Su amiga

Un invierno que no terminaba de irse y un verano que no aparecía nunca. La humedad si, hacía lo suyo. Todo era calor y solo aquellos que poseían el bendito aire, podían disfrutar una mejor velada.
Era el caso de la encargada de las relaciones publicas de una empresa pequeña, que poco a poco fue abriendose camino entre las demás compañías, y ya contaba con casi 20 empleados.
La encargada, una mujer casada, de unos cuarenta y siete años, en mi barrio la llamamos, una mujer jodida. Por qué será que siempre uno se cruza con personas que todo lo que uno hace por ellas es poco?

Confieso que he pecado- me dijo. Y de ahí en más, no pude ni siquiera interrumpirlo, la historia no se podía creer, por suerte ya es pasado, pero eso sí que es vivir!

Trabaje algun tiempo en esa misma empresa, tendría 22 años, empecé de cadete, de aquí para alla, pero tranquilo, eso por lo menos me daba para los gastos y para no perder el ritmo en el club, viste como son en natación, te tienen zumbando si faltas al equipo.
Sabés que yo me doy maña para todo, para la compu, hacer pequeños arreglos en la oficina, y la jefa me tenía como el che pibe, pero nunca hubo drama, ya sabía, por lo que me contaron cuando entré, que era media jodida.

Fue un día que me iba a entrenar directamente, por lo que pedí autorización para venir en equipo deportivo, asi no tenía que volverme hasta devoto y volver para el club. Un día normal como tantos otros, pero, al parecer, no fue asi, ni para mi, ni para Diana, mi jefa.

Me llamó por el interno pidiéndome si podía aguardar unos minutos antes de la hora de salida, yo salía a las 17 y entraba al club a las 19, mentalmente supuse que no habría drama, le dije que sí.

Ahora que sucedió, me temo que todo lo había pensado, pero te juro que en ese momen-to, no me lo ví venir. Te juro! Era la segunda vez que visitaba su oficina, alfombra gris, una ventana grande que daba a la calle de un segundo piso, un escritorio de madera antiguo pero entero, pocas cosas en él. El teclado de la pc, un conmutador, una o dos hojas para anotar y una agenda. Nada más.

Me dije, ésta no anota nada, o tiene todo en su mente! Comenzó diciendome que le gus-taba mucho como trabajaba, que si bien hacía relativamente poco que había entrado, esperaba de mí mayores logros y progresos.
Ella era una mujer bastante reservada, elegante, un trajecito gris perla, camisa blanca, algunos anillos y una cadenita muy linda, que brillaba con un corazón y el nombre de alguien.

De pronto pasamos a preguntas de índole personal, me preguntó si tenía novia, le dije que no, que no tenía ninguna relación formal; y a ella se vé que algo le picó.
Me comentó que ella estaba casada, hacía como 20 años, y que si bien lo más impor-tante es la familia, el tema de la pareja lo asumía como un tema dificil de sobrellevar con respecto a los años. La rutina, la familia, y entre una cosa y otra, dejó entrever que su marido no la tenía en cuenta como antes.

Dada mi corta edad, imaginate, me quedé callado, qué consejo le podía dar a una mujer que me doblaba en edad!!!

Me preguntó como la veía, qué opinaba de ella, y para endulzarla, le dije que era una mujer elegante. Nada más que elegante? Me contestó!
No te parezco atractiva? – y allí se levantó del escritorio y dio media vuelta como haciendo un pequeño desfile de modas.
Me sonrojé, y por supuesto que asentí! Para mi adentro me dije, demasiado maquillada para mi gusto, pero jamás se lo iba a decir. Como ya nos ibamos dado que ella ya esta-ba guardando sus cosas y acomodando algunas carpetas en su biblioteca, yo me incor-poré y junto con el bolso que estaba en el suelo, la esperé.

Ella se inclinó para dejar unas carpetas en el último estante de la biblioteca en una pose que quizá no era para la oficina, pero despreocupada, su cola daba directamente en angulo a mi.
Uffff me empezó a latir el corazón a full, porque se podía entrever los bordes de su ropa interior, muy chiquita, y no se incorporaba más! Para colmo de males, sufrí una instan-tanea erección de la cual era casi imposible tapar, ya que solo contaba con mi equipo del club y el bolso estaba en el suelo, donde una de las manijas se habia entreverado en una de las patas de la silla.
Cuando se dio vuelta y me vió, quedó sorprendida y por un minuto, no hubo sonido, solo se escuchó su suspiro y su respiración…

Se me acercó y me dijo: no te preocupes que ya nos vamos, asi no llegas tarde al club.!
Y sin querer, con una de sus manos me rozó muy cerca del bolsillo de mi pantalon, lo que me provocó una tremenda y mucho más pronunciada erección.

Vaya! Dijo ella, lo que tenemos aquí! Asi que te parezco una mujer elegante?
Sí respondi
Sonó su handy, y ella atendiò: hola amor? Salis ya para acá? Te espero…
Se dio vuelta y con cara de pícara dijo: todavía no me voy, y no creo que vos así puedas irte – mientras señalaba mi pantalón.

Se puso en cuclillas en cuestión de milisegundos, y creí que ya era otra persona, no la jefa. Fue su día de suerte, no hay nada más facil de tomar que un pantalón adidas, y con una sola mano, lo bajó. Y se encontró con un suspensor blanco, como bien dicta las normas del club, claro que, para ese momento, la prenda se perdía ya que mi miembro sobresalía tremendamente.

Hasta yo estaba sorprendido, nunca lo había visto así, tan duro, enorme, grueso, venoso, ella lo miraba sorprendida, solo atinó a decir: es impresionante.
Nunca había visto algo así, me replicó. Y segundos después me llevo lentamente a sen-tarme en la silla para luego, ella de rodillas, comenzó a meterlo en su boca.
Muy suavemente, con los ojos desorbitados, pero con total control de la situación, y asi fueron pasando los minutos, y sus movimientos eran cada vez más intensos, y su boca se llenaba de mi ser.

Nos volvimos locos, ella no paraba, me tomo con las dos manos, diciendome, no puede ser, no puede ser tan grande!

Y exploté, no pude aguantar más. Basta, me incorporé y nos besamos casi en forma desesperada, nuestras lenguas se juntaron como esperando hace tiempo esa llama que encienda el fuego sagrado.
Sus piernas se abrieron y comencé a besarla, hasta llegar a su parte más intima, y ya no me importaba nada, su ropa interior desapareció en segundos, y mi boca fue direc-tamente a su clitoris. Desesperadamente suave, lami esos labios, y sentía vibrar a esa mujer en celo, cada tanto nos mirábamos como sorprendidos los dos y no entendíamos nada.
Solo que no íbamos a parar, ella abrió sus brazos para sostenerse apoyandose en el escritorio, yo de rodillas, y ella sentada mirando el cielo con las piernas abiertas, y de forma intespestiva, descontrolada, ella empezó a llenar mi boca, eran como espasmos, de repente me empujó para atrás y caí sentado en la alfombra.
Ella se paró de inmediato y se sentó en el escritorio y me invitó, me dijo, veni adentro mio, cuando me acerqué mi falo era como una espada de carne, lo único que te pido, es que entres despacio, me dijo.
Hace mucho que no tengo relaciones.

Y de a poco, fui entrando en su vientre, hasta que pude entrar casi todo. Los suspiros se transformaron en pequeños gritos, y a veces palabras como: ahh no puede ser!!
No entres todo que me vas a partir!!
Pero su lubricación era tan abundante que no me aguante y empecé a acelerar el ritmo, a esa altura todo el escritorio se movía!! Yo no dejaba de penetrarla, y ella no paraba de gritar como una loca!! De repente suena nuevamente el handy
Y ella como una actriz atiende y dice? Hola querido? Ya estas abajo? Ok, termino lo que estoy haciendo y bajo- dijo mientras me miraba!!

Enseguida salí asustado y me dijo –que haces? Mi marido no va a subir, asi que mejor terminá lo que empezaste, y me agarró el falo con las dos manos y la volvío a introducir entre sus piernas.
Fue un orgasmo terrible, la llené como nunca antes me había sucedido, estabamos sa-cados los dos, y fue en ese momento que salí y la di vuelta, ella dandome la espalda, parada apoyada en su propio escritorio y yo la tome de la cintura y otra vez la penetre por sus labios enormes.
Los papeles volaron por los aires, el telefono cayó al piso, y ella en el medio del frenesí no se le ocurrió mejor cosa que decir: y mi marido me esta esperando!!! Esto es lo que me hace falta, un falo enorme como el tuyo, los movimientos ya eran animales, fuertes, tremendos, y el handy de vuelta que se escuchaba ME IMAGINO QUE YA ESTAS TERMINANDO,
Ahhh, decía ella, Y NO SABES COMO ME ESTAN ACABANDO, MADRE MIA!!!

Despues de haberla llenado toda, pero toda, me pidió que su boca vuelva a su clitorís y asi ella con las dos manos tomandome del pelo me regaló su jugo sagrado que tanto anhelaba dar, todo en mi boca.
ASI BEBE.TOMALO

No puedo decirte cuantos orgasmos tuvo, pero fueron varios, nos incorporamos, ella se fue al tocador, yo trate de restablecerme como pude. Hasta que bajamos por el ascensor, me presentó a su esposo, nos dimos la mano, ella lo besó en los labios, y se despidieron.
Ella abrió la puerta del auto importado, y antes de entrar, con el auto ya encendido me tiró un beso. Hasta mañana!

Tremendoooo le dije yo despues de haber escuchado semejante historia!

Pero eso no terminó ahí. Dias despues me vuelve a llamar a la oficina, a la misma hora y me dije, chauuuu.
Ya los dos solos me comentó que ese mismo día que tuvimos ese encuentro tan caliente, ella no pudo separar esas imágenes de su mente, hasta que fue a la doctora.
Sí, ese mismo día, el esposo la acompañó a la ginecologa, la Dra Clementti. Intima amiga suya. Pero lo más loco no fue ese detalle, cuando se vió con la doctora y el esposo esperaba en el hall de entrada, Diana le contó su aventura conmigo, y ella enseguida, le dijo que era una barbaridad, sin cuidarte ni nada, estas loca?
Te voy a revisar ya mismo!
Despues de revisarla le dijo, PERO CON QUIEN ESTUVISTE? VISTE COMO TE DE-JO? ESTAS DESGARRADA! Tenes que hacer reposo por lo menos 48 hs. Como dijiste que se llamaba el muchacho? LUCAS, le dijo. Mi nombre.
Te sugiero por tu salud, que no vuelvas a hacerlo, al parecer vos de tanta inactividad tu cavidad se estrechó mucho, y con tanta actividad de golpe produjo lo que produjo.

Ella se asustó y le hizo caso, falto por dos dias a la empresa. Tambien le dijo que tenía que tomar una medicación en forma preventiva para evitar todo tipo de zarpullidos, molestias y demas virus. Y que lamentablemtne lo tenían que tomar los dos.
Ella dijo NI LOCA, como voy a decirle eso a lucas!!! Ni loca!!

La dra Clementi, con años de experiencia, la salvó: le dijo, no te preocupes, pasame el interno de este chico, lo llamamos del instituto por una entrevista y listo. Yo me encargo de que haga el tratamiento. Ay mujer!! Nunca me imaginé que ibas a pasar por esta situación!

Pasaron unos días y me llegó una citación de entrevista de parte de la Dra Clementti para que me presente ese mismo día en el consultorio por examen fisico laboral de ru-tina. Asi que, me fui a la salida de la oficina para la avenida Alvear.

Cuando llegue habia solo una persona que ya estaba ingresando al consultorio, me anuncié a la secretaria y ella me dijo muy cortestmente que a la brevedad, la doctora me atendería.
Me consultó si sabía por qué era? Y le dije que yo entendía que era por el examen me-dico laboral y enseguida me contó que solamente se hacen ordenes para hacer los tipicos estudios de siempre, que no iba a tener problema, que yo era joven y deportista, que todo iba a salir bien.

A los veinte minutos sale el último paciente, en ese momento la secretaria le avisa a la dra clementti que yo habia llegado, y se escuchó la voz de la doctora que me hiciera pasar y que ya se podía ir porque yo era el último paciente.

Dicho esto, podes pasar me dijo, y pase, era un consultorio muy distinguido, no habia nada fuera de lugar, me dio tranquilidad y confianza, la doctora no estaba. Se escuchó una voz como proveniendo de un cuarto contiguo, que ya me atendía.

A continuación se escuchó la puerta de entrada que se cerraba y antes el saludo de Sa-brina, la secretaria.

Unos minutos después apareció la Dra Clementti, una mujer de unos cuarenta y tantos, no muy alta, cabello por los hombros, morocha, ojos grandes, lentes en la punta de la nariz, tipico delantal blanco, robusta, manos delicadas al igual que su trato y su len-guaje.

Me comentó que la citación basicamente era para que no me asustara, dado que ella era ginecologa, y atendía a mi jefa. Se me hizo un terrible nudo en el estómago, y una fuerte sensación que fue en aumento y me provocaba una sordera momentánea como negándome a escuchar lo que me estaba explicando.En un lenguaje tranquilo y claro, me dijo que me tenía que someter a un tratamiento de prevención dado las últimas acti-vidades íntimas que yo había llevado a cabo en los últimos días.

Sé que no te cuidaste y eso es peligroso, por lo tanto, y por tu bien quiero dejarte en claro tres cosas: la primera, no vuelvas a hacerlo sin cuidarte; la segunda, olvidate de volver a repetir la misma situación con TU JEFA; y tercero; voy a darte una crema para que te apliques y unos comprimidos que vas a tomar una vez por día, durante 10 dias. Ok? No sé por qué, pero me dio miedo el pensar que podía tener algo y que me lo detecten; no solo por el trabajo, sino tambien porque iba a quedar afuera del equipo de natación.

Mientras pensaba eso, miraba los numerosos diplomas que desfilaban por todas las paredes del consultorio de la Dra Clementti. Parecía una persona muy amena, pero con mucha experiencia y firmeza en su hablar tranquilo. Mirá vamos a hacer una cosa, yo te voy a dar una muestra para que tengas ahora y te hago una receta para la crema y los comprimidos, ok? Y con eso se soluciona.
Listo dije yo.

Bueno, entonces veni a la camilla asi sabes como es la aplicación. Ella se levantó, eran cerca de las 19 horas, algo calido el ambiente, cuando ella se volvió, noté como que hacía un comentario de que su aire no funcionaba correctamente y por momentos en su consultorio hacía mucho calor.
Se desprendió unos botones de su delantal blanco, ajustado y se dejaron entrever dos hermosos pechos, grandes, luego se volteó para buscar la crema que le costaba encon-trar en un cajon enorme lleno de muestras, y al instante el aire volvió a arrancar, los dos nos reímos, porque parecía cosa de locos, el aire tiene vida propia, me decía.

Si bien el consultorio era cómodo y elegante, en poco tiempo el aire comenzó a ser más frio, cuando ella volvio vestía los típicos guantes de cirujano que brillaban a la luz, todos como aceitados a la vez que me ordenaba exponer a mi amigo.

Asi, sin vueltas, diciendome DALE QUE NO TENGO TODO EL DIA. Y asi fue, me baje los pantalones, el slip y apenas apareció mi timido amigo, ella lo tomo con las dos ma-nos y empezó a explicarme la forma de poner el gel.
Estuvo unos minutos con ambas manos, pero los guantes al parecer le molestaban, un anillo que complicaba, una pulsera que olvidó sacarse hicieron que se decidiese de ambos guantes, y prosiguiera con las manos.

Y todo cambió, del frío guante aceitado, aparecieron dos manos tibias, hermosas, cáli-das, suaves, y al poco tiempo, como debía de suceder, mi miembro estaba listo para la batalla.

La Dra Clementti hizo caso omiso de la situación y continuó como una profesional, pero yo no, no aguanté más y muy suavemente sin que ella se diera cuenta, la tome muy suavemente de su rodete pulcramente armado y la fui llevando hacia mi glande.
Un movimiento que no desentonaba entre los tantos que ella habia hecho hasta ahora, solo que ahora solo se escuchaba mi entrada y salida.

Hasta que me miró, mientras agarraba mi miembro con ambas manos, no dejando de moverse, como quien mirá azorado un colibrí una tarde de sol. La primera imagen que se me vino a la cabeza fue cuando mi jefa quiso hacerme sexo oral y su pequeña boca no la dejaba, Clementti era otra cosa. De a poco fue demostrándome que podía enseñarme muchas cosas más y que además me iban a gustar.

De repente una tormenta blanca de deslizó en su paladar, ahogando sus ocultas ganas, y cuando se incorpora su broche que mantenía intacto su negro pelo, vuela por el aire.
Me incorporé con la espada desenfundada y lubricada, ella sin que le obligara, se subió a la camilla, abrio sus piernas y se ofreció.

Perdí la cuenta del tiempo que mi lengua disfruto su manjar, era tan rica, suave, ca-liente, y mojada que no pude resistir y entrar cada vez mas. Era muy loco pero de a poco su dilatación hacía que mi boca estuviera cada vez más dentro de ella.
Me estaba comiendo, en una palabra, y ahí fue que me vino a la mente otra vez mi jefa y su estrechez.

Clementti era una ninfa salida de esas historias de sirenas sedientas de amor, de piel, de mi. Fue por eso que, de inmediato me acerqué a su portal embrabecido y finamente entré, suave, pleno, grande, mientras ella solo gozaba y suspiraba, ella me recibía con todo lo que tenia para ofrecer.

No me sorprendió que en poco tiempo todo mi ser estaba dentro de Clementti. Ella abrió los ojos como nunca, y me dijo: POR FIN!!!!! Y de a poco me dijo, SOS PARA MI, SOS MI MEDIDA JUSTA.

Para variar, la llené tremendamente y ella gritó.

Pasaron los días, y Lucas renunció a su trabajo. Sintió el cambio en su cuerpo. El trata-miento continuó durante diez, noches. Durante todo el tratamiento Clementti se ofreció por completa a él. Nada le perturbaba, estaba decidida, él era el hombre y estaba dis-puesta a todo para tenerlo, en su cama.

Y el último día del tratamiento le ofreció su lado virgen. Como un proceso más, lucas se sorprendió de la capacidad de dilatación que ella mostraba. Y el no pudo más que con-tentarla, por un momento pensó que la había desgarrado, pero no.
Ella podía recibirlo todo, y eso era lo que no queria perderse, por nada, y haría cualquier cosa.

Clementti al tiempo se divorció, se quedó con el piso en avenida Del Libertador con sus trescientos metros cuadrados y dos cocheras.
Pronto se vio modificada toda su agenda, ella era distinta, estaba radiante, plena, segura, hermosa, sabía lo que había encontrado y conseguido, era inteligente y hermosa, pero también insaciable.

Su cuerpo había cambiado, sus caderas mostraban una ligera modificación, debido a la alta actividad, su piel estaba increíble, claro, ya hacia un mes que estaban viviendo jun-tos. Solos los dos, a lucas sabía que lo tenía obnubilado, con sus formas, su estilo, su voz, su piel, sus piernas, sus grandes pechos, su ritmo, y porque ella era su esclava.

Lucas era una gema, y el de a poco comenzó a saberlo, y a disfrutarlo, más de una amiga de la doctora le tenía ganas, cuando no, la encargada del edificio, una santiagueña divorciada que siempre se mantenía en guardia para cualquier cosa que el señorito nece-sitara, inclusive hasta cuando la doctora no estuviera.

Meses más tarde, Diana quiso tomar contacto nuevamente con su amiga Clementti, y en un correo electrónico le consultó si había pasado algo con Lucas, porque había renun-ciado al trabajo.
Clementti le dijo que solo lo había visto la vez de la entrevista y nada más, que nunca más había sabido de el.

Diana extrañaba su cuerpo, nunca pudo olvidar la tarde que lucas le había hecho vivir. La vida de la Dra Clementti había cambiado por completo, tanto laboralmente como sentimentalmente, sus honorarios habían aumentado considerablemente, el éxito había tocado su puerta. La Dra Clementti disfrutaba cada vez más de Lucas, y sabía que era su macho, y se lo hacía saber a él. Pero los vecinos escucharon sus noches.

Al año, un nuevo cadete habia sido seleccionado en al agencia que presidía Diana, re-sultó ser el sobrino de su vieja amiga, un muchachito de diecinueve años, su primer tra-bajo. Al principio Diana no lo reconoció porque hacía años que no veía al crío, como hacía tiempo que no veía a su amiga, pero no le importó.

Lo tomo. Y lo hizo su asistente, y no paró de reirse cuando la llamó su amiga Clementti para agradecerle que haya tomado a su sobrino en la oficina.

Sí –dijo Diana- Es muy bueno y cumplidor (el estaba arrodillado bajo el escritorio, entre sus piernas, como casi todos los días, despues de hora)
Bueno Diana, te dejo – agregó Clementti- todavia tengo cosas que hacer en el consulto-rio (tenía la respiración de lucas en su nuca, el otra vez había arremetido, otra vez, dentro de ella, entero).

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