Llegó al depto de su prima pasadas las nueve. El lugar era chico pero piola, con luces bajas y un olor a incienso flotando en el aire. Camila abrió la puerta con una sonrisa enorme, vestida con un camisón corto que le dejaba las piernas al aire y marcaba sus curvas: 1.62, piel blanca con pecas, pelo castaño claro suelto y unos ojos verdes que brillaban con picardía. Al lado estaba Manu, el novio: alto, morocho, con una remera ajustada que le marcaba el pecho y una mirada tranquila pero intensa.
—Pasá, Lu, ya estamos listos —dijo Camila, dándole un abrazo rápido que terminó en una risita nerviosa. Manu la saludó con un “qué tal” y un guiño, y Lucía sintió el ambiente cargarse de una mientras entraba.
Se sentaron en el living con unas birras para romper el hielo. Charlaron pavadas un rato, pero las miradas entre los tres decían más que las palabras. Camila se acercó a Lucía en el sillón, rozándole la pierna con los dedos, y le susurró: —¿Arrancamos, o querés seguir con la previa?”. Lucía sonrió, el calor subiéndole ya. “Arranquemos, Cami. No vine a tomar birra nomás”, contestó, y Manu soltó una risa baja desde el otro lado.
Camila no esperó más. Se inclinó y le dio un beso a Lucía, suave al principio pero rápido se puso intenso, las lenguas enredándose mientras las manos de su prima subían por su cintura. Lucía respondió con ganas, agarrándole el culo por debajo del camisón y apretándolo firme. Manu se acercó, sentándose atrás de Lucía, y empezó a besarle el cuello, las manos grandes deslizándose por sus hombros hasta bajarle los tirantes del vestido. La tela cayó, dejando sus lolas al aire, y Camila se mandó de una, chupándole un pezón con la lengua dando vueltas mientras Manu masajeaba la otra, pellizcándola justo para sacarle un gemido.
—Sos un fuego, Lu —murmuró Camila contra su piel, y Lucía arqueó la espalda, el placer pegándole fuerte con los dos encima. Bajó una mano y metió los dedos bajo el camisón de Camila, rozándole la bombacha ya húmeda. Ella suspiró, abriendo las piernas un poco, y Manu aprovechó para sacarle el vestido a Lucía del todo, dejándola en ropa interior negra.
—No se queden atrás —dijo Lucía, con la voz ronca, y se giró para desabrocharle el jean a Manu. Él se dejó, y cuando la pija salió libre —gruesa, dura, lista—, Lucía la agarró con una mano, meneándola lento mientras Camila se sacaba el camisón y quedaba en bombacha. Manu gruñó, besándola en la boca con fuerza mientras Camila se arrodillaba y le lamía el pecho a Lucía, bajando hasta el borde de la ropa interior.
Lucía se puso de pie, tirando a los dos hacia la cama que estaba a un par de metros. Se sacó la bombacha de un tirón y se tiró boca arriba, las piernas abiertas. Camila se subió encima, lamiéndole las tetas otra vez mientras Manu se acomodaba abajo, metiendo la cabeza entre los muslos de Lucía. Cuando la lengua de él le rozó el clítoris, ella gritó, el placer explotándole en el cuerpo mientras Camila le mordía los pezones y le apretaba las lolas con las manos.
—Así, Lu, dejate ir —susurró Camila, y Lucía la agarró del pelo, empujándola para que bajara. Su prima entendió al toque: se deslizó y empezó a lamerla también, la lengua juntándose con la de Manu en un descontrol húmedo que la tenía temblando. Lucía gemía sin parar, las caderas moviéndose solas mientras los dos la comían como si no hubiera mañana.
Manu se levantó un segundo, sacándose la remera y los pantalones del todo, y se puso atrás de Camila, que estaba en cuatro chupándole a Lucía. Le bajó la bombacha y la metió de una, haciéndola gemir contra la piel de Lucía. Ella miró la escena, el placer mezclándose con la calentura de ver a su prima gozar mientras Manu la embestía. “Vení acá también, loco”, le dijo a Manu, y él salió de Camila un momento para subirse encima de Lucía.
La penetró despacio primero, dejándola sentir cada centímetro, y después empezó a meterle con fuerza, las caderas chocando mientras Camila se sentaba al lado, tocándose y mirando con los ojos brillantes. Lucía gritó, las manos clavándose en la espalda de Manu, y le hizo un gesto a Camila para que se acercara. Su prima se puso encima de su cara, y Lucía la lamió con ganas, la lengua metiéndose entre los pliegues mientras Manu la cogía sin parar.
El cuarto se llenó de gemidos, el sonido de los cuerpos chocando y las respiraciones agitadas. Camila se vino primero, temblando encima de Lucía mientras ella le chupaba el clítoris con todo, y Manu aceleró, embistiéndola hasta que Lucía explotó también, el orgasmo pegándole como un tren mientras gritaba contra la piel de su prima. Él salió justo a tiempo, terminando en el estómago de Lucía con un gruñido ronco, y los tres se quedaron ahí, jadeando en la cama deshecha.
Camila se rio, todavía agitada, y le dio un beso corto a Lucía. —¿Qué tal, Lu? ¿Valió la pena?”. Ella sonrió, limpiándose el sudor de la frente. “Un descontrol, Cami. Esto no me lo saco de la cabeza nunca”, contestó, y Manu asintió, tirándose al lado con una sonrisa.
Se quedaron un rato en la cama, charlando y riéndose mientras la adrenalina bajaba. Lucía sintió que esto era más que un polvo zarpado: era ella eligiendo, viviendo, compartiendo algo con Camila que las unía de una forma nueva. Cuando se levantó para irse, ya entrada la noche, les tiró un “nos vemos, locos” con un guiño, y salió del depto con el cuerpo cansado pero la cabeza en las nubes.
—Pasá, Lu, ya estamos listos —dijo Camila, dándole un abrazo rápido que terminó en una risita nerviosa. Manu la saludó con un “qué tal” y un guiño, y Lucía sintió el ambiente cargarse de una mientras entraba.
Se sentaron en el living con unas birras para romper el hielo. Charlaron pavadas un rato, pero las miradas entre los tres decían más que las palabras. Camila se acercó a Lucía en el sillón, rozándole la pierna con los dedos, y le susurró: —¿Arrancamos, o querés seguir con la previa?”. Lucía sonrió, el calor subiéndole ya. “Arranquemos, Cami. No vine a tomar birra nomás”, contestó, y Manu soltó una risa baja desde el otro lado.
Camila no esperó más. Se inclinó y le dio un beso a Lucía, suave al principio pero rápido se puso intenso, las lenguas enredándose mientras las manos de su prima subían por su cintura. Lucía respondió con ganas, agarrándole el culo por debajo del camisón y apretándolo firme. Manu se acercó, sentándose atrás de Lucía, y empezó a besarle el cuello, las manos grandes deslizándose por sus hombros hasta bajarle los tirantes del vestido. La tela cayó, dejando sus lolas al aire, y Camila se mandó de una, chupándole un pezón con la lengua dando vueltas mientras Manu masajeaba la otra, pellizcándola justo para sacarle un gemido.
—Sos un fuego, Lu —murmuró Camila contra su piel, y Lucía arqueó la espalda, el placer pegándole fuerte con los dos encima. Bajó una mano y metió los dedos bajo el camisón de Camila, rozándole la bombacha ya húmeda. Ella suspiró, abriendo las piernas un poco, y Manu aprovechó para sacarle el vestido a Lucía del todo, dejándola en ropa interior negra.
—No se queden atrás —dijo Lucía, con la voz ronca, y se giró para desabrocharle el jean a Manu. Él se dejó, y cuando la pija salió libre —gruesa, dura, lista—, Lucía la agarró con una mano, meneándola lento mientras Camila se sacaba el camisón y quedaba en bombacha. Manu gruñó, besándola en la boca con fuerza mientras Camila se arrodillaba y le lamía el pecho a Lucía, bajando hasta el borde de la ropa interior.
Lucía se puso de pie, tirando a los dos hacia la cama que estaba a un par de metros. Se sacó la bombacha de un tirón y se tiró boca arriba, las piernas abiertas. Camila se subió encima, lamiéndole las tetas otra vez mientras Manu se acomodaba abajo, metiendo la cabeza entre los muslos de Lucía. Cuando la lengua de él le rozó el clítoris, ella gritó, el placer explotándole en el cuerpo mientras Camila le mordía los pezones y le apretaba las lolas con las manos.
—Así, Lu, dejate ir —susurró Camila, y Lucía la agarró del pelo, empujándola para que bajara. Su prima entendió al toque: se deslizó y empezó a lamerla también, la lengua juntándose con la de Manu en un descontrol húmedo que la tenía temblando. Lucía gemía sin parar, las caderas moviéndose solas mientras los dos la comían como si no hubiera mañana.
Manu se levantó un segundo, sacándose la remera y los pantalones del todo, y se puso atrás de Camila, que estaba en cuatro chupándole a Lucía. Le bajó la bombacha y la metió de una, haciéndola gemir contra la piel de Lucía. Ella miró la escena, el placer mezclándose con la calentura de ver a su prima gozar mientras Manu la embestía. “Vení acá también, loco”, le dijo a Manu, y él salió de Camila un momento para subirse encima de Lucía.
La penetró despacio primero, dejándola sentir cada centímetro, y después empezó a meterle con fuerza, las caderas chocando mientras Camila se sentaba al lado, tocándose y mirando con los ojos brillantes. Lucía gritó, las manos clavándose en la espalda de Manu, y le hizo un gesto a Camila para que se acercara. Su prima se puso encima de su cara, y Lucía la lamió con ganas, la lengua metiéndose entre los pliegues mientras Manu la cogía sin parar.
El cuarto se llenó de gemidos, el sonido de los cuerpos chocando y las respiraciones agitadas. Camila se vino primero, temblando encima de Lucía mientras ella le chupaba el clítoris con todo, y Manu aceleró, embistiéndola hasta que Lucía explotó también, el orgasmo pegándole como un tren mientras gritaba contra la piel de su prima. Él salió justo a tiempo, terminando en el estómago de Lucía con un gruñido ronco, y los tres se quedaron ahí, jadeando en la cama deshecha.
Camila se rio, todavía agitada, y le dio un beso corto a Lucía. —¿Qué tal, Lu? ¿Valió la pena?”. Ella sonrió, limpiándose el sudor de la frente. “Un descontrol, Cami. Esto no me lo saco de la cabeza nunca”, contestó, y Manu asintió, tirándose al lado con una sonrisa.
Se quedaron un rato en la cama, charlando y riéndose mientras la adrenalina bajaba. Lucía sintió que esto era más que un polvo zarpado: era ella eligiendo, viviendo, compartiendo algo con Camila que las unía de una forma nueva. Cuando se levantó para irse, ya entrada la noche, les tiró un “nos vemos, locos” con un guiño, y salió del depto con el cuerpo cansado pero la cabeza en las nubes.
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