Pornorelato #2

Pornorelato #2


Inspirado en el video: “Mom cums first”
Productora: Nubiles Porn – Moms Teach Sex
Reparto: IndiaSummer, Kenzie Reeves


Socco, pese a ser la tercera esposa de Julio setomaba el rol de madre seriamente. Y es que Julio siendo un exitoso empresariono mostraba el mismo éxito en la educación de sus hijos: Gerson de 19 y Janainade 18 estaban muy mal educados; ambos eran medios hermanos pues tenían madres diferentes.Gerson vivía con su papá, mientras que la media hermana sólo pasaba los finesde semana con aquél.
Ese día Socco se había propuesto hablar del tema conJulio pues se preocupaba por el bienestar de sus hijastros.
—Oye, creo que deberías hablar con Gerson —le dijoal fin.
—¿De qué? —contestó el hombre.
Socco dudó en cómo abordar el asunto, no sabía cómohacerle ver la cuestión a su marido sin crear un problema mayor.
—Es que... descubrí a Gerson tomándome fotos sin mipermiso cuando estaba en prendas, pues... estaba en ropa interior.
La mujer le expuso de la mejor forma que pudo que yase imaginaba cuál era el fin de esas imágenes tomadas sin su consentimiento. Yes que para la madura pero bella hembra el muchacho de 19 años era un calenturientoque se la pasaba masturbándose tanto como podía, sólo el padre no notaba enello un problema.
Julio no vio ninguna contrariedad en aquel hecho asíque todo quedó en nada.
—Es cosa de su edad, ya se le pasará, no te lo tomestan a pecho.
—Gerson necesita atención —insistió la madresustituta, pero se encontró con oídos sordos.
Como el padre no mostró interés por el camino queseguía su hijo éste no dejó de sacarle fotos a la madrastra cada que podía,pues, dicho sea, la mujer estaba muy bien, sazona, nutrida de carnes. Por algose había casado Julio con ella. De frondosas turgencias, pese a su fuertecarácter que le daban duros rasgos en la cara, la mujer era muy deseable. Susmuslos generosos y sus dos nutridas nalgas se antojaban demasiado, comoinvitando a cualquier observador a fornicarla. Por eso el muchacho sechaqueteaba y se chaqueteaba viéndola en alguna de esas imágenes robadasmediante su celular. A veces incluso escondía dicho aparato en el baño conesperanza de capturarla completamente desnuda. El muchacho estaba en plenaebullición y ver aquello en casa no pasaba por alto.
Pero no toda esa energía sexual se gastaría en puraschaquetas, pues un día la cabezona punta fálica del pene de Gerson se paseabasubiendo y bajando en una lubricada abertura vaginal, estaba abriéndose caminoen un túnel dispuesto a su entrada.
—¡Pero qué chingados! —exclamó Socco.
Ese gritó apenas pudo evitar la intromisión, y esque Gerson estaba por metérsela a Janaina, su media hermana, quien apoyada en suscuatro extremidades lo esperaba con su trasero totalmente expuesto a la miradadel joven. Gerson casi se chingaba a su propia hermana, de no haber aparecidoahí mismo su madrastra.
Con expresión de justificada sorpresa y enojo, Soccoencaró la situación.
—¡Qué carajos! ¡¿Se la ibas a meter a tu hermana?!
—No, no, no... —respondió el espantado joven quehabía sido tomado por sorpresa.
—¡Jesús, María y José! —exclamó la mujer—. ¡Larga deaquí pinche putita! Ya hablaré contigo luego —gritó sin ningún miramiento a Janaina.
La joven se bajó de la cama de un salto y corrióalejándose del problema.
Tras verla salir volvió la mirada a su hijastro,quien todavía estaba hincado sobre la cama sin que nada le cubriera sus noblespartes.
—Estabas por meterle tu ver... tu, tu pene a tuhermana, ¡¿cómo es posible?! —dijo furiosa.
—Es mi media hermana y sólo iba a meterle la puntita—dijo Gerson como excusa.
—Sí cómo no. Sólo ibas a meterle la puntita,¿cuántas veces no escuché eso?
—Ella fue la que me lo pidió. Ya sabes cómo es—siguió escudándose Gerson.
—Yo sé cómo es. No me quieras engañar, sé que elhombre es hombre. Siempre están ansiosos de meter su... su cosa en una, aunquesea tu... ¡Dios, ¿cómo es posible?!
Pese a su coraje, Socco supo que era el momento deser madre, y por tanto ser paciente con los bríos de juventud. Hablaríaseriamente con el joven, ya que el propio padre de éste no lo hacía, pero lotrataría como s fuera su madre.
—Gerson he notado que estás obsesionado con el sexo.Te la pasas... bueno, sé que te la pasas... masturbándote la mayor parte deltiempo. No me malentiendas, sé que eso aún es natural a tu edad pero, en miopinión, creo que deberías de experimentar esos deseos con una novia, no con tuhermana.
—Mi media hermana.
—Es lo mismo. Qué, ¿no tienes una novia que...?
—No —respondió Gerson tajante.
Socco ya se lo imaginaba, «¡por eso casi penetra asu propia hermana! —pensó la madura hembra—. Está necesitado de... bueno, puesde mujer».
—Mira, lo que ibas a hacer con Janaina está mal,llevan la misma sangre. ¿Qué pasaría sí...? Deberías conseguirte una novia y,poco a poco llegar a...
—Es que ya lo intenté y no puedo —interrumpió Gerson.
—Cariño, todo llega con el tiempo, ten paciencia. Noquieras que la chica inmediatamente se te entregue, todo lleva su tiempo —dijola sustituta madre y, en un gesto para demostrarle su apoyo, le acarició lamejilla como si de un niño se tratara.
—Pero es que ni siquiera he llegado a verle lospechos a ninguna chica.
—Nunca has visto unos senos, ¿me lo juras?
Ella no podía creerlo. Los chicos, y más losactuales, a esa edad ya han visto eso y mucho más. Se condolió por el que creíatímido joven.
—Cariño, me juras que nunca has visto senos en tuvida —insistió, incrédula.
El joven se limitó a menear su cabeza negativamente.La mujer se sintió entonces enternecida.
—¡Ay, Dios, bueno! —y entonces Socco comenzó adesabrocharse la blusa ante los sorprendidos ojos de su hijastro—. De segurohas visto mejores en las páginas porno que visitas, pero...
Y, tras abrirse la blusa y bajarse el sostén,permitió a Gerson la libre vista de sus enormes pero naturales pechos. Elmuchacho quedó pasmado, con la boca y ojos totalmente abiertos.
—Sí, velos bien —dijo sonriendo la mujer, sabedorade lo que sus mamas provocaban.
El chico había quedado totalmente embobado.
—¿Puedo tocarlos? —expresó de repente el joven.
—¡¿Cómo?! —exclamó sorprendida.
Socco no podía creer el atrevimiento de su hijastro.¿Cómo podía osar pedir eso?
—Sólo, sólo un poco. Quisiera saber cómo se sienten.
—¡Oh, Dios! ¡Está bien, hazlo! Pero sólo un toque yya.
Y la mujer se le acercó voluntariamente.
—Oh, wow —pronunció Gerson, al sentir el volumen yla suavidad de las tetas de la esposa de su padre.
—¿Sí, verdad?
Si bien Socco estaba disfrutando la fascinaciónexpuesta por su hijastro, decidió cortar la situación exponiendo así su autoridad.
—Okey, creo que es suficiente.
Y volvió a cubrir sus senos.
Pensando que había hecho una buena acción, un actonoble, palmeó el hombro del joven brindándole confianza, creyó.
—¿Y qué hay de tu vagina?
—¿Qué hay con ella? —exclamó un tanto molesta por lapregunta.
No podía creer tal atrevimiento.
—¿Puedo... verla?
Esto sí que era una escalada que ella no seesperaba.
—Oye, no. ¿Cómo crees que...? ¿Qué pensaría tu papási nos encuentra así?
Sin embargo sus ojos de niño regañado conmovieronlos sentimientos de Socco.
La mujer terminó por acceder al interés del joven yse levantó la falda; se sentó en la cama, junto a él y haciéndose a un lado latela triangular de sus pantaletas que protegían su hendidura le mostró laconcha de hembra madura.
—¿Puedo tocarla?
—¡Dios...! No, no es posible.
—Por favor. Sólo un poco, es que nunca he...
—Sabes que esta es un área privada, ¿verdad?
—Es que nunca voy a tener la oportunidad, y si no lohago ahora no sé que podría pasar...
—Sí, yo lo sé. De seguro se lo pedirás a tu hermana.
—Bueno, si me juras que dejaras en paz a Janainapuedes tocarla.
Gerson por supuesto juró aquello y su dedo seaventuró al sexo de su madrastra.
—Sí, ese es el clítoris —expresó la mujer como sifuera una maestra exponiendo un esquema en su clase.
Pero el joven no sólo toco aquello sino que,ensalivado previamente, introdujo su dedo en la expuesta raja.
Si bien en su cara fue evidente lo que elentrometido dedo de su hijastro le provocaba, Socco, con voz gemebunda, dio porconcluido el ejercicio.
—Es suficiente —ella señaló.
—Oh, wow.
—Sí, verdad. ¿Estuvo bien? —dijo mientrasreacomodaba sus ropas.
—Sí, fue... wow.
Socco le sonrió amable, exponiendo que estaba felizpor él. Seguramente creía que le había brindado confianza en sí mismo.
—¿Podría meter mi pene en tu vagina?
Socco torció su rostro al escuchar tal petición conincredulidad. No podía ser, su hijastro no sólo le había perdido el miedo a lamujer, sino que no temía solicitarle una cosa así en su propia cara.
La mano de ella golpeó su propio muslo expresandocon tal chasquido lo insolente de su petición.
—¡Dios Todo Poderoso, tú no sabes cuándo parar! Estábien, está bien lo haré, pero sólo para que desahogues tu curiosidad, y si meentero que regresas a tus jueguitos con tu hermana le contaré todo esto a tupadre. No me importa lo que pase, le diré todo lo que me has pedido y lo quehemos hecho, ¡de ACUERDO!
Y la mujer, pese a haberle alzado la voz, se dispusoa complacerlo. Se abrió de piernas ante él y metió sus pulgares bajo elelástico de sus pantaletas para retirárselo. Su sexo quedó expuesto y Gerson nodejaba de mirarlo.
—Puedes metérmela. Pero sólo por un minuto, ¿okey?¿Estamos de acuerdo? Eso será todo. Sé cómo te sientes ahora, pero debesentender lo que conlleva esto que vamos a hacer.
—Sí, sí, claro.
—Nadie debe enterarse de esto, ¿okey? Nada de ir porahí presumiendo a tus amigos lo que hiciste conmigo. Esto queda entre nosotros.
—Sí, sí, por supuesto, no se lo diré a nadie.
—Así que hazlo ahora —le dijo, a la vez que ellaacomodaba unas almohadas detrás de su espalda, de tal forma que le dieransoporte para estar en tal posición.
Gerson, con el pene erecto se acercó a ellatorpemente. Socco le sonrió y lamiéndose una mano lubricó con ella su propiaentrada. Cuando el pene estuvo próximo lo tomó, ayudándole a guiarlo a suobjetivo.
—Más abajo, déjame enseñarte —ella le dijo al darsecuenta que no daba bien a bien con el camino de entrada, y le colocó el glande dondedebía colocarse—. Ahora, empuja.
Gerson suspiró profundamente al sentir como ella le estrechabasu pene, a la vez que sentía la calidez de su primera vez. La madura alescuchar a su hijastro le dijo:
—Así es, tu pene está en mi vagina, ¿cómo losientes?
—Oh, wow, es... wow —Gerso no tenía palabras.
Pero Gerson no se contentó con estar dentro de sumadrastra. En poco tiempo, comenzó el movimiento de bombeo de forma instintiva,sin siquiera pensar en ello, era su cuerpo el que guiaba la unión de macho yhembra; la cópula daba comienzo.
—Oh, pero mira —dijo en reconocimiento la mujer.
Y su respiración evidenció su sentir al recibir lasarremetidas del hijo de su esposo.
Ensalivó nuevamente su mano para lubricarle el pene sobrela marcha, ya que no dejaba de entrar y salir. Socco llegó a acariciarse elclítoris, en una acción que evidenciaba que ella estaba dispuesta a gozar tambiénde tal situación.
—Ya llevamos más de lo que acordamos pero bueno...uff —señaló la mujer pasados varios minutos de mete y saque.
—¿Te gusta? —esta vez preguntó él.
—Sí, se siente bien —Socco reconoció honesta.
Gerson entonces arremetió con más profundidad yviolencia; seguramente inspirado en el porno del que era habitual consumidor.
—¡Ohu, tranquilo! —exclamó ella—. Eso fue profundo.
Sin embargo, Gerson demostró su juvenil ímpetu enuna mujer que hacía tiempo no recibía tal arrebato. Socco vio a su hijastro conotros ojos. Era una total locura, pero el joven la estaba complaciendo.
—¡Es tan rico...! —expresó él.
—Sí —respondió ella gimiendo y con agitadarespiración.
—¡Oh, me voy a...!
—¿Vas a qué?
—¡Oh...!
—¡¿Qué?! ¡¿Qué?!
Pero ya había pasado, el chico se le había venidodentro. Socco lo único que pudo hacer es azotarle una nalga a manera dereprimenda.
—Ups —fue la única disculpa que emitió el joven.
Ella lo vio molesta.
—¡¿Ups?! ¡¿Ups?! —repitió enojada la mujer, queahora resguardaba el semen del hijo de su marido.
—Disculpa creo que... la cagué.
—Sí, sí que lo hiciste.
—No pude detenerme, lo siento —dijo Gerson, a la vezque sacaba su miembro de la enmelcochada vagina.
—Por supuesto que no pudiste contenerte —dijo Socco,entendiendo la situación.
—Es que se sentía tan bien ahí adentro que...
—Obviamente, mira cómo me dejaste la vagina.
Aunque era ella quien lo señalaba, Gerson no podíadejar de ver las consecuencias de su acto, la panocha estaba rebosante de su esperma.



FIN

0 comentarios - Pornorelato #2