La Fantasía Médica de mi Esposa (cuarta parte)

Sentí como la puerta del consultorio se cerraba y quedé solo con Carina, que me miraba. Yo estaba totalmente avergonzado, desnudo en la camilla y ella a mi lado, con las manos en los bolsillos de su guardapolvo blanco.

- Cómo te sentís?

- Tengo mucha vergüenza - respondí

- No seas tonto. Vos sos nuestro paciente y nosotras tus doctoras. Vos no te preocupes y dejanos trabajar, que todo lo que estamos haciendo es por tu bien.

- Carina no me digas que...

- Shhh! - me interrumpió de inmediato. - Te dije que me digas "Doctora", o no quedó claro?

- Si, si pero...

- Basta, no quiero escuchar más quejas. Todavía tenemos mucho trabajo. - Y se fue a buscar algo a uno de los muebles metálicos que hay en el consultorio. Cuando dió la vuelta la ví acercarse a la camilla con los estribos para configuración ginecológica y los empezó a colocar.

- Voy a necesitar cambiar tu posición un poquito, sabés? - Dijo mientras instalaba los estribos en la camilla. - Digamos que te quiero revisar un poco más "en profundidad".

- Carina, por favor...

- O empezás a llamarme "Doctora" o te voy a tener que amordazar.

- Doctora... no quiero más...

- A ver si empezás a entender lo que pasa. Vos viniste a consultar a la doctora y ella me llamó porque tu "caso" resultó muy interesante - Mientras hablaba me acomodaba las piernas en los estribos y las aseguraba con unas cintas de cuero, lo mismo hizo con mis manos y luego aseguró otra cinta de cuero sobre mi pecho. Quedé totalmente inmovilizado.

- Pero yo...

- Vos dijiste que tenés un problema de eyaculación precoz y nosotras te estamos revisando para poder hacer nuestro diagnóstico y curarte. Ahora te voy a revisar la próstata, alguna vez te revisaron la próstata chiquito?

- Qué???

- Mirá. - Empezó a explicarme mientras preparaba unos instrumentos médicos en una mesa con rueditas.- La próstata es una glándula del tamaño de una castaña que esta ubicada frente al recto, abajo de la vejiga que te acabamos de lavar. A tu edad deberías hacértela revisar cada año y este es el momento perfecto para empezar.

- Qué me vas a hacer?...

Carina agarró un aparatito con unos botones y la camilla empezó a reclinarse. Quedé con mi ano, pene y testículos elevados y totalmente expuestos. Luego dejó el aparatito y caminó hasta ubicarse detrás de mi cabeza que, inclinada hacia abajo, ponía mi rostro justo a la altura de su pubis. Casi que podía sentir su aroma debajo del guardapolvos blanco que llevaba puesto. Sacó un par de guantes de latex de uno de los bolsillos y empezó a ponérselos.

- Estoy segura que nunca te hicieron un examen prostático, si no seguramente te acordarías. - Ajustó cada uno de los guantes hasta sentirse cómoda y me puso ambas manos a cada lado de mi cara. - Ahora, si querés que te duela poquito vas a hacer todo lo que yo te diga, esta claro bebe?

- Si, doctora. - Contesté aterrado.

- Muy bien - dijo ella, mientras me acariciaba la cara - ahora vas a relajarte y quedarte bien quietito mientras te reviso la colita.

- Noooo.... por favor doctora... éso no....

- Vamos - insistió Carina - portate como un nene grande o voy a tener que amordazarte.

- Doctora, se lo ruego... - Carina apoyó su mano enguantada sobre mis labios en clara señal de que haga silencio. Yo tenía mucho miedo y le obedecí. Ella caminó lentamente hasta ubicarse entre mis piernas abiertas, se ajustó los guantes y sentí como empezó a tocarme.

- Tranquilito... quietito... vamos a poner un poquito de gel para que no duela, sabés? - me dijo y ví como tomaba un trozo de gasa con una pinza larga y la embebía con un gel transparente - Esto te va a ayudar, vos tratá de quedarte relajado.

- Si doctora - contesté, y de inmediato sentí como el frío del gel me cubría toda la región anal. Tuve un escalofrío.

- Tranquilo... vas a ver que no es nada. Ahora vamos a poner un poco de lubricante - Y dejó la pinza en la mesa y levantó una jeringa rellena de un líquido viscoso, que en lugar de la aguja tenía una cánula. Carina presionó el émbolo para que el líquido escurriera por la cánula - Ahora te vas a quedar bien quietito, sabés?

- Me va a doler? - pregunté ingenuamente, mientras sentía como me introducía la cánula en el ano y no pude evitar el grito - Aaaah.... - también sentí de inmediato cómo el líquido fluía dentro del ano y el recto.

- No te quejes, que esto es para ayudarte - dijo la doctora mientras me sacaba la cánula y la elevaba para no derramar el contenido - Ahora vas a ver qué fácil va a ser que haga el tacto - dejó la jeringa en la mesa y mientras se ajustaba el guante de latex de la mano derecha me dijo: - si sentís necesidad de eyacular no te resistas, porque a partir de ahora yo voy a tener control total de tu aparato reproductor.

Acomodó una de las lámparas de modo que mi ano, genitales y pene quedaron iluminados, y sentí como su dedo me penetraba. Al principio no hubo dolor, luego sí sentí un fuerte ardor. De inmediato sentí una sensación rara y empecé a tener una erección. Era una mezcla rara, entre el dolor que me provocaba el tacto en el ano y el deseo deseo sexual que no podía contener.

- Qué me estás haciendo?! - pregunté entre lágrimas.

- Revisando tu próstata bebe... pero tenés una colita muy chiquita y no puedo palpar bien - levantó las manos a la altura de su pecho y pude ver que el guante de su mano derecha tenía restos de lubricante y algo de sangre, pero ella no le dio importancia, sólo me miró a los ojos y con una sonrisa me dijo: - Te voy a tener que dilatar.

Y se dió vuelta a buscar algo de la mesa y levantó una pinza con forma muy rara, con una especie de tubo en el extremo que se abría y se cerraba. Con el instrumento en la mano se acercó y me lo mostraba mientras me acariciaba la frente.

- Esto es un retractor anal y lo voy a usar para dilatarte la cola.

- Nooo, por favor....no...

- Dejá de quejarte, no seas chiquilín! Estás atado a la camilla y no hay nada que puedas hacer para cambiar tu condición. La doctora Silvia y yo somos las que decidimos qué te vamos a hacer y vos sólo tenés que obedecer, cualquier otra cosa que hagas es inútil, está claro?

Por fin me di cuenta que Carina tenía razón, así que sólo atiné a decir:

- Si.

- "Sí" qué?

- Si doctora.

- Mucho mejor... ahora que te vas a portar como un nene valiente, te voy a explicar qué es lo que te voy a hacer -empezó, mientras lubricaba el retractor anal- como tu colita es muy chiquita y yo quiero revisarte como corresponde, la vamos a agrandar un poquito. Vamos a introducir este extremo en tu ano... -y empezó a describir cada una de las acciones que iba practicando- Dolió?

- Un poquito doctora.

- Muy bien, ahora vamos a empezar a abrir la pinza para dilatar bien ésa colita.... -de inmediato empecé a sentir un dolor intenso, pero traté de no gritar- así... muy bien... mirá qué bien que te estás portando....

Sentí como Carina movía el artefacto en mi ano y luego lo retiraba.

- Doctora... me duele mucho....

- Ya casi esta como yo quiero... a ver... - y pude sentir como otra vez su dedo enguantado empezaba a dibujar círculos en el orificio de mi ano para de nuevo penetrarme y otra vez el ardor insoportable.

- Aaahhh......

- Shhh.... calladito.... -me dijo Carina mientras yo sentía como su dedo se movía dentro mío- sabés que tenés un orificio anal muy estrecho? -preguntó en forma retórica, mientras mantenía un dedo en mi ano y exhibía en la otra mano el retractor anal ahora manchado de lubricante y sangre- voy a tener que dilatarte un poco más....

- No, no, no, doctora, basta, se lo suplico.....

- Vamos a lubricar un poco más el conducto -dijo mientras dejaba el instrumento en la mesa y volvía a buscar la jeringa con la cánula. Otra vez pude sentir como me inyectaba el lubricante en el ano y ahora cuando retiró la jeringa y la elevó ví como la cánula estaba totalmente manchada con mi sangre, lo mismo que sus guantes. Otra vez dejó la cánula y agarró el retractor y otra vez tuve que sentir el inmenso dolor de sentirlo entrar y dilatar mi ano. Estaba aterrado y por éso ni siquiera pude pedir compasión, sólo ahogué un grito y empecé a llorar.

Carina hacía su trabajo de manera extremadamente profesional, y se notaba que disfrutaba de la situación. Estuvo un buen rato jugando conmigo, me dilataba hasta que notaba que no soportaba más y luego dejaba que me relaje unos segundos para volver a dilatarme todavía más. Yo podía sentir como de tanto en tanto retiraba el retractor unos centímetros para volver a insertarlo cada vez con más fuerza. No puedo precisar durante cuánto tiempo me estuvo penetrando, cada tanto me preguntaba: "Duele mucho?", "Estás bien?" o algún irónico: "Te gusta cómo te esta revisando tu doctora?". Nunca respondí.

1 comentario - La Fantasía Médica de mi Esposa (cuarta parte)

Leo1331
Muy buen relato muy bueno