Juventud, divino tesoro ( parte 2)

Retomo una historia que publiqué hace tiempo y que consta de 3 partes. Recomiendo releer la primera para luego seguir la historia



Esa noche, después de mi experiencia en la disco, dormí como hacía mucho tiempo que no lo hacía. Mi habitual pastilla, no llegué a tomarla. No se si fue el alcohol, el placer o la mezcla de ambos pero al otro día me sentía como si tuviera 10 años menos.
Mi hija trató de averiguar que había hecho la noche anterior, al verme tan animada, pero inventé diversas cosas, y nada pudo sacar en claro.
A los pocos días llegó mi esposo, y mi hija se fue para reintegrarse a su trabajo. Esa noche mi marido buscó para tener sexo y con sorpresa encontró una respuesta que no esperaba. Le hice una fellatio de campeonato y luego de varias posiciones quedó totalmente exprimido. Yo, por mi parte, lo disfruté, pero como casi siempre, no llegue a tener un orgasmo, y a pesar de que estuvimos largo tiempo tirando cuando él acabó yo todavía tenía ganas de más.
Cuando terminó preguntó extrañado por mi reacción, Le dije que el tiempo que estuvimos separados y la tranquilidad de las vacaciones influían seguramente en mi reacción, explicación que aceptó. Como buen macho, ni por un momento le pasó por la cabeza que mi excitación fuera producida por otro ( otros en este caso). No podía decirle que mientras el me penetraba yo soñaba con mis dos amantes de la disco.
Al otro día me propuso salir de compras ( seguramente para compensarme por la noche anterior). A poco de andar, comenzó a escucharse un ruidito en el auto.
- Y ahora, ¿ Qué le pasa a esta basura? Dijo mi marido ofuscado.
- No te preocupes que no será nada, dije tratando de calmarlo.
- ¿ Ahora eres especialista en mecánica también? Me dijo enojado, por suerte aquí hay un service, dijo entrando a una agencia.
- Pero, íbamos de compras, dije con un hilo de voz.
- Mira, el auto está primero, ya tendremos tiempo de ir de compras, dijo mientras se bajaba del vehículo.
Un mecánico se acercó y luego de hablar por unos minutos, volvió al vehículo.
- Por suerte puede revisarlo ahora, así que voy a quedarme a controlar lo que hacen,dijo , demorará unas dos horas, así que tómate un taxi y vuelve a casa.
- No, yo quería ir de compras, dije enojada.
- Pues vete de compras, y cuando termines me llamas y si el auto está listo paso a buscarte, y sin más se alejó rumbo al taller.
Me baje furiosa, como pueden imaginar. No tomé el taxi. Me dediqué a caminar para ver si conseguía calmarme.
Miraba las vidrieras pero no prestaba atención a nada de lo que veía de lo enojada que estaba.
Al llegar a una intersección, el nombre de una calle me trajo un vago recuerdo. Busqué en mi cartera y allí estaba. Un papel escrito con letra de niño, con una dirección que estaba sobre esa calle. Pregunté en un negocio y estaba a una cuadra del lugar. Mis amigos de la disco estaban allí.
Sin pensarlo me dirigí al lugar, todavía con todo el enojo por la actitud de mi marido. Era un típico albergue para jóvenes. Ni bien entré el encargado me interceptó.
- Sra. dijo, ¿ qué desea?
- Disculpe, venía a ver a mi sobrino Miguel que está en la 218. Como yo estaba en la zona, mi hermana, o sea su madre, me pidió que viera como estaba y si necesitaba algo, mentí poniendo mi mejor cara de tía.
- No hay problemas, por el ascensor el 2º piso, saliendo a la derecha, dijo el encargado y siguió haciendo otras tareas.
Tomé el ascensor y llegué al 2º piso, salí y encontré la habitación. Me detuve un par de minutos frente a ella como dudando, y por fin respiré hondo y golpee.
Nadie respondió. Insistí. A la tercera, una voz adormilada respondió.
- ¿ Quién es?
- Soy yo Mónica, dije tratando de disimular mis nervios.
- ¿ Qué Mónica?, preguntó
- La de la disco, fue lo único que se me ocurrió.
Un silencio se extendió por unos segundos, luego ruidos apagados se oían desde dentro,como si estuvieran ordenando de prisa. Por fin la llave giró, y despeinado y dormido, Miguel se asomó.
- ¡¡Moni!! que sorpresa, ¿ Qué haces por aquí?
- Andaba por la zona y quise saludarlos, dije con inocencia
- Espera un momento que me vista y bajamos a tomar un café, dijo muy amablemente
- Prefiero pasar un minuto, dije mirándolo a los ojos
Se quedó cortado. Sostuvo mi mirada por unos segundos. Su lengua recorrió sus labios resecos. Las señales no podían ser más claras.
- Dame unos segundos, dijo y cerró la puerta.
Al minuto, la puerta se abrió nuevamente.
- Pasa por favor, me dijo sonriente.
Al entrar, Miguel cerró la puerta tras de mí. Estaba envuelto en un toallón. Al darme vuelta para saludarlo, lo dejó caer y vi con sorpresa que estaba totalmente desnudo y con una erección terrible.
Miró mi cara de sorpresa, se miró la herramienta y sonriendo me miró y dijo “ no es solo por vos, siempre me despierto así”.
Se acercó, me besó en la boca y luego de un rato de recorrer todo mi rostro con su boca, comenzó a empujar mis hombros hacia abajo, con una urgencia adolescente.
- Por favor, por favor, decía entre beso y beso.
- Espera, vine solo a saludar, dije tratando de mantener algo de respeto por mí misma.
- Moni, viniste a buscar lo único que unos muchachos como nosotros podemos darle a una mujer como tú. No perdamos el tiempo.
Me alejé y lo observé. Tenía un cuerpo realmente apetecible. Me acerqué nuevamente y comencé a besarlo bajando lentamente por su anatomía. Por dentro pensaba que era una puta miserable. Y la idea me hacía bien. Sin preámbulos había entrado a esa habitación solo a satisfacer a un par de machos en celo, sin una pizca de romanticismo. Solo sexo. Y lo había hecho enojada con mi esposo. Pensé en mi maridito vigilando que no le dañaran el auto, y no pude menos que sonreir. No le dañarían el auto, pero otra posesión suya pagaría a cambio.
Bajé por su pecho entreteniéndome con sus pezones. Seguí por su abdomen plano, me interné en su suave vello y tropecé con su verga dura y turgente. Lamí su tallo y cuando llegué a la punta lo fui engullendo lentamente hasta el fondo.
Quedé así, arrodillada frente a mi macho, sosteniéndolo de las caderas, como una adoradora de su pedazo. Sus manos tomaron mi nuca para marcar el ritmo. Sentía como mi entrepierna se mojaba por la excitación.
Unas manos acariciaron mis piernas y mis nalgas, obligándome a levantarlas. Una vez erguidas, una mano incursionó bajo mi vestido de verano y se hundió entre ellas y corriendo mi tanga comenzó a juguetear con mis labios vaginales y mi clítoris, introduciéndome un dedo lentamente en la vagina. Esta penetración hizo que mis piernas se separaran involuntariamente.
Cuando mi visitante trasero notó esta entrega, sus manos abandonaron mis piernas para proceder a levantar mi vestido, colocándolo sobre mi espalda. Una mano impaciente corrió mi tanga y una lengua caliente y húmeda comenzó a recorrer mi culo.
Sin dejar de chupar una de mis manos se dirigió a mi entrepierna y ayudó a la lengua que me lamía, abriéndole el camino para que llegara a mi concha.
No hacía diez minutos que había entrado a ese departamento y tenía mi boca llena con una verga a punto de estallar y otra boca estaba elevándome al séptimo cielo, recorriendo mi sexo sin descanso. Por un segundo pensé en mi marido preocupado por los ruiditos que hacía el auto y no en los ruiditos que hacia mi boca cuando succionaba con desesperación la herramienta de Miguel. Ese solo pensamiento me llevó al borde del orgasmo, el que alcance de manera inevitable en el momento que Julián que estaba a mi espalda, dejando de chupar, apuntó su verga y de un sólo empujón me enterró sus 18 cms. de carne dura y caliente. El empujón levantó mis piernas del suelo y debí aferrarme a los muslos de Miguel, no sin antes tragarme su verga hasta el fondo. Iba a protestar por la brutalidad cuando me barrió un clímax que no me permitió ni siquiera gritar al tener la boca ocupada. Lo único que pude hacer fue llorar de placer. Julián me sujetaba por las caderas en el aire y arremetía con todo lo que tenía, que no era poco. Mis piernas envolvieron sus caderas hacia atrás y Miguel me sostenía por debajo de los brazos para evitar que dejara de chupar.
-Moni, Moni, decía Miguel totalmente sacado, no sabes lo que te extrañé. Pensé que no volvería a verte, que esa noche el alcohol te había liberado, que no eras así, pero veo que me equivoqué. Eres toda una puta.
No podía contestar por razones evidentes, pero todo lo que escuchaba en lugar de humillarme, me calentaba aún mas, si eso era posible. Sentía como la verga en mi boca latía y se endurecía cada vez más. Me costaba mantener el ritmo por que mi compañero trasero bombeaba con desesperación. Entraba hasta los huevos y luego retrocedía hasta casi salir de mi. Esto a una velocidad de ensueño. Mi vagina lo apretaba como una funda.
- ¿ Sabes Moni? Cuando comentamos lo de la otra noche, con Julián, su hermanito menor se volvió loco. Tiene apenas 18 añitos y es virgen. Se muere por conocerte. ¿ Te gustaría ayudarlo a desvirgarse? , me preguntó con la respiración entrecortada por la succión de mi boca.
Mi mente se nubló. El sueño de toda mujer. Desvirgar a un jovencito. Mi imaginación me llevó a un nuevo orgasmo y las contracciones de mi vagina terminaron con Julián
- ¡¡Te lleno puta!! ¡¡ Tómate mi leche!! gritó y comenzó a vaciarse dentro mío. Cada entrada hasta el fondo era acompañada por un chorro viscoso y caliente. Conté 6. Al terminar de vaciarse me depósito en el suelo. Quede arrodillada, con Julián detrás mío tratando de recuperar la respiración, mientras su verga se ablandaba y salía lentamente de mi cuerpo acompañada de gran cantidad de semen. Luego se levantó.
- Bueno putita, me vas a vaciar los huevos y después te presento a tu alumnito, dijo Miguel tomando mi cabeza y acelerando la masturbación en mi boca.
Ya sin la otra verga empujándome a lo bestia, pude dedicarme de lleno a satisfacerlo. Mi lengua jugueteba con su cabeza, cuando se retiraba un poco. Después se hundía completa en mi boca, casi hasta asfixiarme.
De pronto aceleró, respiró profundo y se metió hasta que sus pelotas golpearon mi barbilla, y allí se vació.
Me costó trabajo tragar todo lo que me daba pero lo conseguí. Cuando se tranquilizó, se la limpié bien, y luego me levante. Su verga apenas se había ablandado. Me besó en la boca y junto a su amigo se sentaron en una de las camas.
- Ven, pendejo, dijo Miguel.
Tímidamente la puerta del baño se abrió. Un jovencito de pelo ensortijado y ojos verdes, totalmente lampiño, salió con cara de asustado. Realmente estaba más para acunarlo que para cogerlo.
- Tienes que ponerlo a tono, Moni,haz un buen strip-tease, me ordenó más que me pidió Julián. Obedecí sin chistar. Me quité las sandalias. Lentamente bajé los breteles de mi vestido y lo dejé caer al suelo. Desabroché mi corpiño y me lo quité. Luego bajé mi tanga, la saque y quedé allí delante de los tres totalmente desnuda.
- ¿ Y pendejo? ¿ Te dije o no te dije que era toda una perra? Dijo Miguel mirando al niñato, que estaba totalmente sonrojado.
- Bueno Moni, queremos ver como consigues hacer un hombre de este pendejo, dijo Julián y se acomodó contra el respaldo de la cama .
Me senté en otra cama.
- Ven, le dije sensualmente, y el muchachito se acercó lentamente. Comencé a acariciar su rostro. Era suave, sin barba, como un bebé. Bajé por su pecho lampiño abriendo la camisa de su pijama, y se la quité. Al ver su cuerpo, dudé de que la idea de tener sexo con ese infante fuera una decisión acertada. Hasta que llegué a su pantalón pijama.
El bulto que había allí abajo,no era de un niño. Era algo impresionante. Desaté su cintura y bajé la prenda. Una verga dura y gruesa salto de su encierro como una pantera. Era tan larga como la de su hermano, pero seguramente un par de centímetros más gruesa y la cabeza era una prominencia que asustaba.
- Bebé, ¿ tienes permiso para portar este cañón? Le dije mirándolo a los ojos. Se ruborizó y no contestó. Dejé caer su pantalón y acaricié sus huevos que estaban duros y distendidos. Casi no tenía pelos en su cuerpo. Un suave vello ensortijado rodeaba su verga y sus pelotas. Comencé a lamer sus huevos y fui subiendo por su verga. Lo sentí temblar. Miré su rostro. Estaba colorado de vergüenza. Sin dejar de mirarlo llegué hasta la cabeza de su verga y abriendo totalmente mi boca, con esfuerzo pude introducirla en ella.
- PERDONE, SEÑORA, alcanzó a decir y se corrió, Su leche abundante y caliente llenó mi boca.
- ¡¡¡Fue demasiado pendejo!!!! ¡¡¡ No aguantaste nada!!! se reían sus compañeros.
Lo dejé que terminara y seguí chupando. Quería esa verga dentro mío, si podía aguantarla. Luego de un par de minutos, sentí como se levantaba nuevamente y latía. Cuando estuvo a punto la solté, y me corrí hacia atrás en la cama, arrastrando a mi alumno por la verga.
Me apoyé en los codos y abrí las piernas.
- Ven ahora, le supliqué, despacio.
Embelesado, cayo de rodillas y se colocó sobre mí, con sus manos apoyadas a cada lado de mi cara.
- Besame, le pedí, bajó su rostro y unió sus labios a los míos. Fui abriendo su boca y mi lengua lo invadió, hasta que conseguí que comenzara a responder de la misma manera. Mientras tanto, mis manos tomaron su verga, la descapucharon, y la colocaron entre mis labios vaginales, camino al paraíso.
- Ahora empuja suave, le pedí, y el novato avanzó unos centímetros, los suficientes para que la cabeza de su verga abriera mi concha.
- Otro poco, dije y en un nuevo empujón la cabeza de su verga ensanchó mi vagina e ingresó unos centímetros. La sensación de estar totalmente llena fue increíble.
Cuando iba a decirle que empujara un poco más, ya la situación estaba fuera de control. Mi alumno, al sentir el calor de mi sexo, comenzó a arremeter con fuerza, a entrar y salir, y en cada entrada unos centímetros más de su aparato tomaban posesión de mi cuerpo. En el quinto o sexto bombeo nuestros cuerpos se tocaron. Estaba adentro hasta el pelo. Comenzó una arremetida frenética que casi me hace perder el conocimiento. Atiné solamente a rodear su cintura con mis piernas y apretar su cabeza contra mi pecho. Cada entrada me llenaba por completo. Cuando salí parecía que iba a arrastrar mi vagina y darla vuelta como un guante.
Luego de unos minutos se tranquilizó y tomando un ritmo mas sensual, comenzó al mismo tiempo a jugar con su boca en mis tetas,excitándome de manera incontrolable.
- Bebé, voy a gozar, le dije al oído y comencé un profundo orgasmo interminable, que hizo que mis piernas se soltaran de sus caderas, oportunidad que mi aprendiz de macho aprovechó para ponerlas sobre sus hombros y penetrarme más a fondo. El dolor me hizo gritar, pero su boca selló la mía y siguió bombeando.
- Espera un momento, dije, y conseguí bajar mis piernas y girar para quedar sobre él. Ahora yo manejaba la situación. O eso creía.
- Mira como la mamita lo dio vuelta comentó Julián
- Es una perra entrenada, dijo Miguel riéndose, pobrecito, lo va a dejar seco.
- No podemos permitirlo, vamos a emparejar este combate desigual, y uniendo el dicho al hecho Julián subió a la cama y parado con una pierna a cada lado de la cabeza de su hermano, tomó mi cabeza y me llenó la boca con su verga, comenzando a masturbarse con ella.
- Esperen que esto no está completo, dijo Miguel y colocándose detrás mío, se arrodilló y comenzó a introducir un dedo en mi culo, luego dos, y cuando quise darme cuenta, la punta de su pija comenzó a presionar y atravesó mi esfinter. Con la boca llena de verga no podía quejarme ni oponerme. Despacio fue guardando su herramienta en mi trasero y una vez adentro se quedó allí, con sus huevos contra mi cuerpo.
- Que lindo sandwich de zorra que estamos saboreando, dijo Miguel ¿ Cómo anda esa mamada? Preguntó.
- Especial, dijo Julián, ya estoy listo para darle su ración de leche, contestó.
- ¿ Y vos?, le preguntó al más joven.
- No puedo mas, me quiero correr.
- A ver Moni si lo ayudas que parece que le da pena llenarte, dijo riéndose.
Metí una mano por detrás de mi cuerpo y comencé a juguetear con sus pelotas que estaban duras como piedras. Fue demasiado para el niño. Empujando hacia arriba como si fuera un terremoto, comenzó a escupir semen de su verga como un geiser. Cada chorro golpeaba en el fondo de mi matriz. La gloriosa sensación me llevaba a un orgasmo tras otro.
- Ahhhh, te voy a alimentar putita, suspiró Julián mientras comenzaba a escupir su leche en mi boca, la que tragué con desesperación mientras un último orgasmo me dejaba totalmente despatarrada, cayendo sobre el niñato.
- Bien Moni, me encanta como acabas pero te olvidaste de mí, dijo Miguel comenzando un pistoneo en mi culo que terminó por destrozarme.
- Basta, por favor, supliqué, no puedo más
- Siempre se puede un poquito más, perra, pero ayúdame y todo será más rápido dijo
Entendí el mensaje. Mi mano pasó entre mis piernas y acariciaba sus huevos cuando se acercaban al empujar y cuando se alejaban. Por fin los apreté con ganas.
- ¡¡¡¡Perra, me acabaste!!!!, grito Miguel metiéndose hasta las cachas. Me llenó el culo con un polvo monumental.

En la calle, mirando vidrieras una bocina a mis espaldas anunció la llegada de mi esposo. Subí al auto sin decir palabra. Ya no estaba más enojada, por supuesto.
- Tuve suerte, le hicieron un service completo, ¿ Estás enojada? Preguntó el cornudo.
- ¿ Que enojo? Dije con mi mejor sonrisa. No podía explicarle que yo también estaba hecha una seda y que había recibido un service mas que completo. Por suerte mis nuevos amigos no vivían muy lejos de casa en la ciudad, así que cada tanto, pensaba podía sacarme el stress de mi matrimonio entrenando adolescentes. No imaginé que los jóvenes aprenden y que la situación se volvería luego tan complicada.....

0 comentarios - Juventud, divino tesoro ( parte 2)