada en un sillón. Era normal que estuviera ebria casi todas la noches, en ese estado era intrusiva; le importaba poco meterse en nuestra relación, dar consejos de mierda a Majo; trataba de convencerla de que yo era un don nadie. No le importaba llegar al insulto, de verdad era un infierno tenerla en casa.

Tampoco le importaba mucho tomar mis cosas o mi dinero, era completamente abusiva. Me desquiciaba. Y lo que colmaba mi paciencia era que en ocasiones era tan cruel, que hacía sentir mal a Majo al punto de hacerla llorar.

Constantemente le comentaba a Majo que quería que su madre se marchara. Ella aseguraba comprenderme, de hecho me decía que ella también deseaba que se fuera. Pero no estaba dispuesta a ser ella quien le dijera que no la queríamos más en casa. “Si querés que se vaya se lo decís vos. Yo no fui la que le dijo que se podía quedar el tiempo que se le antojara…”.
Siempre que discutíamos por la presencia de su madre llegábamos al mismo punto, si alguien debía echarla era yo. Majo era incapaz de hacerlo y, por supuesto, yo tampoco me atrevía.
Esos días se fueron convirtiendo en meses. Mariajosé no se marchaba ni pensaba hacerlo, eso me quedaba clarísimo. De verdad que era una situación insostenible, no lo aguantaba más.
El sexo con Majo también fue disminuyendo. Cada vez que estábamos a punto de hacerlo o lo hacíamos Mariajosé llegaba a interrumpirnos. Obviamente se hacía la estúpida, fingía entrar para preguntar algo. Majo y yo teníamos que aprovechar cualquier salida de su madre para hacerlo, pero siempre con mucho apuro.

Las discusiones se hicieron cada vez más frecuentes en nuestra relación. Los dos teníamos claro que las cosas no estaban funcionando pero nos ocupábamos de culparnos mutuamente. A pesar de eso, no se me cruzaba la idea de abandonar a Majo. Sabía que esta sería una de tantas pruebas que tendría nuestra convivencia.

Las cosas empeoraron una tarde que Majo llegó muy emocionada a casa.

- He conseguido trabajo en España – Fue lo primero que dijo cuando entró
- Eh…
- Sí sí. Me voy este viernes ¿No te alegras por mí?
- ¿Aceptaste un trabajo en otro país sin comentarme nada?
- Es una oportunidad única. Un contrato por un año inicialmente como gerente de una multinacional. Es un sueño, una oportunidad que no puedo dejar pasar.
- Pero Majo, esas son cosas que tenemos que tratar como pareja.
- Me voy a ganar el doble. Mi curriculum va a ser apetecido por una infinidad de empresas. Es una empresa que da capacitación permanente ¿qué es lo que no te suena?
- Es que no se trata de dinero. Lo de tus aspiraciones lo comprendo pero ¿no te interesa lo que yo opine?
- Igual, va a ser solo por un año.
- ¿Y si se prolonga?
- Bueno, pues si se alarga te venís conmigo
- Pero yo no me quiero ir ¿me lo consultaste?... Me gusta vivir aquí, tengo a mi familia, mis amigos y un buen trabajo. Estamos pagando aún este departamento…
- Y lo vamos a seguir pagando ¿No entendés que me voy a ganar el doble de lo que me gano?
- Creo que no comprendés nada de esto

Salí del departamento enojadísimo. Subí al auto y me fui a la casa de un amigo a pasar la noche. No quería saber nada de Majo en ese momento.

David es uno de mis mejores amigos de toda la vida. Vive solo en una lujosa zona de la ciudad. Tiene bastante dinero y se da una buena vida viviendo solo. Esa noche tenía planeado ir de putas. Apenas llegué a su departamento me lo comentó. Yo accedí a acompañarlo y quizás a pagar un bailecito, pero no iba a coger con ninguna puta. David trató de convencerme de que me cogiera a alguna, aprovechando que estaba furioso con Majo. “Te lo merecés”

Pero yo no estaba dispuesto a traicionar a Majo a pesar de mi enojo hacía ella. Mucho menos lo haría con una puta. Así que accedí a acompañarlo nada más. De esa noche no hay nada para rescatar, pagué un baile, bebí un par de tragos y nada más.

Al siguiente día volví temprano a casa. Aún estaba enojado con Majo pero sabía que debía tratar de hacer algo para convencerla de que no se fuera. Pero ella estaba firme sobre su decisión. No había marcha atrás. Le reproché el hecho de haberme casado con ella y tener que convivir con su madre. Ella siempre insistía en que sería por un tiempo nada más.

Majo se marchó. Quedé solo, triste y preocupado. No podía concentrarme en el trabajo por estar pensando en ella, y en las noches volver a casa se me hacía una tortura por tener que soportar a Mariajosé. Era cada vez más atrevida y parecía no sentir vergüenza nunca.

Una noche, habiendo pasado dos semanas desde la partida de Majo; Mariajosé entró a mi cuarto vistiendo una bata. Me miró fijamente y empezó a abrírsela.

- ¿Hace rato que estás esperando esto cierto?
- No, no te equivoques. Yo solo tengo ojos para Majo
- No finjas, toda tu vida me has deseado
- Que no mujer, que no me interesas
- Vamos bésame

Se acercó y se arrojó sobre mí y empezó a besarme. No duro mucho porque la aparté de inmediato. Le reclamé por lo que hacía y le pedí que se largara; de verdad quería que me dejara en paz. Pero esta mujer creo que no comprendía esas palabras.

Más tarde en la noche estaba durmiendo. Relatar esto se me hace complejo porque no tuve plena consciencia de lo que pasaba. De hecho los primeros recuerdos no hacen parte de la realidad si no de un sueño.

Había caído rendido después de trabajar. Me había quedado esperando a Majo hasta muy tarde en la sala y el sueño me había vencido. Ella llegó y se acercó a saludarme. Al notar que estaba dormido, empezó a acariciar mi pecho, luego desabrochó mi pantalón y de inmediato introdujo mi pene en su boca. Majo me la chupaba lentamente, jugueteaba un poco con su lengua por la parte inferior de mi pene. Me acariciaba suavemente el abdomen mientras su cabeza bajaba y subía sobre mi polla. La chupaba con tanto empeño que hacía un fuerte ruido. Es ruido me alertó; abrí los ojos y la escena era idéntica a la de mi sueño, solo que no estaba en el sillón sino en mi cama y no era Majo quien me daba una mamada, era Mariajosé.

Aún no podía asimilarlo. Estaba todavía un poco confundido por el sueño, pero poco a poco fui asimilando la realidad. En efecto, Mariajosé me chupaba el pene con un esmero infinito. Lentamente introducía la totalidad de mi pene en su boca, llegaba muy profundo y luego empezaba a mover su cabeza bruscamente por unos cuantos segundos, y luego, se repetía en el lento movimiento. Gemía y hacía sonidos con su boca al mover mi pene en ella.

Tenía la polla cubierta de saliva y liquido preseminal. Mariajosé procuraba nunca sacar por completo mi pene de su boca. No dejaba de mirarme en forma provocativa. Cada vez acercaba un poco más sus preciosos senos a mi pene. Se empeñó en succionar fuertemente y ahí llegó el primer momento en que retiró mi polla de su boca. La saliva y el semen colgaban de sus labios mientras alejaba su cabeza. Me masturbó por unos pocos segundos y la volvió a introducir en su boca. Su mano permanecía agarrando mi pene, lo sacudía y sincronizaba que la velocidad de su mano fuera igual a la de sus labios. La intensidad fue creciendo tanto que me hacía delirar. Con una mano la tomé de la cabeza y empecé a orientar sus movimientos para que la penetración fuera cada vez más profunda y más rápida. No soporté mucho tiempo. Terminé corriéndome en su boca.

No quería verla a la cara. Aún no comprendía cómo había pasado esto. Ella tenía la cabeza gacha mientras dejaba caer el semen al suelo. Luego la levantó y se quedó mirándome mientras sonreía.
Estaba incrédulo, no comprendía cómo había ocurrido esto. De todas formas aceptaba que me había gustado, pero tenía que seguir mostrándole desprecio a Mariajosé; mi objetivo real era que ella se largara de mi departamento.

Me mostré enojado con ella y le grité que se marchara. Volví a acostarme para intentar dormir, pero no podía conciliar el sueño. Pasaba los minutos dando vueltas sobre la cama; constantemente venían a mí intensos ataques de ira contra Mariajosé, recordaba lo mucho que la odiaba, lo que me desesperaba su presencia, lo hija de puta que podía ser esta mujer. Por ratos alternaba ese pensamiento con el recuerdo de su reciente mamada, el calentón que me había dejado era terrible.

Arme un porro y empecé a fumarlo asomado en la ventana. Quería relajarme y olvidarme de todo para por fin conciliar el sueño. Pero el faso no consiguió ayudarme. Apenas me acosté me fui concentrando más en los mismos pensamientos; se me volvía algo obsesivo. Me daban ganas de echarla inmediatamente de mi casa, así fuera a los golpes. Lo pensaba en serio, cada vez me obsesionaba más con hacer realidad la idea. Finalmente no pude contenerme más, me levanté inmediatamente para ir y por fin a sacar de mi departamento a esta detestable señora.
Apenas abrí la puerta de su cuarto esa idea se esfumó de inmediato. Mariajosé estaba tirada sobre la cama, durmiendo con su bata abierta.

Frente a frente con ese cuerpo precioso que a pesar del maltrato por el paso del tiempo lucia irresistible. Esos hermosos senos de buen tamaño, aunque un poco caídos, me ponían muy caliente. Esas piernas delgadas y bien contorneadas que invitaban a recorrerlas lentamente camino su experimentada concha.

Mi plan dio un giro por completo, ya no quería echarla, quería descargar mi ira cogiéndola de forma violenta.

Me acerqué a ella, saqué mi pene y empecé a golpearlo contra su rostro. No pensaba detenerme hasta que ella despertara. No tardó mucho en hacerlo. Me reclamó por lo que hacía, pero no me importó una mierda lo que ella dijera; continué golpeando su cara con mi pene. Le decía que se callara, que iba a pagar por ser una escoria. La agarré fuertemente del pelo y la jalé hasta hacerla arrodillar frente a mí.

- Querés joderme la vida de cualquier forma ¿Crees que podés hacer lo que te venga en gana? ¿Crees que podés llegar a chupármela sin consecuencia alguna? ¿querés mamármela?... pues lo vas a hacer
- Déjame, hablémoslo
- No hay nada que hablar

Tomé mi pene y lo introduje sin vacilación alguna. La garraba de la parte de atrás de su cabeza y hacía que mi polla se introdujera en su totalidad. Me movía fuertemente dentro de su boca. Mariajosé tenía arcadas porque se la introducía hasta donde comienza la garganta.
Saqué mi pene de su boca, y sin haberla soltado del pelo, empecé a golpearlo fuertemente contra sus mejillas. Luego volvía a metérsela en la boca; la agarraba fuertemente de la cabeza con ambas manos, no le permitía moverse. Me moví fuertemente hasta que de repente, me agaché y le saqué el sostén de un jalón. Su seno izquierdo al aire me tentó tanto que tuve que sacar mi pene de su boca para agacharme y terminar de dejar sus pechos absolutamente expuestos. Los agarré y apreté por un instante pero de inmediato me levanté, volví a tomarla de la cabeza con ambas manos. Nuevamente a sacudirme dentro de su boca hasta lo más profundo, la empujaba con mis manos hacia mí para que no pudiera sacarse mi pene su boca. “¿Querés respirar?... pues te jodes”, le dije mientras ella me empujaba las piernas intentando zafarse. Finalmente se la saque y de nuevo a estrellarla contra su mejilla. Esta vez su rostro terminó algo cubierto con saliva y semen.

La volví a meter en su boca y empecé a decirle “Decime que lo lamentas, pedíme perdón”. Pero ella no podía responder porque su boca estaba completamente llena, apenas se escuchaba un balbuceo. La saqué y ella repetía arrepentida “Lo siento, lo siento”.

Aún agarrándola del pelo, la hice poner de pie, rápidamente le di vuelta y la empujé sobre la cama. Empecé a manosear desesperadamente su culo, metía mis dedos entre su concha sin consideración alguna. Tomé mi pene entre mi mano y lo introduje en su coño. Ella se agarraba a sí misma de las nalgas y yo a ella de sus brazos. La sacudía con la misma intensidad con la que lo había hecho en su boca. Desde el comienzo ella estuvo gimiendo escandalosamente.
Luego la tomé del pelo y la hice recostarse hacia mí. Seguía cogiéndola con desesperación, la intensidad era cada vez mayor. Llegó un momento en que la tomé con una mano del cuello y con la otra la cabeza y empecé a sacudirme buscando acabar en ella. Pero finalmente me arrepentí, consideraba que hasta ahora no había pagado su castigo.

Empecé a besarla por el cuello mientras escuchaba como chocaban nuestros cuerpos, sus fuertes gemidos y el sonido de mi pene deslizándose por su interior. Sentía que iba a terminar en ella en cualquier momento así que decidí detenerme para alargar su castigo. “Te ves asustada, no te pareces a la puta que me sedujo por primera vez hace unos cuanto años”, le dije mientras la miraba fijamente a los ojos. Rápidamente le di vuelta y la arroje en la cama. Abrí sus piernas con fuerza y se la metí sin contemplación alguna. Le pedí que metiera sus manos bajo su espalda, como si estuviese arrestada. Inicialmente no hizo caso, así que tuve que gritarle para hacerle notar que era una orden. La sacudía con fuertes empellones mientras me apoyaba de una mano sobre su seno, y con la otra le agarraba el cuello. Estrujaba su pecho, lo amoldaba con mi mano mientras la escuchaba gemir. Sus lamentos ya no eran de temor o de dolor, eran claramente placenteros.

Se la saqué y abrí muy bien sus piernas, lo más que pude. A continuación dirigí mi pene hacia su culo, empecé a penetrarlo lentamente mientras notaba la reacción molesta de Mariajosé. Antes de que ella pudiera reprocharme le dije “Callate puta o te va a ir peor”.

Veía su rostro de dolor a medida que iba aumentando la intensidad y velocidad de la penetración. Me volvía loco agarrándole por ratos los senos, por ratos su concha, y llegó un momento en que la di una cachetada en la parte interior de su muslo. Los gritos y gemidos de Mariajosé se fueron haciendo cada vez más sonoros y constantes, de hecho me maldecía mientras la cogía. Trató de sacar sus brazos que estaban bajo su espalda, pero inmediatamente le dije “Ni te atrevas”.
Volví a agarrarla del cuello y a empecé a moverme tan fuerte, y a tal velocidad, que pretendía generarle dolor. No aguanté más y terminé corriéndome en su culo.

Centré mi mirada en la de ella, aún conservaba mi expresión de odio en el rostro. Me quedé mirándola fijamente sin decir nada, ella tampoco lo hizo. Me levanté, me acomodé el pantalón y me marche de inmediato a mi cuarto. Cuando salía de su habitación le advertí “Más te vale no volver a joderme la vida”

Este relato es 99% real. Los nombres de los personajes y algunas situaciones fueron modificadas para proteger la identidad de las personas.

Si les gustó, comenten y compartan. Los que quieran ver imágenes de las que han protagonizado esta historia en sus 16 primeros capítulos puden hacerlo en este enlace:

https://drive.google.com/open?id=0BzIXFgP_TRXNY1dxMU12QzB5UUU




DÉCIMO SÉPTIMA PARTE: Sorpresivo reencuentro


Tenía bastante claro que lo ocurrido con Mariajosé solo había sido producto de un ataque de ira. Sabía perfectamente que no volvería a ocurrir. Pasaría el resto del año esperando a que Majo retornara para volver a coger. Iba a ser duro pero era un firme compromiso…

6 comentarios - Cogí con mi novia, su madre y sus hermanas (Capítulo 16)

jajchz
Hola,quiero las fotos de las protagonistas,mi correo es athoms65@hotmail.com
nenecaprichos
amigo podes pasarme las fotos por mensaje privado de poringa? ya que a mi mail no me llegan?? o en un link de mega
felodel2005 +1
Al final de este texto hay un enlace a google drive. Copia y pega y las abres
diablo5802
Genio siempre buenos tus telatos sigo esperando el proximo y conta como tenes fotos de tu suegra desnuda en la playa
felodel2005
La señora que es una guarra total...
p3la0albo
esperando la siguiente parte de esta historia
Betoo1112
hola me podras mandar las fotos bto_bto@hotmail.com
felodel2005
El link a las fotos está en el final del post
Holandayes
@felodel2005 no me anda el link, podes subir de nuevo el link