Mara, mi compañera del trabajo

El domingo pensaba en Mara, mi compañera de trabajo. Pensaba en cómo proponerle algún encuentro, o algo por el estilo. Había notado que desde unos días atrás intercambiábamos miradas, el lunes nos encontramos un par de veces pero como todos los lunes tengo mucho trabajo, no puede acercarme. Cuando salimos del trabajo me quede conversando con un amigo en un kiosco mientras comprábamos cigarrillos; cuando nos estábamos despidiendo, me encontré con Mara. En seguida pensé que era mi oportunidad para proponerle salir! Charlamos un rato, la abracé un par de veces, le acaricié el pelo y me respondió con mimos. Entre risas le propuse que nos juntáramos algún día para tomar algo. ¿Y porque no ahora? – dijo. En ese momento me acordé que tenia que volver temprano a casa, así que le respondí que no podía, que por favor me disculpara, que tenía que hacer algo urgente. Aunque por dentro pensaba que tal vez me estaba perdiendo algo bueno, pero tenia que decidirme. En ese momento me interrumpió con una nueva propuesta: No te hagas problemas, dijo, lo dejamos para otro día. La saludé con un beso y me retiré.

Caminé un par de metros y por una cuestión de energía, me di vuelta y la llamé. Ella vino a mi encuentro y le dije que estaría mejor que no desperdiciáramos esa noche. Caminamos unas cuadras pensando en que restorán nos quedaríamos, pero ninguno nos parecía el indicado. Cuando estabamos frente a un supermercado, por una cuestión de química nos miramos y dijimos “’¿Por qué no comer en casa? Compramos unos vinos, carne y una lata de hongos. En su casa, ella no dejó que me acercara a la cocina. Sentate y disfruta, hoy cocino yo, dijo. Les cuento que su departamento está terrible. Por lo visto todo lo que gana lo invierte ahí: sistema de sonido, pantalla de plasma alucinante… al verme cómo miraba sorprendido su departamento, me gritó desde la cocina: “También soy decoradora de interiores”. “Voy a contratarte”, le respondí.

La comida estuvo riquísima y la primera botella voló. En todo momento mire su cuerpo y me di cuenta de que estaba tan buena como me había parecido. La noche se puso un poco larga y no pintaba nada, pensaba que tal vez tendría que haberme ido a mi casa. Ella trajo otra botella de vino y nos sentamos en su sillón a conversar. Noté que su perfume era exquisito y muy excitante, que sus labios eran súper carnosos y su sonrisa era mágica, nuestros rostros estaban cada vez mas cerca y ella retiraba su cabeza hacia atrás cada vez que se reía, lo cual me dejaba ver sus redondos pechos. La tomé de la mano y acariciando su cabeza acerque mis labios a los suyos, eran tan carnosos y suaves como había imaginado, recorrí toda su boca con mi legua, sentía su aliento cálido lleno de deseo. Estuvimos besándonos y acariciándonos por un rato, nuestra calentura era terrible, estábamos totalmente excitados así que nos dirigimos al dormitorio.

Estábamos parados frente a la cama besándonos, yo no quería tomar la iniciativa de desvestirla, deseaba que ella comenzara, y así fue: empezó a quitarse la ropa y totalmente desnuda caminó como gata sobre la cama y al llegar al respaldo se dio vuelta y quedo con su espalda afirmada en él; sus piernas abiertas dejaban ver sus labios íntimos perfectamente depilados. Me quite la ropa, tomé una silla y me senté frente a la cama, mirándola. Le pedí que acariciara su cuerpo, me parecían tan excitante sus movimientos que comencé a masturbarme. Ella miraba mis manos, cómo acariciaban mi pene y yo sus dedos acariciando su clítoris. Fui directamente a su vagina, mi lengua recorría cada parte, sus manos acariciaban mi cabeza y a su vez me guiaban hasta su clítoris, noté el sabor en mi boca de sus fluidos que empezaban a surgir, estaba gozando locamente.

Me di vuelta y se sentó sobre mi cara, sus manos recorrían mi vientre buscando mi pene, con sus dedos buscaba mi fluido y lo esparcía por mi glande. Se arqueo y me la empezó a besar, su boca tragaba toda mi extensión, la chupaba hermosamente, masajeándome los testículos, acariciando su rostro con ella, ¡¡era increíble!! Se levanto y se puso de rodillas frente a mi miembro y allí comenzó el espectáculo: la chupaba como si nunca más en la vida lo volvería a hacer, la tragaba a toda, sentía mi cabeza en su garganta, la tomaba con las dos manos, la llenaba de saliva mientras deslizaba suavemente sus manos, me excitaba su mirada, miraba mis ojos como mostrándome que le encantaba mi pene. Se puso se rodillas sobre mi miembro, con una mano la tomaba, subiendo y bajando deslizándose por la saliva y con la otra acariciaba su clítoris. Empezó a acercarse para tocar mi pene con su conchita, hasta que entraba la cabeza y volvía a retirarla. Yo estaba loco, ella seguía masturbándome y acariciando su clítoris y volvía a hacerlo, cada vez entraba un poco mas, hasta que lentamente fue bajando hasta metérsela toda adentro. Subía y bajaba sin dejar de acariciar su clítoris y sus pechos: era una visión alucinante. Sus gemidos eran hermosos, llenos de deseo. Cambiamos varias veces de posición: cuando estaba sobre ella, me encantaba sentir su mano acariciando mi miembro mientras entraba y salía, buscaba sentir con sus manos el flujo de su cuerpo bañando mi erección, sus gemidos no cesaban.

Tomo con las manos mis glúteos y me presiono contra su cuerpo, al cabo de unos minutos sentí los temblores en del orgasmo, sentías sus uñas clavadas en mi cuerpo. “No pares”, dijo, “que es hermoso”. Yo no deseaba parar ni un momento, saque mi pene y me fui directamente a su vagina para chuparla nuevamente, su excitación era cada vez mayor. Decidí que era el momento de lamer su culo, mi lengua giraba en su ano llenándolo de saliva, empujando para que se dilatara, volvía a su clítoris y de vuelta a su culo, escuchaba su voz diciéndome que no parara cada vez que lamía su culo. Introduje mi dedo en su vagina y cuando estaba lleno de jugo lo lleve hasta su ano y entró suavemente. Mi lengua golpeaba su clítoris y mis dedos entraban y salían de su culo, sentía sus gemidos ir en aumento. Me acerqué a su oído y le dije suavemente que deseaba penetrarla por el ano. Parecía que mis palabras mas la excitaban: volví a repetirlo y ella gemía cada vez mas. Me puse de costado ya que es la forma mas fácil de coger por el ano. Mis dedos seguían en su culo y mientras le decía que deseaba tomarla por su ano, sentí sus voz diciendo “Hacélo, mi amor, hacélo. Deseo sentirlo”. Saqué mis dedos y apoye mi cabeza en su ano y lentamente entro toda, sus manos en mis glúteos me presionaban para que no dejara de moverme, sentía como apretaba suavemente mi miembro.

Deseaba darle en cuatro, así que la levante y le seguí dando, creo que estábamos en otra dimensión. Sacaba mi miembro de su cola para ver como su ano se cerraba lentamente, lo hacia una y otra vez. Ella se paró y se colocó con su cuello apoyado en el piso y la espalda sobre la cama, en esa posición ella podía ver como se la daba por el ano, podía escuchar sus gritos de placer, apoyaba mis manos en sus cachetes. Puedo decirles que se iba agrandando cada vez mas, eso me volvía loco y parece que a ella también, ya que gritaba como una loca de placer. Mis deseos de acabar llegaron, ya no aguantaba mas, le pedí que me la chupara hasta acabar. Podía ver su rostro lleno de satisfacción, se alejo un poco y me dijo “Acabá, deseo verte acabar”.

Comencé a masturbarme y ella con su boca frente a mi pene, recibió el primer chorro y busco cada gota para que cayera dentro de su boca, la chupó hasta vaciarla y siguió masturbándome y chupándola. Era increíble ver su rostro de satisfacción chupando mi pene, lamiéndome los huevos. Nos fumamos un cigarrillo y le dije que no se molestara pero que yo tenía que volver pronto a casa. “No te hagas problemas”, dijo. Mientras se iba al baño a asearse yo me vestí, le pregunte si había disfrutado tanto como yo, ella me aseguró que la había pasado genial, que tendríamos que organizar otro encuentro.

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