Aislado Entre Mujeres [55].

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Aislado Entre Mujeres [55].






Capítulo 55.

Territorio de Guerra.

Hubo momentos en los que me cuestioné si estaba haciendo lo correcto, si mi abuela Fernanda realmente se merecía todo lo que le estaba haciendo. Esas dudas se disiparon una mañana, pocos días después de la cogida que le di. Ahora sé que se merece eso y mucho más. 
Todo ocurrió una mañana, durante el desayuno. Al principio todo fue alegría, como si se tratase de un milagro, Macarena logró convencer a Alicia de salir de su encierro y compartir una grata mañana con sus hijas. El motivo: era el cumpleaños de Alicia.
Desde que comenzó la cuarentena, el último cumpleaños que realmente celebramos fue el de Macarena. Desde ahí en adelante le tocó cumplir años a Pilar y a la tía Cristela. Pero no estábamos de ánimos para los festejos, ellas no querían hacer nada y los pasamos como un día cualquiera. Sin embargo, esta vez teníamos motivos para celebrar: queríamos que mi mamá se sintiera un poco mejor. 
De todas maneras no era un gran festejo, sino un desayuno un poco más elaborado de lo habitual y nada más. 
Para la ocasión Cristela le había arreglado el pelo y estaba usando un lindo vestido color rojo con un amplio escote. Sus grandes tetas estaban firmes, llenas de encanto. No había señales de Ayelén por ningún lado y los reportes de inteligencia (es decir, Tefi) indicaban que el enemigo se había acostado tarde y que, posiblemente, no se levantaría hasta dentro de unas cuantas horas. Gisela y Pilar se las ingeniaron para preparar un par de ricas tortas de manzana y Tefi y yo nos encargamos del café con leche. Parecía que nada podía ser más perfecto. Era el inicio de la recuperación de Alicia, la salida de su letargo. Hasta que llegó Fernanda…
¿Una madre puede ser odiosa y despreciable con sus propias hijas? ¿Y el día de su cumpleaños? 
La respuesta es: Sí. 
Mi mamá cometió muchos errores, en especial con Gisela. Pero creo que nunca obró de mala fe. Nunca fue malvada solo por el hecho de ser malvada. Si le impedía a Gisela ser lesbiana, no lo hacía por ser cruel con su hija, sino porque veía el lesbianismo como un demonio que destruye vidas. Según Macarena mamá sufrió mucho por sus tendencias lésbicas y solo intentaba evitarle ese sufrimiento a Gisela. Pero como no sabía procesar un tema tan complejo, lo hizo de mala manera, causando más daño que buenos resultados. No fue por mala, fue por no saber lidiar con la situación.
Pero lo de mi abuela Fernanda ya es ser malvada. Una maldad nivel Ayelén. Y ahora entiendo a quién salió esa arpía.
—Qué milagro que estés celebrando tu cumpleaños con la ropa puesta —dijo Fernanda, mirando a su hija con desprecio—. Pensé que ya habías perdido hasta la última pizca de decencia. 
Si será hipócrita. Ella habla de decencia después de que le suplicó a su nieto que le metiera la pija por el culo. 
—Mamá, no te metas —dijo Cristela, pero fue ignorada. Fernanda siguió con la vista fija en Alicia.
—¿Le vas a contar a tus hijas cómo celebraste tus veintiún años? —Espetó—. Quizás a alguna le interese tener una fiestita como esa. —Mi madre se quedó muda, mirándola con cara de cordero degollado—. Dale contales lo que hiciste en el taller. Así es como supe que los rumores eran ciertos. “La puta del barrio”, le decían. Celebró su cumpleaños en una fiesta sexual donde ella era la única mujer invitada… los otros siete u ocho eran amigos del dueño del taller. La encontré recibiendo vergas por todos lados, por la boca, por la concha… hasta por el culo. Le estaban dando por todos los agujeros a la vez. Los tipos se turnaban para usarla, como si fuera una muñeca sexual. Y ella… lo disfrutaba, pedía más. Los alentaba a que la siguieran humillando, a que la usen como depósito de semen. Esa es la clase de fiestas que le gustan a esta mujer. La tuvieron dentro del taller toda la noche, le dieron sin parar. No hubo ni una sola verga que no haya pasado por todos sus agujeros. ¿Esa es la clase de valores que pensás inculcarle a tus hijas?
Y eso fue todo lo que necesitó Fernanda para arruinarle el cumpleaños a Alicia. Mi madre se puso de pie de un salto, por un momento pensé que le haría frente a esa bruja; pero no fue así. Sus ojos se llenaron de lágrimas, como si fuera una niña desvalida, y salió corriendo de regreso al cuarto de Gisela, donde se encerró dando un portazo. 
Después de eso reinó el silencio y todos los presentes miramos fijamente a Fernanda, con miradas asesinas. En el fondo, asomándose por el pasillo, pude ver a Ayelén, sonriendo con malicia. Ahí fue cuando supe que todo esto había sido planeado por ella. Esa rubia es un demonio. De los peores que existen. Ya no sé si pedirle a Macarena que le rompa la cara otra vez, o si llamar a un exorcista. 
Gisela salió en búsqueda de su madre y un segundo después la acompañaron Tefi y Pilar. Macarena fue la primera en hablar:
—Un día te vas a arrepentir de todo esto, abuela. Te lo puedo asegurar.
—¿Esa es una amenaza?
—No, no… solo te comento lo que va a pasar. Y la próxima vez que hagas sentir mal a mi mamá, voy a publicar en internet todas las fotos que te sacás desnuda. Eso sí es una amenaza —los ojos de mi abuela se abrieron tanto que casi se salen de sus cuencas—. Por cierto, deberías aprender a ponerle contraseña al teléfono, actualizate un poco. Porque cualquiera puede entrar. Aunque… ya es tarde. Tengo todas esas fotos… y videos, muy bien guardados. Sí, porque hasta te gusta grabar videos haciéndote la paja. Mi favorito es uno donde te estás metiendo tremendo dildo por el orto. Se nota que lo grabaste hace poco, porque reconozco el baño de mi propia casa. Ahora voy a hablar con mi mamá y después voy a considerar si publico algunas de esas fotos en internet, por haberle arruinado el cumpleaños.
—No te atrevas a hacer eso…
—¿O sino qué? ¿Qué me puede hacer una vieja inútil como vos? ¿Eh? Mi mamá podrá ser muy puta, pero al menos siempre trabajó para que nosotros no nos falte nada. En cambio vos siempre fuiste una mantenida, abuela. Nunca serviste para nada. 
—Eso es muy cierto —dijo Cristela—. No trabajó ni una sola vez en toda su vida. Aún así cree tener una moral superior con la que se da el gusto de criticar la vida de los demás. Como si ella fuera una santa.
Esta vez la que se marchó fue Fernanda. No pudo soportar más comentarios en su contra. Es una cobarde, es de las que tiran la piedra y huyen en cuanto empiezan a sentirse en desventaja. Quizás ahora esté considerando que no es tan buena idea ser la ejecutora de los planes macabros de Ayelén. 
El cumpleaños de Alicia quedó completamente arruinado. Mi madre ya no quiso salir de la pieza y costó mucho tranquilizarla. Le dio una crisis de nervios tan fuerte que estuvimos a punto de llamar al médico. Solo esto logró tranquilizarla. No quería que ningún médico (contagiado de quién sabe qué) entrara en la casa. Macarena le sirvió un generoso vaso de whisky, el cual llevaba tiempo juntando polvo en nuestra repisa, y Alicia se lo tomó de un trago. 
Después de eso la dejamos sola con Gisela. Nuestra hermana mayor nos aseguró que ella la vigilaría bien de cerca todo el tiempo, y eso nos tranquilizó un poco. Aún así, no sirvió para alegrar el clima.  
En esta casa hay dos invasoras dispuestas a arruinarnos la vida. Pienso hacer todo lo que sea necesario para recuperar la paz que tanto nos constó alcanzar. 

—--------------

Cualquiera diría que después de lo que hizo mi abuela, no se merecía ni siquiera que le dirija la palabra. Sin embargo, esto es la guerra, y lo más importante en la guerra es atenerse al plan. Todo estaba marchando a la perfección (o casi). No podía tirar todo el avance por la borda solo porque estoy enojado con ella. “Vamos, Nahuel, tenés que seguir adelante”, me dije una y otra vez. Y seguí adelante, porque tenía la esperanza de que este alocado plan funcionaría. Además Macarena me aseguró que ella seguía charlando con Gisela para que cumpliera con un rol clave cuando llegara el momento. Si mis hermanas estaban poniendo tanto empeño, yo no podía quedarme de brazos cruzados. Ya que todas estaban interesadas en colaborar, decidí pedirle ayuda a una de ellas. Tefi ya había prestado su tiempo y esfuerzo cuando cogí con Brenda en su cuarto. Ahora le tocaba el turno a Pilar y ella se mostró muy orgullosa de poder ayudar.
—Solo decime qué tengo que hacer —me dijo con una gran sonrisa. 
—Tengo una idea, pero no sé cómo ponerla en práctica. 
Estábamos charlando en su cuarto y ella solo llevaba puesta una pequeña tanga blanca. Sus grandes ubres colgaban ante mis ojos y cada vez que me quedaba embobado mirándolas, Pilar sonreía. Al parecer ya se siente más cómoda con esto de sentirse “un objeto de deseo”. 
—Contame de qué se trata, quizás se me ocurra algo. 
Antes de exponer mi idea, le conté todo lo que había pasado con la abuela Fernanda. Nuestras sesiones en la ducha, lo que hicimos con Tefi y Brenda y,  sobre todo, lo que pasó en el cuarto de mamá la última vez que estuvimos juntos.
—¿Te cogiste a la abuela? —Pilar soltó una risita picarona—. Espero que le hayas hecho chillar como una puta.
—Te puedo asegurar que ella disfrutó mucho.
—Ya me lo imagino. Se hace mucho la santa y la “mujer correcta”, pero bien que le gusta la pija de su nieto. Puta malparida. Ya va a pagar por todo lo que le hizo a mamá.
—Hace mucho que no te veo tan enojada con alguien.
—Esa yegua se metió con mi mamá. Voy a hacer todo lo necesario para que se arrepienta de lo que hizo. —Después de su amenaza de telenovela, Pilar volvió a sonreír y me pidió que le contara mi plan de una maldita vez.
Le conté los detalles, los cuales no eran muchos. No soy ninguna mente maestra, solo estoy pensando con la pija y me dejo llevar por mi intuición. 
—Entiendo —dijo Pilar—. Creo que puede funcionar… aunque eso de que tenga que vernos coger me parece una excusa para coger conmigo.
—Em… eh… bueno, quizás no sea una parte estrictamente necesaria, podríamos probar de otra manera.
—No te preocupes, Nahuel, si yo ya estaba pensando en alguna excusa para coger con vos.
—Ah… pensé que la estabas pasando bien con Macarena…
—Sí, claro. Maca es genial. Tiene mucha experiencia. Estoy aprendiendo un montón con ella. Pero a mí esto de comer concha no me entusiasma tanto. Lo veo más bien como hacerse la paja con una amiga de confianza. Aunque sí disfruto mucho chupando una concha.
—¿Por qué?
—Mmmm… porque me gusta saber que estoy brindándole placer a otra persona. Entonces cuando Maca empieza a gemir porque yo le estoy chupando la concha, me caliento mucho. De todas maneras, prefiero la verga… y como la tuya es la única a mi alcance… pero no te lo tomes a mal, no significa que no disfrute cogiendo con vos. Es por todo ese asunto de ser hermanos, ¿viste?
—Entiendo. Te gustaría estar con otras personas si pudieras salir de casa.
—Exacto. Pero eso también lo veo difícil. 
—¿Por qué? Estoy seguro de que mucha gente se moriría de ganas de coger con vos.
—No estoy tan segura de eso… me cuesta mucho entrar en confianza con la gente. Me encantaría conocer a un tipo que me guste y decirle: “Che, ¿querés que te chupe la pija?” Sé que Macarena lo haría. Pero me moriría de la vergüenza. 
—Tenés que aprender a confiar en vos misma.
—Lo sé, sigo trabajando en eso. ¿Por qué te creés que estoy en tetas? Quiero acostumbrarme a que otras personas me vean desnuda. Y Maca me está ayudando mucho con este asunto de la confianza. Aunque a veces siento que va un poquito rápido. ¿Sabés lo que me dijo? Que tendría que dejarme coger por cuatro o cinco tipos a la vez. Eso me haría sentir como una diosa y reforzaría mucho mi confianza.
—No me sorprende viniendo de Macarena. Me pregunto si dará los mismos consejos el día que tenga sus propios pacientes.
—Ella es capaz de hacerlo. 
—¿Y vos qué le respondiste? Me imagino que eso de coger con muchos tipos a la vez no te entusiasma.
Mi hermana se quedó en silencio durante un segundo y luego dijo:
—A ver, creo que casi todas las mujeres tenemos la fantasía de hacer un “gangbang”. Ser el centro de atención de varias pijas al mismo tiempo. Me hice un montón de pajas imaginando esa escena. Ayudé a mi imaginación mirando muchos videos porno donde una chica tuviera sexo con varios hombres a la vez…      
—No te imaginaba mirando esa clase de videos porno. Pensé que optarías más por escenas de parejas.
—Al principio hacía eso. Sabés que me gusta el romance. Me encanta la idea de tener un novio con el que poder mantener relaciones sexuales de forma muy amorosa. Sin embargo… con el tiempo descubrí que también tengo un lado más… porno. Una parte de mi quiere terminar con el culo roto y lleno de leche. Quiero que me llenen de vergas… y cada día esa idea me entusiasma más. Pero sé que nunca lo haría… no me animaría.
—Nunca digas nunca. Yo creí que me moriría virgen, y mirá… durante esta cuarentena tuve más sexo del que podría haber imaginado en mis más locas fantasías.
—Sí, es cierto… y yo tambień. Anoche hice un trío con Maca y Brenda… uf, qué bueno estuvo eso. Ahí sí que entendí el morbo por lo lésbico y lo disfruté un montón. Qué bien coge esa chica, Brenda. Con la carita de angelito que tiene uno pensaría que es virgen, y resulta que… 
—Sí, es muy… fogoza. 
Aproveché el momento para contarle a Pilar cómo fue mi relación con Brenda desde que la abuela se instaló en casa. Hice mucho énfasis en nuestros apasionados encuentros sexuales.
—Me gusta la idea de que vos y Brenda sean novios —dijo Pilar—. Hacen linda pareja. Es una chica tímida a la que le gusta mucho coger. En eso se parece un poco a vos. Y lo más importante: si ella fuera tu novia, no tendrías que ocultarle lo que pasa en esta casa. Ya lo sabe todo… y le gusta.
—Sí, ese es un gran punto a favor. Y Brenda me cae muy bien. Pero… no me animo a llevar la relación a otro nivel. Todavía no la conozco tanto y no estoy seguro de si ella quiere estar con Gisela o no. Tampoco sé realmente lo que quiere Gisela. Tendría que hablar con ellas.
—¿Y qué te lo impide, sonso? Si querés conocer mejor a Brenda, la tenés todo el día desnuda en tu cuarto. No vas a encontrar una oportunidad mejor. 
—Muy cierto… ahora estoy con la cabeza enfocada en todo el asunto de la abuela Fernanda y lo que le pasa a mamá. Cuando podamos solucionar esto voy a aprovechar para conocer mejor a Brenda… y para hablar con Gisela. 
—Muy bien, entonces sigamos adelante con tu plan. ¿Cuál es la parte que te preocupa?                          
—El comienzo. Tenemos que encontrar la forma de traer a la abuela a esta pieza. Pero no alcanza con invitarla, tiene que entrar ella por sus propios medios, sin que se lo pidamos. 
—Eso se soluciona muy fácil. Vos seguime la corriente.  

—----------

La estrategia de Pilar era sencilla. Lo primero que tuvimos que hacer fue esperar a que la abuela Fernanda se diera uno de sus religiosos baños. Sabemos que le gusta ducharse con el agua tibia, tirando a caliente… aunque haga calor. Esperamos cerca de la cocina, mientras charlábamos y tomábamos mates. No tuvimos la necesidad de espiar el baño, nos alcanzó con saber que Ayelén estaba en el patio y en cuanto el calefón se encendió, supimos que la abuela había entrado a bañarse. Esperamos unos minutos y luego dimos inicio a la primera parte de este nuevo plan. 
Apagamos el calefón y con Pilar nos desnudamos de la cintura para abajo, luego nos acercamos a los sillones del living. Mi hermana se montó sobre mí y en pocos segundos yo ya tenía la pija dura. No era obligatorio que hubiera una penetración, bastaría con que la abuela nos viera jugueteando de forma “inapropiada”, pero Pilar quiso jugar fuerte. Ella misma se encargó de meter la pija erecta dentro de su concha y empezó a menear las caderas mientras yo le sobaba las tetas por encima de la remera. 
Tal y como esperábamos, Fernanda apareció con el cabello mojado envuelta en una toalla, estuvo a punto de decir algo sobre el calefón, pero se detuvo en seco al vernos. 
—¿Se puede saber qué están haciendo? —Preguntó horrorizada.
—Nada que te importe —le respondió Pilar al mismo tiempo que se ponía de pie.
Entre risas, mi hermana me tomó de la mano y me guió hasta su pieza. La abuela pudo ver mi verga dura en todo su esplendor y estoy seguro de que también vio la penetración. 
Entramos en la pieza de Pilar y ahí terminamos de desnudarnos. Ella se tendió en la cama boca arriba y con las piernas abiertas. La clavé hasta el fondo de una sola vez, haciéndola gemir de gusto. Debo reconocer que su plan me gustó, lo estoy disfrutando un montón. Empecé a coger con ella a buen ritmo y esperamos.
Como no podía ser de otra manera, la puerta se abrió y entró Fernanda. No nos detuvimos ni por un segundo, mi pelvis siguió meneándose y la concha de Pilar recibió toda mi verga una y otra vez. Al parecer esto dejó muy sorprendida a mi abuela, tanto que se acercó a la cama sin decir nada y se quedó mirando el acto sexual. Me había visto hacer cosas raras con Tefi, pero esto que estaba ocurriendo ya no tenía nada de sutil. Era sexo explícito, sin vueltas.
—Hey, abuela… si querés mirar no nos molesta —dijo Pilar—, pero tenés que sacarte la toalla. 
Esto le habrá recordado al juego que hicimos con Tefi, por lo que la abuela se despojó de la toalla, mostrándonos todo su cuerpo al desnudo. 
—Uy, sí… seguí… seguí… —me alentó mi hermana, y yo le metí más ritmo al asunto—. ¿Viste que pija más rica que tiene Nahuel? 
—Emmm… ¿No están enojados conmigo? —Preguntó, con suspicacia.
—No mucho —dijo Pilar, y añadió una respuesta que habíamos ensayado—. No queremos meternos en los problemas que haya entre vos y mi mamá. Son dos personas adultas y tienen que resolverlo entre ustedes.
—Ah, por lo que dijo Macarena pensé que me odiaban…
—Bueno, Macarena es un poquito especial —aclaró Pilar—. Le falla un poco la cabeza. Pero no le hagas caso, no creo que haga nada con tus fotos. Solo lo dijo porque estaba enojada. 
—Mmm… bueno, está bien. Entonces me quedo…
—Pero con una condición —le dije.
—¿Cuál?
—Si queremos llevarnos bien, tenés que ser totalmente honesta con nosotros. A la primera mentira, te vas.
—Está bien —aceptó seguramente sin medir las consecuencias que podría traer esa condición—. ¿Y qué es exactamente lo que están haciendo?
—Ay, abuela —Pilar soltó una risita—. ¿Acaso lo tenemos que explicar?
—Y sí… porque son hermanos y saben muy bien que no deberían estar haciendo esto.  
—Eso es cierto —dijo Pilar mientras sus tetas marcaban el ritmo de las penetraciones—. Pero también deberías tener en cuenta todo el tiempo que pasamos encerrados por culpa de esta pandemia.
—Eso no es excusa…
—También Nahuel me contó que te metió la pija, así que dije: “Si a la abuela le parece bien coger con su nieto, entonces no le parecerá tan mal si yo me cojo a mi hermano”. 
Esta frase sepultó toda su moral. A Fernanda no le gusta estar en desventaja y que Pilar supiera lo que hicimos debía molestarle mucho, en especial porque yo…
—Me prometiste que no se lo contarías a nadie, Nahuel.
Me encogí de hombros y dije:
—Tomalo como un pequeño castigo por lo que le hiciste a mi mamá. Y puede que después se lo cuente a ella… a menos que te portes bien con nosotros.
—¿Me estás chantajeando?
—Yo lo veo como un intercambio de favores.     
A continuación estiré mi mano derecha y acaricié sus labios vaginales. Estaban húmedos, y no me refiero al agua de la ducha. Le metí dos dedos y ella separó un poco más las piernas, como si pretendiera facilitarme la tarea. 
Le estaba dando a mi hermana con un ritmo lento pero profundo… bieeeen profundo. Tanto que cuando mi  verga entraba completa, Pilar soltaba un quejido gutural que le nacía del alma. Fernanda miraba toda la escena con los ojos desorbitados. De pronto aceleré el ritmo y eso hizo que las grandes tetas de Pilar volvieran a rebotar. Me gusta verlas rebotar.
Me pareció que ya había llegado el momento de pasar a la siguiente fase del plan. Cuando le pregunté a Pilar qué señal quería recibir para darle inicio a esta nueva etapa, ella simplemente respondió: “Pellizcame los pezones. Los dos… y sin miedo. Me gusta que me los pellizquen fuerte”. 
Estiré mis manos hacia ella y atenacé sus duros pezones, luego los estrujé entre mis dedos. Se nota que le gusta. Gimió y se sacudió de puro placer. Luego me miró a los ojos y sonrió, para indicarme que había entendido el mensaje.
—¿Por qué no me la metés por el culo? 
—¿Qué? ¿Vos también te volviste loca? —dijo mi abuela.    
—Ay, lo que pasa es que hace rato que tengo ganas de probar cómo se siente tener una verga en el culo.
Pilar sabía muy bien cómo se siente eso, pero para efectos prácticos del plan tenía que simular que ésta era su primera experiencia anal.
—Podés probar con los juguetes —sugirió Fernanda—. No hace falta usar la verga de tu hermano para esto.
—Ya probé con los juguetes… y me parece que se va a sentir diferente con una verga de verdad. Decime, abuela… vos que lo probaste. ¿Se siente diferente?
—Mmmm…
—Y nada de mentir —le dije—, si detectamos una sola mentira, te vamos a pedir que te vayas. 
Me miró fijamente y comprendió que yo hablaba en serio. Sé que mi abuela no quiere salir de esta habitación por nada en el mundo. La curiosidad y la calentura son más fuerte que ella.
—Sí se siente muy diferente —reconoció.             
—¿Y cuál te gustó más? —Quiso saber Pilar.
—La verga de verdad, sin dudas.
—Mmmm ya veo. ¿Te puedo hacer una pregunta de nieta a abuela? Pero quiero que me contestes con total sinceridad.  
—Emmm… está bien.
—Sé que no te gusta que la gente practique sexo anal, eso ya lo dejaste bastante claro. Pero… si yo, que soy tu nieta, te pregunto: ¿Vale la pena probarlo al menos una vez? ¿Qué me responderías?
—Este… uf… es cierto que no me gusta que la gente se esté metiendo cosas por el culo. Es… denigrante. Impropio de una dama. Pero… si es por probarlo una vez… definitivamente lo tenés que hacer. Aunque sea humillante, es una experiencia que vale la pena vivir. El principal problema del sexo anal es que puede ser… extremadamente placentero.
—¿Dirías que tu mejor orgasmo lo tuviste con una pija en el culo?
Me encantan las preguntas que le está haciendo Pilar, son muy certeras y si mi abuela quiere responder con sinceridad, tendrá que bajar mucho su guardia. Tendrá que admitir cosas que probablemente nunca admitiría en otro contexto.
—Sí, fue con una pija en el culo —Fernanda tragó saliva—. Y eso es lo que más me molesta. 
—¿Estás pensando en ese momento en particular? —Preguntó mi hermana.
—Sí. 
—Y te puedo asegurar —dije— que el tipo que le dio por el culo no era su marido. El abuelo era re cornudo.
—Es cierto, no era mi marido. Y me arrepiento de haberlo engañado. De lo que no me arrepiento es de haber tenido esa experiencia anal. Fue… la mejor culeada que me dieron en la vida —no podía escuchar el corazón de mi abuela, pero estoy seguro de que su pulso se aceleró al decir esas palabras. Lo estábamos consiguiendo. Mientras más se calienta, más sincera se vuelve… y eso nos da una ventaja enorme. Para echar más leña al fuego Pilar soltó un erótico gemido y yo empecé a penetrarla un poco más rápido, casi como si le estuviéramos diciendo a nuestra abuela que queríamos escuchar más—. No fue la primera… ni la última  —continuó—, pero sí fue la mejor. 
—¿Y por qué considerás que esa culeada en particular fue la mejor de todas? —Preguntó Pilar.
—Es muy difícil para mí admitirlo, pero fue por dos detalles en particular: el tipo tenía la verga bien grande, lo que me hizo doler y delirar de placer al mismo tiempo. Sentía que el culo se me iba a desgarrar en cualquier momento… en especial por la furia con la que me cogió. Este sujeto quería demostrar algo… 
—Que sos una puta —dijo Pilar.
—Mmm… no exactamente, aunque es parecido. Él quería demostrar que sería capaz de someterme, que yo… em… le pediría que me cogiera más fuerte y que, además, algún otro día volvería a pedirle que me diera por el culo. Yo le aseguré que eso no ocurriría nunca, y que mi orgullo se mantendría intacto.
—Pero te pegó tremenda culeada…
—Así es.
—Y me imagino que volviste por su verga… le pediste que te diera por el culo.
—Me avergüenza mucho reconocerlo, pero así fue. Después de que me la metiera tan fuerte pasé unos días con un dolor de culo tremendo, y en cuanto se calmó un poco, fui hasta su casa y le pedí que, por favor, me la metiera toda por el orto. Necesitaba revivir esa experiencia, por más humillante y denigrante que fuera.
— ¿Y te volvió a dar por el orto ese mismo día? —Quiso saber Pilar.
—No. Me hizo rebajarme aún más. Tuve que ganarme el privilegio, según sus propias palabras. Para eso me vi obligada a chuparle la verga a él… y a algunos de sus amigos. Tuve que hacer eso durante una semana, o más… todos los días, tragando religiosamente tres o cuatro vergas… con semen incluido. El semen siempre estuvo incluído. 
Estaba casi seguro de que el tipo que mencionó mi abuela era Aníbal, el dueño del taller mecánico. El mismo tipo que se había cogido tantas veces a mi mamá. La descripción de su comportamiento encajaba muy bien. Me pregunté si esta cogida habrá venido en consecuencia de lo que ocurrió en el cumpleaños número veintiuno de Alicia. Y… ¿algún otro tipo del taller le habrá dado por el culo a mi abuela? Si realmente habla de Aníbal, entonces hay grandes posibilidades de que esto sea así. Ya me quedó bien claro que al dueño del taller le gusta compartir las putas con sus amigos. 
—¿Solo la chupaste? —Pregunté.
—Em… no, también tuve que dejar que sus amigotes me manosearan a gusto. Me metieron los dedos cada vez que quisieron. 
—Y te cogieron —dijo Pilar—. No vengas a decirme que no te cogieron, porque no te voy a creer. Esos tipos habrán estado re calientes con una mujer tan linda dispuesta a chuparles la pija. Estoy segura de que te cogieron.
—Sí, lo hicieron… el último día. El día en que este tipo por fin me la metió por el culo. Antes de eso tuve que dejar que todos sus amigos pasaran por mi concha. Cuatro en total, se fueron turnando conmigo… me sentí… una puta. Me odié a mí misma. Pero lo hice. Hice todo lo que me pidieron, dejé que todos disfrutaran de mi sexo, volví a tragarme la leche directamente de sus vergas y… les supliqué que me dieran por el culo. 
—¿Lo hicieron?
—Sí, porque lo principal era verme humillada, y como yo lo pedí con tanto énfasis… no había nada más humillante que eso. 
—¿Y disfrutaste?
—Cada segundo. Me duele admitirlo, pero cada segundo de esa secuencia fue de puro placer. Y cuando por fin me dieron por el culo la verga que yo tanto esperaba, le pedí a esos tipos que no se fueran. Aún quería divertirme con sus pijas. Quería disfrutar de la doble penetración… y así estuve toda la noche en esa casa, recibiendo vergas por todos los agujeros…
—Sinceramente no te entiendo, abuela —dijo Pilar—. ¿Por qué le dijiste a mi mamá que era una puta por tener sexo con varios tipos a la vez, si vos hiciste lo mismo?
—Porque todo lo que hice fue por culpa de ella. Alicia tiene la culpa de todo. 
Nos quedamos mudos, no nos esperábamos esa respuesta en absoluto.
—¿Por qué tiene la culpa? —Pregunté.
—No puedo hablar de eso ahora. Me niego. 
Por primera vez desde que entró a la pieza temí que fuera a marcharse. Este asunto era delicado y pude notar en sus ojos que no quería hablar sobre esto por nada del mundo.
—Muy bien, no voy a insistir —le dije.
—Gracias. Bueno, ya respondí a todas sus preguntas con total honestidad. Más de la que me hubiera gustado. ¿Ya están conformes?
—Sí —dijo Pilar, con una gran sonrisa. Luego se puso en cuatro patas en la cama, con el culo apuntando hacia mi verga—. Ahora quiero que me ayudes con esto. Macarena me contó que cuando ella tiene sexo anal y hay otra chica presente, le gusta que esa chica le chupe el culo. Dice que la ayuda a relajarse. 
—¿Esa es una forma sutil de pedirme que te ayude con lo mismo? —le preguntó a su nieta.
—Y sí… me ayudaría mucho. 
—Ay, nena… las cosas que me pedís! ¿Acaso estás loca?
—A ver, abuela. Contestame otra pregunta: ¿Alguna vez le chupaste el culo a una mujer justo antes de que ella tuviera sexo anal? 
—No, claro que no.
—Afuera, abuela —dije, señalando la puerta con el pulgar—. Sé que eso es mentira. 
Ella me miró con los ojos desencajados. Sinceramente no sé si lo hizo, pero de ser así, probablemente alguna de sus hijas lo sepa… o quizás lo sabe la mismísima Ayelén. Entonces mi abuela puede sospechar que alguna de ellas me contó la verdad. Fue una buena mentira, en especial porque funcionó. 
—Está bien… está bien. Lo admito. Sí, le chupé el culo a una mujer para ayudarla a tener sexo anal. 
—¿Solamente el culo? —Preguntó Pilar.
—No, la concha también. No estoy orgullosa de lo que hice… pero lo hice. Le practiqué sexo oral a una mujer. 
—Necesito más detalles —dijo Pilar.
—Em… a ver… —Fernanda parecía nerviosa, pero también sonreía, como si le divirtiera esto de contar anécdotas íntimas y humillantes—. A decir verdad, le chupé la concha antes que el culo. Resulta que a esta mujer le habían llenado la vagina con semen y me pidieron que la limpie… con la lengua. Lo hice sin protestar. Le chupé la concha y tragué toda la leche que salió de ella… era un montón, una de esas eyaculaciones bien cargadas. Admito que son las que más me gustan. Si voy a tragar semen, al menos que sea en cantidad. 
—Entonces habrás disfrutado un montón cuando le chupaste la pija a los cuatro amigos de ese tipo que nos contaste —dijo Pilar.
—A los cuatro… y al tipo. Porque vale aclarar que a él también se la tenía que chupar. Y sí, reconozco que al principio esa práctica de chupar pijas y tragar semen como una puta me parecía de lo más insultante. Sin embargo, al segundo día ya lo disfruté… y al tercero… bueno, a partir del tercer día ya lo hice con ganas. Me había masturbado toda la noche pensando en que al otro día me harían tragar un montón de semen. Al cuarto día me desnudé toda frente a ellos y les pedí que se pusieran de acuerdo para acabar todos al mismo tiempo. Y así lo hicieron… yo recibí todas las eyaculaciones con la boca abierta. Terminé toda enchastrada, en especial la cara y las tetas. Terminé tan excitada que ese mismo día le permití a uno de los tipos que me la metiera… algo a lo que me había negado hasta ese momento. Lo habían intentado y yo les permitía toquetearme toda, pero no que me penetren. Ese día sinceramente no me importó. 
—Uf… es tremendo lo que me contás, abuela. Ahora sé que con vos nos podemos divertir mucho —aseguró Pilar. 
—Igual no me importa —espeté cortante—. Aclaré que a la primera mentira se tenía que ir —me mantuve firme en esa postura para empujarla un poco más al límite.
—No, esperen… puedo hacerlo. Puedo hacer lo que me pidió Pilar. Si le tengo que chupar el culo, lo voy a hacer. 
—Muy bien, solo con esa condición te podés quedar —dijo mi hermana.
Sabíamos que la abuela Fernanda no toleraría quedarse fuera de este momento sin saber qué pasó exactamente a cada segundo. Y lo sabíamos tan bien porque nuestra madre hubiera hecho lo mismo.
Gracias a esta sentencia se dio inicio a una nueva aventura que dejaría muy mal parada a mi abuela de aquí en adelante. Mientras yo le metía la verga a Pilar, Fernanda se acercó para comenzar a lamer su culo. Lo hizo sin ningún tipo de preámbulos, simplemente se mandó y arrancó. Definitivamente había hecho esto antes. 
—Mmm… así me gusta, abuela —dijo Pilar—. ¿Ves cómo marchan de bien las cosas cuando intentás ser buena? Así nos podemos llevar muy bien.
—A mí me gustaría llevarme bien con ustedes —esa frase la entendí como “Pasé demasiado tiempo sola, estoy dispuesta a hacer lo que sea para que mis nietos me tengan en cuenta”.  
Observé cómo ella le chupaba el culo a Pilar mientras mi verga dura palpitaba a la expectativa. Todo había salido como lo planeamos.
Por más que mi abuela me excite mucho, no puedo olvidar lo que le hizo a mi mamá. Por eso no pienso detenerme. Voy a llevar esto hasta las últimas consecuencias… y sé que todas mis hermanas me van a apoyar. 

Diario de Cuarentena:
<Felicitaciones, cadete Nahuel. Ya preparó el territorio para la batalla. Todas las tropas a sus puestos. Nos preparamos para iniciar el ataque. Firmes… y a marchar! Estamos oficialmente en guerra>. 
        


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Comentarios Destacados

Nokomi +10
Los capítulos 56 y 57 de "Aislado Entre Mujeres" ya están disponible para los que me apoyan en Patreon. Los publicaré acá el 12 y el 17 de Abril, respectivamente.

10 comentarios - Aislado Entre Mujeres [55].

diegoprey +1
Espectacular...como siempre 👏👏 +10
pablo2727
Sublime!!! Estás en tu prime time Noko!!
Internal33
Recién afiliado a tu patreon, imposible esperar por los siguientes relatos...
garcheskikpo
la abuela resulto ser mas puta que todas ellas juntas
burzaco_telapone
Es hoy es hoy jaja
PijaGig +1
Seguimos a la espera soldado