Relato Gay: Fabián y yo

Esto que les cuento sucedió cuando yo tenía 19 años. Estudiando sicología, estaba en mi segundo año. Nunca tuve problemas para conseguir alguna chica con la que salir o tener sexo, ya que soy bien parecido: alto, morocho, de ojos claros y me considero simpático; me la facilitaron bastante. Siempre supe que me sentía un poco atraído hacia los hombres, pero por timidez o miedo a ser marginado o a la vergüenza pública, jamás me animé a buscar ningún tipo de esas experiencias. Además se sabe que en pueblo chico... La cuestión es que una vez estábamos en mi casa estudiando con un amigo que se llama Fabián. Él era más bajo que yo, pero con un cuerpo que era la envidia de muchos y el disfrute de muchas. Estudiaba conmigo y los dos repasábamos apuntes aburridos y otros no tanto, hasta que en determinado momento, en una de esas, apareció el tema de la homosexualidad masculina. Como nos quedamos los dos callados y mirándonos, y como para romper el momento de tensión, Fabián se levantó para ir al baño diciendo que le “iba a cambiar el agua a las aceitunas”. Ambos nos reímos, liberando un poco los nervios, y se fue. Cuando se estaba yendo, aproveché para mirarle la cola, ajustada en el vaquero. Justo se volteó y se dio cuenta. Yo no sabía qué hacer; me puse colorado.
-¿Te gusta?-
-Si- le contesté yo.
-Es tuyo.
Me levanté y me acerqué. Él me tomó por las caderas y bajó hasta mi cola, acercándome lentamente hacia sí. En medio de mi desconcierto, lo imité, y entonces nos besamos. No fue desagradable. Pensé que iba a serlo, pero no. Nuestras lenguas se saludaron y se abrasaron, bailando y peleando. Me empezó a desabrochar el vaquero y logró sacármelo. Al subir pegó su cara a mi bulto y siguió subiendo. Luego me tocó a mí hacer lo mismo. Estaba todo perfumado y eso me agradó bastante. Luego de eso, fuimos a mi pieza y ahí, después de mirarme con avidez, Fabián se tiró boca abajo en mi cama. Yo comencé a besarlo desde la nuca hasta el nacimiento de la cola y empecé a bajarle el slip. Su cola redonda afloraba mientras él la levantaba. Era una colita casi sin vello y muy bien formada, debo decir. Le saqué el slip y lo contemplé: tenerlo ahí, todo entregado y mirándome, me calentó mucho más. Entonces venciendo las trabas de algo que pensé que jamás iba a hacer, me arrimé a su cola y la empecé a besar. Primero por las nalgas y la parte interna de sus muslos, para después pasarle la lengua y darle pequeños mordisquitos en la raya. Luego, Fabián pasó una mano para atrás y se abrió los cachetes y entonces yo comencé a lamerle el agujerito que se abría cada vez más a mi lengua. Él mismo se había colocado una almohada debajo de las caderas, así que su cola estaba totalmente expuesta y su culito bien rosadito. Así estuve un rato, con lo que Fabián gemía y se retorcía mientras yo le acariciaba la espalda y las piernas. Entonces le dije que quería que me chupara y formamos un 69 en el que él quedó encima mío, así pude tener esa cola de la que me estaba enamorando a mi disposición. Primero le empezó a dar besitos en el tronco de mi verga hasta llegar a la punta, que empezó a chupar como un chupetín, subiendo y bajando con su mano. Yo por mi parte, tenía un panorama único: con la cola y los huevos de Fabián en primer plano; su verga parada rozándome el pecho. Yo lamía y chupaba todo lo que tenía a mi alcance, mientras empezaba a meterle un dedo a Fabi, que gemía y chupaba fuerte. A los pocos minutos le avisé que me venía y me descargué en su boca; el tragaba todo gimiendo mientras acababa en mi pecho, con tres dedos míos metidos en la cola. Después de un rato en que nos recuperamos, le comenté e Fabián lo mucho que me había gustado lo que acabábamos de hacer. Él me dijo que fue su primera vez, que había leído mucho pero que nunca lo había hecho y que también le había encantado. Yo le dije que era mi primera vez y eso nos tranquilizó. Entonces le comenté lo mucho que me gustaría hacerle la cola y me contestó que no sabía, que no quería que lo lastimara. Para tranquilizarlo lo empecé a tocar y acariciarle la cola mientras nos besábamos. Le dije que no se preocupara, que yo lo iba a hacer despacito y con cuidado. Ahí me miró y me contestó que estaba bien, que lo hiciera.
Le pedí que se arrodillara y busqué un pote de crema. Le empecé a pasar por la cola, metiendo dos dedos como antes y me puse delante de él para que me la chupara, cosa que hizo bien despacito y casi le entró toda. Le gustaba hacerlo y a mí que me lo haga. Yo le acariciaba la cabeza y él me miraba a los ojos, cosa que me calentaba. Dejé que siguiera un poquito más hasta que sentí esa “cosquillita” anunciadora, entonces me salí de su boca y me encremé la verga. Se la apoyé en el culito y empecé a presionar de a poco; resbaló un par de veces pero como los dos estábamos arrodillados, se mantenía firme. Así que me aferré de sus caderas y empujé un poco más. Sentí que vencía la resistencia y metí cada vez más hasta que Fabi me pidió que parara porque le dolía. Después de unos instantes, seguí presionando y ya le había entrado toda la cabeza. Lo mantuve ahí por unos instantes, en donde nuestras respiraciones y jadeos se mezclaban, sintiendo cómo palpitaba su cola con mi verga ahí. Entró y entró y hasta que mis pendejos no tocaron sus cachetes, no paré. Fabi se arqueaba, gemía, me agarraba de la nuca y de la cola; me decía que le dolía pero que siguiera, que le encantaba.
Para mí fue algo único: como si un guante de seda húmedo y caliente me enfundara la pija, que latía en su interior. En un momento me detuve un poquito para descansar y fue Fabián quién comenzó a moverse de adelante hacia atrás, bien despacito como para sentir cada movimiento hasta el alma. Yo pasé una mano por delante de él y comencé a pajearlo suavecito, como acompañando sus suaves movimientos. También le acariciaba los huevitos y la espalda. Él sacaba mi verga de su culito casi hasta el final y se la metía de golpe hasta mis huevos. Después empezó a acelerar sus movimientos y yo los míos; lo pajeé más rápido y enfilé hacia la recta final. Cada vez lo estaqueaba más fuerte y él gemía casi a los gritos. Hasta que no aguanté más y me vacié en su culito. Bombeé y bombeé con fuerza mientras Fabián acababa también en mi mano. Con un último espasmo me derrumbé sobre su espalda y él en la cama. Así nos quedamos hasta que mi verga se salió sola.
Éramos un enchastre, así que le propuse bañaros. En la ducha nos propinamos todo tipo de caricias y besos. El agua caliente de la ducha nos relajaba así que me senté en el borde de la bañera y me puse a observar el cuerpo de Fabi mientras se bañaba. Era muy esbelto. Cuando se dio cuenta me preguntó qué me pasaba. Yo no le respondí pero le agarré la verga que, mirándola con detenimiento, era un poquito más grande que la mía. Se la acaricié y se le empezó a parar. Ahí no más, me lo acerqué a mí y me la metí en la boca. Al ratito Fabián empezó a gemir y a acariciarme los hombros, al mismo tiempo que yo le acariciaba la cola y lo pajeaba, llevando su verga hasta donde podía. Era gruesa y me empezó a gustar tenerla en la boca, acariciarle con la lengua la cabezota y envolvérsela como si fuera un caramelo. O sea, todo lo que me gustaría a mí, sintiendo ese gustito salado tan particular. En un momento dado, le pasé los dientes muy suavemente por el tronco.
-Sos un loco de mierda- me dijo riéndose y pegando un respingo-, pero igual me encanta.
En cuanto comenzó a gemir y a jadear más rápido, me preparé para recibir su chorro. Pero me arrepentí y me separé de él. La expresión que tenía era una mezcla de “¡No me vas a dejar así!” con “¡Te mato!”. Me sonreí y lo besé bien profundo y lento, chupando todo su ser. Y le dije al oído que quería que me cogiera. Me miró con un mechón de pelo en la frente.
-No sabés lo bueno que está...
-Mostrame... –lo desafié y me di vuelta mostrándole la cola, la que abrió con las manos y empezó a lubricarme con su saliva. La ducha nos salpicaba y yo me sentía cada vez más relajado. Su lengua me traspasaba como una víbora inquieta; no dejaba de meterla y sacarla, mientras con una mano entre mis piernas, me acariciaba los huevos y el tronco de la verga. No sé por qué, si fue el agua caliente, su lengua o una mezcla de los dos pero me relaje a más no poder; mi culito estaba muy dilatado. Tanto que Fabián logró meter tres dedos y apenas los sentía. Parecía como si yo tuviera una predisposición natural para eso. Esto pareció encantarle, porque me lo decía y se zambullía con más ganas. Yo disfrutaba sin parar, no hace falta decirlo. Habiendo semejante lubricación, sirvió para que yo disfrutara, más que sufriera, mi primera vez. Se incorporó y tomándome de las caderas, me pasó su vergota por la raya del culo, como para hacerse desear. La apoyó en la puertita y empujó un poquito haciéndolo suavemente, pero ambos nos llevamos la sorpresa de que mi culito se tragó casi de un saque la totalidad de su verga, y no sentí casi nada. Nada de nada. Y pude sentir la hermosa sensación de estar colmado por otro hombre. Pegué un saltito y gemí medio fuerte, pero más por la sorpresa y el placer que por otra cosa. Él se disculpó y la empezó a sacar, a lo que yo respondí yéndome hacia atrás y agarrándome a su cuello, sacando cola para que no se saliera. Le sonreí, le dije que no me había hecho daño y nos quedamos quietitos disfrutando del otro. Entonces se empezó a mover despacito, sintiendo cómo resbalaba esa hermosa pija dentro mío. Poco a poco fuimos acelerando nuestro ritmo y me empecé a pajear con su mano debajo de la mía. De pronto siento que se agarra fuerte de mis caderas y cómo su verga comienza a latir muy fuertemente. No voy a mentir diciendo que sentí su acabada, pero sí sus convulsiones. Fue tan placentero que yo también me dejé ir. Y acabamos así, mirándonos. Luego de eso nos terminamos de bañar y él se fue a su casa.
Nuestra “tesis” sobre el tema había concluido. Luego de eso no tuvimos más encuentros. Él se casó con una piba, meses después, re buena con la que esperan su primer hijo del que voy a ser el padrino. Yo estoy de novio y todo va bien. Pero esa atracción por el sexo opuesto aún está latente...

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13 comentarios - Relato Gay: Fabián y yo

profezonasur +1
Me gusto mucho, buena narrativa. Lo que es ser joven, cuantos polvos !.
danmartines
Hermoso relato me encanto me gustaría que habláramos te felicitó
pacificlupus +1
+10
blopayo
Muchísimas gracias! 😃
pacificlupus +1
Primero que leo, me gustó tu estilo
blopayo
El primero que escribí fue "Diego y Gastón", Luego éste, "Tuercas y Tornillos" y los demás.
Soy muy explícito , pero porque quiero que el lector se sienta en situación, como si lo experimentara.
Contentísimo de que te guste mi estilo! Gracias por pasar.