La mujer de mi amigo

Estábamos con Juanchi tomando una cerveza en un bar de la ciudad, es uno de mis compañeros de trabajo, y hemos trabado una buena amistad, de pronto suena su teléfono, él mira la pantalla y levanta los ojos al cielo en clara señal de fastidio
-Es Laura- dice mientras deja el aparato en la mesa
-¿no la vas a atender?- le pregunto
-¡me va a hinchar las pelotas!, por estar con vos tomando una cerveza- aclara
-atendela, te va a joder hasta que la atiendas- le aconsejo yo
Juanchi respira hondo, vuelve a mirar hacia el cielo y atiende
-hola amor-dice él mientras finge un tono amoroso
-lo que pasa es que estaba con tino y no escuchaba el teléfono- parece disculparse
Una larga pausa, ella empezó con la perorata.
-no amor, no estoy con otras minas- sigue él pacientemente
-¡bueno, está bien, ya voy!- termina exclamando mientras corta la comunicación
Me mira, sonríe pero parece harto de la situación
-esto no da para más, no se como sacármela de encima- me dice un poco angustiado
-¿tan brava es?- le pregunto
Juanchi sacude la cabeza, mira hacia los lados como queriendo que nadie lo vea
-es muy hincha pelotas, y a parte a vos no te banca- se justifica ahora conmigo
-¿y yo que tengo que ver?- le pregunto
-dice que vos me llevás por el mal camino y no se cuantas pelotudeces más- ríe
-¿y que vas a hacer?- lo miro esperando su respuesta
-no se, si la corto no me la saco más de encima, tengo que encontrarle algo que haga que me deje en paz- Juanchi vuelve mirar hacia los lados
-fabricale algo, inventale algún romance- propongo yo
Juro que mis palabras salieron de mi boca sin imaginar lo que seguiría a continuación. Algo imaginé cuando vi como se le iluminaba el rostro a Juan
-vos podrías ser ese tipo- exclama
-¡estas loco!- sacudo la cabeza enérgicamente
-por favor, te lo pido como amigo- me ruega
-no, yo voy a hacer otra cosa, voy a ir a hablar con ella, voy a aclarar un par de cosas- exclamo yo
-como quieras, de ella ya no me importa nada- dice con displicencia
Esperé un par de días, yo tenía franco mientras Juanchi laburaba, por lo que podría conversar tranquilo con Laura. Aún resonaba en mi cabeza toda la lista de improperios que según Juan, ella le había dicho sobre mi.
-¿Qué hacés acá?- me preguntó ella de mala forma cuando llamé a su puerta
-tengo que aclararte un par de cosas- dije yo
-no tengo nada que hablar con vos- respondió sin bajar un ápice de su tono de voz.
Laura es hermosa, pero maligna. Su belleza radica en la dureza de su rostro, la formas casi perfectas de su cuerpo, se conjugan con su mal carácter y su desprecio aparente por todo lo que se mueve alrededor suyo.
Ella intentó cerrar la puerta, yo lo evité colocando mi pie, ella quiso empujarme, pero no tuvo las fuerzas suficientes. Su rostro enfurecido me recordó el de una fiera que intenta resistirse ante su domador. Las palabras de Juancho resonaron en mi mente “vos podrías ser ese tipo”.
El desafío se instaló en mí, me imaginé a mi amigo agradeciendo mi tarea. Di un paso adentrándome en la casa.
-salí de acá- me gritó ella
-no pienso- respondí calmadamente
Ella retrocedió pero se salió de mi frente, sus ojos tampoco se quitaron de los míos
-¿Quién te pensás que sos?- me espetó mientras me daba un golpe en el pecho
Yo ignoré su ataque, dí un paso más y ella retrocedió otra vez
-Tino, andate- exclamó
Noté en ella un dejo de duda, y lo aproveché. La tomé suavemente de los antebrazos. Ella intentó sacudirse, pero no pudo deshacerse de mí, ni impedir que yo diera otro paso hacia el frente. Llegamos hasta una de las paredes del recibidor.
-¡soltame! Hijo de puta- me dijo
-no querés que te suelte- respondí calmadamente
Por un instante ella pareció recobrar fuerzas, se retorcía ferozmente.
Apoyé su espalda contra la pared, ella se sintió acorralada, pero su rostro por un instante reflejó la fascinación que suele verse en los ojos de una mascota por su amo. Velozmente aproximé mi rostro a ella
-hijo de puta- repitió
Fue suficiente, nos trenzamos en un feroz beso, apasionado y caliente, violento y sensual. Su lengua se debatía en torno a la mía, sus manos acariciaban mi nuca mientras las mías la estrechaban contra mí.
De pronto pareció reaccionar, retomó el intento de rebelión, pero fue en vano.
-soltame- volvió a rogar
La volví a besar, ella respondió subyugándose a mí. Me besó nuevamente con desesperación. Luego la tomé de los cabellos aunque sin tirar de ellos.
-me la vas a chupar- ordené
-no, ni lo sueñes- exclamó ella
Pero una vez más obedeció a mis palabras, fue agachándose mansamente mientras yo la conducía hacia mi verga. Sus manos buscaron mis huevos aún ocultos bajo mi pantalón. Los abarcó completamente y me amenazó
-te lo voy a apretar-
-no lo vas a hacer, me los vas a besar- dije mientras daba un muy suave tirón de cabellos, como recordándole que en ese momento quien mandaba.
No dijo palabra, sus manos bajaron mi pantalón de gimnasia, mi verga se reveló dura y parada. Ella sonrió aunque solo por un instante. A mitad de camino elevó sus ojos hacia mí y negó con la cabeza, seguía sin hablar. Tomé su cabeza con ambas manos, casi con violencia la conduje hasta mi pija. Inmediatamente ella abrió sus labios, y dejó que mi verga invadiera su boca. La escuché resoplar, su gemido llenó mis oídos. Sus manos tomaron mi verga y ella la retiró de su boca.
-hijo de puta- repitió
-putita…petera- respondí yo
-no soy petera, vos me estás obligando- se defendió
Pero yo solté su cabeza y ella siguió con su tarea, engullía mi verga con voracidad.
-yo no te obligo, a vos te gusta mi verga- le dije
Hizo una pausa, sus ojos volvieron a mirarme, su lengua salió lentamente y fue a dar contra la cabeza de mi pija. Una tibia sonrisa se instaló en su rostro.
-si…me encanta- dijo mientras continuaba jugando con la punta de mi verga y su lengua.
-ya te dije sos una putita y una petera- repetí yo
-¿petera yo?- dijo mientras se llenaba la boca con mi verga
La hice incorporar, apoyé su espalda con fuerza contra la pared, con mis manos busqué las solapas de su camisa y tiré de ellas, los primeros broches saltaron por los aires, reemprendí lo que había comenzado y el resto de los broches también saltó. Sus hermosas tetas quedaron al descubierto. Me abalancé sobre ellas mientras Laura suspiraba fervorosamente. Adiviné una sonrisa de satisfacción en su rostro. Mi boca se entornó en uno de sus pezones, mordí suavemente mientras mis dedos pellizcaban el otro. Sus dedos hurgaban entre mis cabellos, apretándome contra ella, que suspiraba cada vez más hondo.
-¡que ricas tetas que tenés- le dije
Ella rió con ganas, aunque no contestó.
Mi mano libre fue directo a su vagina, me deslicé por debajo de su corta falda, sentí la humedad de su entrepierna.
-te mojaste putita- le dije
-no, estás equivocado- su respuesta me sonó débil
No me costó hacer su tanga a un lado e introducir mi dedo en ella, me incorporé y la abracé, ella se recostó en mi hombro.
-te voy a hacer acabar, perrita- dije
-no….no- suplicó mientras sus suspiros se convertían en suaves quejidos
Incrementé el ritmo de mi dedo, que una y otra vez buscaba la zona rugosa del interior de su vagina. Sus sujetó de mí con fuerza, parecía a punto de caer.
-no…seas hijo de puta…no por favor- exclamó entre quejidos
Yo también la sujetaba, ella se estaba derritiendo en mis brazos.
-vamos…acabá para mí- ordené
Y así fue, se terminó de desarmar, con un largo gemido, con dientes apretados y ojos cerrados se sumergió en un orgasmo profundo e intenso. Sus uñas se clavaban en mi piel mientras una y otra vez se retorcía de placer.
-¿sos putita eh?, acabaste rápido- le dije
-ya te dije, sos un hijo de puta- me dijo ella
No le dí tiempo, mi verga endurecida se clavó sin compasión en su concha, su tanga a un costado facilitaba la tarea. Ella se quejó amargamente, mientras yo empujaba con fuerza. Laura se arqueaba, jadeaba, se quejaba ante cada arremetida mía. Mis manos buscaron sus muslos, para mantener sus piernas abiertas, de allí subí a sus nalgas y casi sin pensar la levanté en mis brazos, ella se dejó llevar y se trepó a mi. Su espalda contra la pared, sus brazos en mis hombros y mi verga clavada profundamente en ella hacían que sus piernas se atenazaran entre las mías. Sus caderas se movían a mi ritmo, suspiraba rítmicamente como si todo fuera la melodía de diversos instrumentos ejecutando una obra de Mozart. Nuevamente la invadió el orgasmo, más suave pero más extenso.
-me encanta tu pija- dijo ella apasionadamente
-¿te gusta que te coja?-
-si…si…me encanta- dijo ella
-sos una puta…mi puta- exclamé
La pregunta fue justo en el momento más intenso de su orgasmo.
-si…si…soy tu puta…soy tu puta- sus palabras se mezclaron con risas, quejidos, suspiros y una nueva acabada de su parte.
No le di pausa, la mantuve en el orgasmo por un prolongado momento, luego me quedé inmóvil, con mi pija en su interior.
-basta…basta por favor- me rogaba mientras reía.
-ahora tengo que acabar yo- le dije
Ella comprendió lo que yo quería, se arrodilló nuevamente ante mí, su mano comenzó a masturbarme mientras su lengua se extendía más allá de sus labios.
-dame tu lechita cabrón- dijo ella
-te voy a llenar la boca- le dije
-quiero tu leche, dámela- agregó
Fue suficiente para mí, mi acabada fue estrepitosa, potentes corros no solamente fueron a parar a su boca, también a su rostro y tetas. Ella sonrió como satisfecha por la tarea cumplida.
Acomodé mi ropa, dándo por terminada la sesión de sexo, mientras se colocaba encima una vieja campera que había encima de una silla. Acomodó su falda que había quedado sobre su cintura mientras me abrazaba.
-¿Qué vamos a hacer?- me preguntó como dando a entender que nuestra relación iría más allá de un polvo.
Buscó besarme mientras el pavor me inundaba. No olvidaba lo hinchapelotas e invasiva que es Laura. Iba a responderle cuando la puerta de entrada se abrió de repente.
-Así los quería agarrar- el grito nos sobresaltó a ambos
Era Juanchi, con su rostro desfigurado por la rabia
-esperá. Yo puedo explicarte- intenté decir
Juan me tomó del cuello, me hizo a un lado y se dirigió directamente hacia Laura
-sos una puta, no quiero volverte a ver, no quiero que me llames más- dijo violentamente y volvió sobre sus pasos, antes de cerrar la puerta repitió sus dichos
-No me llamés nunca más- dijo y dio un portazo
Laura me miró, esperando que yo hablara
-¿ves lo que me hiciste hacer?, acabo de perder a mi mejor amigo- dije yo mientras corría hacia la puerta
-yo te llamo- exclamó ella
Me detuve en seco, giré lentamente hacia ella
-ni lo sueñes- dije y a continuación salí en busca de mi amigo.
Dos cuadras más allá, media hora después, el atardecer nos encontró a Juancho y a mí, ambos reíamos sonoramente
-salió todo perfecto- dijo él
-si, mejor no podría haber salido- afirmé yo
-Menos mal que llegué a tiempo del beso, sino tendrías que habértela empomado- dijo él riendo
-si…lleguaste a tiempo, muy a tiempo- dije yo
¿Cuando le diré la verdad de lo que pasó?, ¿para qué?, el piensa que un beso fue suficiente para liberarlo, yo pienso que el polvo fue magnífico y no se si él comprendería, y en cuanto a Laura, logró el perdón de Juanchi, pero ahora es tremendamente sumisa a Juan…y a mí, aunque él no lo sepa.

3 comentarios - La mujer de mi amigo

Saca_caretas
eso es un verdadero amigo.................
kramalo
muy bueno...!!aun te la cogés..?