Que noche...

Que excitante es recordar el tacto de tu piel, y saber que aunque fue la única vez que estaremos juntos es una de las experiencias más placenteras de mi vida.

He de confesarte que sufro incluso nuevas erecciones al recordar esos momentos, y pensar que todo comenzó con una amistad por internet, y que termine enamorándome de un cuerpo que se que jamás podrá volver a ser mío.

Curioso fue encontrarme tus fotos en un blog e intentar estar en contacto contigo por que tus ojos verdes me impactaron y el misticismo en el que te gusta desarrollarte rodeada de hadas y seres míticos.

Que padre fue charlar contigo tantas veces y por fin aquel gran día vernos para tomar un café, recuerdo que llegaste a la cita con una falda lisa con un corte discreto pero que dejaba ver perfectamente tus pantorrillas blancas como la espuma, la fuerza de esos músculos cada que das un paso es divinidad pura; te saludé con un beso en la mejilla y tú me diste uno igual con tus labios carnosos y no paré de soñar en besarlos e irnos de ahí, pero una cita es una cita, así que pedimos un café y comenzamos a platicar de nuestras vidas.

Notaste que no dejaba de mirarte los senos, porque hubo un momento en que te sonrojaste al descubrirlo, pero lejos de decirme algo, pícaramente te recargabas en la mesa como diciéndome, mira lo preciosos que son, entonces comencé a fantasear, mientras me platicabas que te gustaba la literatura, y que escribías y hablabas de Driades y Nayades, de Faunos y Centauros y yo no dejaba de admirar esa mirada, de desear esa boca y de añorar ese par de pechos perfectos que la vida me ponía enfrente.
Así que arriesgándolo todo te dije que si querías caminar, que placer al escuchar un – Si claro --, pagué la cuenta y comenzamos a caminar por el camellón entre los árboles y los perros callejeros, hasta que se te acercó uno especialmente chistoso, un cachorro que no dejaba de seguir tus pasos y mover la cola, así que decidiste sentarte a acariciarle las orejas y yo extasiado viendo tus senos desde la perspectiva que me ofrecías, sonreíste de una manera que de solo ver las imágenes en mi mente vuelvo a sentir el escalofrío de placer que sentí en ese momento, con una mirada me dijiste que me sentara frente a ti y lo hice, y mientras acariciabas al perro, acomodaste tus piernas a modo de que yo pudiera verlas, y valla sorpresa al descubrir que tus bragas eran transparentes y que tu piel blanca como la espuma, se convertía en rosada, en rosa de pasión y palpitante de deseo.

No pude resistir y me acerqué a besar tus labios, y me correspondiste el beso, wow nadie me había besado jamás como tú lo hiciste, y yo aproveché para acariciar tus piernas con mis dedos, entonces fue cuando dijiste vámonos de aquí, y yo contentísimo me levanté y tu mirada llena de picardía me dijo todo en al observarme que tenía una erección por el roce con tu piel, y dijiste si con un movimiento de cabeza leve, recuerdo que nos tomamos de la mano y caminamos con rumbo incierto, hasta que delante de nosotros apareció un hotel con su luz neón como se aparece un oasis en el desierto, sin pensarlo y sin decir palabra los dos tomamos rumbo a él y entramos.

Pagué la cuota de no sé cuantos pesos, pero cada centavo valió por la tarde que pasamos juntos, recuerdo que te quedaste en la puerta decidida pero apenada con la recepcionista, así que regresé por ti y te tomé de la mano, nos había tocado una habitación en el segundo piso, y decidimos sin decir palabra subir por la escalera, te dejé pasar primero, y al ver tus pantorrillas subiendo delante de mi no pude resistir mas, te tomé del talle y poniéndome detrás de ti te sujeté de la cintura y pegué mi cuerpo al tuyo, te dio una agradable sorpresa al sentir que estaba yo mas excitado que antes y paraste tus nalgas en señal de aprobación así que te abracé fuerte y mientras besaba tu cuello subimos la escalera, comencé a desabotonarte la blusa y al llegar por fin al segundo piso, no dude en tomar uno de tus senos, sobre la tela de tu bra de seda y encaje que no hizo otra cosa que hacerme sentir más afortunado de lo que ya era en ese momento.

Llegamos hasta la habitación y abrí la puerta, y sin dejar la posición que teníamos desde la escalera, cerré la puerta tras nosotros y me dedique a besarte con más fuerza y pasión, todo rico, apasionado, una mezcla de pasión, lujuria y desenfreno; volteaste y al besarme de frente en los labios sentí tu lengua caliente y sentí también como tirabas la blusa y al sentir tu espalda desnuda, tome tus pechos en mis manos y los estruje suavemente, firme pero suave y tú te pegabas mas a mi cuerpo, comenzaste a desabotonarme la camisa, y a acariciarme el pecho y a juguetear con tus uñas en mi vello, eso fue el acabose, tome tus nalgas con mis manos y te llevé directo a la cama, mientras acariciaba esas exquisitas piernas, no dejabas de besarme y acariciarme, entonces sucedió, sin dudarlo y con la determinación de una mujer en todos sus cabales, te levantaste y me desabrochaste el pantalón, siempre mirándome a los ojos y sonriendo, y de vez en cuando besando mi abdomen, me bajaste los pantalones y los bóxers y me dejaste totalmente desnudo, y me observabas, y me acariciabas con tus uñas felinas todo el cuerpo, notabas que en algunas partes de mi cuerpo pe hacías sentir más placer, así que en esas partes te detuviste a jugar con una mirada de malicia y a veces besabas en vez de acariciar; de repente deje de sentir tu tacto, así que abrí los ojos y me di cuenta que te acostabas a mi lado y cerrabas los tuyos, y tomabas mi mano para ponerla en tu cuello.

Entendí perfectamente así que te acaricié mientras recorría tú cuerpo con mi lengua, bajé poco a poco por tu pecho y llegué al broche de tu bra, bese esos formidables pechos que se me entregaban en bandeja de plata y ,e dispuse a desabrocharte, fue entonces cuando vi esas dos preciosas montañas me llamaban al placer, esos pezones firmes y preciosos, que lo único que lograron fue hacer que me sintiera mas excitado aún; los besé lentamente y comencé a lamerlos con un frenesí que solo se siente en los momentos de mas placer, esos pechos grandes, firmes y preciosos me pedían más, y yo más los besaba y disfrutaba cada centímetro de tu piel, te quité el bra y seguí bajando lentamente, lamiendo tu abdomen y tu obligo, y al encontrarme la falda la desabroche despacio y la bajé como si fuera la prenda más delicada en la tierra, mientras llegaba al piso con ella, pase mi lengua por tu entrepierna y me deleito sentir como te estremeciste, así que regresé lento al mismo lugar y besando y acariciando tus piernas me detuve en las bragas transparentes, que delicias guardaban para mí.

Las bajé lentamente más lento incluso que la falda, disfrutando cada centímetro de ti, cada milímetro que me ofrecías, no dudé mas y regresé y comencé a besar tu rosa de placer, de una forma suave y a veces alocada, y me excitaba al escuchar como disfrutabas conmigo, subía mi lengua hasta tu vientre y tomaba tus senos entre mis manos y regresaba a beber tus mieles, fueron minutos en el paraíso, cansado me senté a tu lado y seguía acariciando tus pezones, entonces te levantaste y llevaste tu mano segura a mi miembro y lo tomaste, yo al sentir tu mano caliente sentí que me tocaban de una forma indescriptible, y me recosté comenzaste a subir y bajar tu mano de una forma suave y rítmica, y te acercaste a mi cara para besarme de nuevo.

Igual que lo hiciera yo, bajaste mesando cada espacio que encontrabas a tu paso, y de una forma sublime comenzaste a besar mi miembro, déjame decirte que es el mejor sexo oral que he recibido en la vida, disfruté como no tienes idea, el sentir tus manos firmes y tu lengua caliente me hizo sentir que veía lucecitas.

Después de eso, tomamos un leve descanso en el que ninguno dejó de acariciar al otro y fue cuando por fin tuvimos el contacto completo, sentirme dentro de ti fue magnífico, sentir como te mecías al ritmo de tus caderas fue fascinante, el tiempo se detuvo esa noche, probamos todas las posiciones que nos dio el ímpetu y el aguante natural, y después dormimos desnudos abrazados, no olvido que al despertar, me abrazabas con ternura, te desperté con un beso y revivimos los instantes más cálidos que yo haya sentido, me perdí nuevamente en tu vientre y saboree extasiado las mieles que me ofrece tu sexo y nuevamente enfrascados en pasión lo hicimos de una forma que cualquiera quisiera poder hacerlo siempre.

Terminamos nos miramos y sin decir una palabra nos despedimos, sabíamos que no se repetiría, nos bañamos uno a otro y después saliendo del hotel, cada uno tomó su rumbo.
Hace tiempo que no se de ti, pero aun entro a tu blog a ver tus fotos, a soñar con tus senos y recuerdo con respuestas físicas cada momento que pasé contigo.
Que noche.

Ojalá se pudiera repetir…

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