Luchonas: la noche más caliente (cap 3

Luchonas: la noche más caliente

Arreglamos volver a vernos con mi luchona para el sábado a la noche. Por su puesto que el sábado se me hizo eterno sentía que la hora no pasaba nunca. Habíamos armado volver al baile mi luchona otra amiga de ella yo y Mateo mi amigo. Al que tuve que convencer porque no quería saber nada. (Mateo si estás leyendo esto de algún lugar me debes una eh!!). Finalmente ya con todo organizado la tarde del sábado se me hizo eterna. Tan así que me fui temprano a lo de Mateo para pasar un poco la ansiedad juntos. Finalmente ya cambiados llegó la hora de arrancar para La Matanza. La noche prometía calorcito cielo despejado y turras en el horizonte. Cuando llegamos a la casa de la amiga de Jésica, Mateo y yo nos quedamos boquiabiertos. Nos estaban esperando en la entradita de tierra de la casilla. Ya listas arregladas y con sed de pasarla bien. Rajaban la tierra. Bajamos del 147 para saludarlas y venciendo nuestros miedos nos quedamos charlando un ratito ahí literal en el barro de una vereda de pasto y más basura en la calle de tierra que la que puedas imaginar. Jesica estaba tomando una latita de birra. Tenía un vestidito muy a la moda de ese entonces muy sexy muy provocatica. Negro y verde a rayas muy corto de una tela finita bastante transparente que dejaba ver clarito el triángulo de la tanga blanca que tenía debajo. Arriba estaba sin corpiño pero sin escote. Maquillada como buena turra en ese momento: recontra exagerada. Se me paro la pija desde que la saludé con un beso en la boca. La amiga "la Yani" estaba muy putita en sintonía con mi turra. A Mateo pobre se le salían los ojos viéndola. Tenía un culo perfecto al mejor estilo cola de propaganda de verano. Redondito firme una locura. Pero sin dudas llamaba la atención por lo tetona. Por su puesto que aprovechando semejantes tetas las iba a lucir y su escotada remerita dejaba vera parte de arriba de esos melones divinos.

Subieron al auto y ya sentada el vestido de Jésica se subía tanto que se le veía la tanguita blanca. No me importo absolutamente nada y antes de arrancar comencé a comerle la boca y deslice mi mano hacia su conchita. Mi luchona ni se gasto en frenarme y por el contrario me besaba con más fuego con más putez. Como si marcará el territorio. Cómo diciéndole a la amiga está pija es mía. Yo le tocaba la conchita con mis dedos primero por encima de la tanguita ya después corriendosela un poquito. Jesica dejo salir dos pequeños y agudos gemidos cortitos. Atrás Mateo sufría pobre, debería querer hacer lo mismo. Mi luchona incluso me manoteo un poco la verga dura en el jean pero nos rescatamos un poco a tiempo y arrancamos para el boliche.

Está vez la fila del baile era bastante larga pero avanzaba rápido. El lugar era como ya había dicho un oasis de turras de rochas villeras hermosas. Nuestras turras estaban en un buen nivel pero había para mirar para todos lados. Mucho vestidito corto mucho orto bien entangado. Escotes algunos bastante profundos, tatuajes y piercings. Un dato que capaz no conte en los capítulos anteriores son los tres tatuajes que tenia Jesica en ese momento. El primero en el brazo una especie de flor enredada pero los dos que más me gustaban eran un par de cerezas en el cachete de la cola que viéndola entangada le quedaba explotado en putez. Y tal vez el más llamativo la espada con la serpiente algo que mayormente se conocía como muerte a la gorra. Este lo tenía en la espalda en el hombro y depende del tipo de topsito o musculosa que usaba se notaba y le daba un extra a la su figura. Completando algunas cosas de Jésica que me preguntaron por privado siempre con las uñas echas largas y rojas o rositas, mayormente me las clavaba fuerte cabalgandome. Su carita tenía una mezcla muy especial. Una combinación entre nena y hembra. Sabía mirarte de las dos maneras. Moviéndome el orto en el baile era toda una hembra emputesida pero paseando a la tarde sabía mirarte como una nena inocente que si bien está vestida para infartante finje que se no da cuenta de eso. Morocha de pelo muy largo. Cómo había contado sus tetas son chiquitas pero redonditas lindas como dos limones. Y su conchita apretadita hacia que mi verga explote de calentura. Un par de cicatrices de golpes de chica completaban una luchona al 100%.

Esa fue sin dudas una de las noches más calientes de mi vida. En el baile fue una constante de Jésica moviéndome el orto entangado apoyándome esa cola en mi bulto que estaba durisimo. Se dejaba que yo le haga de todo acariciarla toquetearla incluso hasta le metí mano por debajo del vestido a la concha mientras me comía a besos. Que manera de bailarme de provocarme me tenía sin dudas a punto caramelo. No sé en qué momento de la noche mi amigo se empezó a comer a la amiga de mi luchona. Pero para cuando levanté la mirada teníamos a las dos turras perreandonos descomunalmente. Nos fundieron económicamente, abremos gastado una fortuna en tragos. Nose ni cuántas veces fuimos a la barra a comprar. Literal pero literal tan solo nos quedó la plata para pagar el peaje de la panamericana al regreso. Las luchonas se habían tomado todo y disfrutaban con cada una de nuestras compras. Jesica hasta parecía exitarse calentarse al hacerme ir a comprarle tragos uno tras otro. Porque a mí regreso con el vaso ella me comía la boca mal me pasaba la lengua por la boca por el cuello me apretaba me bailaba. Y por sobre todas las cosas me beboteaba con cada compra. Me ponía su carita de nena y me dabaas gracias por el regalito. Mateo literalmente tenia cara de no poder creer lo que estábamos viviendo. Nuestros chetos compañeros jamás pasarían una noche así en toda su vida. Y nosotros íbamos dos en una semana básicamente.

Cuando salimos del boliche ambos teníamos la pija durísima mal ni disimular se podía. Se nos marcaba en el jean y nuestras caritas de caliente iban más allá. Cuando llegamos al 147 Jesica sin siquiera una gota de vergüenza le hizo una seña a la amiga y le dijo: "boluda me meo bancame wacha". Delante nuestro frente a nuestras narices Jesica se puso en cunclillas se subió un poco el vestidito, no era necesario de lo corto que era, se corrió la tanguita y largo un chorro de pis directo a la vereda. Fuerte, poderoso que salpicaba absolutamente todo. Mi luchona completamente en pedo poco y nada le importaba y yo le miraba con mucha calentura su hermosa conchita al aire. La amiga siguió sus pasos y entre las dos turras dejaron flor de charco de pis en aquella vereda Matancera. Volabamos de calentura y sin hacerse ningún problema las luchonas se pusieron de pie se acomodaron la tanga y Jesica el vestidito y subieron al auto.

Nos fuimos para la casa de la tía de la amiga de mi luchona, que la tía no estaba no se bien por qué pero con el tiempo entendí que siempre aparecen esas locuras en el mundo turro. Tías y tíos que en realidad no lo son, y casas para hacer jodas o juntadas que deberían de cuidar y por alguna razón terminan en jodas. Nadie sabe de dónde aparecen esas casas y fácil desaparecen pero siempre queda la huella. Llegamos al toque y la amiga nos hizo frenar en la puerta de una casita humilde de ladrillo sin revocar con una ventana con reja negra comida por el óxido y en el medio de una oscuridad que daba miedo. Creo que solo las luces del 147 iluminaban la cuadra. Nos bajamos del auto y entramos, Yani tenía la llave. Una vez dentro había una sola pieza un comedor con la cocinita y un baño. Yani prendió un parlante gigante que tal vez valía más que la casa entera y puso unos temas bien cumbieros que Mateo y yo desconocíamos totalmente. Nos pusimos a escabiar un frizze que había en la heladera y mientras lo tomábamos las turras nos movían el orto nos perreaban como putitas. Jesica me agarró la mano y me llevo para la pieza. Yani casi como un espejo hizo lo mismo con Mateo.

Dentro de la pieza Jesica me empezó a comer la boca mientras me iba desabrochando el cinturón del jean. Me mordía el labio me hacía gozar con cada beso y rápidamente tuvo mi verga afuera del jean toda para ella. La tenía durísima yo. Cabezona bien parada venosa. Mi luchona se arrodilló y comenzó a besarla, le pasaba la lenguita a la cabeza y luego empezó a chuparmela. Mientras me peteaba y se atragantaba con mi pija mire a mi al rededor. En ese momento Yani se la estaba chupando a Mateo. Cruzamos los dos una mirada de esas cómplices de años de amistad. Jamás habíamos vivido algo así con las chetas y de repente teníamos dos turras chupandonos la pija en la misma pieza. Volví a concentrarme en cómo me la estaba chupando Jesica y volaba de calentura. Cómo sentía el fuego de su boca de sus labios recorrer toda mi verga me ponía loco pero loco mal. Jesica se incorporó y con dos movimientos rápidos le saque el vestido. Disfrute de ver esa hermosa cola recontra entangada por unos segundos. Pero mi calentura pudo más y voló su tanguita. Teniendola toda desnudita para mí la turra se puso en cuatro sobre la cama y yo por detrás de ella empeze a meterle la verga. Sin forro piel con piel y rápidamente se ensartó hasta el fondo por lo mojada y flujeada que tenía la concha. Mi turra pego dos alaridos agudos de placer. "Aaaaaaay papiiiiii" "aaaaaaaaaaay siiiii". Yo más caliente que nunca comense a bombearle verga bien adentro. Metía y sacaba primero bastante salvaje dejándome llevar por la calentura y por sus gritos. Estaba desatada mal. Sabiendo que la amiga y Mateo estaban en la misma pieza gritaba más fuerte. Y esa perrez a mi me ponía más caliente. Mientras yo le bombeaba verga a mi turra volví a mirar para el costado y Yani se había puesto en cuatro básicamente al lado de Jésica. Misma pieza misma cama. Mateo empezó a cojersela y volvimos a cruzar tal vez nuestro momento más épico juntos. Eso quedó grabado a fuego durante muchos años. Después de esa conexión básicamente me olvidé de ellos y solo seguía dándole verga y verga a mi luchona. Ella gritaba como loca. Incluso la cumbia desconocida al palo no tapaba sus gritos. Se deberían escuchar desde la calle no tengo dudas. Yani gemia pero con los gritos de Jésica ni la podías escuchar. Pero la situación de ver a las dos turras en cuatro con esos ortos espectaculares recibiendo nuestras vergas era impagable. Nose cuánto tiempo abremos estado garchando en cuatro las dos turras pero sin dudas era nuestra noche más caliente en toda mi vida. Los gritos de placer de Jésica retumbaban en mi cabeza y me hacían calentarme mucho más. En algún momento Yani y Mateo pasaron de la cama a garchar contra la pared. Y con Jesica ella se me subió arriba en la cama, aprovechando el lugar disponible. En ese momento yo solo podía besarla en la boca y besarle las tetas. Los pezones y sentir el flujo sobre mi verga. Pobre Yani ningún gemido de ella se hacía escuchar con tanto griterío de Jésica. Solo se pudo escuchar un "ya está?" Cuando claramente había acabado Mateo. Yo que ensima estaba sin forro a diferencia de el tube que hacer esfuerzos increíbles para no llenarla de leche ahí mismo. Pero me controle. Difícil con las cabalgadas violentas pero resistía. La sentí acabar una banda incluso mojando la cama, sentí ese flujo en mi espalda. Ya no daba más y el pedido de Jésica termino con mi resistencia: "dame tu leche damelaaaa". Literal la llene por completo de leche mal a mi luchona. Fue creo que la explosión de leche más grande de toda mi vida. O ahí con la noche que quedó embarazada de nuestro segunda hija. Eso es otra historia. Jesica recibió toda mi leche con placer gritando y gimiendo, apretandome el pecho. Caímos derrumbados en la cama los dos. Y así desnudos sucios y enlechados nos quedamos dormidos. Se que Mateo y Yani hablaron más tiempo y se durmieron. Amanecimos recién a las 2 de la tarde del otro día. Con resaca y con una felicidad indescriptible.

7 comentarios - Luchonas: la noche más caliente (cap 3

wade-x +1
Muy bueno +10
Joaquinyjesica +1
Gracias genio se vienen mas
joseevargas91 +1
Van 10! Las luchonas las mejores van 10
Joaquinyjesica
siempre sabelo nada mejor q las luchonas