La lección que me dio mi esposa.

Hola, mi nombre es Mr y estoy casado con Mónica hace ya 6 años aunque empezamos a salir juntos desde los 16. Siempre fuimos muy confidentes y compañeros, y nuestra experiencia sexual la fuimos construyendo juntos mas allá de algún "rose" con otra persona antes de conocernos. En verdad que ella era virgen y yo un novato y de a poco fuimos descubriendo el sexo.
Yo siempre fui muy celoso, si la miraban otros muchachos me encabronaba mucho y llegaba a pelearme con el desubicado que le echaba el ojo, y ella me toleraba hasta q un buen día después de muchos años tuvimos una crisis y nos separamos. Ese fue un momento muy difícil cuya principal característica en mi fue la de una libertad total de mucha juerga y promiscuidad, pero cada vez que la veía o me enteraba de alguien que la veía se me despertaba la necesidad de saber todo de ella y me invadían los celos y después una profunda tristeza.
El tiempo paso y la vida nos volvió a juntar pero, esta vez, para siempre. Nos casamos y comenzamos a andar los primeros pasos como un matrimonio. Yo siempre sentí curiosidad por sus historias de soltera pero ella, ante mis preguntas, me contestaba con evasivas y cuando la acorralaba me decía que había salido con algunos hombres pero que no había pasado nada. Yo no le creía del todo y cuando hablábamos del tema, al principio, los celos me invadían pero, con el correr del tiempo, esa sensación empezó a combinarse con cierta excitación para luego ser solo eso, una incontrolable calentura.
Y le preguntaba, cuando nos acostábamos en la noche o cuando estábamos sentados en el parque debajo de un árbol si de verdad no había tenido ninguna aventura durante nuestra separación. Ella, cansada de mi insistencia, fastidiada, me soltó a quemarropa un: -De verdad q querés saber?! Bueno, si tuve algo, y fue con ése chico que me llevaba a mi casa después de la facu.
No lo podía creer, después de tanto insistir, por fin me estaba contando la verdad. Me dijo sin vueltas: -Le hice la paja en el auto y el me masturbó a mí.
Yo la miraba fijo conteniendo la respiración y ella me miraba a mí expectante de lo que iba a hacer.
-Seguí. Le pedí ansioso. En ese momento a ella le cambio la cara y, haciendo una pausa y aprovechando que estábamos sentados frente a frente en un mismo banco sin respaldo, miro mí entrepierna observando la erección en mi pantalón.
Levantó la mirada y su cara ya no era la misma, del fastidioso enojo paso a una expresión de asombro mezclada con burla.
-Te calienta. No te molesta lo que te cuento? te excita que le haga la paja a otro tipo! Contéstame!
-si.
-Si, que?!
-Si, me calienta un poco.
-Ah... te cuento entonces.
Y me contó que lo masturbó con la mano hasta que acabó manchándole la mano y un poco su remera y hasta su cara. Disimuladamente me comenzó a acariciar el paquete por encima del pantalón mientras decía: -Eres un guarro, te excita que se la casque a otro tipo. Cornudo!
Ese día, al volver a casa, nos pegamos flor de cogida pero, después de eso nunca mas me volvió a contar nada y cuando yo sacaba el tema Mónica me esquivaba como antes.
Yo le insistía una y otra vez con el tema pero sin resultados. Una tarde, después de un buen polvo y mientras estábamos los dos desnudos en la cama, le pregunte nuevamente esto de que si había tenido sexo con alguien mas que yo.
Ella, ofuscada, salto de la cama como un resorte diciéndome que como podía ser tan guarro, que estaba harta de mis comentarios y que no entendía que me pasaba. Le dije que me ponía burro que me cuente eso, q no tenia nada de malo.
A se cabreó aun más: -Sos un degenerado! Me estas pidiendo que te cuente lo que pude haber echo solo para calentarte, me imaginas con otro! No te molesta?! Cornudo!
-Para un poco. Le dije yo. -No tiene nada de malo fantasear.
-Vos no querés fantasías, vos me preguntas lo que hice yo. No te da bronca, celos? Sabes una cosa, te voy engañar y después te cuento como me fue, querés?
-Ah, vos siempre exagerando. No es lo mismo una cosa que la otra. Igual, con lo mojigata que sos no creo que te puedas coger otro.
-Mojigata! Me dijiste mojigata?!
A estaba muy enojada, harta de mi insistencia. Se levantó de la cama y se fue a duchar para prepararse a ir a una cena con sus colegas ya que se festejaba el día de su profesión. Yo me quede tirado en la cama mirando TV. Ella salió del baño y se empezó a vestir.
A siempre fue bastante recatada con la ropa, pero esta vez se puso algo que yo no savia que tenia o, al menos, no me acordaba. Tremenda zorra se veía con ése vestido súper corto que se le pegaba al cuerpo, era esos vestidos a rayas color gris obscuro y hueso que parecía una blusa larga, su escote era redondo y amplio, dejando uno o ambos hombros descubiertos y la falda le marcaba bien el contorno de la cola y apenas la cubría la redondez de su culo, para rematar el conjunto se puso un cinto negro para marcar mas aun su cintura. En los pies unas botas de esas con tacos y arrugadas al tono, debajo del vestido una tanga de esas que son un hilo en la parte del culo y... Sin corpiño! Se le marcaban a la perfección sus perfectas tetas e insinuaba sus pezones.
-Vas a ir así vestida? le pregunte algo sorprendido y claramente descontento.
-Si. Por qué, no decís que soy una mojigata?
-Pero se te ven los pezones y casi casi el culo!
- Pero vos no me decís que soy una mojigata?! Bueno, ahora vas a ver cuán mojigata soy. Además... no te gusta que te cuente lo que hago con otros? Bueno...
-No es lo mismo...
-Ah, no, seguro. Yo a vos te voy a curar!
Y dándome un beso en la frente se fue.
Yo no le di mayor relevancia a lo que decía aunque no me gusto su forma de vestir, definitivamente creí que se le había ido la mano y hasta me enoje un poco pero ya no podía dar el brazo a torcer.
Me dormí despreocupadamente hasta que se encendió la luz y sentí como Mónica se sentaba en la cama, me toma del hombro sacudiéndome levemente y me dice al oído: -Queres que te cuente una historia mía?
Me desperté de repente cortándoseme la respiración, abrí los ojos y me gire para mirarla. Ahí estaba ella y me dio un profundo bezo muy húmedo en el cual sentí un sabor similar a cuando me besa durante o después de practicarme una felatio, en su cara se veía una leve sonrisa como de satisfacción y al instante me dijo:
-Hola cornudito. Te desperté?
Yo la mire desconcertado mientras intentaba ordenar la información recibida: me dijo cornudo, tiene aliento a sexo en la boca, su expresión soberbia. No lo puedo creer! Hasta que le dije:
-Que te pasa...? -Que hiciste?!
-A vos que te parece que hice?
-Tenes un aliento a polla tremendo. -Le chupaste la pija a alguien?
-No solo eso, también me trague una buena ración de leche.
-Que?! -Puta de mierda..!
No termine de decir esto que salto de la cama y parándose junto a ella me dijo muy enérgicamente:
-Para un poco, a mi no me digas eso, en todo caso vos te calentabas imaginando como cogía con otro. O no? Bueno, lo lograste.
En ese momento mire las piernas y se veía un extraño surco de algo transparente que le bajaba por los muslos. Yo no lo quería creer pero eso no podía ser otra cosa que semen pero, para que sea eso, ella tendría que haber cogido con... Quien?
Me enoje, se me volaba la cabeza de los celos, el corazón se me acelero y tensaron todos los músculos.
-Que hiciste?!
Ella se giro y mientras se sacaba el vestido y las botas me dijo:
-Nuevamente esa pregunta?! A vos que te parece, cornudo de mierda?
Y se sentó nuevamente al borde de la cama con su tanga negra como única prenda.
Yo le mire los muslos chorreados, ella siguió mi mirada y se pasó un dedo por su muslo manchado y luego me lo mostró diciendo:
-Este fue Daniel.
-Puta!
Le dije yo con las lágrimas a punto de salir.
-Yo seré una puta pero porque vos así lo querías. O no te calentaste cuando te conté de aquella aventurilla mía?
Y diciendo esto, metió la mano por debajo de las sabanas hasta llegar a mi erecto miembro y me lo agarro.
-Ah, yo soy una puta pero vos sos un cornudo que se calienta viendo a su mujercita bien follada y chorreando semen de otro.
Entonces Mónica me empezó a pajear mientras se acercaba a mi cara y me decía de forma muy lasciva: -Queres que te cuente?
Lo primero que note fue su aliento a sexo, o mejor dicho, a pija y leche. La mezcla de sentimientos era muy contradictoria pero fue mayor mi calentura y le dije:
-Por que tenes olor a semen en la boca?
-Porque se la chupe al taxista que me trajo para pagarle el viaje. Viste, ahorre algún dinero para comprarme alguna ropita nueva ya que decidí cambiar de estilo, ya sabes, mas sexy... como te gusta.
Yo seguía petrificado sin saber que hacer ante los hechos consumados, Mónica confesando con desparpajo su infidelidad, yo con la pija dura y el corazón roto aunque, mas que el amor era el orgullo el herido. Me había sido infiel de la forma mas guarra y, pareciera que, a mi me calentaba.
A no paraba de menéarme la polla mientras insistía:
-Te cuento o no?
En eso me da un profundo y húmedo beso donde yo pude saborear ese sabor a boca recién follada y me excité aun más.
-Contame putita, contame como se la chupaste al taxista.
-Bueno, resulta que me pedí un taxi después de la fiesta y cuando iba sentada pude ver como el chofer me miraba por el espejo, entonces comencé a abrir disimuladamente las piernas y él pudo ver mis muslos arrechos con los mocos que me tiraron dentro y dijo con cierta malicia:
-Disculpe señorita: Necesita unos clínex? Veo que anda un poco... sucia.
-Señora! Y no, gracias.
Aquel hombre no me quitaba los ojos de encima. Cuando llegamos a casa el detuvo el auto y yo le pedí que me esperara que ahora le alcanzaba el dinero a lo que el respondió que no me podía esperar, que le pagara ahora y como pueda.
Entendí inmediatamente su indirecta y salí del auto y, abriendo la puerta del conductor, me arrodille y desabroche el pantalón de aquel hombre para comenzar a masturbarlo. Lo mire a los ojos como una perra en celo y el me miro con placer, escupí su glande y aceleré la paja.
-Espera un poco, así no me vas a pagar... Chupala, puta!
Le obedecí y la empecé a chupar. Tenia gusto fuerte pero no me importo. Lo bueno fue que duro muy poco.
-Ah, que bien la chupas! Me corro! Ahhhh!
Yo me tragué todo el semen y luego se la seguí chupando hasta que se la deje más limpia de lo que la tenía. Me incorporé y enfile para la entrada de casa dejando atrás al taxista y su vehículo mientras el vociferaba:
-Que bien la chupas cuando quieras repetimos, hermosa!
En ese momento Mónica me volvió a dar un gran morreo con gusto a otro macho y acelerar la formidable paja que me hacia y, sin poder contenerme, me vine en su mano desparramando chorros de leche en todas direcciones.
Quede desecho en la cama y junto a mi se encontraba mi esposa que me miraba expectante con cierto aire de satisfacción. Cuando volví en mi junte aire y le pregunte por sus muslos chorreados.
-Ah, esto?!
Dijo mientras se incorporaba y señalaba con el dedo los rastros de semen que bajaban por la parte interior de sus piernas y que procedían de sus entrañas.
-Si, eso.
Dije mirándola a los ojos. Ella, sin decir nada, se sacó la tanga y noté como, junto con la prenda, salía restos acumulados de esperma. Se subió a horcajadas de mi nuevamente erecto miembro y se penetro ella misma diciendo:
-Claudio... fue él... ahhh!
Dijo mientras mi pene entraba en sus entrañas.
-Estábamos sentados en la misma mesa, nos pusimos a beber y cuando me quise dar cuenta estábamos hablando muy pegados. Me empezó a decir que le gustaba y que le gustaría tener una aventura con migo. Al notar que yo no ponía objeción se acercó aun más y al oído me insinuó como me follaría. Yo sentía el calor de su aliento en mi oreja, eso me calentó mucho y, en ese momento, supe que me lo iba a follar.
Yo escuchaba atentamente el relato de mi esposa mientras subía y bajaba en mi pija y sus líquidos y los de su amante me mojaban los testículos.
-Entonces -continuo diciendo ella- me pare y me fui al toilette, cuando entre se abrió la puerta y era el que, tomándome por la espalda, me abrazo y me empezó a. besar mientras recorría con sus manos todo mi cuerpo. Entonces estire mi mano y le empecé a acariciar la polla por encime de su pantalón para luego darme vuelta y fundirnos en un profundo beso. Luego me agache, le desabroché el pantalón y su miembro salto fuera del mismo, no era muy grande… el tuyo, mi amor, es más grande.
Yo la escuchaba mientras ella lentamente subía y bajaba
Sin dudarlo, se lo comencé a chupar. Cuando lo tenía bien mojado me incorpore y, apoyando mas manos en el lavabo, le ofrecí mi culo a lo que el me levantó la falda y, corriéndome la tanga, me penetro sin basilar.
Con su relato y la cogida que me estaba pegando estaba a punto de explotar. Mientras ella continúo diciendo:
-Me bombeó con frenesí y, entre espasmos se corrió dentro de mi antes de que pudiera acabar se retiró de mi y me di vuelta mirándolo a los ojos. El ensayó una torpe excusa y yo, sin decirle nada, salí de allí decidida a volver a casa para mostrarte tus flamantes cuernos aparte de que estaba muy caliente porque yo no había acabado todavía y la verdad es que vos sos mucho mejor amante, querido.
Cuando termino de decir esto estallamos los dos en un profundo orgasmo. Ella se recostó sobre mí todavía con mi pene dentro de ella y nos abrazamos mientras nos fundíamos en un profundo beco.
Yo estaba sorprendido por lo que Mónica había echo esa noche, por animarse a actuar de esa manera la cual era la que yo, de alguna manera, la estaba empujando a hacer. Y sin disimular mi sorpresa, la mire y le dije:
-Pero que guarra resultaste ser!
Y Ella dijo: -Pero que cornudo resultaste ser!
Nos miramos y estallamos entre risas y, entre juegos y cosquillas, volvimos a hacer el amor.
Espero sus comentarios. Saludos.

12 comentarios - La lección que me dio mi esposa.

Lord_Kt +1
Está muy bien.
kramalo +1
mierda...!! hay que aguantarse éso.... bien caliente tu relato..
Elmacho25x9cm +1
Muy buena saga esperamos saber de monica y sus andanzas mucho talento y mucho merito para recibir mis felicitaciones y la de los demas miembro de la comunidad P
marisa_marcos +2
q buena historia q ganas q mi esposa haga lo mismo jejejej
profezonasur +1
Me parece bien cara pareja con su morbo.
zvlv +1
jajaja, habrá que ser cornudo para aguantarse que te cuente como se folló a otros... buen relato.