mi mejor post parte 2

Instituto del sexo
Todos conocemos la sensación angustiosa y opresiva del cambio, pues todos hemos cambiado. Cierto es que no a todos, ni del mismo modo, nos afecta igual dicho proceso del cambio. Así pues esta historia sólo representa una visión parcial y sesgada de la mente de una persona. Existe, sí, pero sólo en nuestra imaginación.
Nuestra historia se sitúa en un proceso de cambio, en un cambio trágico, glorioso y perturbador. Un cambio que conocemos como adolescencia. Nuestro héroe, Yuma, era un jovencito que iniciaba sus clases en un nuevo instituto. Bueno, el instituto no era nuevo, pero, para él, para Yuma, sí que lo era. En realidad era un instituto viejo, mohoso y pétreo. Frío en verano y gélido en invierno. Como digo, Yuma era nuevo en aquel lugar. Todos conocemos la sensación de entrar a un sitio nuevo, algunos habréis experimentado la sensación de entrar a un sitio antiguo donde sois nuevos, otros no habréis experimentado ninguna sensación.
Pero, lo que Yuma sintió cuando franqueaba las puertas de aquella aula fue miedo. Su entrada en la clase, en el grupo, estaba ausente de ostracismo. Normal hasta le médula, sus compañeros le recibieron con entusiasmo. Con entusiasmo no por su forma de ser, sino por ser el nuevo. Lo nuevo, y más en ambientes decadentes y envejecidos, que también envilecidos, era objeto de admiración en aquella época. Y Yuma fue acogido con entusiasmo. Con fervor se convirtió en la atracción de los jóvenes estudiantes, y de las jóvenes damas, pues Yuma era un tipejo muy apuesto.
Como buen adolescente pleno de hormonas, Yuma enseguida puso el ojo en varias de estas damas. Varias, en este contexto, son dos. Por una parte estaba Paula. Yuma vio en Paula a una chica bondadosa, buena, agradable, simpática y muy guapa. Era preciosa y más a los ojos hormonados de Yuma. Sus ojos, los ojos de Paula, aquellos ojos brillantes y húmedos de bonito color plateado, era lo que más atraía la mirada de Yuma. Eran sus ojos lo más bonito que había visto en su corta experiencia.
Hay que decir, y esto es de vital importancia para esta nuestra historia, que Yuma era un chico tímido, enfermizamente apocado y muy, muy poco hablador. Tanto es así que en los sucesivos meses que siguieron a la entrada de Yuma en aquel sitio no trabo conversación con prácticamente nadie. Y, desde luego, no se acercó a Paula, no la saludaba si podía evitarlo y evitaba estar en su presencia. Se ponía muy nervioso nuestro héroe, Yuma, en presencia de su chica, Paula. Pero era tan bella, tan buena, que bien merecía estar enamorada de ella sin siquiera hablarla.
En realidad Yuma si hablaba o, al menos, conversaba. Más bien se dedicaba a escuchar a su otra chica, su otra dama. Es esta la segunda chica que destacó a los ojos de Yuma, más cierto sería decir que destacó a sus oídos. Bueno, estaríamos más cerca de la verdad si dijéramos que fue esta chica la que vio algo en Yuma. Esta chica, para dotarla de personalidad, la llamaremos Alba.
Alba era, que duda cabe, mucho más vulgar que Paula. Alba era menos guapa. Sus ojos, negros, normales. Sólo destacaba por su físico y por su encanto natural. Mentiría si dijera que Alba no era la chica más desarrollada que campaba por la clase. Con exuberantes pechos y un trasero, un culo, de autentica devoción para los chicos de la clase. Pues, como digo, Alba se fijó en nuestro Yuma. Y Yuma, que no era ciego ni tonto, se hizo bastante amigo de la vulgar y encantadora Alba.
Sucedió, pues, que el tiempo pasó y Yuma empezó a entrar en contacto con cierta gente del grupo social llamado clase. Incluso cruzó palabras con su objeto de culto y sueño (sueño, con lo que eso conlleva) llamado Paula. Y poco a poco se fue abriendo al grupo, bien es cierto que sin mezclarse demasiado. Es que era muy, muy tímido. Creo que tardó dos semanas en hablar con alguien de la clase.
Bien vendría aclarar que Yuma nunca había cambiado nada. Siempre había vivido en su pequeño pueblo con su pequeño círculo de amigos. Estos habían sido sus amigos, nunca había necesitado de otros, nunca había hablado con otros. Era un ser sumamente antisocial, plenamente antisocial. Bien vendría tenerlo en cuenta, me refiero a que Yuma nunca había hablado con nadie extraño, pero porque no lo había necesitado.
Pero bueno, al final nuestro héroe se abrío, se comunico con esa nueva y extraña sociedad llamada clase. Esto fue, que duda cabe, gracias a la simpatía y popularidad de Alba, que no dejaba ni a sol ni a sombra al acosado Yuma. Pero no podemos decir que Yuma estaba insatisfecho con la exasperante presencia constante de Alba. Eran inseparables, y a Yuma empezaba a agradarle Alba. Empezaba a verla bien, le gustaba, en definitiva, como compañera. Pero Paula, la bella Paula, seguía en el pedestal. Seguía siendo la diosa, inalcanzable. El amor platónico.
Todos sabemos como es la edad, como son los quinceañeros. Así pues, visto que Alba y Yuma siempre estaban juntos, bastante pegados, y que Alba no se cortaba al meterle cierta mano a Yuma (cabe señalar que Yuma, cortado como era, no tocaba más que lo imprescindible a Alba) y que se reían y pasaban muy bien, visto esto, la gente, la masa, comenzó a decir que eran pareja. Y pareja eran. Eran dos. Pero no eran uno. No lo eran. No estaban unidos por el amor.
Ciertamente la deidad es discutible, es, hasta la fecha, objeto de controversia. ¿Existe dios o dioses? ¿Qué es la deidad? Baste decir para el normal transcurso de nuestro relato que la deidificada Paula, a los ojos de nuestro Yuma, no era tal diosa. No disponía tales cotas de divinidad. ¿o sí? No lo sabemos. Pero sabemos que, al ver cierto apego entre su Yuma y la encantadora y vulgar Alba, las tripas se le infestaron de eso que los sabios llaman celo. Y conspiró, no sin cierta maldad, cierto, pero lo hacía desde el fondo de su corazón. Conspiró para separar a la pareja, pareja de dos que no de uno, para así poder atraer a Yuma a su círculo, para poder darle su corazón, acaso su coño.
En esta última fase del relato hablaremos de la lucha, lucha total del amor. Sí. Paula empezó a acercarse a Yuma con objeto de cautivarle. Como bien deducís, este nuestro héroe, que no necesitaba nada más que mirarle a los ojos para sentirse cautivado, se acercó a Paula. Pero Alba, la encantadora, seguía allí. Y Alba amaba, Alba quería, Alba sentía deseos físicos por Yuma. Alba quería perder su virginidad con aquel chico tímido, gracioso y especial, aquel chico que no se había maravillado de su popularidad, de sus tetas o de su promiscuidad. Y Alba deseaba a su Yuma, y se lo manifestó abiertamente, se lo dijo, se lo contó. Mas Yuma estaba cerca, estaba cerca de su diosa Paula. Su Paula de ojos plateados estaba allí, esperándole. Y Alba, Alba era lo de siempre. Pero Alba estaba siempre. Yuma no se percató, no escuchó a Alba cuando esta le declaró su amor.
El lector más apezado habrá olvidado como empezaba este nuestro relato. Si bien podría subir al principio para recordarlo, prefiero que no lo haga, que no suba. Prefiero que siga leyendo. Así pues, el relato empezaba con el cambio, el problema del cambio. La sensación angustiosa y opresiva del cambio, sensación que todos, espero, hemos experimentado. Y, ahora, el relato llega a otra angustiosa y asfixiante sensación. La sensación de duda, la duda de tener que escoger. Dudar paraliza. Y Yuma estaba paralizado.
Allí estaba su adorada Paula. Pero es que no la conocía, es que su Paula era peligrosa, temible, era distinta a como la había imaginado. Pero ¡era tan guapa! Por otra parte, ante su presencia, Yuma se sentía intranquilo, poco seguro. Le sudaban las manos y el corazón latía violentamente ¿Era amor? No lo sabía. No lo conocía.
Y también estaba Alba. Alba tampoco era como el había pensado. Era vulgar, sí, pero ¿era mala? Era encantadora, amble, le hacía sentir bien. Y se gustaban, estaban a gusto en compañía. Se lo pasaba muy bien con Alba. Cuando le miraba a los ojos no experimentaba miedo, ni angustia, experimentaba calma y superioridad. Pero esos ojos plateados de Paula, esos ojos plateados eran… eran plateados.
¿A quién escoger? Llegamos ya a la parte resolutiva de nuestro breve relato. Llegamos a la parte final, a la decisión, a la turbia y neblinosa bruma del futuro. Sucedió que, con motivo del fin del curso, daban una fiesta en casa de uno de los compañeros, un compañero cuyo nombre deleznable y absurdo no merece la pena mentar. No sirve a esta historia más que para poner su casa. Y en dicha casa llegará a su fin este relato, llegará la decisión de Yuma.
Alcohol, hormonas y cierta sensación de vacío interior y baja autoestima es el cóctel brutal de esa noche. Fiesta adolescente, os podéis figurar, supongo. Yuma, que no estaba nada convencido de ir a dicha fiesta, recordemos que era un muchacho un tanto introvertido, fue finalmente de la mano de su pareja Alba. Alba lo había decidido. De esa noche no pasaba su virginidad, ni la de Yuma.
Paula estaba, estaba espectacular. Guapa es poco y sensual no sirve. Era algo extraño, algo profundo e inexplicable lo que generaba Paula en el corazón de Yuma aquella noche. Nosotros sabemos que Paula también estaba decidida a perder su virgo, pero Yuma no. Y la fiesta fue un descontrol. Alcohol y música. Música y alcohol. Yuma fue a beber algo con Alba, mientras bailaba con Paula y se abrazaba con la olvidada y fea Patricia, Patricia no tiene cabida en esta historia aunque bien la puede merecer, Patricia sólo sirve para abrazar a Yuma. Yuma que esta bebiendo con Paula, bailando con otro y hablando con Alba, en el garaje con Paula y en el pasillo abrazado a Alba. No sabía ni donde, ni con quién estaba ni que estaba haciendo. Efectos demoledores del alcohol y las drogas, aquello era un desfase.
Y así, en tan poco tiempo, hemos llegado a la parte decisiva de la historia, y a la parte más importante (hasta entonces) de la vida de nuestro Yuma. Porque el planeta tiene su límite y la fragilidad humana es latente, porque el azar así lo requirió, podemos hablar de este extraño y un tanto fatídico desenlace.
Estando varios individuos, incluidos los tres protagonistas, sentados y tumbados en unos sillones del salón, se fue la luz quedando la casa completamente a oscuras. Todo era negro. La ciudad entera estaba a oscuras, el mundo, a ciegas. Y fue en ese preciso momento cuando Yuma notó una mano, una mano suave y dulce, una mano pequeña y grácil, una mano cliente, una mano que se metía entre los pantalones de Yuma y agarraba firmemente su polla.
¿Alba? ¿Paula? La mano comenzó a pajearle mientras le había quitado los pantalones y los calzoncillos. Esa mano suave era el camino, pensó Yuma, el camino al paraíso de sensaciones y placer. La noche oscura envolvía su cuerpo y el de su amante secreta. Aquello se descontrolaba.
Una boca de gruesos labios y con el pestilente aroma del alcohol se acercó a los labios de Yuma. Y Yuma besó a aquella chica. La besó. Las manos de Yuma recorrieron el fino y delicado cuello, cuello que olía a rosas. Y Yuam acarició su cuello, bajó sus manos por su pecho cálido y llegó hasta los pechos. Estrujo aquellas fantásticas y calientes tetas, besó y chupó lo pezones. Aquello, aquello le parecía algo sobrenatural. Nunca lo había experimentado. Esa sensación, ese hormigueo en el nacimiento de la espalda.
La chica acabó con la paja y rodeó con sus brazos el torso de Yuma. Poco después se sentó, sentó su coño virginal en la pollita de Yuma. Otra sensación nueva le aporreó, la de su miembro introduciéndose en un prieto y jugoso coño, esa sensación nunca se le borraría a Yuma de la cabeza. ¿Paula? ¿Alba? Que más da. Y comenzó a follar, a follar y penetrar lo que fuera, lo que fuese, quien fuese. El sudor salía de sus poros y pegaba sus pegajosos cuerpos. Eso, eso era el placer sexual. Y no importaba más. Aquel gusto, aquel poder era brillante, y bueno, muy bueno.
Durante un espacio de timpo estubieron así, follando. La suavidad de su cáliz pronto se hizo exasperantemente deliciosa. La calidez de su coño era dulce. Salían gemidos de la chica, suspiros del chico. El calor aumentaba. Yuma estaba, ahora sí, convencido de que era su diosa Paula la que le daba tamaño placer. ¿Quién si no? Alba, ¿Alba? ¿Sería Alba? Sería esa su pareja, su pareja que por fin se unía a él. Nadie le podía dar tanto placer excepto Alba, Alba, que también le conocía. Pero ese olor le encendía, le enamoraba como hacía Paula. ¿Quién era esa?
Ese olor a sudor, a sexo y a lujuria era especial, trató de guardarlo en su memoria mientras el orgasmo se le acercaba. Sentía el abrazo de la chica, la chica de pelo sedoso y rizado, la chica que tanto le quería, esa chica que botaba sobre su miembro.
Yuma se corrió entre alaridos, se corrió con placer, se corrió con miedo ¿Quién era esa?
Sola en casa
Tengo un montón de libros encima del escritorio , y un fin de semana de codos por delante. La oposición es el horizonte de mis arduas horas esforzándome , pero hoy Viernes aprovechándome que mis padres se han ido a cenar con unos amigos y mi hermano a ido a casa de su nueva novia he decidido darme un descanso. Me gusta ir descalza , con braguitas y una camiseta fina que roza mis pezones y me entra un gustito por el cuerpo que no puedo remediar. Bajo a la cocina y cojo algo de fruta , cerezas , fresas y plátano , me hago una macedonia y me voy al sofá , enciendo la tele y mientras saboreo con mis labios y mi lengua el exquisito postre , me tumbo y pienso en Angel , mi hermano y su novia , con lo salido que está es capaz de decirle que se metan en la habitación con sus padres en casa. Angel y el sexo están unidos desde hace tiempo , le pillado con revistas , películas y videos en el ordenador. ¡El ordenador!Se me ilumina la cara , no hay nadie en casa y recuerdo que Gina mi compañera de estudios me suele mandar emails , de los que le gustan a los tios y también a nosotras , ¿porque no?El portátil nos lo compró mi padre para mi hermano y para mí , pero accedemos con cuentas diferentes. Subo a la habitación de Angel y lo cojo , está desordenada , revistas , ropa sucia adornan el cuarto , meneo la cabeza y salgo. Vuelvo al sofá lo enciendo y mientras se carga sigo deleitándome con las fresas y cerezas , hay tres emails ,publicidad , de la academia y uno como no de Gina. El título del video "todas a la playa". Pulso play y aparece una playa paradisíaca de arenas blancas y aguas cristalinas , se acerca la cámara a la orilla y una chica rubia en bikini retoza en el agua y en la arena , es rubia y su piel bronceada hace un contraste estupendo. Se levanta y acude a la arena donde tiene su toalla. Me toco el pelo , comienza acelerarse un poco el corazón ¿qué pasará? pienso , entonces dos chicas a lo lejos se acercan a la chica rubia , visten bikini y tienen unas medidas espectaculares , conversan con ésta y deciden darle crema , una de ellas se despoja de su parte de arriba del bikini y hace lo propio con su compañera , me empiezo a calentar , pienso en lo malvada que es Gina , pero me encanta la situación , empiezo a deslizar mi mano por mi pecho y levanto mi camiseta para rozar mi piel , noto los pezones duros como piedras , las chicas del video ya no tienen ropa y están jugando en la toalla entre ellas , me quito la camiseta y empiezo a acariciarme las tetas , de repente suena mi móvil está en la habitación ¡ joder ! es lo único que se me ocurre , subo corriendo las escaleras y cuando llego lo cojo , ya han colgado , este número no me suena se habrán equivocado , con la rapidez de la subida de las escaleras el corazón se me ha agitado , pero sigo excitada me miro en el espejo y me veo con mis braguitas blancas que he mojado un poco y hago una sonrisa picarona , así que me las bajo y las dejo en el suelo , me siento en la cama y comienzo a bajar mis dedos primero por el vientre , las piernas , noto que no hay ni un pelo así que prosigo hasta encontrar con mi dedo índice mis labios , están mojados , subo al clítoris y me detengo , juego con él , haciendo círculos , lentamente para acelerar el ritmo , que frenesí , me estremezco y junto las piernas , las abro , con la otra mano juego con mi boca , la humedezco de saliva y la bajo para que haga compañía con la otra , cierro los ojos , ¡Raquel , estás ahí!¡Mi hermano pero que hace aquí!
-Te he llamado ante con el móvil de Laura!
Está abajo acaba de entrar , y yo desnuda , en mi habitación masturbándome , no quiero parar me falta poco para correrme , pero no sé si Angel pretende subir.
-¡Raquel vengo para decirte . . ¿Raquel donde estas?
Creo que ha empezado a subir las escaleras , mi dedo es más veloz y acelera el ritmo en el clítoris , se me escapa un gemido , un jadeo , un suspiro. . .
-Raque que estás en el baño oye . . . .
Me corro , mi hermano ya está arriba , ¡que corrida no puedo parar , pasa de mi habitación y se va al baño , ¡uufff! mi corazón va a ciento veinte pulsaciones , me levanto se la cama y me pongo una camiseta sin bragas , mi hermano pica a mi puerta
¿Raquel? Ahh estás aquí que venía a decirte que me quedo en casa de Laura un rato más que se lo digas a los papas te he intentado llamar por el. . . . veo que no soy el único que usa la habitación como cubo de la ropa sucia. (señalando mis braguitas en el suelo)
-Esto claro ya se lo diré. - mi camiseta es tan corta , que Angel no puede evitar fijar su mirada en mi entrepierna.
-Bueno hermanita estudia mucho y no te distraigas ¿vale?
Se marcha , me miro en el espejo se me escapa una carcajada y pienso en lo que ha pasado , ¡me encanta!

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