Mr.Owl - Una nueva Experiencia

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UNA NUEVA EXPERIENCIA
by Mr.Owl


Hola soy Mónica y esta es la historia

Esto paso hace algún tiempo…
Soy una chica normal bajita, un tanto nerd pues estudiaba bastante, además de usar lentes. No me considero exuberante pero tampoco odio mi cuerpo que cuido fervientemente. Nunca fui una chica de muchos novios, pero los pocos que tuve fueron un tropiezo en mi vida de los que salí muy herida, pero eso es historia.

Cada día tomaba el autobús para dirigirme a mi primer empleo, los primeros días estaba muy nerviosa de viajar en el trasporte público sola, pues mi papá siempre me llevaban en auto a la escuela, a la casa de mis amigas y a cualquier lugar que yo quisiera. Incluso me llevó a mi entrevista de trabajo. Pero esta vez era muy diferente, estaba sola por mi cuenta pues el empleo de mi papá no le permitía llevarme a tiempo, pero si podía ir por mí al salir de la oficina.

Antes de mi primer día de trabajo fui asesorada por todos mis familiares acerca de los lugares que el trasporte recorría el importe del mismo, además de que tenía que pagar con una tarjeta especial. Ante mi total ignorancia en el tema, les pedí que me repitieran todo el proceso.

Al fin llegó el día, me levante temprano y me preparé para enfrentarme a mi nuevo empleo como secretaria en las oficinas de una empresa dedicada a la publicidad.

Ya estando lista, me despedí de mi madre y de mi hermano pidiéndoles que me desearan suerte, ellos respondieron con sus mejores deseos. Dentro de mi cabeza repetía todo el trayecto que tenía que hacer en autobús, además de las palabras que diría al llegar a la oficina y conocer a mi nuevo jefe.

Tenía la tarjeta en mi mano, entre a la estación del transporte deslice la tarjeta por el sensor y entre. Ya sé que esto es muy tonto de platicar, pero para mí fue todo un reto estar haciendo esto por primera vez y estar haciéndolo bien.

Había mucha gente, mientras yo esperaba el trasporte me senté, justo a mi lado se sentó una mujer muy bella mayor que yo pero de muy buena vestimenta, me miró y me dijo que era muy bonita y que tuviera cuidado de los empujones en el autobús, pero que tenía que estar atenta de los hombres que manoseaban a las chicas dentro del transporte. Esto vino a aportar mucho más nerviosismo del que ya contaba, pues iba vestida con una falda entallada. Antes de abordar finalizó con un consejo: Si no logras tener un asiento, mantente cerca de la pared para que no te toquen.

Todos los pasajeros entramos a base de empujones, tratando de asegurar un lugar para que el viaje sea más placentero, pero para nada, todos los asientos ocupados y los hombres que se encontraban sentados, se hacían los dormidos para no cederte el lugar.
Ya todos habían quedado en sus lugares y aunque hice todo lo posible para recargarme en una pared y así evitar todo eso que me había platicado aquella señora, desafortunadamente, el mar de gente me había dejado en una posición muy desfavorable. Estaba rodeada y por mi estatura me sentía un tanto sofocada por las cinco personas, cuatro eran hombres y a un lado mío estaba una chica.

El recorrido era largo y según las indicaciones que me habían dado apenas me estaba acercando a la mitad de mi trayecto. Sentí que se acercaban mucho a mí, el autobús se tambaleaba un poco, de pronto sentí un golpecito en mi trasero, al principio pensé que fue accidental pues solo fue uno y no paso nada, pero no fue así. Después de unos momentos los “golpecitos” fueron cada vez más frecuentes, y estos paulatinamente se convirtieron en nalgadas, sentía toda la mano de este desconocido sobre mis nalgas, tenía mucho miedo esto nunca me había pasado, yo miraba los rostros de los sujetos que me rodeaban, pero obviamente ninguno mostraba alguna seña de lo que estaba haciendo.

No sabía cómo reaccionar pues no sabía cuál sería la reacción de mi “atacante” quería gritar pero el miedo me consumía. Cada segundo que pasaba me imaginaba que el tipo que estaba haciendo esto era un sujeto peligroso y que por eso nadie reaccionaba ante mi urgencia o que tal vez era una banda que se dedicaba a esto y así mi imaginación volaba.

Sentía como me levantaban la falda lentamente buscando hacerme algo más, con mi mano derecha trataba de alejarlo, pero no desistía. Con un poco de esfuerzo rompió las medias que vestía, hizo a un lado mi ropa interior y pasó su dedo entre mis nalgas, moviéndolo de arriba abajo y buscando cada vez más profundidad. Yo miraba con desesperación a la gente cercana a mí, pero nadie hacia contacto visual, todos se mantenían en su viaje, escuchando música o jugando con su celular.

El sujeto avanzaba en su intento, pasaba por toda la zona privada de mi cuerpo, jugando con mis nalguitas con sus dedos entre ellas. Y por fin llegó a lo que parecía su objetivo, mi vagina era su diversión, rozaba suavemente los labios que fácilmente abrió para llegar a introducirme uno de sus dedos, yo apretaba mis piernas fuertemente, pero era inútil, pues ya estaba dentro de mí jugueteando con mi clítoris, mi conchita se estaba poniendo húmeda, pues reaccionaba ante las caricias del sujeto.

De pronto llegué a mi destino, que según las indicaciones que recibí, esta era la estación donde casi toda la gente se bajaba. Sonó el timbre que advertía la próxima estación y en ese momento el tipo sacó su dedo y me dejó en paz. Pero algo raro había sentido al final. Otra vez el mar de gente me llevó hacia afuera del autobús.

Me quedé sentada un momento en la estación, mi vagina estaba mojada, yo me encontraba agitada y muy asustada. Y justo en ese momento la misma señora que antes me había abordado, se sienta junto a mí y me preguntó por mi estado, y yo le conté lo sucedido. Ella me dijo que ya todo había pasado, que muchos hombres son así de cobardes y que no tuviera miedo en pedir ayuda, aunque no me lo recomendaba pues nadie te hacía caso y era solo quedar en vergüenza ante toda la gente, pues cualquiera iba a negar el ataque.

Le comenté que había sentido algo raro justo al final, pues cuando sacó su dedo, pude sentir como si mi “atacante” tuviera las uñas largas. Ella respondió que a veces los hombres hacían eso para despistar a sus víctimas. Pues todo había pasado y me dirigí a mi empleo.
Llegué y todos me trataron especial cortesía, todos muy amables y caballerosos. (Aunque después me entere que me espiaban en el baño y que me habían tomado fotos, pero esa es otra historia)

Me había asignado mi trabajo y lo estaba haciendo de la mejor manera, pero no podía dejar de pensar en lo sucedido esta mañana, me metí al baño en la hora de la comida y me senté en uno de los inodoros. Abrí mis piernas, y la rasgadura de mis medias me recordó el momento. No sé por qué, pero mi vagina estaba calientita, me empecé a tocar suavemente pensando en eso, me sentí muy cachonda por ese instante. Mis dedos no eran capaces de detenerse, metiéndolos y sacándolos emulando al sujeto que me había tocado esa mañana. La velocidad aumentaba y mi vagina se mojaba cada vez más, hasta que llegue a un rico y perverso orgasmo, justo antes de que una compañera entrara al tocador. No podía controlar mi respiración, ni tampoco los espasmos que producía mi prolongado orgasmo, pero por fin me tranquilicé.

Me puse a pensar, por qué había actuado de esta manera, pues no había sido una linda experiencia la de esta mañana, pero de alguna forma este recuerdo me calentaba de sobremanera.

Me limpié y me acomode mi ropa. Salí del baño fingiendo normalidad y continué con mis tareas laborales.
En la noche mi papá llegó por mí preguntando cómo me había ido en mi primer día, a lo que respondí que no me esperaba que fuera así. Muy lindo mi padre, me dio un sermón de lo bonito que es trabajar, realizar tus metas y que siempre el trabajo te daría cosas de forma inesperada, obviamente no tenía idea de lo que aconteció.

Pasó una semana de aquella experiencia y al siguiente lunes me levante con el mismo entusiasmo que el día anterior, buscando hacer bien mi trabajo. Llegué a la estación, plagada de genta y con la misma señora esperando en la banca de aquel lugar, me acerque a ella y me pregunto por mi estado, a lo que contesté que ya estaba mejor. Entramos al autobús y ella me repitió su gran consejo.
Yo entré primero esquivando aquella ola humana. Para mi suerte siempre hay gente esperando por los asientos así que es casi imposible ocupar uno de ellos. Otra vez rodeada de personas que me sofocaban me dispuse a llegar a mi destino, esta vez eran solo hombres los que me encerraban. Fue cuestión de minutos para que los “golpecitos” aparecieran de nuevo, me puse muy nerviosa, pero esta vez no estaba asustada como aquella ocasión.

Comenzó tocando mi trasero con suavidad, su mano entera recorría todo mi culo, esta vez con un poco menos de urgencia que la última ocasión. Levantó mi falda y tocaba directamente mis nalguitas cubiertas por las medias que suelo usar debajo de la falda, esta vez no pudo desgarrarlas solo metió la mano sobre ellas y llegó hasta mi ropa interior, la cual hizo a un lado para llegar a realizar su perversión. Justo cuando estaba por entrar a mi conchita lo tomé fuertemente por el brazo y lo jale hacía mí para denunciar ante todo el autobús a mi atacante, se resistía y por poco se escapaba, pero por fin pude conocer a mi atacante…

Fue una gran sorpresa ver que el pervertido que abusaba de mí, era la misma señora que no dejaba de darme consejos para evitar justo lo que ella me estaba haciendo. Su reacción fue indescriptible, no sabía dónde esconderse pues sabía que yo la denunciaría con todo el autobús, pues aún seguía tocándome y sería casi imposible librarse.

Al verla tan nerviosa por lo sucedido, mi mente comenzó a volar, ya que yo me imaginaba a un tipo grande y feo que me estaba tocando con sus sucias manos, pero al ver a esta bella mujer, mi perversidad se encendió. Como ya había mencionado, ella seguía “con las manos en la masa” tocando mis partes, la miré directamente a los ojos y comencé a mover mi cintura para que sus dedos me masturbaran. Una gran sonrisa se dibujo en el rostro de la señora, metió sus dedos en mi conchita para seguir con el jugueteo.

Era muy arriesgado hacer esto enfrente de tanta gente, pero debido a nuestras estaturas solo unos cuantos fueron testigos de nuestra pasión desbordada, sin perder más tiempo esos sujetos no desaprovecharon la oportunidad de grabarnos con su celular o hasta participar un poco agarrándonos las tetas o el culo pues mi falda estaba levantada.

Yo le metía la mano igual que ella lo hacía conmigo, masajeaba su culito sin importar lo que los curiosos hacían con nosotras.
Ese momento fue excepcional pero muy arriesgado, mi concha estaba tan húmeda que se notaban mis jugos vaginales sobre mi pierna, nuestro destino había llegado y mientras bajábamos del transporte los tipos que nos vieron nos felicitaban por el show que acababan de recibir.

Ya era hora de partir hacia nuestros respectivos trabajos, nos despedimos con un cálido beso y nos fuimos.


*Qué buena experiencia la que te acabo de contar, tal vez seré muy putita, pero me excita hacer algo prohibido en público.


FIN


bajitaautobus




Autor: Mr. Owl
Genero: No Consentido
Porcentaje de Realismo: 60%


1 comentario - Mr.Owl - Una nueva Experiencia

LloydChristmas
OOO Buenisisisisimo 😉
que buenos relatos haz la segunda parte del de la tía que esta muy bueno.