Fiesta jodida y turca a la mejicana

Anoche tuve la fiestita de fin de año de la clínica donde trabajo, como siempre me pasa terminé enlechada y mi orto generoso recibió las atenciones acostumbradas.

Tenía ganas de sentirme un poco más putita así que me puse un vestidito negro bien ajustado, unos tacos aguja y nada más…

Al entrar al salón, los doctores veteranos sonrieron recordando culeadas y mamadas pasadas, pero yo, la verdad quería carne fresca, alguna buena pija que no hubiera probado aún, je je van quedando menos…
Enfilé para el lado en que estaba el grupo de los doctorcitos pasantes, los más jóvenes y donde me quedaban un par por probar, sobre todo, los más interesantes son los extranjeros, ya que se quedan un par de meses, me hago hacer unas buenas orteadas y chau, nunca más. En ese grupo charlaban y jodían con otras enfermeras y apenas me vieron me invitaron a sumarme.

Sin que me diera cuenta, a la media hora de llegar estaba en un saloncito vacío, en cuatro y con el vestidito subido hasta la espalda, una verga en la boca y otro machito atrás que me metía los dedos en el orto, de a dos, de a tres, así en seco, ni siquiera me ensalivó un poco el agujero.

El hijo de puta que me puso la verga en la boca me agarró fuerte la cabeza, y empezó a bombear cogiéndome la boquita, la pija, si bien no era muy gruesa, era larga y me llegaba al fondo de la garganta, golpeándome sin piedad. El turro que me llenaba la garganta acabó sin avisar y sin sacarme un milímetro la pija, con lo cual la leche me pasó directo al fondo y adentro, cuando vió que estaba sofocada sacó la verga y mientras yo lo reputeaba y trataba de le escupirle la cara, me agarro de las tetas tan fuerte que me dejó indefensa permitiendo que el de atrás metiera la pija en mi tierno agujerito anal y bombeara a gusto.

La situación me hacía sentir bieeen puta del orto y lechera, después de todo era lo que había ido a buscar, la concha me chorreaba jugo, parecía una perra babeante y tuve una acabada de cuento de hadas. Mi ocasional orteador acabó también, pero el tarado no esperó a soltar toda la leche y regó sus últimos chorritos sobre mi espalda, dejándome mi hermoso vestidito bien enlechado.

Para las chicas que lean esto, sabrán que no hay nada más difícil que sacar manchas de leche de la ropa negra y encima tenía que volver a la reunión. Estos dos turritos se fueron dejándome así enfiestada y con la ropa estropeada.

Me levanté y cuando quise salir para el baño, estaba asomado a la puerta otro de los doctorcitos, un mejicano ecógrafo al que le tenía ganas, lo miré con cara de puta viciosa y le dije, doc. vos no viste nada, mientras salí rápido al baño a tratar de arreglarme. La fiesta siguió un poco más tranqui, recibí algunos manoteos cada vez que alguno se daba cuenta que estaba sin tanga, pero nada más.

Esta mañana, me tocaba trabajar temprano, así que tomé mi puesto con un dolor de garganta, de tetas y de orto que no recordaba, hacía rato que no me enfiestaba por las dos puntas.

Al mediodía tuve que llevar unos informes al sector ecografías y al entrar al consultorio me encontré al mejicano que miraba unas imágenes en el monitor, al verme sonrió y me dijo, te ví pasándola bien anoche….me habían dicho que eras puta pero ver para creer muñeca…

Con mi mejor cara de petera le dije, puedo hacer algo por Ud. Doc? Eso sí creo que esto nunca lo dije, pero no me pida un pete, anoche me destruyeron la garganta…
Yo quiero algo distinto, me dijo. Me recostó en la camilla, se sentó a horcajadas sobre mi y me abrió el guardapolvo, dejando mis tetas liberadas, comenzó a sobarlas mientras se abría la bragueta y sacaba una pija linda y gruesa. Tomó el gel que se usa para las ecografías y me tiró un chorro sobre las tetas, el frío me puso los pezones duros y parados como la pija del mejicano.

Metió la pija entre mis tetas, las apretó contra la verga y empezó a pajearse así, mi instinto de petera me hacía estirar la trompa tratando de llegar a comer esa cabeza brillante y resbalosa, estiraba la lengua tratando de chupar ese glande que se acercaba y se alejaba de mi cara.
Lo tomé de las piernas, lo acerqué un poco más y aunque me aplastaba un poco, en esa posición llegaba a lengüetear la verga tan deseada. Saqué sus manos y yo misma me tomé las tetas y las apreté bien fuerte contra la pija que iba y venía.

El llevó sus manos hacia mi conchita, abrí bien las piernas para recibir esa mano resbalosa de gel frío en contraste con el calor de mi cajeta, me empezó a pajear con delicadeza y le dije, así no bebé dame más duro mandá dedos mandá todo.

Sus dedos resbalosos entraban y salían de la concha, del culo, pasaban por mi clítoris que bien entrenadito como está responde rápido a una buena paja y cuando tuve dedos en la concha y en el culo, me dí una acabada bien jugosa.
Mientras tanto yo sentí que la pija que me hacía el surco entre las tetas se ponía dura y tensa, ahí viene tu lechita le dije, apúntame bien, el volvió a agarrarme de las tetas y en tres o cuatro embestidas me mandó un chorro le leche mejicana que entró a mi boca hambrienta. El segundo chorro me quedó entre el mentón y el cuello y le dije dame toda, bebé, el doc. Juntó la lechona con sus dedos y me la dio a beber, yo, obvio le chupé los dedos como si fuera la mejor pija, pero ya saben, no me gusta que se pierda la lechita y menos si es importada.

El doc. me dijo, bueno Flavi, esto es para empezar, ya sé que venís demasiado culeada, así que ahora andá y llamá al próximo paciente, eso sí le saqué la promesa de que esa vergota iba a terminar otro día en mi culito.