Miel, mi marido y yo (II)


😅
¡Discúlpenme por rematar tan mal la primera parte!
Lo que pasó fue que mientras yo me inspiraba tranquilita y acostada en la cama, mi marido fue a cocinar.
Él ha sido genial, porque no ha puesto problemas con que me levante como a las 3 y es que debo confesarles que soy de esas mujeres que pasaría todo el día en la cama, aunque todo el resto del año me levanto con las gallinas.
Cuando lo tenía todo medio listo y él les daba la leche a las peques para la siesta, me dice:
“¿Ya terminaste? ¿Me dejas leer lo que escribiste?”
😊
Yo, contentísima, porque pensaba dejar el final en la parte del baile y lo había subido (¡Costándome un mundo! 😠 ).
Lo lee y me dice.
“¿Y no contaste lo que me hiciste esa noche? ¿De cómo me rechupaste esa vez?”
😓
Y yo, ahí… sin saber qué decirle.
Él baja otra vez, a ver el almuerzo que estaba casi listo (¡Me llegaba un olorcito a bistec! :F) y yo, ahí, apurada, tocándome para que me baje la inspiración y me regresen los recuerdos y escribir lo más rápido posible y al ratito me llama…
“¡Ruiseñor, baja a comer!”
😈
Y como podrán imaginarse, bajé con mi camisón blanquito de seda, que tiene una falda corta hasta la mitad de mis muslos y los pechos, libres y sin sostén…
🤤
¡Lavar la loza fue tan, pero taaaan rico después!
Y bueno, por eso quedó así. Así que disculpas.
😑
Pero les diré que a mí y a Lizzie nos encanta chuparle.
Ella dice que su ex novio Fred apenas aguantaba 2 veces seguidas, botaba un poquito y le dejaba con las ganas.
😤
Y otra cosa es mi marido, porque entre las 2, se la chupamos hasta casi vaciársela y aun así, aunque le duele y no la pasa tan bien, taan bien, como nosotras, cumple con su responsabilidad de esposo/ amante y nos deja bien, pero bien chasconas….
😕
Lo único malo, eso sí, que mi marido bota tanto juguito y tan espeso, que si se la comemos muy seguido, al tiro se nos va a las cinturas.
😍
Y por lo que puedo oír, parece que no le hizo caso otra vez en la petición que conociera a otro chico, ya que se siente su melodioso “Yes!... Yes!... Right there!... Right there!... Ahh!... Ahhh!”, que me pone caliente, porque recién volvió hoy y 2 semanas sin hacer el amor con él, es como pasar 6 meses en el ártico.
Porque ahora comprendo que esa sensación que él me deja, de rellenarme enterita por dentro, ensancharme hasta morir y botar tanto juguito no todos lo hacen.
Y que algunos chicos, el pajarito se les para hasta donde recién empieza mi marido…
¡Y eso me hizo sentir súper genial!
😈
En fin, yo estaba muy equivocada en ese viaje, porque pensaba que mi gran oponente iba a ser Hannah (o Miel, como le dicen), por ser la amante y tan bonita.
Pero resultó ser que de la que más me debía preocupar era de la tal Iris.
👿
Lamentablemente para Hannah, Iris viene a ser como su amiga de confianza, como conmigo era mi prima Romi.
Pero la gran diferencia es que, aunque a mi prima le gustaba mucho mi marido, respetaba mis sentimientos y trataba de aguantárselo.
Iris, en cambio, es una verdadera zorra.
😠
Hannah y yo estábamos cansadas, porque no somos tan energéticos como mi marido, de caminar bastante todo el día.
Así que decidimos quedarnos en la casa y él tendría que hacer de chaperón a las 3, porque Douglas estaba trabajando y Dan no volvería hasta la semana siguiente.
Aparte que él estaba con todas las ganas de nadar en la piscina, que era olímpica y que sé yo y verdaderamente, parecía un niñito chico obsesionado.
😆
Hannah no tuvo problemas y luego de desayunar, nos cambiamos a trajes de baño.
Ella y yo usamos unos bien normales, que no nos quedaban mal: ella, un bikini amarillo, con el top que se cruzaba por el cuello (¡Lo encontré lindísimo! 😮 ) con manchas que le hacían parecer como un cheetah y yo, con uno blanquito (¡Para variar! XD), con tiritas delgaditas, pero que me cubre lo suficiente para sentirme cómoda.
😕
Pero las cosas empezaron mal cuando llegamos a la piscina.
Iris tiene la personalidad de mi cuñada, que le gusta darse la vida del oso: pasaba todo el día en la piscina, tomando sol y bebiendo jugos, mientras que sus hijitos jugaban entre ellos.
Incluso, parecía que tenía algo con uno de los mayordomos, porque era él el que siempre le traía las bebidas, la miraba medio raro y a ratos, desaparecía sin decirle nada a nadie.
🤷
Pero me estoy adelantando…
Se suponía que en la casa, no iba a estar nadie más, aparte de la gente que trabaja y ella andaba con un hilo dental negro y con sus curvas, podía tentar hasta los más santos…
😆
Bueno, salvo uno que conozco bastante bien.
XD
Cuando mi marido se sacó la polera y marchó a la piscina, Iris se sacó los lentes, lo miró y dijo que a mi esposo le faltaban músculos.
😠
Eso me molestó, porque comparado con Dan y con el esposo de Miel, mi marido es el más enclenque.
Pero la diferencia es que yo sé lo mucho que le ha costado sacar los músculos que tiene ahora.
Yo lo considero riquísimo, porque el vientre planito que tiene y esa colita tan carnosa y durita la ha sacado él con puro entrenamiento casero: Sale a trotar solito, hace ejercicio y vuelve a casa.
Eso de verlo volver, muerto de cansancio y a punto de caerse de transpiración cuando sale no lo hacen todos y mi marido prefiere salir a correr a su ritmo y exigirse a su manera, que ir a un gimnasio y lucir sus músculos.
Incluso, (¡Y es una de esas cosas de él que me encantan!) dice que si forma demasiado músculo, gana resistencia, pero pierde velocidad y cuando lo dice, me hace sentir que estoy casada con un shinobi o un samurái…
😆
Entonces, me preguntó si acaso tenía un amante en la universidad.
A Hannah también le interesaba saber eso, pero les dije que no.
Que lo esperaba todas las semanas a que volviera y que con eso me conformaba…
😡
Y así como así, me insultó diciéndome que era una tonta.
Que debía aprovechar que él no estaba.
😲
Quedé sorprendida que lo dijera, delante de Hannah, su cuñada.
Pero ella dijo que sabía que su esposo le ponía los cuernos y también aprovechaba de entretenerse por ahí, con cuanto tipo encontraba.
😦
Me sentí mal por Hannah, porque parecía que ella lo aceptaba.
Pero le dije que estoy muy enamorada de mi esposo y que los otros chicos no me interesan.
Se volvió a reír de mí, diciendo “que esas cosas pasan con el tiempo…” y que ya querría verme en 10 años más, si seguía opinando lo mismo.
👿
Me indigné, porque siento que ese no es mi caso.
Le dije que mi marido es diferente y que nos amamos demasiado…
“¿Quién te dice que no te engaña ahora?” me preguntó con mucha soberbia, sabiendo que Hannah estaba al lado mío.
Hannah, nerviosa, trató de hacerle callar…
😑
“¿Quién me dice que no me engaña de antes?” le respondí, bien molesta, descuadrándola de su trono.
Le dije lo que he sabido en el fondo de mi corazón siempre: que él me ama y me protege y que si me llegase a ser infiel con alguien, sería con una persona que le recordara a mí.
😳
Hannah puso unos ojos enormes y no a propósito le había mirado cuando lo decía, porque desde el principio eso le ha dicho mi marido.
“¡Cuidado! ¡Que no te engañen tus palabras!” me respondió y se puso a explicarme cómo funcionan según ella, los hombres…
Que basta un coqueteo sutil, un susurro al oído, una mano en el hombro y ya lo tenía servido…
😆
¡Si hubiese sido tan fácil, yo no habría sido por más de un año “solamente una amiga” de mi esposo!
Y le dije mi verdad: que mi marido no sabe cuándo le coquetean y que prácticamente, no mira a las mujeres.
😡
¡Fue como si le echaran ají o algo picante en el trasero!
Y nos quedamos calladas, tomando el sol.
😎
Pasó como media hora para que mi marido saliera de la piscina.
Ella se enderezó al toque al verlo caminar por el pasto, hacia nosotros, estirándose y realzando sus encantos, como loba al acecho…
😈
A Hannah, casi le da un espanto, poniendo una carita como cuando en las pelis de terror van a encontrarse con el asesino…
😱
Y yo, una tremenda sonrisa…
😃
¡Fue como un choque!
Mi marido (¡Obviamente!) pasó de largo, sin fijarse en Iris y me miró con sus ojitos tiernos y humildes, pidiéndome la toalla, mientras que a Hannah parecía que se le cortaba la respiración de puro sorprendida.
Porque ignoraba completamente a su cuñada…
Le extiendo la toalla, le pregunto si está todo bien y se acuesta mi lado, para tomar también solcito con nosotras.
Miro a Iris y se hace la lesa, porque mi marido le ha mostrado que ella se equivoca…
Y Hannah sonríe recontra aliviada y no para de mirarle acostado, porque está tranquilito y no se le arrancan para nada los ojos.
Y es ahí que decido cobrar venganza.
😈
Parto con la de siempre…
“¡Hannah, qué linda y blanquita tu piel! ¿No te preocupas que te quemes?”
Era como mediodía y el sol estaba medio fuerte…
“¡No, estoy bien!”
“Amor, ¿Por qué no le echas bronceador?”
😈
Iris, echando humos por todas partes, porque mientras mi marido nadaba, se había echado bronceador hasta quedar resplandeciente.
“¿Por qué tengo que echarle yo?” me responde él… ¡CON UN TONO DE QUEJA!
😅
¡Imagínense!
¡Le estoy pidiendo que le aplique bronceador a una chica bonita y él se queja!
¿Cuántos chicos hacen eso?
Y es que en esas cosas, es igual a mi flaquita enojona: Echarse crema o mancharse no le agrada nada, nada.
😠
“¿Cómo dices eso? ¡Tú eres el hombre y tienes que ser caballero!”
Las peques estaban durmiendo y en realidad, le pude echar yo. Pero ¿Quién se conforma con un plátano, cuando puedes comerte una enorme banana Split?
“¡Marisol, cálmate! ¡Estoy bien!” dice Hannah, tratando de tranquilizarme.
“¡Por favor!... y así, le aprovechas de hacer masaje en los hombros.” Le pido, con ojos enormes y angustiados.
Él acepta y se unta la crema en las manos.
😆
Ella se da vuelta y se pone tensa.
¡La va a tocar el chico que la vuelve loca y delante de su esposa!
😳
Y él parte suavecito, como cuando lo hacía conmigo…
😍
Cuando él me hacía clases de matemáticas, me cansaba mucho y como buen amigo, me pedía que me diera vuelta para masajearme.
Yo le tenía mucha confianza (¡Y también, estaba enamorada hasta los pies! 😉 ) y yo me dejaba querer.
Y él partía suavecito, como cuando los motoristas hacen girar esa cosa en el volante de las motos, pero con tus hombros…
Y sentía sus pulgares fuertes, rozándote en la espalda, pasando por todos tus nudos de tensión.
🤤
Les diré que me estaba poniendo caliente, porque te deja tan, pero taaan suelta cuando te masajea así, que no te das cuenta que empiezas a suspirar y a relajarte.
Porque son las manos que… bueno… siempre “Te corren mano” y te toquetean y te hacen sentir bien.
Pero en esos momentos, son las manos de un verdadero amigo, que lo único que quiere es hacerte sentir mejor.
¿Me entienden?
😳
Iris nos miraba con envidia, porque Miel tenía una cara de placer y no había nada de sensualidad en el ambiente, salvo la que ella y yo sentíamos.
Él hacía su trabajo prolijamente, con cariño. No trataba de aprovecharse ni nada.
Solamente, esparcir bien el bronceador…
“¿Qué tal? ¿No es el mejor dando masajes?” le pregunté, cuando mi marido se untaba más en las manos.
😍
Ella había ido a la luna y de vuelta…
“¡El mejor!…” respondió, con una sonrisa excelente.
Entonces, continuó con su cinturita menudita…
Imagino que le debe pasar igual que a mí, pero cuando él me toma de esa manera, me acuerdo de las veces que me lo hace a lo perrito y sin querer, empiezo a chorrear.
Y cuando te restriega los pulgares, en los inicios de la cola, Hannah se estiró un poquito, a lo mejor aguantándose un orgasmo.
😫
“¿Estás bien?” le pregunta mi marido.
Ella da un suspiro…
“¡Sí!... solo no esperaba que llegaras tan abajo…”
😅
“¡Lo siento! ¿Quieres que me detenga?” le pregunta mi marido.
Ella se pone tensa al toque.
“¡Noo!... es decir… si no te molesta.” Le responde, aunque me mira toda colorada.
“¡Por supuesto que no! ¡Sé bastante bien lo que se siente!” Le dije, dándole un guiño.
😉
Se pone incluso más colorada…
¿Cómo podía explicarme que tanto masajeo la tenía a punto de correrse?
Cuando puso las manos en su cintura, dio un suspirito intenso de relajación y como de alivio, que me hizo mirar a mi marido, que también me sonreía.
😆
Y es que estas son las cosas que él hace conmigo, pero allá en la mina, no puede hacerle.
Ahí, cuando le esparcía en la cintura, Hannah no se daba cuenta de cómo paraba la cola…
Y es que incluso a mí me pasa, porque lo único que quiero en esos momentos, es que me la meta por la colita…
Cuando él terminó con su espalda, Miel quedó lona…
“¡Tengo… que ir al baño!” dijo Iris, aunque se me había olvidado que estaba ahí.
Mi marido y yo nos miramos…
“¡No puedes dejar que se le quemen los pies!” le demandé, sin prestarle atención al rostro arrebatado de Hannah.
😟
Me miró un poco furibundo, pero seguía cumpliendo con mi palabra que no hiciéramos nada los 3 juntos.
Cuando untó la crema entre sus muslos y le abrió las carnes, ella se volvió a quejar y de seguro, le dio un orgasmo, porque te fuerza de la misma manera cuando te la va a poner por detrás y otra vez, se volvía a estirar.
Y parece que también quedó como con esa mezcla entre frustración y alivio cuando te masajea los pies, porque sus dedos se meten tan cerquita de tu rajita, que llegas a sentir tu botón palpitando.
Hasta se sentía el olorcito a sus juguitos, pero no dijimos nada, para no darle vergüenza.
Y ahí, como que daba un gemido suave de alivio, porque las manos de mi marido empezaban a llegar hasta las rodillas.
Yo la miraba a los ojos y se veía taan relajada, que parecía que se iba quedar dormida.
Y entonces, le levantaba uno de los tobillos y como que te palpitan los ojos, de lo rico que se sienten sus caricias suaves y después, le toca al otro.
Y finalmente, te remata con la planta de los pies y te masajea los dedos.
🤤

1 comentario - Miel, mi marido y yo (II)

JBares
Que denso, parece novela brasilera