Aislado Entre Mujeres [64].

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Aislado Entre Mujeres [64].




Capítulo 64.

Casi Hermanas.


El clima en mi casa era devastador. La noticia nos afectó tanto que ya nadie quería andar sin ropa. Nos vestimos y nos quedamos deambulando por las habitaciones prácticamente en silencio. Escuché a algunas de mis hermanas intercambiar comentarios en voz baja, pero ni siquiera hice el intento de escucharlas. 
Esto lo cambia todo. Con mis hermanas llegamos al acuerdo de que ya no haríamos ningún intento por hacer las paces con Ayelén. Podíamos vivir sin ver a una prima, incluso llevándonos mal con ella. Al fin y al cabo, lo hacíamos para poder mantener una buena relación entre nosotros, porque sabemos muy bien que Ayelén siempre buscará la forma de generar conflictos, y puede que algún día intente que haya enfrentamientos entre mis hermanas, o conmigo. Pero ahora… dios, no puedo creer que sea nuestra hermana.
“Medio hermana”, había aclarado Macarena antes de que nos vistiéramos.
A mí el concepto de “Medio hermana” me da igual. Compartimos el mismo padre… aunque éste sea un tipo al que nunca le vimos la cara. 
—Ustedes son de lo peor —le dijo Gisela a Alicia y a Cristela—. Tienen tantos secretos que ni siquiera se contaron la una a la otra quién era el padre de sus hijos. Y todos esos secretos nos terminan afectando a nosotros. ¿Les parece bien que tengamos que enterarnos a esta altura del partido que tenemos otra hermana? ¿Y vos, tía? ¿Ya hablaste con Ayelén? 
—Em… no, y me gustaría que no le dijeran nada.
—Ah, no, eso sí que no. Los secretos en esta familia se terminan hoy. 
—No, pará… Gisela, por favor… esperá… 
Cristela se puso de pie e intentó agarrar del brazo a Gisela, pero Macarena se interpuso en su camino. Maca solo tuvo que mirarla fijamente con el ceño fruncido y eso bastó para que la tía retrocediera. 
—Vení, necesitamos hablar con vos —vimos a Gisela reaparecer, arrastrando a Ayelén del brazo. Nuestra prima estaba completamente desnuda. Por supuesto que no intentó cubrirse, aunque le habrá parecido algo raro ser la única sin ropa en toda la sala.
—Dejame en paz, Gisela… no quiero saber nada con ustedes. Por mí se pueden ir todos a la mismísima mierda. Sigan cogiendo como conejos incestuosos, o no… sinceramente me da igual. Ya estoy harta de esta familia. 
—Elegiste un mal momento para estar harta de nosotros, porque…
—Por favor, Gisela… no hagas esto —suplicó Cristela, con los ojos llenos de terror.
—No, tía. Basta de secretos y mentiras. Solo trajeron problemas. 
— ¿De qué mierda hablan? —preguntó Ayelén, ofuscada.
—Acabamos de enterarnos que sos nuestra hermana —Gisela soltó la bomba sin ningún tipo de preámbulos. Creí que Ayelén reaccionaría con miedo, confusión, ira… que saldría corriendo; pero en lugar de eso, empezó a reírse.
—¿Pero qué boludez estás diciendo? —Preguntó soltando carcajadas—. ¿Cómo vamos a ser hermanas? Sé muy bien que mi mamá es ella —señaló a Cristela—. Y solo tuvo una hija. 
—¿Y sabés quién es tu papá? —Le preguntó Macarena.
Esto borró la sonrisa del rostro de Ayelén.
—No, no sé quién es. Nunca pregunté. Si es un tipo que no quiso tenerme como hija, entonces yo no quiero tenerlo como padre. 
—Bueno, te sorprenderá saber que tu padre es el mismo que el nuestro —dijo Pilar, quizás con un poco más de tacto que sus hermanas—. Se trata de un tipo llamado Aníbal. Era dueño de un taller mecánico y tuvo muchas aventuras sexuales con tu mamá… y con la mía. Por lo que sabemos, él las dejó embarazadas a las dos… y a mí mamá la embarazó cinco veces. Así que compartís padre con todos nosotros.
—¿Esta es alguna clase de broma de mal gusto? —Ayelén escudriñó a todos los presentes en la sala—. ¿Así es como quieren vengarse por todo lo que pasó?
—No sabemos por qué te comportás así con nosotros —dijo Macarena—, opino que lo hacés simplemente porque estás mal de la cabeza y sos una persona autodestructiva. Pero esto no tiene nada que ver con eso. Tía ¿estás absolutamente segura de que el padre de Ayelén es Aníbal?
—Sí… absolutamente segura —Ayelén la miró con los ojos vidriosos, como si estuviera a punto de llorar—. Yo no busqué el embarazo, como lo hizo Alicia. Yo quedé embarazada porque usé pastillas anticonceptivas vencidas, por error. No funcionaron. Y si bien tuve varias aventuras sexuales, durante esos días el único tipo con el que tuve relaciones fue Aníbal. Él… él sospechó que podría ser el padre; pero yo le dije que no, que el padre de mi hija era un tipo que conocí en una discoteca. Cosa que era mentira. Le mentí porque no quería que todo el barrio supiera que un mecánico, veinte años mayor que yo, me había dejado embarazada. Perdón, hija… nunca te lo conté, porque vos no querías saber nada de tu padre. Y te juro que no tenía idea de que Alicia se había hecho embarazar por el mismo tipo. Ella nunca me lo contó, yo… este… Ayelén, por favor…
Esta vez sí la reacción de mi prima fue mucho más parecida a lo que yo imaginaba. Sus ojos se llenaron de lágrimas, dio media vuelta y se fue corriendo hasta la habitación de mi madre (la que había reclamado para ella), y luego escuchamos un estridente portazo.
Cristela se sentó en el borde de una silla y comenzó a llorar.
—Perdón, tía —dijo Gisela—. No lo hice por maldad. Espero que entiendas por qué estamos hartos de las mentiras. 
—Está bien… ya pasó, no se puede volver el tiempo atrás. Es solo que… Ayelén me va a odiar toda la vida por esto. 
—Bueno, ya nos odia a nosotros… —dijo Pilar—. No me extrañaría que termine odiando a toda la familia.
—No los odia —Aseguró Cristela, secándose las lágrimas—. Al menos no a todos ustedes. Ella no actúa de esta manera por odio… sino por amor. Está enamorada y se siente rechazada… y es sumamente celosa. No lo puede evitar, solo busca que la persona que ama se fije en ella, y no lo logra. Eso la tiene extremadamente frustrada. 
—¿Enamorada? —Preguntó Gisela, con los ojos muy abiertos.
De pronto todos los ojos se fijaron en mí, hasta Brenda, que no es de la familia, me miró como si yo fuera el culpable de todos los males que nos acechan.  
—¿Está enamorada de Nahuel? —Dijo Pilar—. Wow… la puta madre. Eso explica por qué últimamente trata tan mal a Tefi, porque Nahuel y Tefi… em… se llevan muy bien. También explica por qué odia a Alicia. O sea, mami, no te ofendas… pero de esta casa, sos la que más veces cogió con Nahuel, con diferencia. Ahora todo tiene sentido.
Tuve que sentarme. Las piernas me temblaron. ¿De qué mierda hablan? ¿Acaso Ayelén me maltrató todo este tiempo porque yo no me fijé en ella de la forma en que quería que lo hiciera? No puede ser… todavía tengo que resolver lo que me pasa con Tefi, no puedo lidiar con una prima enamorada de mí… y menos si sé que esa prima también es hermana mía. ¿Qué pretende? ¿Qué yo sea su novio? ¿Eso en qué nos convertiría? ¿En primo-hermano-novios? No, ni hablar… ni loco… menos con Ayelén.
—Una vez me preguntaron si sabía por qué Ayelén trataba así a todo el mundo y les juré que no lo sabía. Eso fue mentira… y como bien dijo Gisela, es mejor dejarnos de joder con tantas mentiras, solo traen problemas. Conozco muy bien a mi hija, pasé mucho tiempo con ella. Charlamos más de lo que creen y si bien ella nunca me lo dijo abiertamente, sé lo que piensa y lo que siente. A mí no me puede ocultar muchas cosas. Y quedate tranquilo, Nahuel. No estaba hablando de vos cuando dije que está enamorada.
—¿Ah no? ¿Entonces de quién? —Pregunté— ¿De vos? —Abrí grandes los ojos, eso tenía sentido para mí—. Por eso se enojó tanto cuando decidiste venir a esta casa… te quería solo para vos y…
—No, esperen —intervino Cristela—. Dejen de sacar conclusiones apresuradas. Yo les podría contar lo que sé; pero no me corresponde hacerlo. Tefi… ¿por qué no les contás lo que pasó durante el viaje que hicieron juntas a Bariloche? 
Una vez más todas las miradas giraron hacia una misma dirección. Esta vez el foco de atención fue Estefanía. Nos devolvió la mirada con los ojos y la boca bien abiertos. 
—Pará… pará… —intervine—. ¿Me estás diciendo que Ayelén está enamorada de Estefanía?
Por alguna extraña razón esta noticia me resultaba aún más molesta que la anterior. Hubiera preferido que esté enamorada de mí.
—¿De qué está hablando, Tefi? —Le preguntó Pilar a su hermana—. No entiendo nada. ¿Qué pasó en Bariloche? 
—Em… ¿lo tengo que contar ahora?
—Creo que cuanto antes lo hagas, va a ser mejor —me sorprendió que las palabras salieran de la boca de Brenda. Ya dije que me encanta que ella se involucre en los asuntos familiares, porque (a diferencia de Ayelén) a Brenda la siento como parte de la familia—. Cuando tenés secretos que pueden afectar a tus seres queridos, es mejor dejarlos salir. Te lo digo por experiencia. Para mí fue muy duro confesarle a mí mamá que quería estar con una mujer. 
—Hey, ¿eso cuando pasó? —Pregunté—. ¿Hablaste con ella?
—Pasó antes de venir para acá. Perdón, yo tampoco fui del todo sincera. No vine solo porque quisiera… es que… me echaron de casa. No tenía dónde más ir, Gisela es mi única amiga en el mundo. A ella sí se lo conté, pero creo que todos merecen saberlo. Mi mamá es muy testaruda, no va a aceptar nunca una hija lesbiana. Con mucha vergüenza en el alma les tengo que pedir que, por favor, me dejen quedarme acá durante un tiempo. Hasta que pueda alquilar algo. 
—No sientas vergüenza por eso —le dijo Alicia—. Sos bienvenida en esta casa durante todo el tiempo que quieras. Nos encanta tenerte acá, ya te sentimos como una más de la familia. —Brenda sonrió—. Aunque hay una condición: si vas a ser parte de esta casa de forma permanente, entonces tenés que ayudar con los quehaceres domésticos, porque acá nadie tiene coronita de oro. ¿Está claro?
—Perfectamente claro, Alicia. Muchísimas gracias…
—Hey, Brenda… antes de dar las gracias —dijo Pilar—, creo que deberías saber que algunos de tus “quehaceres domésticos” van a consistir en chuparle la concha a mi mamá. Estoy segurísima de que te lo va a pedir más de una vez.
—Uf… pero eso lo hago encantada. Me da mucho morbo chuparle la concha a Alicia. Y si alguna de ustedes también quiere, solo me lo tienen que pedir… o no… ni siquiera hace falta que me lo pidan.
—Quiere que la obliguen —acotó Gisela—. Le calienta más así. Recuerden que es muy puta… y muy sumisa. 
—Sí… oblíguenme —dijo Brenda, creo que nunca la vi tan feliz—. Y tóquenme sin pedirme permiso. Háganme lo que quieran. 
—Eso lo puedo hacer… y hoy mismo, si nos da el tiempo —aseguró Macarena. Casi se podía escuchar los latidos del corazón de Brenda, estaba muy excitada y se le notaba en la cara—. Y me alegra que hayamos hablado de esto y que ya esté todo aclarado. Ahora me gustaría escuchar a Tefi. Lo siento, hermana… no vas a poder posponer esto. Sabés algo que necesitamos saber.    
—Ufa… la puta madre. Creí que nunca tendría que contarle esto a nadie. Me pone muy mal hablar de este tema —Tefi se sentó en un sillón y todos tomamos asiento a su alrededor—. Lo cuento solo porque sé que es el motivo que tiene tan mal a Ayelén, y eso le está afectando a todos ustedes. Porque si fuese solo por mí, preferiría quedarme callada. 
—Dejá de dar vueltas, hermana y contanos de una vez —insistió Macarena—. ¿Qué pasó entre vos y Ayelén?
—Uh… está bien… está bien. Como ya saben, el año pasado viajamos juntas a Bariloche, porque nosotras no tuvimos viaje de egresados con la escuela, así que decidimos hacerlo solas. 
—Sí, y me acuerdo lo mucho que costó ese viaje —dijo Gisela.
—Lo siento mucho por eso, les juro que lo voy a compensar. Sé que para vos y para mamá no fue fácil pagarlo. 
—No te preocupes por eso, hija. Ya hiciste más por nosotros de lo que nosotros hicimos por vos. Si hay una deuda, es la que tenemos nosotros con vos. 
—Gracias, mamá. Bueno, el viaje con Ayelén fue un tanto peculiar. Cuando llegamos a Bariloche y empezamos a pasear, no faltaba algún tipo que se nos acercara haciéndose el lindo, para invitarnos a tomar algo… o directamente para que fuéramos a su hotel. Nosotras siempre les decíamos que no. No habíamos ido a buscar tipos, solo queríamos pasarla bien y disfrutar de los paisajes. Fue increíble conocer la nieve y las montañas. En fin, nos cansamos de que nos acosen pensando que éramos dos chicas solteras en busca de “aventuras”, entonces le dije en broma a Ayelén: “¿Y si empezamos a decirle a la gente que en realidad somos novias?” 
—Uh, la puta madre… ya me imagino cómo terminó esto —dijo Pilar—. Ayelén es muy intensa, no creo que se tome este tipo de cosas a la ligera.
—Y así fue —aseguró Tefi, con pesar—. Me sorprendió lo mucho que se comprometió Ayelén con esta idea de simular ser parejas. Empezó a tomarme la mano cuando paseábamos e incluso me besaba en público. Al principio yo lo veía como una inocente broma, me divertía. Por eso a veces era yo la que la besaba o le decía cosas bonitas. En Bariloche hay discotecas espectaculares. Se imaginarán que ahí dentro la insistencia de los tipos era mucho peor, en especial porque nos veían vestidas de forma más sexy. Con Ayelén nos mantuvimos en el plan de seguir siendo una pareja de novias; pero los besos dentro de la discoteca se volvieron mucho más intensos, empezaron los manoseos. 
—¿Vos también la manoseaste a ella? —Preguntó Gisela.
—Sí, y repito que para mí era solo un juego… uno que me parecía sumamente divertido, al menos hasta ese momento. Porque después las cosas se empezaron a torcer. La situación se complicó cuando Ayelén me dijo que había sacado turno en un spa muy exclusivo, donde nos iban a hacer masajes. Yo fui encantada, me parecía genial la idea de pasar la tarde en un centro de belleza y relajación. Y me tranquilicé al ver que las masajistas eran mujeres, dos chicas jóvenes muy bonitas. No quería que un tipo me “tocara” al hacerme masajes. La sesión arrancó tranquila, con música suave, velas aromáticas y mucho aceite. Yo cerré los ojos y le dejé hacer su trabajo a la masajista, mientras en la otra camilla atendían a Ayelén. Ella no paraba de decirles que éramos novias y que estábamos pasando unas grandes vacaciones juntas. Me pareció raro que siguiera con la mentira frente a las chicas, pero luego pensé que era para que todos en Bariloche pensaran lo mismo y no hubiera contradicciones en el relato.
>La masajista de a poco me fue sacando la toalla, yo abajo no tenía nada. Pero mientras estuviera boca abajo no se me veían las tetas. Me pidieron que me diera vuelta y al hacerlo (cubriéndome con la toalla) me llevé una gran sorpresa. La masajista, en algún momento, se había sacado su ropa y estaba usando solo una bata muy suelta. Podía ver sus grandes pechos asomando casi hasta los pezones.
—Uy, qué lindo… quiero una masajista así —Bromeó Macarena. 
—Y podés tenerla —aseguró Gisela—. Soy muy buena haciendo masajes… 
—Sé que a ustedes les parece una idea muy atractiva; pero a mí me dejó confundida. En especial cuando vi que Ayelén ya estaba completamente desnuda en la camilla y la otra masajista también estaba solo en bata. A ver, que las dos chicas eran hermosas y tenían muy buenas tetas… a pesar de eso, mi target sexual no son las mujeres. Ayelén me pidió que me relajara un poco y dejara a las chicas hacer su trabajo, porque eran profesionales. 
>Accedí justamente por eso. Me imaginé que dos masajistas profesionales no se propasarían con nosotras. Me saqué la toalla y, aunque estaba muy nerviosa, disfruté de los masajes. La mina era excelente en sus trabajo, tenía manos privilegiadas, muy suaves… y también algo atrevidas. No pasó mucho tiempo hasta que empecé a sentir sus caricias muy cerca de la concha… y cada vez se acercaba más. Estuve a punto de quejarme y al girar la cabeza me quedé helada al ver que Ayelén le estaba chupando una teta a su masajista… y al mismo tiempo la mina le estaba metiendo los dedos en la concha. 
—Uy, esto se está poniendo interesante —dijo Pilar con una gran sonrisa.
—Para ustedes, tal vez… a mí me dio un poco de miedo. Yo ni siquiera sabía que Ayelén tuviera tendencias lésbicas, me sorprendió mucho verla chupar esa teta con tantas ganas… y para colmo mi masajista me ofreció su teta, para que yo pudiera hacer lo mismo. Al ver que yo me negaba, Ayelén dijo: “Dale, amor… chupá tranquila, que no me voy a poner celosa… además, esto es súper relajante”. 
—¿Y lo hiciste? —Preguntó Gisela.
—Sí. Lo que pasó es que me resultó un poquito divertido eso de experimentar cosas que normalmente no haría… eso ocurre cuando la gente viaja. Se vuelve más experimental.
—Así es, puedo dar fe de eso —aseguró Macarena.
—Cuando empecé a chuparle la teta a la masajista, ella ya no se midió. Me acarició la concha y me metió los dedos. Dios… era buenísima. Demasiado buena. Si no hubiera tenido ese talento, quizás no le hubiera permitido tocarme tanto. Después de un rato Ayelén me dijo: “Pagué por el servicio completo, así que preparate”. Muy ingenuamente  me pregunté qué era eso del servicio completo. Lo descubrí cuando las dos masajistas bajaron para poner sus cabezas entre nuestras piernas. No tuve tiempo a reaccionar. La flaca tetona me empezó a chupar la concha… y claro, la otra hizo lo mismo con Ayelén.
—Dios… quiero visitar ese spa con Brenda —dijo Gisela—. Cuando se termine esta pandemia de mierda, vamos a viajar a Bariloche ¿querés?
—Sí, por supuesto. Si nos van a atender de esa manera, voy sin dudarlo. 
No lo voy a negar, incluso a mí me resultó interesante la idea de visitar un spa como ese. 
—¿Así que esa fue la primera vez que una mujer te chupó la concha? —Preguntó Macarena.
—Sí, y no creí que estuviera tan bueno. Se nota que la mina se dedica a esto. No me dio tregua ni por un segundo. Lo disfruté, aunque nunca llegué a relajarme del todo. Sé que Ayelén también la pasó bien. Después volvimos al hotel…
—Uy… ¿no pasó más nada con las masajistas? —Preguntó Pilar.
—Ese día, no. 
—Pero esa noche sí que pasó algo —dijo Cristela. Enseguida se tapó la boca y añadió—. Perdón, es que ya conozco esta historia, mi hija me lo contó todo. No pretendía meterme. 
—Es cierto, esa noche empezó todo el quilombo —continuó Tefi—. Ayelén se puso mucho más mimosa, no la culpo, la estábamos pasando fenomenal. Todo era alegría. Después de cenar algo en el comedor del hotel, subimos a la habitación y nos bañamos juntas… eso no lo habíamos hecho antes; pero me animé… total ya nos habíamos visto desnudas. El tema es que Ayelén aprovechó para besarme y me acarició un poco la concha. Eso ya me resultó raro. No le dije nada porque pensé que no se repetiría. Sin embargo, ni bien salimos del baño, me tiró sobre la cama y fue a hacer lo mismo que la masajista: se metió entre mis piernas y sin darme tiempo a reaccionar, empezó a chuparme la concha. Me quedé paralizada. O sea, podía entender el jueguito de ser novias e incluso intercambiar unos besos con ella… pero esto ya me parecía demasiado. Le pedí que no siguiera, porque somos primas… me dijo que eso no le importaba, que me quería mucho y que se moría de ganas de coger conmigo. Jamás pensé que Ayelén me pediría tener relaciones sexuales con ella. Yo nunca había cogido con una mujer.
—De hecho nosotros creíamos que eras la única que nunca chupó una concha —dijo Pilar.
—Lo sé, y ya saben por qué decidí ocultarlo. No quería que mamá se pusiera pesada conmigo, de la misma forma en que lo hizo con Gisela —este comentario debió resultar doloroso para Alicia. No dijo nada, se limitó a agachar la cabeza y a apretar los labios—. Además no quería que Ayelén siguiera insistiendo con todo ese asunto de que seamos novias.
—Pará… pará… ¿en qué momento te pidió que fueras su novia? —Preguntó Macarena—. Porque solo dijiste que te chupó la concha. ¿Acaso pasó algo más? —Tefi se quedó muda y Maca abrió grandes los ojos—. No lo puedo creer… te la cogiste! Le dijiste que sí. 
—¿Le chupaste la concha? —Preguntó Gisela. Tefi asintió con la cabeza—. Y me imagino que pasó más de una vez.
—Pasó durante todo el resto del viaje. Soy una boluda. Accedí porque, bueno… Ayelén dijo que era algo que haríamos solo en Bariloche y porque… mmm… no sé, me resultó interesante probar con una mujer. Sé que les mentí un montón de veces diciendo que nunca cogí con una; pero sí les dije parte de la verdad: no soy lesbiana. No me gustan las mujeres. Puedo chupar una concha y poco más. No me imagino en pareja con una mujer. 
>Durante toda la estadía en Bariloche mi relación con Ayelén se puso muy intensa, cogíamos cada vez que podíamos y un día le dije: “Me alegra que me hayas convencido de hacer esto, está buenísimo”. Algo que ella interpretó como que yo me estaba declarando lesbiana. Y no fue así. 
>Pensé que se conformaría con lo que ocurrió en el viaje, sin embargo cuando volvimos la cosa se puso aún peor. Ella se me declaró… fue uno de los momentos más incómodos de mi vida. No supe qué decirle. Ayelén insistió en que debíamos ser pareja, porque nos queremos mucho y porque nos entendemos muy bien en la cama. Pero al final le dije que no. Le aseguré que no soy lesbiana y que jamás vamos a poder estar juntas… porque somos primas.
—Y ahora la situación se pone peor —dijo Pilar—, porque es tu hermana. 
—Lo sé… 
—Wow… de pronto todo tiene sentido —dijo Macarena—. Ya entiendo por qué trata tan mal a Nahuel. Porque sabe que ahora él y Tefi se llevan muy bien… 
—Igual a Nahuel siempre lo odió —aseguró Tefi—. Aunque es cierto que ese odio creció mucho cuando se enteró que Nahuel cogía conmigo.
—Por eso te hacía sentir mal al respecto —le dije, recordando las palabras de Ayelén cuando nos veía juntos.
—Sí. Quería hacerme sentir mal porque yo la rechacé por ser mi prima, pero al mismo tiempo estaba cogiendo con mi propio hermano. Y lo entiendo, debí parecer una hipócrita. 
—Me acuerdo que Ayelén se pasó a tu pieza por unos días —comentó Pilar—. Seguramente eso lo hizo para poder estar con vos… y para sacar a Nahuel de tu cuarto. —Tefi asintió—. Supongo que cogiste con Ayelén durante esos días.
—Yo sé que te dejaste chupar la concha —le recordé—. Eso me lo contaste.
—Así es… pero hice mucho más que eso. Cogimos sin ningún pudor. Lo hice porque me sentía culpable, sabía que la estaba haciendo sufrir. Ella seguía insistiendo con que seamos pareja, que todo iba a salir bien. Pero yo le dije: “Nena, si yo fuera lesbiana, mi mamá me mata”. 
—¿Y así nació el odio por mamá? —Preguntó Gisela.
—Más o menos —respondió Tefi—. A mamá ya la odiaba de antes; pero es por el mismo tema. Ayelén no es tonta, ya se imaginaba que Alicia tenía gran parte de la culpa. Y ahora entiendo que se acercó a ella para poder torturarla un poco. A Ayelén no le interesaba vender juguetes eróticos, su idea era tener cerca a Alicia y joderla cada vez que pudiera…
—Y volverla adicta al sexo lésbico —dijo Macarena.    
—Bueno, eso lo consiguió —aseguró mi mamá—. Llegué a sentir verdadera desesperación por coger con ella… o con otras mujeres. Sabía que lo hacía por torturarme, aunque no entendía de dónde venía su odio. Creí que simplemente era mala persona.
—Es mala persona —aseguré—. Entiendo que esté despechada, pero solo una mala persona puede comportarse de esa manera. Sin embargo… ya no la odio. Ahora siento pena por ella.
—Sí, yo también —dijo Pilar—. La pobrecita debe estar sufriendo mucho. Tiene cerca a la persona que ama y no puede estar con ella… porque el amor es no correspondido. Dios, parece una de las novelas que me gustan a mí. Aunque claro, en esas novelas no suele haber tantas relaciones incestuosas. 
Se hizo un silencio sepulcral, ya estoy acostumbrado a ellos. Me dan tiempo para pensar, y sé que mis hermanas estaban haciendo lo mismo. La siguiente en hablar fue Macarena:
—Recapitulemos: Ayelén odia a Nahuel porque lo ve como un rival contra el que no puede competir, porque él es hombre y sabe que Tefi prefiere el sexo masculino. Odia a Alicia porque cree que por culpa de ella Tefi no se anima a reconocer que es lesbiana. Odia a la abuela porque entiende que Fernanda es la que causó todos los traumas en Alicia, por eso también buscó la forma de enemistarla con nosotros.
—¿Y al resto de nosotras por qué nos odia? —Preguntó Pilar—. Porque es obvio que no nos quiere demasiado. De lo contrario hubiera intentado acercarse. Durante todos los meses que estuvo viviendo en esta casa, conmigo no habló casi nunca. Me ignoró completamente.
—A Gisela probablemente la odie porque nunca le hizo frente a Alicia. Porque en la mente de Ayelén todo debe ser causa y consecuencia. Debe estar convencida que no puede ser la novia de Tefi porque nosotros conspiramos contra ella, de forma directa o indirecta. A mí me odia porque soy la que le hace frente, la que no se queda callada. Más de una vez le aseguré que le iba a romper la cara, por ser tan odiosa. Y a vos, Pilar… no sé por qué te odia. Eso es un misterio para mí… pero algún motivo habrá.
—A mí también me odia —dijo Cristela—. Sabe de mi relación con Alicia… sabe que cogí mil veces con mi hermana y que empezamos una relación casi de pareja en estos últimos meses. Disculpá Alicia, sé que después te dije que mejor no sigamos por ese rumbo… y no creas que estuve jugando con tus sentimientos. Yo te quiero un montón. Pero lo de que seamos casi parejas pensé que serviría para que Tefi y Ayelén se animen a estar juntas, porque yo sí creía que Tefi era una lesbiana reprimida. Ahora entiendo que no lo es. Me equivoqué con eso. No funcionó y solo conseguí empeorar las cosas. Ahora Ayelén cree que lo hice para burlarme de ella o algo así. Como si le estuviera tomando el pelo. Y encima… esto provocó que Alicia se pusiera aún peor de lo que ya estaba. Perdón por eso, hermana.
—No te preocupes —dijo mi mamá—. Lo nuestro no iba a funcionar nunca. Justamente vos lo dijste: somos hermanas. Debemos mantener los pies sobre la tierra. Podemos tener alguna aventurita de vez en cuando; pero eso de ser hermanas y ser pareja a la vez es ridículo… y solo hubiéramos terminado lastimadas… 
—Ahora la que está lastimada es Ayelén —dijo Macarena—. Y ella cree que toda la culpa la tenemos nosotros. 
—Acá la única culpable soy yo —dijo Tefi—. Pensé que todo lo de Bariloche fue un simple juego y no quise prestarle atención a las señales que siempre estuvieron ahí. Debí darme cuenta que los sentimientos de Ayelén iban en serio y que le estaban pasando cosas conmigo. Tuve tiempo de ponerle fin a toda esa locura; pero seguí cogiendo con ella porque andaba re caliente. Eso es lo peor de todo… le traje muchos problemas a esta familia solo porque me calenté al coger con mi prima.
—No te sientas culpable —dijo Gisela—. Ayelén también se dejó llevar por la situación. Cualquiera hubiera hecho lo mismo en tu situación. No creo que nadie acá te considere responsable de sus actos.
—Gracias… me hace bien oír eso.    
No pretendo justificar el comportamiento de Ayelén. Actuó mal y nos complicó la vida a todos… en especial a mi madre. A ella la hizo sufrir. Sin embargo, luego de lo que nos contó Estefanía, entiendo por qué mi prima está tan enojada. En su particular forma de ver el mundo, Tefi debería ser su novia. Me ve a mí como un estorbo y a Alicia como la gran culpable de que su amada no se anime a entablar una relación con otra mujer. Para colmo a eso le tiene que agregar la noticia de que Tefi es su hermana. Esto debe ser como un baldazo de agua helada para Ayelén. No solo está enamorada de su prima, sino de una de sus hermanas. Es mucho para procesar.
—Tenemos que hacer las paces con Ayelén —le dije a mi familia—. Sé que ustedes siguen enojadas con ella. Yo también. También sé que es mala persona y que probablemente nunca cambie. Pero… si se siente rechazada solo vamos a empeorar la situación. Tenemos que demostrarle que, a pesar de todo, sigue siendo nuestra prima… o hermana… o lo que sea. No somos sus enemigos. 
—Estoy de acuerdo —dijo Gisela—. Es una estúpida por cómo se portó con nosotros; pero si no la perdonamos va a ser mucho peor. Ella está dañada y sé muy bien lo que es sentirse así. No se lo deseo a nadie. Aún tenemos pendiente el concurso de chupar conchas… podemos usarlo para hacer las paces. Pero tenemos que colaborar entre todos. ¿Está claro?
Estuvimos de acuerdo con la propuesta. Esto solo tiene dos posibles finales: o arruinamos por completo nuestra relación con Ayelén y tendremos que aprender a vivir sabiendo que una de nuestras hermanas nos odia; o todo sale bien. Tefi y Ayelén llegarán a un acuerdo de cómo será la relación entre ellas de ahora en adelante y aceptaremos lo que decidan. Esta es la opción que más me preocupa. 




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2 comentarios - Aislado Entre Mujeres [64].

RicardoGarriga +2
Genial cómo siempre, ojalá Nahuel se quede con Estefanía