Mi mujer atiende a dos amigos de mi hija ( 2da. Parte)

Y por fin, llegó el día.
Luego de esa noche, debo reconocer que mi vida cambió profundamente.
Nunca creí que mi mujer fuera capaz de comportarse de esa manera, y en nuestra propia casa, pero era evidente que el aburrimiento la había superado, y que había llegado a un punto en su vida, donde sólo le importaba disfrutar de lo que la vida le diera. Había tenido suerte de llegar a los 50 años con un físico muy deseable, y máxime para unos adolescentes calentones que ni en sueños pensaban beneficiarse de semejante madurita.
Pensé durante todos esos días, si convenía hablar con ella y confesarle que sabía lo que estaba pasando. Tal vez pudieramos manejarlo distinto. Lo que más me molestaba es que los jovencitos eran conocidos y era inevitable que en su fuero interno se burlaran de mi, el cornudo. Yo al menos cuando tuve algo con otras mujeres, eran chicas que no conocían a mi esposa y que por lo tanto no iban a mirarla con sorna si la cruzaban en alguna parte. Yo en cambio me sentía profundamente humillado. Entiéndase. No me humillaba que mi mujer se acostara con otro, sino que ese otro me conociera. Cosa rara la mente humana.
Pero debo reconocer también que ver a mi esposa con otro hombre, me había excitado mucho. Descubrí que el voyeurismo era una de mis debilidades. La manera en que me sentí con mi esposa después, hacía mucho que no la sentía. Quería follarla todos los días, y de hecho la frecuencia de nuestras relaciones mejoraron. Ella también había quedado excitada con la experiencia vivida. No me engaño. Imagino que mientras yo la clavaba, ella soñaba con otras vergas más jovenes y duras.
Como sea, una nueva reunión se organizó y mi mujer por su forma de vestir, decía a la claras que estaba dispuesta a aprovechar la noche. Lo que quedaba por resolver era una cuestión mía. Si le iba a permitir seguir adelante, o si iba a convertirme en un guardabosques y quitarle toda oportunidad.
Pero por otro lado, podía ocurrir que si no le permitía hacerlo en casa, decidiera encontrarse con estos cachorros en otro lugar, con lo que me perdería de verla en acción y no sabría hasta donde iba a llegar. Era una situación terrible. Decidí esperar a los acontecimientos.
Esa noche, los amigos de mi hija llegaron. Gerardo, con los ojos brillosos saludó a mi mujer besándola en la mejilla, y me dio la mano no pudiendo ocultar un cierto cinismo en la mirada, o por lo menos a mi me pareció.
- Sra. Viviana, como está, la veo muy linda, le dijo el niñato.
- Ay Gerardo, tan comprador como siempre con los viejos, dijo mi mujer sonriendo.
- Un gusto verlo Sr., me dijo a mí, a lo que respondí con una palmada en el hombro.
Lucas timidamente nos saludó levantando la mano, y se fueron todos al parque.
Nos quedamos con mi mujer mirando televisión, una de esas películas intrascendentes en la que ninguno de los dos por distintos motivos podíamos concentrarnos.
Gerardo venía a cada rato a buscar algo, y seguramente a mirar si yo todavía estaba allí. Mi mujer se levantaba a darle las cosas que pedía, y yo escuchaba como cuchicheaban en la cocina. Yo seguía firme mirando la película.
Evidentemente la situación no les satisfacía, así que decidieron cambiar la estrategia. Luego de la última visita de Gerardo, mi mujer me propuso ir a acostarnos porque estaba cansada.
- Querido, que te parece si nos vamos a dormir y los dejamos a los chicos que sigan con sus cosas, dijo inocentemente.
- Ve tú si quieres. Yo voy a terminar de mirar esta película, dije sin apartar mi mirada del televisor.
Mi mujer tímidamente se levantó y se dirigió al dormitorio. En ese momento tuve una idea brillante. Desde el fijo me llamé a mi celular, e hice como que atendía.
- Hola, si , como estás. No, no es molestia. No, estoy mirando televisión. Que te digo que no estoy acostado, no hay problema. Bueno, tengo un rato. Ok. Nos vemos. Y colgué.
Fui al dormitorio donde mi esposa ya estaba acostada.
- Querida, me llamó Fabián que necesita consultarme unas cosas. Quedamos en reunirnos en el Bar de La Terminal, así tomamos un café y conversamos. ¿ Te molesta que vaya?
- No querido, pero tienes una hora para ir y otro tanto para volver. ¿ Porqué no le dijiste que viniera aquí?
- Nos quedaba a mitad de camino y vamos a estar más tranquilos. Ni en su casa ni en la mía podríamos hablar en paz, dije justificando mi viaje.
- Está bien, ve, no te preocupes. Yo voy a aprovechar para dormir, me dijo dándose vuelta en la cama.
Lentamente tomé algunas cosas y saqué el auto. Estaba seguro que los jóvenes iban a aprovechar la oportunidad, y también estaba seguro de que iban a usar mi dormitorio. Eso les daría mas morbo.
Salí de casa y estacioné el auto a la vuelta, para regresar, entrando por el garage, hasta el patio interno donde daba mi dormitorio. La persiana abierta me permitía tener una vista excelente de lo que allí ocurriría, y por otro lado desde adentro no podían ver que en el patio había alguien.
Luego de unos minutos en que todo estuvo tranquilo, mi mujer se levantó de la cama. Rápidamente se sacó el pijama que usa siempre y se vistió con un camisón corto transparente negro sin nada de ropa interior debajo. Debo reconocer que el espectáculo era excitante. Luego se quedó en el dormitorio esperando.
En un momento se sintió la puerta de la cocina que se abría y alguien que entraba. Ella se acercó hasta el pasillo.
- ¿ Quién es? Preguntó
- Soy yo Gerardo, contestó el joven suavemente, ¿ Están durmiendo? Preguntó.
- No todavía, ¿ estás solo?
- Si Sra, contestó respetuosamente. Seguro que creía que yo también estaba despierto y en el dormitorio.
Rápidamente mi esposa entró en el living. Se escucharon cuchicheos, ruidos apagados, y por fin la voz de Gerardo.
- Pero hubieras empezado por el principio. Me hubieras dicho que el cornudo se había ido y no hubiera tenido que simular tanto, ven aquí.
Los ruidos continuaron.
- Vamos a tu cuarto, escuché que Gerardo decía con la voz alterada.
- ¿ te parece?
- Querida, no hay nada mas excitante que cogerte en la misma cama que te coge tu maridito, vamos.
En segundos Gerardo entró al pasillo del dormitorio trayendo a mi mujer de la mano. El cabello despeinado y los labios inflamados mostraban a las claras que el morreo había sido de campeonato.
La sentó en la cama y lentamente procedió a desnudarse totalmente. Su verga dura y recta, mostraba claramente su grado de excitación.
Gerardo se agachó y la besó en la boca, metiéndole la lengua hasta el fondo mientras ella comenzaba a masturbarlo suavemente. Las manos libres del muchacho buscaron su cuerpo. La reacción de su verga mostró que estaba gratamente sorprendido del tratamiento de mi esposa. Su mano se perdió de inmediato en su entrepierna y sus dedos la penetraron, sin dejar de besarla. Mi esposa se dejó caer hacia atrás, arrastrando al macho en su caída, mientras levantaba las rodillas para facilitar la tarea de la mano de Gerardo.
De pronto, dejó de besarla.
- Viviana, tenemos un pequeño problemita.
- ¿ Cuál? Dijo mi esposa sorprendida.
- Nos vieron el otro día.
- Ya lo sé. Lucas
- Si y nos contó lo que hizo
- ¿ Nos contó?, dijo ella alarmada
- Si, a mi y a Fede
Traté de ubicar mentalmente a Fede. Era el deportista del grupo. Alto, moreno, todo músculos.
- Bueno, pero con no creerle. Me imagino que habrás negado todo.
- No pude negar. Realmente nos vió.
Mi mujer soltó a Gerardo y se quedó sentada en la cama con la cara entre las manos.
- No, ahora se van a enterar todos. Estoy perdida. Mi marido, mi hija, todos.
- Tranquilizate que ya lo solucioné.
Mi esposa lo miró
- ¿ Como hiciste?
- Le prometí a Fede que iba a participar del próximo encuentro
- ¿ Estás loco? ¿ Que crees que soy?
Gerardo se apoderó nuevamente de su sexo y volvió a besarla sin compasión.
Despacio la acostó en la cama, aplastándola con su cuerpo, avanzó sobre ella hasta situar una rodilla a cada lado de su cabeza.
- Vamos, chupala, le ordenó.
- No estoy dispuesta a convertirme en la puta del colegio, dijo mi esposa enojada.
Gerardo la tomó del cuello.
- Vamos, chupala y luego charlamos, que no tenemos todo el día. No querrás que vuelva tu maridito y nos encuentre tirando, volvió a ordenarle
Mi mujer lo miró y lentamente tomó la verga del muchacho y la introdujo en su boca. La sacaba y le pasaba la lengua por todo el largo. La levantaba y le lamía las pelotas para luego volver a enterrarsela en la boca casi toda. Realmente se había convertido en toda una experta chupapijas con estos muchachos. Por fin, Gerardo retrocedió y se ubicó entre sus piernas colocando la cabeza de su verga entre sus labios vaginales. Cuando Gerardo la sintió en posición, comenzó a hundirse lentamente en su cuerpo, provocando un gemido de mi mujer, quien abría la boca como si le faltara el aire. Por fin la poseyó por completo.
Se quedó unos instantes dentro y luego se retiró para empezar un suave pistoneo que la sometió a mi esposa totalmente. Su cara de placer era increíble. Mi excitación también.
- Eso hermosa. Que lindo que es tirarte. Que buen polvo que tienes, preciosura, le decía mientras la bombeaba. Que diría tu esposo si te viera, comentó
- No diría nada. Varias veces me metió los cuernos y yo nunca dije nada, así que ahora a aguantar, dijo y me quedé helado. La muy zorra se había enterado de mis aventuras y nunca dijo nada. Eso terminó con todos los argumentos que pensaba usar para contarle que la había visto tirar con otros. Me sentí destruído.
Giró de costado sin dejar de penetrarla y así de costado siguió con su tarea. Luego de un rato se puso de espaldas y mi mujer quedó sobre él cabalgando. Mientras él, le sobaba las tetas poniéndoselas rojas.
Por fin, sus movimientos se hicieron mas violentos. Era evidente que estaba cerca del climax.
- Espera, no tienes protección, dijo mi esposa deteniéndose
- No hay problema, si Lucas me dijo que te llenó. No voy a ser menos. Ahí te va puta, puta, reputa, dijo mientras se hundía hasta el fondo. El semen caliente liberó también a mi mujer que acabó como una perra. Para no gritar le entregó su boca y él se adueñó de ella y le tomó la cabeza con ambas manos para que ningún ruido saliera de la habitación. Fueron varios chorros los que escupió, para terminar quedándose quieto . Mi mujer cayó sobre él.
Luego de un momento giró y salió de debajo de su cuerpo. Su verga se veía colorada y floja. Tomó el móvil de mi mujer de la mesa de noche y mandó un mensajito. Mi mujer no se percató de nada. Estaba con los ojos cerrados tratando de recuperar el aire, luego de esa sesión de sexo.
La puerta de frente se abrió y se cerró y pude ver por el pasillo a Lucas y Fede. El primero venía con temor, pero Lucas lo empujaba. Por fin entraron al dormitorio. Gerardo les hizo un gesto de aprobación con las manos.
Despacio Fede se acercó y comenzó a acariciar el rostro de mi mujer con mucha suavidad. Mi mujer lo miró sorprendida, pero no atinó a decir nada, simplemente cerró los ojos.
En ese momento Lucas desde la puerta habló.
- Vamos Fede, afloja con el romanticismo que es tarde y yo todavía la tengo que empalar.
Fede se levantó y rápidamente se desnudó. Tenía puesto solo una remera y un pantalón de gimnasia que volaron, y por último un slip que arrojó al suelo quedando en pelotas y mostrando una erección importante. Su verga no era nada extraordinario, más o menos como la mía, pero debo reconocer que estaba dura como hacía tiempo que no estaba la mía. Se acostó detrás de mi mujer, levantó una de sus piernas y ubicó su verga entre sus labios vaginales. Mi mujer ante estas maniobras giró la cabeza y lo miró. Fede rápidamente se adueñó de su boca, al mismo tiempo que deslizándose hacia adelante la empaló por completo. Mi mujer tembló ante la penetración, pero sin soltar su boca, Fede comenzó a penetrarla salvajemente. Recién cuando mi mujer comenzó a acariciar sus huevos, el dejó su boca. Ya sabía que era suya. Y efectivamente así fue. Mi mujer se dejó penetrar y alcanzó otro orgasmo mientras Fede no dejaba de empujar. Por fin, la tomó por los hombros y hundiéndose hasta el fondo se vació como había hecho Gerardo un rato antes. La cara de placer del muchacho era fabulosa. Gozaba como un marrano.
Por fin se quedaron quietos y pareció que todo se tranquilizaba. Fede se levantó y se vistió.
- Vamos que te acompaño a la salida y yo vuelvo a la fiesta para que nadie sospeche, le dijo Gerardo.
- Bueno, vamos. Y Viviana, muchas gracias. Hacía mucho que no gozaba tanto con una hembra. Es Ud. una verdadera loba como dice Lucas, y sin más salieron .
Allí quedó mi esposa desmadejada sobre la cama. Pero faltaba lo peor.
Lucas, desnudo entró al dormitorio, balanceando su terrible herramienta. Tomó a mi mujer y la llevó hasta el borde de la cama, dejando sus rodillas apoyadas en el suelo y el resto de su cuerpo sobre el lecho. Se sentó en la cama, con una pierna a cada lado de mi esposa. La tomó de los cabellos obligándola a levantar la cabeza y le introdujo la cabeza de su descomunal miembro en la boca. Mi esposa distendió al máximo sus labios para recibirlo, pero no pudo hacer mucho más que chuparle la cabeza. El resto no le entraba en la boca.
- linda verga, no sra.?
MI mujer asentía con la cabeza pues tenía la boca ocupada.
- Si tuviera más tiempo se la dejaría chupar toda la noche, pero no podemos. El cornudo puede volver en cualquier momento, y diciendo esto se bajó de la cama y se ubicó detrás de ella.
El semen de los machos anteriores corria por sus piernas. Lucas mojó sus dedos en el semen y despacio comenzó a meterselos en el ano. Primero uno, luego de un rato dos, mientras la tenía a mi mujer del cuello apretada contra la cama.
- ¿ Qué haces? Dijo mi mujer sorprendida
- Terminaron los preliminares. Te dije lo que iba a hacer la próxima vez que te tuviera. Te voy a encular, y si quieres puedes gritar así vienen todos a ver que está pasando y tu le explicas a tu hija que hacías desnuda conmigo en el dormitorio.
Esta frase la congeló a mi mujer. Estaba atrapada.
- Pero nunca lo hice por ahí, me vas a lastimar.
- Si te quedas quieta no te va a doler. Al contrario vas a gozar como una puta y tanto te va a gustar que tu maridito tendrá que darte por el culo todos los días para tenerte satisfecha. Ahora relaja, le dijo mientras tres de sus dedos ya entraban en su trasero.
- Allá vamos, dijo mientras sacaba su mano y arrimaba su morado glande al culo de mi mujer. Pensé en intervenir porque era muy grande la herramienta, y la iba a partir en dos, pero no iba a poder explicar que estaba haciendo, así que me quedé quieto. La verga estaba lubricada por la saliva de mi mujer a lo que unió Lucas un escupitajo.
- Ufff, dijo mi esposa cuando sintió que el glande la penetraba
- Ya pasó lo peor, ahora se pondrá suave, le dijo el mientras iba empujando despacio.
- Ayy, duele, dijo mi esposa cuando una buena parte de esa verga ya estaba alojada en su cuerpo.
Lucas, sin prisa, pero sin pausa, seguía empujando y retirándose, pero se aseguraba de llegar más lejos en cada envite. Por fin, luego de unos cuantos minutos, sus cuerpos se acoplaron por completo.
- Ya la tienes toda adentro. Ahora juguemos un rato hasta que te amoldes a mi tamaño, Vamos, sóbame los huevos le ordenó mientras tomaba posesión de sus pechos.
La mano de mi mujer buscó entre sus piernas y encontró los huevos del macho, que parecían salir de su propio cuerpo, tanto se la había enterrado. Esto enloqueció a mi mujer que comenzó a apretarlos y acariciarlos mientras suspiraba.
- Que duros que los tienes, Lucas, decía mi mujer
- Están llenos de leche por tí. Ya vas a ver cuando me vacíe en tu culo, te van a salir mis mocos por la garganta.
- Me siento llena como nunca
- No creíste que podrías con toda no, putita? Pues sí, te la comiste toda, le decía al oído mientras le magreaba las tetas.
Estuvieron así un buen rato, hasta que por fin, Lucas comenzó a retirarse unos centímetros para volver a hundirse. Cuando se retiraba, mi mujer se aferraba de sus huevos para que volviera a meterse hasta el fondo, tan desesperada estaba.
En un rato, ya Lucas salía casi por completo y entraba hasta el fondo, cada vez más y mas rápido. Mi mujer comenzó a acabar con un orgasmo continuo e interminable que se potenciaba por el roce de las paredes de su ano con la herramienta del macho. Este la había conquistado por completo, de una manera que yo jamás lo había conseguido. Estaba totalmente volada y sentí que en ese momento hubiera sido capaz de cualquier cosa. Si en la habitación hubiera habido 10 machos, se la hubieran cogido todos. Y yo creí que conocía a mi mujer.
La clavó hasta el fondo y con fuertes gemidos, el hijo de puta de Lucas se vació en el culo de mi mujer. Fueron unos instantes interminables. Parecía que no terminaba más de escupir semen. Y mi mujer lloraba de placer al sentirse quemada por esa leche de un macho que no era su esposo. Me sentí realmente mal. Despacio Lucas se retiró.
- Bueno, te ha quedado el agujero bien abierto. Ahora el cornudo te podrá encular cuando quiera. Decile que no hace falta que me lo agradezca.
Ahí mismo, salté el tapial y volví al auto. Esperé que se cumpliera un plazo razonable y volví a mi casa.
Cuando llegué, el grupo de jóvenes se iba y me saludaron alegremente. Gerardo me agradeció la hospitalidad y sobre todo lo buena anfitriona que era mi mujer. Lo dijo sin cortarse un pelo. Yo disimulé lo mejor que pude.
Entré y fui al dormitorio. Mi mujer dormía plácidamente, con su pijama de siempre. El olor a desodorante de ambientes mostraba su esfuerzo por tapar el olor a macho que había quedado en la habitación y que todavía se sentía. Me desvestí y me acosté sin hacer ruido. Dos lágrimas corrieron por mis mejillas.
Soñé toda la noche con mi mujer sometida por un equipo de fútbol, donde 11 muchachos superdotados le hacían de todo y en todas las posiciones imaginables. Me desperté a la mañana caliente y enojado. Busqué su cuerpo, y la desperté tratando de penetrarla, pero era evidente que su cuerpo no estaba en condiciones de recibir un centímetro de verga más. La muy pícara, para que no me diera cuenta que le habían usado todos los agujeros, bajó por mi cuerpo y me la chupó como nunca. La manera en que chupaba me descontroló, máxime recordando que hacía un rato se había comido tres vergas, y consiguió hacerme acabar, para terminar tomándose toda mi leche sin decir ni a. Luego nos volvimos a dormir abrazados.
Nunca dije nada y seguimos nuestra vida normal. Solo que de vez en cuando me entero que alguno de los amigos de mi hija va a casa a buscarla, justamente cuando no está, y se quedan un largo rato esperándola. Menos mal que mi mujer está allí para que la espera se les haga menos aburrida. El rumor de lo puta que es mi mujer se ha extendido por la escuela y esa fue la causa de una situación más humillante que me tocó vivir, pero que les contaré otro día.

7 comentarios - Mi mujer atiende a dos amigos de mi hija ( 2da. Parte)

garrote2373
Van + 10, lo merece el relato... y la trola de tu mujer. Jajajajajajjaja!!!!!!
luisgerardo25
segundo relato tu muy bien.... voy al tercero. excelente
lietuva
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