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De como gané una apuesta con mi ex

Una de las últimas veces en las que cogí con mi ex se dio enuna de esas reuniones que tienes con tu ex pareja para verse por última vez,para hablar de lo que sucedió, acabar en buenos términos y devolverse un par decosas.


Nos habíamos quedado de ver en una plaza al sur de la ciudad,fuimos a comer a un restaurante de sushi y ahí tuvimos la conversación mástriste e incómoda. Después de eso, fuimos a caminar un poco por la plaza y visitarun par de tiendas.


Ella quiso entrar a una tienda de ropa interior femenina, meempezó a contar que de un tiempo para acá había estado usando más tangas, locual era raro debido a que durante todos los años ella solamente se las poníacuando nos íbamos a ver, y después se las cambiaba. Me dijo que incluso estaballevando una en ese momento y que se le habían hecho más cómodas.


Yo entendí que me decía eso como una especie de provocación.No sé si trataba de calentarme o demostrarme que había cambiado, pero traté deno caer en su juego y cuando entró a la tienda, yo la esperé afuera. Decualquier modo, la idea de que traía una tanga en ese momento se me quedó clavaday ahora intentaba verla marcada en las calzas que llevaba ese día.


Total que en ese momento no pasó mucho más. Ella mencionó algunau otra cosa más subida de tono, y yo, aunque me estaba calentando, guardé lacompostura todo lo que pude hasta que llegamos a mi carro que estacioné en unacalle cercana a la plaza, pero oscura, oscura.


Me ofrecí a llevarla a su casa y ya arriba del carro lerecordé que hace tiempo habíamos hecho una apuesta, en la que yo le había dichohace algunos años que tal como veía las cosas, AMLO iba a ser el próximopresidente de México (a pesar de los pesares). Ella se acordó de la apuesta, mepreguntó qué quería, y le dije que tenía que ser algo que me pudiera pagar enese momento porque probablemente no nos volveríamos a ver.


—¿Cómo qué? — me preguntó
—Hablastemucho sobre tu tanga y ahora quiero verla.
—¿Y cómo tela muestro?
—Acuéstateaquí —poniendo su cabeza entre mis piernas—, y bájate las calzas.
—Ok.


No le tuveque insistir ni una vez. Tan pronto como lo sugerí ella se acostó poniendo sucabeza en mis piernas y solita se bajó las calzas dejando ver una tanga violetaque se le perdía entra las nalgas.


Debo decir queella me calentaba muchísimo. Era baja de estatura, poquito pecho, pero teníaunas caderas y unas nalgas que me volvían loco. Ya nomás de verla toda la tardecon esas calzas me acordaba de todas las veces que la tuve, pero me estabacontrolando porque éramos dos exes que queríamos darle un cierre bueno a larelación. Pero al sentir durante toda la tarde que me estuvo provocando, nopude resistir a tentar la suerte y proponerle eso que aceptó sin titubear.


Al tenerlaotra vez así la empecé a tocar un poco, siguiendo el hilo, y sentí que estabaun poco mojada. Se lo hice saber y me dijo que era obvio, si la tenía de nuevo asípues se iba a mojar.


La toqué unpoco más, subiendo mi mano para subir su blusa, después bajándola de nuevo. Unpar de nalgadas y le pedí perdón por estarla tocando así. Me dijo que no lemolestaba. Solo eso me bastó para que la empezara a tocar sin restricciones.Con una mano la sobaba sobre su calzón haciendo que se mojara todavía más, ycon la otra la agarré del cabello y pegue su cabeza sobre mi pantalón y mimiembro. Ella puso su boca sobre él, como si me lo chupara y empezó a gemir enesa posición. Yo solo sentía su aliento a través de mi ropa.


Le metí unpoco los dedos, e hice un movimiento con todo mi brazo para mover todo sucuerpo, como si alguien se la estuviera cogiendo desde atrás. Me encantabahacer eso y sentir su cabeza entre mis piernas. Después me la saqué y le dijeque me la chupara. Primero se negó, pero después de decirle otra vez accedió ysolita se la metió en la boca. Yo estaba fascinado teniéndola de nueva en esaposición con una tanguita, dedeándola, y metiéndosela por la boca mientras laagarraba del cabello.


Yo estaba muycaliente y obviamente me la quise coger, por lo que le dije que se pasara a laparte de atrás del auto. Nuevamente se negó a la primera pero no a la segunda.Cuando estábamos los dos atrás ella me preguntó que cómo lo íbamos a hacer,entonces yo me senté normal y le dije que se sentara dándome la espalda. Así lohizo, sin quitarse la tanga, solo la hizo a un lado, se sentó en mí y se lometió. Ella estaba tan caliente como yo, y le entró muy fácil.
Empezó abrincar sobre mí apoyando sus manos en mis rodillas. Yo amaba verla así, con sutanguita echada a un lado y viendo como se la metía. Con mis manos recorría todosu cuerpo, desde la cintura a sus pechos, bajaba una mano a su clit, subía la otray le jalaba el cabello, le besaba el cuello y le decía al oído que eso era loque ella quería, que había venido solo a calentarme y a que me la cogiera otravez. A que se la metiera. Ella a todo me decía que sí, me decía que era mi putay que me la podía seguir cogiendo siempre que quisiera.


Así seguimosun rato, pero por desgracia no pudimos terminar porque en un momento escuchamosque alguien pasaba muy cerca de nosotros y hasta le pegaba al carro. Nos asustamosy ella se bajó de mí. Ahí se acabó el momento. Nos volvimos a vestir y la llevéa su casa para evitar que alguien nos viera.


Cortamosabruptamente el momento, pero estoy seguro que gracias a esa experiencia nosvolvimos a ver una vez más para coger por ultima vez.

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