En la colimba (Gay, D/s)

Les dejo una historia, que tal vez sea repost para varios, y que hace muchos años encontré en el sitio de la ama Sandra, a quien deseo que descanse en paz y se trinque con todos los chiches a la Pálida Señora, un día sí, y otro también.

A los pibes les aclaro: la colimba (corré, limpiá, bailá), oficialmente llamada Servicio Militar Obligatorio, era una desgracia que nos amenazaba a todos los tipos que cumplíamos los diez y ocho años. Yo zafé--no por mérito propio, sino por ciego azar--y a ratos fantaseo con que, si hubiera entrado, me pudieran haber pasado cosas como las que van a leer. Eso no es un buen argumento para que vuelva, ¿estamos?

Y ya no hablemos de política, entreguémonos a Eros, a Afrodita, a Cupido, a Baco y a Príapo, entre otras deidades que puedan ver con buenos ojos este antro de perdición, y tal vez consideren nuestras acabadas como una digna ofrenda.

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En la colimba (por un tal Afortunado Cacho)

Este relato es totalmente real y lo envio para contribuir con el sitio de la Ama Sandra, el cual espero no sea censurado por su contenido.

Todo comenzó cuando ingrese en la colimba, yo estaba de novio hacia dos años, con una muy hermosa chica de veintiséis y que tenia bastante experiencia sexual. Me había enseñado cosas increíbles en la cama, yo soy algo tímido y una de mi características físicas es que soy totalmente lampiño, ella se burlaba de esto y me decía que tenia cuerpito de nena, y como para colmo soy algo rellenito, se me formaban una tetitas que la enloquecían y en todo momento me las mordía y chupaba, cosa que me excitaba terriblemente.

Con mi novia habíamos hecho cambio de roles, en donde ella me penetraba con un consolador y eso era muy excitante para ambos.

Cuando me incorporaron en la colimba estábamos en plena instrucción y me habían destinado no sé por orden de quien a la armería, en donde estaba un sargento de nombre Rodolfo que era un tipo corpulento, algo panzón, pero muy morrudo y que pude notar que me miraba con cierto ánimo. Al poco tiempo me di cuenta, cuando nos duchábamos, que me miraba como si fuese una mina.

Yo le contaba todo a mi novia, y ella se excitaba con mis relatos de cómo me miraba el sargento y me alentaba a que fuese mas atrevido y que lo calentara para saber hasta dónde llegaba el tipo.

Yo lo empecé a hacer como un juego, y cuando me duchaba y él me estaba mirando, yo pasaba bastante tiempo enjabonándome el culo y me ponía de forma que el sargento pudiera mirarme perfectamente, luego se lo contaba a mi novia, y ella se volvía loca dándome mas indicaciones de lo que tenia que hacer.

El dia que se me ocurrió, por indicación de mi novia, ponerme la pija para atrás simulando ser una mujer, el tipo se volvió loco, paso por al lado mío y en un susurro me dijo, "Te voy a clavar, putito", ese día se lo conté a mi novia y ella quedo encantada y ese mismo dia me cogió como si ella fuese el sargento.

Cuando volví al cuartel el día lunes, estaba con el sargento en la armería y me ordenó que acomodara unas cajas muy pesadas sobre una estantería, cuando me disponía a levantar las cajas, me di cuenta que solo no iba a poder hacerlo, entonces le pedí ayuda, él se coloco detrás mío y entre los dos la pudimos levantar y colocarla sobre el estante, pero el me siguió apoyando el pedazo en el culo, y pude notar como se le endurecía rápidamente, yo quise salir de esa posición, pero él me sujeto de la cintura y me dijo, "Dónde vas, puto, si a vos te gusta", no le respondí ni tampoco me moví de la posición en que estaba, después que me apoyo su pija por espacio de un ratito me dijo, "Bueno, ahora al grano, supongo que te habrás chupado tus buenas pijas", yo le contesté que nunca lo había hecho, y riendo me dijo, "Linda ocasión para que aprendas", y se empezó a desabrochar el cinto, mientras me ordenaba que fuese a cerrar la puerta con llave así no nos molestaba nadie. Cuando volví, me asusté al vérsela, era gordota y negra. La movía de arriba para abajo mostrándomela, yo se la agarre con una mano y pude sentir que estaba tibia y bastante dura, se fue hacia atrás y se sentó en una silla, e inmediatamente me dijo "Arrodillate y chúpamela bien, putito". Hice lo que me ordenaba y apenas había abierto la boca que ya tenia media pija adentro, y agarrándome la cabeza con ambas manos me alentaba a que me la tragase toda. Yo me ahogaba pero como mi novia me había enseñado como hacerlo con el consolador, me las pude rebuscar bastante bien, el sargento estaba encantado y me empujaba la pija en la boca como si quisiera perforarme la garganta.

Se la seguí chupando con todas mis ganas y pude notar como se iba transformando el sargento, porque me puteaba y me decía un montón de barbaridades, de golpe empezó a acabar en mi boca mientras me decía, "Tragá mi leche, puto, tómatela toda que está calentita", y si bien era la primera vez que lo hacía, me trague toda su leche y luego le limpié la pija con la lengua hasta dejarla brillante y limpia como un zapato recién lustrado.

El sargento quedo encantado, y lo primero que me dijo que este iba ser mi trabajo de todos los días. Yo también quedé muy contento y satisfecho. Ese mismo día, a la tarde, mientras le estaba cebando mate, me pregunto si no me tomaría otra mamadera: yo le conteste que sí, y automáticamente fui hasta la puerta para cerrarla con llave.

Cuando volví ya había sacado la pija afuera y con una sonrisa me dijo, "Cómo te gusta la pija, putazo". Le volví a chupar la pija con todas mis ganas, era asombroso lo dura que se le ponía y como se agrandaba. Cuando estaba en ese estado me la saco de la boca y me ordenó que me sacara los pantalones, que me la iba a meter en el culo, yo le dije que no quería y que tenia miedo, pero él me dio un cachetazo con alma y vida que me dio vuelta la cara, diciéndome que allí tenia que hacer lo que a él se le antojase.

Con mucho miedo y casi llorando me fui sacando los pantalones y los calzoncillos. Él se me acercó y me acarició el culo y luego me dio varias palmadas y me metió un dedo en el ojete que hizo que yo diese un suspiro, y él me dijo "Si esto te hace suspirar, cuando te meta la poronga vas a gritar de alegría", pero lo que mas le gustó fue cuando me saqué la camisa y vio mis tetitas, se enloqueció y me las empezó a morder y besar como un loco mientras me repetía que yo iba a ser su hembrita y que él iba a ser mi macho y que me iba a coger hasta por las orejas, me hizo poner en cuatro patas sobre un sillón y me volvió a meter uno de sus dedos en el culo, pero esta vez haciéndolo girar como queriendo abrírmelo, cosa que me gustó si bien algo me dolió, sin sacarme el dedo de donde lo tenia metido, me acercó la poronga a la boca para que se la chupara un poco más y se la pusiese a punto. Cuando considero que estaba lista, me saco el dedo se acomodo detrás mío y me apoyo la cabeza de su pija en la puerta de mi agujerito, y me dijo en forma amenazadora, "Abrí el culo, puto de mierda, o querés que te faje en serio". Por suerte mi novia me había enseñado como hacerlo cuando me penetraba con el consolador: cuando uno hace fuerza como para mover el vientre, el culo se abre. Yo hice eso y el sargento empujo su pija y me introdujo la cabezota, yo traté de pegar un grito, pero él me tapo la boca con una de sus manazas, acto seguido agarró mi calzoncillo, que tenía a mano, y me lo metió en la boca. Yo no tuve más remedio que aceptar lo que me decía y hacía.

Realmente, todo eso me gustaba, pero a la vez me dolía bastante sentir la cabeza de su pija en mi interior, y más me dolía el pensar en lo que me esperaba todavía. Cuando tuve medio calzoncillo dentro de la boca y él estuvo bien seguro de que no podía pegar ningún grito así me matase, me encajó otra estocada con su pija, la que me debe haber entrado como cinco centímetros mas; me dio dos o tres palmadas en las nalgas, que me hicieron moverme un poco, y sentí como me seguía penetrando su enorme pija.

Él me pellizcaba las tetitas y al hacerlo con fuerza hacia que yo me moviese tratando de evitar el dolor, y él aprovechaba para seguir empujando su poronga dentro de mi culo. En un momento dado me agarro fuertemente de la cintura y me dijo "Estáte atento que viene el final". Yo inocentemente creí que me lo decía porque estaba por acabar, pero era porque me iba a dar la ultima estocada para meterme la poronga hasta el fondo. No me alcanzan las palabras para describir ese momento, me daba la sensación de una víbora que me entraba en el culo. No terminaba nunca, hasta que por fin pude sentir su panza y sus huevos golpeando contra mis nalgas abiertas. Cuando la tuve toda adentro, él se quedo quieto un momento, luego me la saco un poquito y me la volvió a meter de golpe dos o tres veces mas. Cuando notó que yo estuve mas tranquilo, me sacó el calzoncillo de la boca: evidentemente sabía bien lo que hacía, y no era la primera vez que se cogía a alguien por el culo o, mejor dicho, que le rompía el culo a alguien. Con una voz que transmitía sarcasmo me dijo, "Ya sos todo mío, putongo, ahora quiero que me pidas por favor que te coja y te llene la panzita de leche". Por supuesto que lo hice, con un hilo de voz, y empezó a meter y sacar la pija de mi vapuleado culo: con una fuerza e intensidad indescriptibles me la sacaba casi toda y me la volvía a encajar, de tal forma que parecía que me metía otra pija mas grande. Era algo fantástico, el guacho era un artista del sexo anal, por momentos me la sacaba y se quedaba quieto, esperando que yo mismo me la clavara hasta el fondo, y eso le encantaba.

No recuerdo cuanto tiempo estuvimos haciendo este jueguito encantador, hasta que golpearon la puerta. Él, sin dejar de bombearme, preguntó quién era, y le contesto un cabo amigo de él, entonces con mucha tranquilidad le dijo: "Esperá un minuto que ya acabo". Apuró sus bombeos y en menos de un minuto me llenó de leche: yo podía sentir como latía su verga dentro de mi culo y como iba echando la leche dentro del mismo.

Cuando se le ablandó me la sacó, se acomodó el pantalón y fue hasta la puerta a abrirle al cabo y lo hizo pasar. Cuando el cabo me vio todo desnudo se sonrío y, dirigiéndose al sargento, le dijo, "Te diste el gusto, turro, buen putito te conseguiste". El sargento, con otra sonrisa, le contestó "No te preocupes, que yo siempre comparto mis conquistas".

De forma inmediata el cabo se me acercó mientras se iba desabrochando la bragueta, y fue sacando una pija, que no solo no tenía nada que envidiarle a la del sargento, sino que además era algo más larga, o por lo menos era lo que se notaba estando muerta como estaba. Yo estaba reponiéndome de la cogida que me había pegado el sargento, y me encuentro con la pija del cabo, que me la estaba pasando por la boca: no tuve más remedio que empezar a chupársela y, sin darme cuenta, recibí de repente un fuerte golpe en mis nalgas. Era el sargento que, autoritariamente, me dijo: "Esmeráte bien, putazo, si no te voy a dejar el culo rojo a lonjazos". Entonces el cabo tomó la voz cantante y le dijo "déjamelo a mi, que yo lo voy a domar bien", y se sacó el cinturón y seguidamente me dio tres golpes que me hicieron ver las estrellas. Los dos se rieron de mi cara de sufrimiento y, para que no me pegara más, le empecé a chupar la pija con todas mis ganas. El cabo le dijo al sargento, riendo, "viste como aprende rápido, el muy puto", y yo pude sentir enseguida como se le endurecía dentro de mi boca la pija al cabo, que ya me había agarrado la cabeza con ambas manos, y me obligaba a tragarme la pija todo lo que podía, cosa que me producía arcadas y me ahogaba, pero era inútil resistirme y trataba de gozar todo lo que podía.

Viendo el espectáculo que le estabamos brindando pude ver como el sargento se sacaba nuevamente los pantalones y me mostraba la poronga totalmente parada y, riendo, me dijo: "me calenté de nuevo, putito, y te voy a volver a coger". Le rogué, como pude, que no lo hiciese, que estaba agotado, y él me contestó con una frase del ejército que reza "subordinación y valor" y, sin darme tiempo a nada, me tomó de la cintura con ambas manos y me acomodo bien sobre el sillón, me abrió las piernas y me la encajo de un saque.

La poronga me entró enseguida porque yo tenia todo el culo lubricado con su propia leche, la cual me chorreaba por las piernas, el cabo no me soltaba la cabeza y me seguía metiendo la pija en la boca, el sargento empezó a serrucharme como ya lo había hecho pero parecía que quería romperme todo: yo no podía decir nada, porque tenia la boca llena con la pija del cabo. Las estocadas que me daba el sargento eran fatales y realmente me dolían pero, con eso y todo, me gustaba cada vez más, y yo mismo acompañaba sus movimientos tirando el culo hacia atrás, para sentirlo bien adentro, y eso lo enloquecía más a mi macho, que me empujaba la pija con una fuerza descomunal. De golpe paró de bombearme y le dijo al cabo si queria ocupar su lugar. El cabo le dijo que sí, y mi macho me la sacó de golpe, y el cabo se acomodó en su lugar, mientras que el sargento me metía la pija en la boca, la cual estaba mojada por su propia leche y mis jugos anales. Sentí como la cabeza de la poronga del cabo empujaba en la puerta de mi roto culo y también me la metió sin mucho esfuerzo, y comenzó a serrucharme a lo loco.

Con las chupadas que le hice, el sargento acabó rápidamente en mi boca. El cabo me seguía cogiendo a ritmo normal, yo esperaba que acabase enseguida, pero lamenté mucho haberme equivocado, porque seguía con la pija dura como un fierro, y no acababa nunca. Además la pija del cabo era algo mas larga que la del sargento, entonces me producía la sensación que no llegaba a entrarme toda y que hacía tope dentro de mi panza antes de que pudiese sentir sus huevos golpeando mis nalgas. En un momento llevé mi mano hacia atrás y pude comprobar algo que me dejo asombrado: la pija me estaba haciendo tope dentro de mi cuerpo y le quedaban afuera como cinco o seis centímetros. Evidentemente, cuando se la había chupado no había tenido en cuenta ese detalle, pero era larguísima. El cabo se dio cuenta de mi intención y, riendo, dijo: "No hay culo que se trague toda mi poronga", y simultáneamente me aplicó un pijazo que me levanto en el aire.

Pude escuchar la voz del sargento que lo alentaba al cabo a que siguiera empujando, que con paciencia me la iba a comer toda.

Ahora estoy casado con mi chica y nunca olvidaré esos días, pero como mi mujer tiene una amiga, jugamos a que una es el sargento y la otra el cabo, y debo confesar que la paso de diez.

Referencias: http://web.archive.org/web/20040814233433/http://www.dominasandra.com.ar/Relatos/rel_en_la_colimba.htm

5 comentarios - En la colimba (Gay, D/s)

kramalo
jaa...!! muy caliente..!!