la historia de mi vida sexual 16 (complicaciones)

La historia de mi vida sexual 16 (complicaciones)

Mis visitas los miércoles a la casa de Laura eran cada vez más esporadicas, al contrario que a casa de Adriana. Cada vez que su marido salia de viaje, yo me pasaba una temporada en su cama.

Seguí en el gimnasio, para estar siempre bien formado, aunque tanto trajín sexual me llevó a tomar unas vitaminas, porque cada vez estaba mas delgado. Mi vida, cuando no estaba cogiendo, era de lo mas normal de un joven de 19 años, sin complicaciones, ya que con el dinero que ganaba, compraba ropa de marca, mis padres no hacían muchas preguntas, pero toda calma precede a una tormenta.

Fue precisamente un sábado en que había salido a bailar a un lujoso boliche, donde el precio de la entrada y un par de monos en la puerta eran el filtro para seleccionar la clientela. Estaba divirtiendome con mis amigos cuando chocan conmigo, haciendome derramar mi bebida, ofuscado me doy vuelta para insultar al respondable, cuando me encuentro con una hermosisima mujer, que me pide disculpas de mil maneras, al ver mi cara de enojo.

Rápidamente entablamos conversación, me dijo que se llamaba Maribel, tenía 18 años, rubia natural (mi debilidad), ojos verdes tirando a miel, llevaba puesta una ropa muy sugerente, un top blanco, con unas calzas negras, y zapatos de taco media con los que realzaban sus curvas y quedaba casi a mi altura, (como me he descrito en otros relatos, mido 1,90).

Salimos varias veces, en las que los besos y las caricias siempre estaban presentes, como Maribel me interesaba mucho, quise llevar las cosas lentamente, hasta que en una de las salidas me preguntó sobre mi trabajo, dude en que responder, pero se merecía la verdad.

Le comenté que era acompañante de mujeres que se encontraban solas, y les hacía pasar un buen rato. Su cara era de asombro, e incredulidad, pero lo tomó mejor de lo que yo me esperaba. También le comenté lo que hacía con mi tía, que la tenía laburando para mí.

Durante dos horas, me apabulló con preguntas de esas mujeres, que si eran lindas, arrugadas, gordas, quería que le contara de algunas experiencias que había vivido, le dije sin nombres sobre las visitas a la casa de Laura y lo que allí pasaba, etc.

Le pedí que cambiáramos el tema, y le pregunté sobre ella, ahí me contó que estudiaba en otra provincia, que su padre era viajante y tenía un muy buen pasar, y su madre ama de casa.

Llegó la hora de la despedida y ella tomo un taxi que yo pague gustoso, y quedamos en vernos el siguiente miércoles, me pidió el numero de teléfono (en esa época ni imaginábamos los celulares), el martes suena el teléfono, atiende mi madre y me llama, Maribel me da una dirección a la que tengo que ir al día siguiente, la cita era a las 9 de la noche, me decepcionó un poco, porque quería estar más tiempo con ella.

Llegue muy puntual a un edificio de departamentos, subí las escaleras hasta el 3° piso y toque, me abrió Maribel con un atuendo infartante, un vestido de una sola pieza, muy cortito, bien pegado al cuerpo, su cara delicadamente maquillada, todo el pelo hacia un costado. Sin dejarme hablar, me abrazó y me besó mis manos, increíblemente se mantuvieron, acariciando la espalda, haciendo un esfuerzo para no bajar a su culito respingón.

Sus pechos se fundían en el mió, pese a que habíamos estado en similares situaciones, no me di cuenta de la dureza de los mismos. Cuando nos separamos, pude ver una mesa preparada, con un par de velas prendidas y un aroma a comida casera embriagadores, una botella de buen vino, y una trapera con dos copas finas en una mesa más chica, Maribel camino felonamente, sirvió dos copas de la burbujeante bebida y brindamos:

- Maribel – por una noche especial
- Yo – por una noche inolvidable
- Maribel - ¿Cuánto me va a salir una noche con tu compañía?
- Yo – esto lo hago por amor, no por dinero, sabes que me tenés loquito desde que me tiraste la bebida en el boliche.
- Maribel – esa noche me enamoré de vos.

Dejé de hablar la besé largamente, cenamos opíparamente, Maribel resultó ser una cocinera espléndida. Después del postre, Maribel me toma de la mano y me lleva a la habitación, la que estaba decorada con pequeñas velas y pétalos de rosa. Me empuja sobre la cama, yo me dejó caér y Maribel, enciende el equipo y una muy suave música empieza a sonar, ella baila meneándose, y levantándose el vestido.

De espaldas a mí, deja al descubierto su culo, con una pequeña tanga de hilo, que se perdía en su culito. Me quise levantar, pero no me dejó, ella siguió bailando seductoramente y sacándose la prenda, un sostén de encaje haciendo juego con la tanguita, los zapatos altos eran el broche de oro; sin duda era la situación más erótica que viví hasta ese momento.

Sentado en la cama, Maribel me desabrochaba la camisa, dejando mi torso al descubierto, sin poder aguantarme me puse de pie y besé a esa mujer que me estaba seduciendo, ella sin titubear, me saco los pantalones, para esa ocasión me había puesto unos boxer de seda; no se en que momento me saque los zapatos y los pantalones, daba la impresión que por arte de magia habían quedado en un rincón.

Besándonos caímos en la cama, ya no había ningún freno, besaba su cuello, pasaba la lengua detrás de las orejas, el nacimiento del pecho, usando una sola mano, desprendí el sostén y sentí aflojarse la tensión de sus pechos. Seguí bajando con mis besos, hasta los pezones erectos, los chupe, los mordí, los pellizqué, Maribel gemía, Bajaba sus manos y me agarraba la verga sobre la fina tela del boxer, que no sin esfuerzo fui sacando.

Maribel dejó caer el calzado al suelo, vestida solamente con la minitanga, se puso arriba mío, repitiendo lo que minutos antes le había hecho, tomó el camino hacia abajo, y la detuve, con un húmedo beso, nos fuimos girando, hasta quedar en un 69 perfecto.

Maribel, con sus piernas abiertas sobre mi rostro, movía las caderas cadenciosamente, sin correr la tanga, mordisquee toda la vulva, desde el comienzo del monte de Venus, hasta el culito; mis manos separaban las nalgas hasta el punto de ver el fino hilo. Corrí hacia un lado la prenda y fui directo a su botoncito de amor. Maribel gemía, mientras me succionaba la verga, al revés de muchas de las mujeres con las que había estado, lo hacía muy suave, con mucho amor.

Gemía muy fuerte con tanta lamida y chupada, cerró las piernas y le saque la diminuta prenda y quedó toda su intimidad a mi disposición, atrapaba con mi boca todos los jugos que manaban de tan precioso tesoro, hasta que tensando sus piernas y metiéndose casi toda mi verga, llegó al orgasmo. Su clítoris quedó tan sensible tras el orgasmo, que no soportaba más mis caricias. Saliéndose de encima mío, se volteo y nos besamos, me pajeaba lentamente; se subió como para cabalgarme, pero ubicó mi verga sobre mi abdomen y separando los labios de su conchita, empezó a moverse, adelante y atrás, sin metérsela, solo frotamiento de nuestros sexos. Sin duda eso la excitaba muchísimo, porque en menos de tres minutos tuvo un nuevo orgasmo, cayendo sobre mi pecho.

Nos giramos, quedando yo encima y me dispuse a metérsela, Maribel me pidió que fuera muy despacio, que pese a no ser virgen, tenía la conchita muy chica, le froté toda la entrada con la cabeza de la verga, poniendo especial atención con el clítoris, cuando la conchita destilaba jugos como manantial, apunté a la entrada y haciendo presión, comenzó a entrar. Muy despacio, para que mi amada sintiera el largo y las venas de mi aparato, cuando estuvo toda adentro, un calor abrazador me envolvía.

Tome sus piernas las levanté, para darme mejor acceso ella solo gemía, nos mirábamos a los ojos, la sacaba hasta la mitad y la metía al fondo, lento pero profundo, sentía las contracciones de la vagina anunciando un nuevo orgasmo, no quise controlarme y aumenté la velocidad de las embestidas y estallamos al unísono en un gran orgasmo mutuo; solté las piernas de Maribel y agachándome, nos fundimos en un gran beso.

Mi verga perdió la erección y se salió, nos quedamos abrazados un largo rato, recuperando nuestra respiración. Maribel me comentó que su anterior novio la forzó y le hizo mucho daño, por eso termino la relación. Esa noche la pasamos juntos, le pregunté por el departamento, era de una amiga de la madre, a la que quería como a una tía y se lo prestó, además le dio unos concejos de cómo atender al invitado.

A partir de ese momento éramos formalmente novios, no hablamos de mi oficio, pero era necesario hablarlo.

- yo – estoy pensando en dejar de ser acompañante.
- Maribel – esta noche me demostraste mucho amor, creo que con tus “clientas” no es así
- Yo – con ellas es solo sexo, tener al general listo y nada más, te mentiría si te digo que la paso mal, porque realmente me consienten en todo, pero me siento vacío.
- Maribel – no quiero cambiarte la vida, pero te quiero para mi sola.
- Yo – que egoísta que sos. Dije sonriendo
- Maribel – soy muy egoísta con lo que es mío

Nos besamos largamente, su mano bajo a mi verga que estaba dando muestras de revivir y las caricias la ayudaron a estar nuevamente a punto. Se montó sobre mi y esta vez la penetración fue profunda y placentera, mis manos volaron hasta sus turgentes pechos. Maribel se movía lento, algunos rastros de trauma habían en sus movimientos; me encargaría de borrarlos totalmente.

Solté sus pechos y tomándola de la nuca la atraje hacia mi, quedando los dos unidos como siameses, besándonos con mucha pasión, por la posición mi verga estaba algo doblada, Maribel abría mucho la boca mientras nos besábamos, no se la cantidad de orgasmos que tuvo, pero se incorporó y cabalgó con furia, haciéndome ver estrellas de placer, no pasaron dos minutos, que acabé soltando varios chorros de leche en lo más profundo de su conchita.

Dormimos el resto de la noche abrazados, no se en que momento se levantó Maribel, me despertó el olor a tostadas y café recién hecho, me levanté de la cama sin intentar ponerme nada, cuando sentí voces en la cocina, volví a la habitación y me cubrí con la sabana, la puerta de calle se cerró, y apareció una imagen angelical de Maribel, con un camisoncito transparente, una bandeja con un desayuno digno de un rey que apoyo en la cama, nos besamos dándonos los buenos días y desayunamos entre risas, caricias y besos.

- Maribel – quiero que conozcas a mis padres, ya que somos novios creo que es justo ¿no?
- Yo – no hay problema. Quería una relación seria con esta hermosa mujer que supo enamorarme con tantas atenciones y seducción.
- Maribel – mi viejo esta de viaje, si querés le hablo a mi mamá para que venga esta tarde, y de paso me haces el amor en la ducha, que es una fantasía que tengo.

Dejé la bandeja sobre la mesa de noche, y abrazados nos besamos, le saque el camisoncito, mis manos pasaron por los costados de su cuerpo y ella se retorció como una serpiente, lanzando una sonora carcajada, las cosquillas la delataron, por lo que seguí jugando con su hermoso cuerpo. Al rato, estaba cansadísima de tanto reír. La cama era un desastre, las sabanas estaban en el piso al igual que las almohadas, la visión de Maribel acostada apoyada en los codos, con el culito hacia arriba fue demasiado, fui besando desde su boca, pasando por el cuello, la espalda hasta llegas a sus glúteos.

Los besé, pasando la lengua en cada beso, dejando rastros de mi saliva en cada uno, Maribel ronroneaba de gusto, seguí besando sus piernas, pantorrillas hasta llegas a sus pies. Nunca fui fetichista, pero se que es una zona muy erógena, aparecieron nuevamente las cosquillas, no aguantaba mis caricias.

Maribel se levantó y desde la puerta muy sensualmente me llama, nos encaminamos al baño, preparó el agua, y nos metimos, nos enjabonamos mutuamente, ella con algo de torpeza, lo que nos causo gracia.

Me entretuve en su escultural cuerpo, los pechos, las axilas, su abdomen; cuando toque la conchita estaba caliente y mojada, la di vuelta y comencé con su culito, lo lavé muy bien, entreteniéndome en el apretado agujero, Maribel arqueaba la espalda, y gemía levemente, me ubique frente a esa majestuosidad de culo, y separando las nalgas, besé ese arrugado agujero, con mi mano masajeaba el clítoris, llevándola al umbral del orgasmo y que me dejara seguir en su posterior.

Se volteó y me besó, y me devolvió las bucales caricias metiéndose mi verga en la calidez de su boca, un par de veces me rozó con los dientes, me las aguanté como todo un héroe, porque el placer era más que el dolor. La detuve cuando la sensación previa al orgasmo se hizo presente. Enfrentados, nos besamos, ella me rodeo la cintura con una de sus piernas y yo pude meter toda la extensión del miembro en su cavidad. El agua refrescaba nuestros cuerpos, el movimiento era lento y muy profundo, hasta que Maribel, me abrazo con fuerza y las contracciones de su conchita me hicieron llegar al límite de mi resistencia, soltando esta menos leche que las veces anteriores.

Ya desfogados, nos terminamos de bañar y nos preparamos para esperar a la Madre de Maribel viendo una película, cuando solo el portero eléctrico, corrió a abrir la puerta y en ese momento sentí que el mundo se me venía encima.

Entró Adriana, acompañada de Silvia, las que se quedaron de piedra al verme, en un primer momento Maribel no supo que pasaba, pero por las caras no hacia falta ser adivino. La primera en hablar fue Maribel:

- Maribel – mamá ¿Qué pasa?
- Adriana – ¿Qué haces con él acá?
- Maribel – el es el chico del que te he estado hablando, con el que estoy de novia
- Silvia – Sobrina ¿vos sabes a que se dedica él?
- Maribel – sí tía, me ha contado todo, pero …. Ustedes dos…… no puede ser…….¿vos sabías? Me preguntó
- Yo – te juro que ni me imaginaba que Adriana era tu mamá.

Maribel me pidió que la esperara en la habitación, mi cabeza era una enredo de pensamientos, no quería perder a Maribel, ella era la única razón por la que abandonaría todo. Me quedé escuchando la conversación, pasaron como 15 minutos y Maribel me llamó, cuando llegue al comedor, ya estaban las mujeres más tranquilas.

(continuará)

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