Diario. Capítulo 1.

Me llamo Dulce. Soy una mujer madura de 45 años de edad, separada de mi marido desde hace tres. Siempre fui una mujer sexualmente activa pero, a raíz de mi separación, el sexo desapareció de mi vida, imagino que es normal y que son etapas que toda persona tiene a lo largo de su vida.

No tengo hijos así que vivo sola. Es un pisito pequeñito y muy acogedor en el que soy feliz. Decidí instalarme aquí ya que mi mejor amiga Paula vive justo en frente.
Paula es una mujer de mi misma edad, separada también como yo y con un niño de 15 años llamado Pablito. Los conozco desde hace mucho, a Paula desde la adolescencia, nos conocimos con 20 años, a Pablito desde que nació.
Pablito es el típico niño que podemos definir ahora como Nerd. El pobrecito es todo huesos, viste ropa super formal, gafas gruesas de pasta y que me perdone mi amiga pero ha salido al idiota de su papá, feo como un dolor. El niño es súper introvertido, no se relaciona, no tiene amigos, únicamente sus relaciones se basan en su ordenador y sus juegos de rol, su vida, del colegio a casa a su habitación y sus juegos.
Yo trabajo de administrativa en la Junta de la Comunidad Autónoma de una provincia de España que no diré cuál es, eso da igual. Ayer me desperté sin encontrarme nada bien, tenía algo de fiebre así que decidí quedarme en casa, tomarme el día libre, no ir a trabajar y descansar para recuperarme.

Era ya por la tarde cuando empecé a encontrarme otra vez mal y a notar que me estaba empezando a subir nuevamente la fiebre. Me preparé un café con leche bien calentito y me tomé un Paracetamol. Después fui al baño y tomé una ducha. Al salir de la ducha fui hasta mi habitación con solo una toalla cubriendo todo mi cuerpo. Abrí el cajón donde guardo mi ropa interior y saqué de él unas braguitas. Luego abrí el cajón que está justo al lado y cogí un pantaloncito corto de pijama y una camiseta de tirantes.
Llevé todo hasta la cama y lo dejé sobre la misma. Desenrosque la toalla de mi cuerpo y empecé a secarme las ultimas gotitas de agua. En ese momento sonó mi móvil, era un mensaje. Dejé la toalla sobre la cama y fui a buscar el móvil. El móvil estaba sobre mi mesita de noche, lo cogí, lo leí y lo volví a dejar donde estaba.
Cuando caminaba nuevamente hasta el lugar de la cama donde había dejado mi ropa fue cuando me di cuenta. Pablito estaba en la ventana de su habitación que está justo enfrente a la mía, mirando por un hueco entre sus cortinas. A mí se me había olvidado por completo bajar la persiana. Corrí hasta mi ventana, lo miré mientras bajaba rápidamente la persiana y él salió corriendo de donde estaba.

Ahora no se si esto habrá sido la primera vez que ha pasado o si Pablito ya con anterioridad me habrá podido haber estado espiando y habrá podido haberme visto ya antes como me vio ayer en alguna ocasión más.
Tampoco se cómo actuar ahora, ni de cara a Paula, ni de cara a Pablito. No se si hablarle y comentarle a Paula algo de lo sucedido anoche, ni se que hacer cuando esté en frente de Pablito. No se si hablar con ella sola sin decirle nada a él o hablar con él sin decirle nada a ella. O hablar con ambos. Tampoco se en caso de decidirme por hacer algo como afrontarlo ni que decir. Estoy hecha un verdadero lío. Os iré contando. Hasta entonces besitos.