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Paula , Los papas de Agus -La camara de Brass

Situaciones de Agus
1. El Subte a Plaza Once (El Apoyo del Padre)
Agus no va sola. Su padre la "acompaña", pero se mantiene a una distancia calculada, observando. Lleva una musculosa blanca de marca que le marca los pectorales y unos joggers de diseño caro, una ridiculez en el subte. Ella, una pollera corta de tenis y una camperita de seda. Son un faro para las ratas del subte.
El pibe chorro, un flaco con cara de no haber dormido, se le pega por detrás. "Qué rica pija, qué olorcito a perfume caro tenés", le sopletea la nuca con la palabra. La mano no le toca el culo, se le mete bajo la pollera, directamente sobre el culo, por encima de la tanga. Agus grita ahogada. "¡Papá!".
Su padre no se mueve. Sonríe. Se acerca con calma y le dice al pibe, no con enojo, sino como si le diera una orden: "Che, flaco, dejala tranquila". El pibe lo mira con desprecio. "Y vos quién sos, el marido?". El padre saca un fajo de billetes de cien del bolsillo. No se los ofrece, los muestra. "Soy el que te va a pagar si te portás bien. Quiero que le enseñes a mi hija cómo es la gente de verdad. Hacelo bien y esto es tuyo".
La cara del pibe cambia. Entiende el juego. Le da una orden a otro de la banda: "Vení, acercate". Ahora Agus está atrapada entre los dos. El de atrás le sigue apretando el culo, metiendo un dedo por el costado de la tanga, rozándole el ojete. El de adelante se le acerca a la cara, le abre la boca con los dedos y le mete la lengua adentro, un beso francés a la fuerza, con sabor a cigarrillo de tres pesos. "¡Así se aprende, pija! ¡A chupar como se debe!". La gente mira, pero el fajo de billetes del padre es un escudo invisible. El padre filma todo con su celular, no para denunciar, sino para guardar. "Bien, flaco, bien. Seguí así".
2. Los Amigos del Colegio (La Invitación a Casa)
La humillación en el colegio no es suficiente. El padre de Agus, al enterarse por ella (llorando), decide "resolverlo". La solución es una invitación. Le dice a Yanina y a sus dos amigas: "Chicas, Agus me contó lo mal que se llevaron. Vengan el viernes a la pileta de la casa, a conversar, a tomar algo. Sin prejuicios".
El viernes, las tres chicas llegan, nerviosas, con sus bikinis de polyester. Las atiende como si fueran princesas, les da tragos con vodka. Pronto están un poco mareadas. Las lleva a la sala de juegos, que tiene un sofá de cuero negro gigante. "Agus, sentate con tus amigas. Hay que hacer las paces".
Se sientan juntas, apretadas. El padre se sienta frente a ellas, en un sillón. "Ustedes son mujeres fuertes, me gusta. A Agus le falta eso. Enséñenle". Les da a Yanina una orden directa, en voz baja: "Yanina, besala. Quiero ver si se enoja o si le gusta". Yanina, borracha y ambiciosa, le agarra la cara a Agus y la besa a la fuerza, una lengua metida hasta la garganta. Las otras dos ríen. "¡Ahora vos!", le ordena a la otra. Se turnan, besándola, manoseándole las tetas por encima del bikini. "Y ahora, las tres juntas. Demuéstenle lo que es la amistad de verdad". Las tres se abalanzan sobre Agus, una le besa la boca, otra le muerde el cuello y la tercera le mete la mano dentro del bikini, frotándole la concha. Agus está aterrorizada, pero su padre está allí, mirando, con una erección obvia, aprobando cada acto de humillación. "Así, así... así se hacen las paces".
Situaciones de la Madre
1. El Tren a Tigre (El Padre se Une)
El viaje en tren ahora es un evento familiar. El padre va con ellas. Lleva a la madre vestida con una blusa transparente que se le pega a los pechos y sin soutien. Es carne de cañón.
Los builders se sientan, como siempre. Pero ahora el padre los alienta. "Che, muchachos, ¿qué tal? ¿Les gusta lo que ven? Es para ustedes". Los tipos no lo pueden creer. El padre le dice a su mujer: "Parate, mostrate". La madre, obediente, se levanta. Los tipos la rodean. Uno le agarra un pecho con una fuerza que la hace gritar. "¡Qué tetas, qué buenas tetas!". El padre se ríe. "Apretale más, que le gusta". Otro le mete la mano entre las piernas, por encima del tapado. "Está mojada, la puta". El padre le da una orden a uno de ellos: "Sacala la pija. Quiero que mi mujer la toque". El tipo, sin dudarlo, saca una pija enorme y dura. El padre agarra la mano de su esposa y la guía, obligándola a agarrar la verga del builder. "¡Maneátela, conchuda! ¡Hacelo bien!". La madre, con lágrimas en los ojos, se pone a masturbar al desconocido en medio del tren lleno de gente, mientras su marido le da instrucciones y los demás la manosean. Es un espectáculo público de su sumisión total.
2. Los Compañeros de Agus (La Fiesta de Despedida)
El padre organiza una "fiesta de despedida" del colegio para Agus en la casa. Invita a toda su clase, pero sobre todo a los varones más caretas y a las amigas de Yanina. La fiesta es en el quincho, con un DJ y un bar de tragos libre.
A mitad de noche, el padre sube el volumen de la música y se para en una mesa. "¡Muchachos! Hoy es un día especial. Hoy mi hija se hace mujer. Y su mamá... bueno, su mamá siempre estuvo para ayudar". Baja de la mesa y agarra a su esposa, que está con un vestido de fiesta rojo, pegadísimo. La tira sobre una de las mesas largas de madera, como si fuera un banquete. "¡Señores! ¡Servíos!".
Los chicos, borrachos y excitados, no lo dudan. Se abalanzan. Uno le sube el vestido y se le mete entre las piernas a morderle la concha a través de la tanga. Otro le baja la parte de arriba y se pone a chuparle las tetas como si fuera un bebé. Dos más le agarran las manos y se las ponen sobre sus pijas ya duras. La madre es una masa de carne manoseada, en medio de una orgía de adolescentes. El padre no solo mira; participa. Le agarra la cabeza y la obliga a darle un beso profundo mientras un chico se la folla con los dedos. "¡Así, mi amor! ¡Así le enseñamos a nuestra hija a ser una buena anfitriona!". Agus observa desde un rincón, con un trago en la mano, viendo a su madre convertida en el centro de una violación en grupo orquestada por su propio padre, entendiendo que ese es el único destino posible para una mujer en su mundo.

 
Escena Final: La Cena de la UnidadAmbiente: El comedor principal de la casa. La mesa está puesta como para una cena de gala, con vajilla de plata, copas de cristal y velas. Pero el ambiente no es de celebración, es de ritual. La única luz es la de las velas, que proyecta sombras largas y danzantes en las paredes. No hay música, solo un silencio denso y expectante.
La Preparación: El padre ha dado sus instrucciones. Nadie las cuestiona. La madre y Agus han subido a vestirse. No hay secretos entre ellas ahora, solo una resignación compartida. La cámara las sigue al vestidor. La madre ayuda a Agus a ponerse un vestido de tul blanco, casi un vestido de primera comunión, pero demasiado corto, demasiado transparente. Luego, la madre se pone un vestido de encaje negro, ajustado y funeralario. Madre e hija, la virgen y la puta, dos caras de la misma moneda.
El Acto: Bajan al comedor. El padre las espera. Se sienta a la cabecera de la mesa. Las hace sentarse una frente a la otra, a los lados de la mesa. Él no va a comer. Va a dirigir.
"El amor", dice, con su voz calmada y autoritaria, "es compartirlo todo". Se levanta y se para detrás de su esposa. Le baja la cremallera del vestido y se lo desliza por los hombros, dejándolo caer a sus pies. La madre queda en lencería negra, temblando. Luego, camina hacia Agus. Repite el gesto. Le desabrocha el vestido y lo deja caer. Agus queda en un diminuto conjunto de encaje blanco.
"Son mías", continúa el padre, paseándose detrás de ellas. "Y mi mayor placer es verlas ser admiradas, ser deseadas... ser usadas". Hace una señal a la puerta.
Entran tres de los amigos que ya hemos visto: el pibe chorro del subte, el builder del tren, y uno de los pibes del colegio. Están nerviosos, excitados. El padre los mira con desdén. "Hoy no son ustedes los que mandan. Son instrumentos. Van a recibir un premio. Van a poder tocar lo que solo yo puedo poseer".
La Fusión Perversa: El padre le da la primera orden al pibe chorro. "Tú. Con la madre". El tipo se acerca a la madre, que está de pie junto a la mesa, y la dobla sobre la madera fría. Le arranca la tanga de un tirón y, sin preámbulos, se la mete por atrás, de pie, follando con una brutalidad que la hace gemir contra la mesa.
Luego, se gira hacia el builder. "Y tú. Con la niña". El builder, con sus manos callosas, agarra a Agus y la sienta en sus rodillas, sobre una silla. Le abre las piernas y se le mete adentro, mientras la obliga a mirar cómo su madre es cogida a pocos metros de distancia. Los gemidos de ambas se mezclan en el aire.
El padre no ha terminado. Mira al pibe del colegio, el más joven de todos, que está parado con una erección dolorosa. "Y vos, pibe. Vení acá". Lo lleva hacia el centro de la mesa, sobre el mantel de lino. "Acostate ahí". El chico obedece. El padre mira a su mujer y a su hija. "Ahora, su trabajo es complacerlo. Juntas".
una imaginaria cámara  de Brass se enfoca en los rostros de la madre y Agus. Por un segundo, hay un destello de resistencia, de horror. Pero se apaga. Se levantan, una ayudando a la otra, y se acercan a la mesa. Se arrodillan una a cada lado del chico. La cámara de Brass se detiene en sus manos, que se encuentran en la base de la pija del adolescente, en sus cabezas que se inclinan, en sus lenguas que salen para lamer, juntas, la misma verga.
El Remate: El padre se sienta de nuevo en su silla, como un rey en su trono. Abre su pantalón, saca su propia erección y empieza a masturbarse lentamente, mientras observa la escena que ha creado: su esposa siendo sodomizada por un delincuente, su hija siendo violada por un obrero, y ambas, juntas, felando a un compañero de clase sobre su mesa de cena. Es la pintura de su propia familia, la obra de arte perfecta, el acto final de su poder absoluto. El clímax no es de ellos, es suyo. Es la culminación de años de manipulación, el momento en que corrompe por completo a su sangre y la convierte en el espectáculo que siempre soñó.
 

 

 
 
 
 
 

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