Desconfianza ( 4ta parte)

Al otro día, en la oficina, los dos hicieron como si nada hubiera pasado. El trato siguió siendo el mismo y nadie hubiera notado nada. Pero en un momento tuvieron unos minutos a solas para hablar de lo ocurrido.
- Mira Uriel, ya te vengaste de tu esposa. Creo que es mejor que lo dejemos así, dijo Débora seria.
- Ni loco. Lo que sentí anoche no lo sentí nunca. Necesito seguir acostándome contigo.
- Pero yo no te quiero, Uriel, y no quiero vivir contigo.
- No es necesario que cambiemos nada de nuestras vidas. Solo digo que de vez en cuando podríamos repetir.
- Yo tengo mi vida, Uriel. No quiero tener que rendirte cuentas a tí.
- Ni falta que hace. Solo te pido que, alguna noche, cenemos juntos y hagamos el amor.
- Déjame pensarlo, pero tengo miedo que se descubra, o que tu te vuelvas más y mas exigente. No puedo acostarme contigo todas las veces que quieras, dijo ella poniendo límites. Además tu esposa va a sospechar.
- Aquella puta, con lo que me hizo, no tiene derecho a pedirme nada.
- Pero ten en cuenta que ella no sabe lo que tú sabes. Y me parece conveniente que no le digas nada.
- ¿ Por qué?
- Guardate esa carta por si hace falta, dijo sonriendo
- Tienes razón. Pero bueno, no me dijiste como quedamos.
- Mira, yo te aviso cuando estoy libre y combinamos, vale?
- Por supuesto, pero no veo la hora de que repitamos. No imaginas las cosas que quiero hacerte.
- No te pongas vicioso, y se un buen esposo, dijo Débora mientras le palmeaba la cabeza, y se retiraba.
Sobre el mediodía Débora salió de la oficina, sin que nadie la viera. Rápidamente se dirigió hasta un bar bastante escondido de las miradas.
Allí, el moreno visitante de Rita, la estaba esperando. Era tal como la foto que le había enviado.
- Hola, yo soy tu socia anónima, le dijo cuando se sentó en la mesa.
- Vaya, vaya, un gusto conocerte. No me imaginaba que eras tan atractiva, dijo mirándola de arriba a abajo.
- No pierdas el tiempo conmigo, que solo tendremos un trato de conveniencia, sin ningún contacto, le dijo para frenarlo.
- No te preocupes. Eso lo dejaste bien en claro cuando me contactaste por teléfono. Quiero agradecerte que encontraras a Rita por mi. La verdad que la pasé muy bien.
- Y la seguirás pasando, no tengas dudas. Yo te diré cuando ella estará disponible y tu podrás hacer lo que quieras. Ahora dame la peli de la otra tarde.
El moreno metió la mano en el bolsillo y sacó una tarjeta de memoria.
- Aquí la tienes. La calidad no debe ser buena, pero si lo suficiente para que se vea quien es la hembra.
- Es todo lo que necesito. Ahora escúchame. En unos días te llamaré para que puedas volver a encontrarte con ella. Dejo a tu imaginación todo el morbo que se te ocurra, pero quiero la filmación de lo que pase.
- Bueno, pero será la última. Ya me aburrí de ella. Haré un cierre a toda orquesta y desapareceré.
- Me parece bien. No conviene abusar. Aquí tienes una casilla de correo donde me dejarás la grabación. Y te haré llegar algún dinero por tu colaboración y para que desaparezcas. No volveremos a encontrarnos personalmente, solo mensajes telefónicos. Y sin dar tiempo a la respuesta del muchacho, se levantó y salió como había venido.
El moreno la miró irse y pensó que sería lindo pasarla por la piedra. Era toda una zorra maligna. Le gustaría verla ensartada por su verga. Pero no era mas que un deseo. Pagó su café y se retiró a preparar su plan.
Débora por su parte, estaba mas que satisfecha. Su sueño estaba a punto de cumplirse.

* * *
Rita se sentía nerviosa. Cada vez que sonaba el timbre se sobresaltaba. Temía encontrarse con su violador en la puerta. Bueno, lo de violador era exagerado. Está bien que el la obligaba a tener sexo, pero ella terminaba disfrutando, lo que la ponía aún peor. Estaba aterrorizada de que su esposo se enterara, y esa grabación en poder de esos muchachos, la tenía atada de pies y manos.
Pensó contarle todo a su esposo, pero no iba a reaccionar bien. Y mas si el moreno comentaba que se había vuelto a acostar con ella. Todo intento de justificar que estaba borracha, perdía sustento. En su casa no había estado borracha, y la habían follado a tope.
Por suerte su esposo no había llegado temprano, sino la situación hubiera sido imposible de explicar. Pero no siempre iba a tener suerte. No tenía que dejarlo entrar mas en su casa.
Unos días después cuando su esposo le avisó que iba a viajar al interior y que se iba a quedar una noche fuera de casa, se sintió aliviada. Iba a tener tiempo de tranquilizarse. Le costaba horrores disimular ante su esposo, y ante algunas preguntas que él le hacía no sabía que contestar. Parecía que algo sabía, pero eso era imposible. Si lo supiera, el escándalo sería histórico.
Mientras su esposo se preparaba para viajar, recibió un mensaje, su mundo se derrumbó. Era el muchacho. Le decía que estaba disponible y que iba para su casa. Le contestó que su marido estaba en casa y que no viniera. Se quedó temblando esperando la respuesta. Esperaba haberlo frenado.
El tintineo del teléfono le dio la respuesta: “ Habitación 317, hotel Los alerces. Si no estás allí en una hora, voy a tu casa para que el cornudo vea una buena película”.
Su esposo salió a los 15 minutos, y ella de inmediato, se cambió, tomó un taxi y llegó hasta el lugar de la cita. Había que terminar con esto.

* * *

La idea del viaje fue de Débora. Uriel no estaba seguro, pero ella lo convenció, y el alquiló una habitación en una ciudad vecina, que los estaría esperando cuando llegaran. Pasó por el departamento de ella a buscarla, y al poco rato, tomaban la ruta. Débora estaba despampanante. Era toda una belleza, y Uriel no podía menos que sentirse agitado y apurado.
- Tranquilizate mi amor, que vamos a tener un accidente.
- Es que me descontrola tenerte a mi lado, no veo la hora de llegar a la cama.
Débora se sentía satisfecha. Que predecibles que eran los hombres. Ella lo tenía en un puño, y ahora lo iba a terminar de someter.
- Por favor detente en la proxima estación, dijo
- Si cariño, contestó Uriel
Viajaron unos 10 minutos y apareció la estación. Era una pequeña, muy poco iluminada. Nada que ver con las megaestaciones que hay hoy en todas partes. Ingresó con el auto y ella le indicó que estacionara cerca del baño, en un lugar bastante oscuro. Uriel pensó que ella necesitaba usar el baño.
Cuando frenó, la mano de ella buscó su verga por encima de la ropa. El contacto hizo que la vara saltara hacia arriba.
Débora abrió el cierre y sacó la verga semidura.
- Voy a hacer que te tranquilizes, dijo inclinándose y metiéndola en su boca.
Uriel aferrado al volante no podía creer lo que estaba pasando. Débora lo empezó a comer y chupar con desesperación. No habían pasado cinco minutos cuando el se corrió como un salvaje. Estaba seguro de haber escupido unos cuantos chorros de semen, pero cuando Débora se levantó, no había una gota por ningún lado. La muy puta se lo había tragado todo.
Débora se relamió de gusto.
- ¿ Crees que ahora podrás manejar mas tranquilo? Le dijo sonriendo, y vamos que ya es tarde. Uriel encendió el motor y continuaron el viaje. Se sentía totalmente alucinado por la hembra que había conseguido. Era la mas puta que había visto en su vida, y lo calentaba como nadie.

* * *

En la recepción preguntó por la habitación 317, y tomó el ascensor. En el 3º Piso, salió hacia la derecha y se detuvo frente a la puerta.
Golpeó con temor. Luego de unos segundos la puerta se abrió. El muchacho sonriente la invitó a pasar.
- Vaya Rita, eres muy cumplidora.
- Basta con esto, por favor. Estoy casada y vas a arruinar mi vida.
- No te preocupes. Este será nuestro último encuentro. Conseguí trabajo lejos y no volvere a verte, le dijo con tranquilidad.
Rita se sintió liberada. Todo iba a terminar después de hoy. Ya mas tranquila, se sentó en un sillón.
- Pero para que eso sea posible, hoy tendrás que tomar la iniciativa. Tendrás que mostrarme que eres insaciable y no tienes límites. Si te comportas como la puta que eres, nunca mas sabrás de mí. Si te pones remilgada, ya sabes donde irá a parar el video.
Rita lo escuchó y comprendió que no tenía escapatoria. No había problema. Nada podía ser peor que lo que ya había pasado. Solo podía huir hacia adelante.
Se levantó del sillón y avanzó sobre el macho. Se adueñó de sus labios mientras le acariciaba el pecho y su mano bajaba en busca de su herramienta.
- Eso, putita, así, sigue que te ganarás el gran premio, le dijo al oído el moreno.
Rápidamente ella comenzó a desnudarlo. Quería terminar cuanto antes con esto. Le sacó la camisa y el pantalón y le bajó el boxer. Allí estaba el objeto que tenía que complacer. Se arrodilló y lo engulló por completo de primera intención. Comenzó a succionarlo con desesperación. Necesitaba que se corriera rápido. Quería irse a su casa.
El macho la miraba sonriendo. Entendía su juego. Pero ella no sabía lo que el le tenía preparado. La dejó chupar un buen rato.
- Bueno nena, te quiero desnuda y en la cama. Me vas a montar.
Rita dejó la verga, se levantó y se desnudó. Se acercó en la cama y esperó que el macho se acostara.
Cuando el se acomodó boca arriba con su verga apuntando el cielo, ella subió sobre él, la acomodó entre sus labios vaginales y se dejó caer. Sintió como esa vara la llenaba por completo. Una vez que la tuvo toda adentro, comenzó a cabalgar.
El macho, la dejó que rebotara, mientras uno de sus dedos comenzó a juguetear con su culo. Rita lo sintió y con temor pensó que el animal pensaba encularla. Pero ella no podía oponerse. Tenía que aguantar. Y disfrutar.
- Siii, acariciame el culo, machote, le dijo mirándolo con lascivia.
- No solo te lo voy a acariciar putita, ya verás, dijo forzando ahora con dos dedos su agujero trasero.
El morbo de la situación, pudo mas que su miedo. Sintió que se calentaba, y sin poder evitarlo, un orgasmo la arrasó, cayendo sobre el pecho del macho. El moreno la tomó del cuello, reteniéndola en esa posición, y otro hombre salió desnudo del baño, y totalmente empalmado. Subió a la cama y apuntó con su verga al culo de la dama.
Rita se sorprendió. Trató de reaccionar, pero en la forma en que la tenían tomada, y ahora aplastada por el peso del otro macho, nada pudo hacer. Sintió como una verga gruesa se iba ganando en su culo.
- Espera, despacio que me revientas, piedad, piedad, suplicó.
- No te preocupes que va despacio. Lo que pasa es que es grande, y tu culo está cerradito, pero aguanta que ya vas a gozar, le dijo el que estaba en su espalda.
Por fin, sintió el cuerpo del sodomita pegado al suyo. La habían penetrado totalmente.
- Tranquila putita, que hoy serás el centro de la fiesta. Y acuérdate de tus obligaciones. Serás buenita y complaciente, y luego volverás a tu vida normal, le dijo el moreno debajo suyo.
Una lágrimas comenzaron a correr por la mejilla de Rita.
- Eh, Martín, ¿ Ya le acabaste en el culo?, preguntó el moreno.
- No Raúl, ¿ Por qué?, contestó el otro mientras comenzaba a bombear.
- Porqué pensé que la leche le estaba saliendo por los ojos, pero es falsa alarma, puedes seguir, dijo burlándose de Rita.
El martillo neumático que tenía en el culo, la estaba partiendo en dos, y nada podía hacer. Por suerte la calentura le jugó en contra y en unos minutos sintió un liquido que le quemaba los intestinos, mientras el macho bufaba y gemía como un animal.
- Ahhhh, como la estoy llenando, que puta que es por favor. Toma mi leche, puta, toda, toda, decía entre dientes.
Cuando se retiró, Rita respiro. Raúl giró dejándola de costado. Salió de su cuerpo y tomó una de sus piernas y la apalancó sobre su hombro, y ahora apuntó su verga mas abajo, y la enculó por completo. El semen del otro macho sirvió de lubricante.
- ¿ te gusta, mi amor? ¿ Alguna vez te encularon así?, decía Raúl mientras la bombeaba con desesperación.


* * *
Llegaron al hotel y Uriel no quiso ni siquiera ir a cenar. Estaba apurado por meterse en la cama con Débora, y así lo hicieron.
Una vez desnudos, Uriel la besó toda, desde los cabellos hasta los pies. Le metió su lengua en la vagina y en el culo, saboreándola por completo. Débora flipaba de placer.
Cuando por fin se fundieron sus cuerpos, el placer fue supremo. Por primera vez en su vida, Uriel pudo echarse dos polvos sin sacarla y sin que se le bajara. Esta hembra lo traía loco.
Durante toda la noche, hicieron de todo. Débora sabía como mantenerlo caliente, y por fin, una pastillita le ayudó a Uriel a seguir la fiesta hasta la madrugada. Por fin se durmieron agotados.

* * *
Era el mediodía cuando Rita volvió a su casa. Todo le dolía. Lo que había hecho durante toda la noche prefería ni recordarlo. Le dieron por todos sus agujeros entre los dos machos, y cuando se cansaron, el hijo de puta de Raúl, llamó al botones, y le ordenó que lo sedujera y se lo cogiera, cosa que tuvo que hacer. Le costó poco esfuerzo en verdad. Los hombres se escondieron en el baño y la vieron como lo hacía pasar al muchachito que no tendría mas de 18 años. Lo violó prácticamente. Consiguió sacarle dos orgasmos a cambio de uno de ella. El primero se lo tiró adentro de su vagina. El segundo se lo dio en su boca, y ella lo saboreó y lo tragó como toda una experta.
Estas escenas resucitaron las lanzas de sus compañeros, que luego de que se fue el botones la volvieron a coger sin pausa.
Por fin, la despidieron, y le agradecieron, volviendo a asegurarle Raúl que ya no volvería a verlo.
Todo había terminado. Rita se sentía tranquila. Claro, ella no conocía a Débora, una verdadera serpiente.

2 comentarios - Desconfianza ( 4ta parte)

Bichi37
🙎‍♂️ el morbo de las historias paralelas me encantó. Muy bueno.
pimientaroja76
Muy buen relato, leí los anteriores y espero ver cómo sigue! Recomiendo, aunque sea nuevo, porque sale en el general! Saludos!