5📑Sudor del Caribe

Andy nunca pensó que su fin de semana se transformaría en una historia imposible de contar sin ponerse duro.

Todo empezó con una simple curiosidad: una playa nudista, oculta entre rocas al sur, exclusiva, privada… y él, infiltrado. Se metió con unos lentes de sol, una gorra y una toalla sobre el hombro, nervioso pero excitado.

Y entonces la vio.

Ella caminaba como si supiera que el mundo se detenía con cada paso. Cubana, piel dorada, el cabello rizado cayendo hasta el culo más grande y firme que Andy había visto en su vida. Sus tetas se movían con ritmo, grandes, naturales, con pezones oscuros que parecían pedir ser succionados. Iba completamente desnuda, con un tatuaje de mariposa en la cadera y una sonrisa que anunciaba peligro.

—¿Primera vez, mi amor? —le dijo de frente, sin pudor, mirándole directo a la entrepierna.

Andy balbuceó algo, pero ya era tarde. Su pija, larga y gruesa, se había despertado bajo la tela fina del short. Ella lo notó y se relamió los labios.

—Ven, papi. Acuéstate a mi ladito… y deja que te enseñe cómo se toma el sol en Cuba.

No pasaron ni cinco minutos y la tenía encima. Le bajó el short sin preguntar, le agarro el pene con una mano y lo comenzó a chupar como si fuera agua en el desierto. Lo tragaba completo, hasta el fondo, con lágrimas en los ojos… y seguía mamando.

—Tienes una pinga que no me va a dejar dormir —le dijo jadeando—. Pero no te me vengas todavía, que ahora me toca cabalgarte.

Se sentó sobre su pene duro, con su concha mojada, caliente, apretada. Andy pensó que iba a correrse en segundos, pero ella marcaba el ritmo, meneando ese culo caribeño con maestría, sudorosa, salvaje, dándole las tetas para que él las chupara, mientras gemía como una perra en celo. Saltando más rapido sobre su pene.

—Dámelo, papi. Dámelo todo… que tú me lo vas a pagar con leche.

se lo montaba como una endemoniada, lo estrujaba con las tetas en la cara… y cuando él por fin explotó, ella se lo sacó para verlo chorrear y se lo restregó por todo el cuerpo. Luego, sin esperar a que se calmara, se lo volvió a meter en la boca y lo siguió chupando hasta que no quedó ni una gota.

-Que rica leche - papi!!

Andy estaba temblando, como si le hubieran drenado el alma.

—Soy sexópata, mi cielo. Andaba buscando un pene como el tuyo—le dijo mientras se relamía—. Y acabas de meterte en un vicio del que no vas a salir.

Esa noche, lo encerró con ella en una cabaña cercana. La cubana mamaba la pija de Andy como si no hubiera un mañana, lo lamía desde la punta hasta las bolas, se puso en cuatro sobre la cama y le dijo, meteme esa pinga en el culo papi, y el la penetró de una metiendo su pene duro y dándole tan duro, que se escuchaba el sonido de las embestidas por las nalgas. - Si duro por el culo papi!!

Ella lo exprimía, cabalgaba su pija salvajemente, por concha y culo, lo apretaba con ese culo bendito como si quisiera vaciarle la vida entera.

Andy terminó como 5 veces, la última en las tetas, que ella relamía y se tomaba todo.

Cuando al fin amaneció, Andy desperto solo, la cubana se había ido, dejandole una nota: disfrute tu pinga y tu leche papi chulo, a ver cuando nos volvemos a encontrar..

Dejandole la cuenta de la habitación y el pene duro.