En una fiesta de cumpleaños de un amigo, estábamos jugandocartas con el grupo. En la charla, se mencionó la sesión de Brenda con Sofía,ya que Rodri usaba algunas fotos para su portfolio. Me aplaudíanpor "permitir eso" y por "la buena onda".
Ahí vino el problema. Uno de mis mejores amigos, que sabíasobre mi sesión TFP con la modelo, agregó: "Y sí, además tútambién hiciste tus fotos de a dos, no puedes quejarte."
Fue un golpe helado. Tuve que confesarle todo a Sofíaen ese momento. Me exigió que le mostrara las fotos y le mostré las fotos conla modelo. Ella no se enojó de inmediato; su ceja arqueada y una sonrisapícara me indicaron que la curiosidad y la competitividad eran mayores que elcelo. Vi cómo una extraña mezcla de morbo y competitividad.
Se levantó del sofá,tomando una copa de champagne, y me miró fijamente, sonriendo de formapícara: "La próxima sesión con Rodri vamos a asegurarnos de que el booklo haga con un modelo masculino..." —dijo ella, cerrando laconversación.
La adrenalina me golpeó más fuerte que el alcohol. Sudesafío fue una bofetada de excitación.
Los chicos gritaban: "¡Uuuuu, jajaja!"
"¿Estás hablando en serio?", logré decir, con lavoz ahogada por la sorpresa y el morbo.
Ella me dio un beso rápido, con sabor a alcohol y a unanueva promesa, antes de ir a vestirse. "Te lo dije: si tú puedes, yopuedo mejor. Y tú vas a estar allí, mirando."
Los chicos gritaban nuevamente: "¡Uuuuu,jajaja!", celebrando el desafío.
Y ahí quedó todo. No hablamos más al respecto por untiempo.
Continuando con el relato anterior donde mi novia se enterosobre mi sesión de fotos con la modelo.
Ella organizó la siguiente sesión en secreto, como unasorpresa para mí. Simplemente me dijo que la sesión se llevaría a cabo y que, siquería, podía ir; de lo contrario, que quedara a mi imaginación.
La elección era clara: ir y sufrir el voyerismo forzado oquedarme en casa y torturarme con lo que ella haría sin mi supervisión. Claroque tuve que ir para tratar de que no se fuera de las manos.
Cuando llegué al estudio de Rodri, mi corazón sedetuvo. El modelo no era un desconocido. Era Leo, un amigo mio, un tipocon buen fisico. Él se mataba en el gimnasio, y si bien yo estaba en forma, élestaba como yo quisiera estar, por asi decirlo. Era ideal para las fotos.
Lo peor era la mentira: Leo se prestó para esto porque Sofía le había dicho queera para un trabajo profesional freelance que buscaba alguien consu físico, y que yo estaba enterado, cosa que no era cierta. Quedó claroen ese instante: ella quería vengarse.
Mi novia sonrió al verme y me dijo: "Que Rodriprepare su cámara, porque esta vez el book va a arder."
Rodri ya tenía el mini estudio listo. Las luces estabanencendidas y el telón gris desplegado. Leo, se veía algo incómodo peroprofesional. Me saludó con naturalidad: "¡Qué onda, viejo! Tu novia mecomentó de un trabajo freelance, que necesitaban a alguien para unasesión en pareja. Tuve que forzar una sonrisa y asentir.
Ella entró en escena. Llevaba una lencería negra,minimalista, casi invisible, que no dejaba nada a la imaginación. No caminaba,desfilaba. Su confianza era notable. Yo me quedé junto a Rodri,fingiendo beber algo.
La sesión comenzó. Rodri, siempre el director, dabainstrucciones: "Acérquense más, pecho contra pecho. Tú, Leo, pon tu manoen su cintura. Y tú, Sofia, mírale a los ojos con esa sonrisa... (ella mirabacon sonrisa de atrevida todo el tiempo)."
La tensión era insoportable. Leo, con su musculaturamarcada, posaba en bóxer, siguiendo las indicaciones. Mi novia, encambio, no solo posaba, sino que tocaba, acariciaba, rozaba, y la desinhibicióncon la que ejecutaba cada pose me recordaba, mi propia sesión con la modelo.
La sesión continuó, con las poses volviéndoseprogresivamente más íntimas:
En lasiguiente pose, los dos estaban tumbados en el suelo, semicubiertos por unatela semitransparente blanca. Bajo esa fina capa, podía ver sus cuerposrozándose.
Cuando Rodri lespidió posar en el sillón largo, me volvió la adrenalina. Leo estabarecostado y ella se sentó encima de él, a upa (una pierna a cada lado),mirándolo a la cara mientras las manos de él se posaban en la cintura de minovia. El morbo de ver a mi novia performando esa intimidad, con miamigo, a pocos metros, era una droga potente y dolorosa a la vez.
Luego, Rodri les pidió una pose de "abrazoíntimo" frente al telón: Leo la abrazaba por detrás apoyandola. Las manosfuertes de mi amigo se juntaron justo debajo de su pecho, y mi novia apoyó sucabeza hacia atrás, frotando su nuca contra la barbilla de Leo.
Luego llegaron las fotos de desnudo (siempre en pareja, porel acuerdo TFP). Ella, totalmente expuesta, se apoyó sobre Leo, sucuerpo bronceado contra la piel de mi amigo. Las poses eran cada vez mássugerentes. En cada clic de la cámara, sentía que ella me estabaenviando un mensaje directo: "Yo tengo el control, y tú estásmirando."
Hicieron una foto frontal abrazados, con lo que el peneflácido de Leo chocaba contra el pubis de Sofía.
Para la siguiente toma, Rodri buscó una pose dedesnudo artístico. leo se puso detrás de ella estirando un brazo y tapaba conun solo brazo los pechos de sofia, agarraba uno de sus pechos y el otro loocultaba el antebrazo.
"Te importaría colocarte el pene hacia arriba o haciaun lado," interrumpió Rodri. "Es que se ve por el hueco de laspiernas de ambos, y en las fotos profesionales se evita mostrar la parteíntima."
Leo obedecia ya entrando en confianza.
Después vinieron unas fotosmás tumbados, y luego Rodri pidió a Leo que se colocase sobre laespalda de Sofía, abrazándola, con lo que su pene quedaba apoyadocontra su culo. También debía tapar con su mano los pechos o el pubis de Sofíapara el encuadre.
Pero algo no cuadraba, y me di cuenta hasta yo: el rabode Leo salía entre las piernas de Sofía. Se había empalmado el muy hdp (aunqueyo llevaba ya un rato en el mismo estado).
Leo se vio colorado y nos pidióperdón “pero es que la situación…”
Sofía respondió con una sonrisapícara: "No pasa nada, Leo. Es natural, algo fisiológico,"normalizando la erección de mi amigo mientras apretó su miembro y lo soltórápidamente.
La siguiente pose fue parados con Leo de frente y Sofíaa su lado. Ella subía una pierna sobre su pelvis, intentando tapar sus partesíntimas. La pierna de Sofía no llegaba a cubrir el rabo y los genitalesde Leo.
Sofía tuvo que hacerlo con la mano. Con loque se le puso algo más hinchada pero sin llegar a empalmarse.
La postura final fue la más explícita: como siestuviesen follando (la postura del misionero). Para que la foto salierabien, Leo tenía su rabo, en estado de semierección, apoyado yfrotándose contra el sexo de mi chica. Tenían que estar bien próximos.
En uno de esos movimientos, Sofía, abrazandocon sus piernas muy fuertemente a Leo, terminó de sellar la venganza y elmorbo.
Yo seguía allí, paralizado, siendo testigo de la excitaciónincontrolable de mi amigo, y el placer visible de mi novia al forzarme a vercómo su cuerpo era deseado por otro hombre, bajo mi propia supervisión.
Al final, cuando se vistieron, me sentí agotado, excitado yvencido. Ella se acercó a mí, me dio un beso de triunfo y me susurró al oído,fuerte y claro, para que solo yo escuchara: "¿Venganza cumplida,amor?"
Yo solo pude sonreír, dándole la razón. En ese momentosenti bastantes celos pero a la vez debo confesar que también me éxito lasituación, pero en secreto, es decir puertas para adentro.
Ahí vino el problema. Uno de mis mejores amigos, que sabíasobre mi sesión TFP con la modelo, agregó: "Y sí, además tútambién hiciste tus fotos de a dos, no puedes quejarte."
Fue un golpe helado. Tuve que confesarle todo a Sofíaen ese momento. Me exigió que le mostrara las fotos y le mostré las fotos conla modelo. Ella no se enojó de inmediato; su ceja arqueada y una sonrisapícara me indicaron que la curiosidad y la competitividad eran mayores que elcelo. Vi cómo una extraña mezcla de morbo y competitividad.
Se levantó del sofá,tomando una copa de champagne, y me miró fijamente, sonriendo de formapícara: "La próxima sesión con Rodri vamos a asegurarnos de que el booklo haga con un modelo masculino..." —dijo ella, cerrando laconversación.
La adrenalina me golpeó más fuerte que el alcohol. Sudesafío fue una bofetada de excitación.
Los chicos gritaban: "¡Uuuuu, jajaja!"
"¿Estás hablando en serio?", logré decir, con lavoz ahogada por la sorpresa y el morbo.
Ella me dio un beso rápido, con sabor a alcohol y a unanueva promesa, antes de ir a vestirse. "Te lo dije: si tú puedes, yopuedo mejor. Y tú vas a estar allí, mirando."
Los chicos gritaban nuevamente: "¡Uuuuu,jajaja!", celebrando el desafío.
Y ahí quedó todo. No hablamos más al respecto por untiempo.
Continuando con el relato anterior donde mi novia se enterosobre mi sesión de fotos con la modelo.
Ella organizó la siguiente sesión en secreto, como unasorpresa para mí. Simplemente me dijo que la sesión se llevaría a cabo y que, siquería, podía ir; de lo contrario, que quedara a mi imaginación.
La elección era clara: ir y sufrir el voyerismo forzado oquedarme en casa y torturarme con lo que ella haría sin mi supervisión. Claroque tuve que ir para tratar de que no se fuera de las manos.
Cuando llegué al estudio de Rodri, mi corazón sedetuvo. El modelo no era un desconocido. Era Leo, un amigo mio, un tipocon buen fisico. Él se mataba en el gimnasio, y si bien yo estaba en forma, élestaba como yo quisiera estar, por asi decirlo. Era ideal para las fotos.
Lo peor era la mentira: Leo se prestó para esto porque Sofía le había dicho queera para un trabajo profesional freelance que buscaba alguien consu físico, y que yo estaba enterado, cosa que no era cierta. Quedó claroen ese instante: ella quería vengarse.
Mi novia sonrió al verme y me dijo: "Que Rodriprepare su cámara, porque esta vez el book va a arder."
Rodri ya tenía el mini estudio listo. Las luces estabanencendidas y el telón gris desplegado. Leo, se veía algo incómodo peroprofesional. Me saludó con naturalidad: "¡Qué onda, viejo! Tu novia mecomentó de un trabajo freelance, que necesitaban a alguien para unasesión en pareja. Tuve que forzar una sonrisa y asentir.
Ella entró en escena. Llevaba una lencería negra,minimalista, casi invisible, que no dejaba nada a la imaginación. No caminaba,desfilaba. Su confianza era notable. Yo me quedé junto a Rodri,fingiendo beber algo.
La sesión comenzó. Rodri, siempre el director, dabainstrucciones: "Acérquense más, pecho contra pecho. Tú, Leo, pon tu manoen su cintura. Y tú, Sofia, mírale a los ojos con esa sonrisa... (ella mirabacon sonrisa de atrevida todo el tiempo)."
La tensión era insoportable. Leo, con su musculaturamarcada, posaba en bóxer, siguiendo las indicaciones. Mi novia, encambio, no solo posaba, sino que tocaba, acariciaba, rozaba, y la desinhibicióncon la que ejecutaba cada pose me recordaba, mi propia sesión con la modelo.
La sesión continuó, con las poses volviéndoseprogresivamente más íntimas:
En lasiguiente pose, los dos estaban tumbados en el suelo, semicubiertos por unatela semitransparente blanca. Bajo esa fina capa, podía ver sus cuerposrozándose.
Cuando Rodri lespidió posar en el sillón largo, me volvió la adrenalina. Leo estabarecostado y ella se sentó encima de él, a upa (una pierna a cada lado),mirándolo a la cara mientras las manos de él se posaban en la cintura de minovia. El morbo de ver a mi novia performando esa intimidad, con miamigo, a pocos metros, era una droga potente y dolorosa a la vez.
Luego, Rodri les pidió una pose de "abrazoíntimo" frente al telón: Leo la abrazaba por detrás apoyandola. Las manosfuertes de mi amigo se juntaron justo debajo de su pecho, y mi novia apoyó sucabeza hacia atrás, frotando su nuca contra la barbilla de Leo.
Luego llegaron las fotos de desnudo (siempre en pareja, porel acuerdo TFP). Ella, totalmente expuesta, se apoyó sobre Leo, sucuerpo bronceado contra la piel de mi amigo. Las poses eran cada vez mássugerentes. En cada clic de la cámara, sentía que ella me estabaenviando un mensaje directo: "Yo tengo el control, y tú estásmirando."
Hicieron una foto frontal abrazados, con lo que el peneflácido de Leo chocaba contra el pubis de Sofía.
Para la siguiente toma, Rodri buscó una pose dedesnudo artístico. leo se puso detrás de ella estirando un brazo y tapaba conun solo brazo los pechos de sofia, agarraba uno de sus pechos y el otro loocultaba el antebrazo.
"Te importaría colocarte el pene hacia arriba o haciaun lado," interrumpió Rodri. "Es que se ve por el hueco de laspiernas de ambos, y en las fotos profesionales se evita mostrar la parteíntima."
Leo obedecia ya entrando en confianza.
Después vinieron unas fotosmás tumbados, y luego Rodri pidió a Leo que se colocase sobre laespalda de Sofía, abrazándola, con lo que su pene quedaba apoyadocontra su culo. También debía tapar con su mano los pechos o el pubis de Sofíapara el encuadre.
Pero algo no cuadraba, y me di cuenta hasta yo: el rabode Leo salía entre las piernas de Sofía. Se había empalmado el muy hdp (aunqueyo llevaba ya un rato en el mismo estado).
Leo se vio colorado y nos pidióperdón “pero es que la situación…”
Sofía respondió con una sonrisapícara: "No pasa nada, Leo. Es natural, algo fisiológico,"normalizando la erección de mi amigo mientras apretó su miembro y lo soltórápidamente.
La siguiente pose fue parados con Leo de frente y Sofíaa su lado. Ella subía una pierna sobre su pelvis, intentando tapar sus partesíntimas. La pierna de Sofía no llegaba a cubrir el rabo y los genitalesde Leo.
Sofía tuvo que hacerlo con la mano. Con loque se le puso algo más hinchada pero sin llegar a empalmarse.
La postura final fue la más explícita: como siestuviesen follando (la postura del misionero). Para que la foto salierabien, Leo tenía su rabo, en estado de semierección, apoyado yfrotándose contra el sexo de mi chica. Tenían que estar bien próximos.
En uno de esos movimientos, Sofía, abrazandocon sus piernas muy fuertemente a Leo, terminó de sellar la venganza y elmorbo.
Yo seguía allí, paralizado, siendo testigo de la excitaciónincontrolable de mi amigo, y el placer visible de mi novia al forzarme a vercómo su cuerpo era deseado por otro hombre, bajo mi propia supervisión.
Al final, cuando se vistieron, me sentí agotado, excitado yvencido. Ella se acercó a mí, me dio un beso de triunfo y me susurró al oído,fuerte y claro, para que solo yo escuchara: "¿Venganza cumplida,amor?"
Yo solo pude sonreír, dándole la razón. En ese momentosenti bastantes celos pero a la vez debo confesar que también me éxito lasituación, pero en secreto, es decir puertas para adentro.
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