170📑Contacto Paranormal - Relato Corto🎃

La lluvia golpeaba con furia los cristales del motel solitario junto a la carretera. Los truenos retumbaban y la luz de los relámpagos dibujaba sombras que bailaban sobre las paredes. Sofía entró, empapada por la lluvia y se dirigió a la recepción apenas iluminada.

—Solo por una noche —dijo, mientras la recepcionista le entregaba la llave—. La tormenta afuera no parece querer parar.

El cuarto era pequeño, con un olor a humedad y una lámpara que titilaba. Sofía se dirigió al baño. Bajo el chorro de agua caliente, dejó que cada gota recorriera su piel, relajando la tensión del día. Su ropa húmeda quedó sobre una silla, mientras su cuerpo se secaba lentamente.

Al salir, el cuarto estaba oscuro, salvo por la luz de la calle que se filtraba por la ventana. Se acostó desnuda sobre la cama, abrazando la almohada, tratando de dormir. El silencio era absoluto, roto solo por la lluvia y el viento.

Alrededor de las 3 de la madrugada, un peso repentino sobre la cama la despertó. Un escalofrío recorrió su columna mientras un cuerpo invisible se acomodaba junto a ella. Su respiración se aceleró, y un calor intenso la recorrió desde los muslos hasta el abdomen.

Sintió una erección, una pija que presionaba su concha, un contacto que no podía ver, pero que la hacía temblar de deseo y miedo.

—¿Quién… estás ahí? —susurró, temblando.

El ente respondió con caricias fantasmales, recorriendo sus tetas, su cuello y su concha, cada roce encendiendo su cuerpo. Sofía arqueó la espalda, atrapada entre terror y excitación, mientras su cuerpo reaccionaba a cada movimiento invisible.

El contacto se intensificó: el ente penetrába su concha con movimientos percibidos, aunque invisibles, cada empuje un estremecimiento que la dejaba sin aliento. Su humedad y calor respondían al deseo, sentía cómo algo le chupaba las tetas y su respiración se entrecortaba entre gemidos y jadeos.

—Oh… Dios… esto… no puede ser real —jadeó, incapaz de resistirse.

Cada instante era un juego de plena dominación y seducción paranormal, alternando empujes invisibles con pausas que aumentaban la anticipación. Sofía se movía instintivamente, arqueando la espalda y ofreciendo su cuerpo, mientras el ente jugaba con ella, haciéndola gemir de placer y miedo.



Cuando alcanzó su primer orgasmo, un gemido largo y profundo escapó de su garganta. Su concha palpitaba, su cuerpo temblaba, sudoroso y agotado, pero entonces la cama se movió de nuevo. Sofía decidió levantarse para buscar su ropa, todavía húmeda. Caminó desnuda hacia la silla, pero la ropa no estaba. Al mirar alrededor, la encontró al otro lado de la cama.

Se subió a la cama en cuatro, estirando el cuerpo, arqueando la espalda y dejando sus glúteos al descubierto mientras trataba de alcanzarla. Y entonces lo sintió: otra vez, algo invadiendole el culo, el ente la tomó desde atrás, guiando sus caderas con movimientos precisos. Un escalofrío la recorrió mientras su respiración se aceleraba y su concha respondía a caricias del contacto invisible.

—No… otra vez —jadeó, atrapada entre incredulidad y deseo—. Esto… no puede ser real.

El toque invisible se intensificó, cada empuje y roce haciendo que su cuerpo respondiera plenamente. Sofía alcanzó un segundo orgasmo, temblando sobre la cama, su mente y cuerpo completamente entregados al placer y al terror.

Finalmente, el ente desapareció lentamente. La habitación volvió a quedar en silencio, con solo la lluvia golpeando los cristales. Sofía quedó desnuda, exhausta, con el corazón desbocado y una sensación de adicción absoluta al contacto paranormal. Su concha y su culo seguían ardiendo, recordando cada caricia, cada empuje invisible.



—Feliz… contacto paranormal —susurró, temblando y con una sonrisa nerviosa—. Jamás olvidaré esto.

Esa noche, entre placer extremo y terror absoluto, Sofía comprendió que algo de aquel ente había quedado marcado en su piel, y que ningún sueño ni explicación racional podrían borrarlo.