La cena comenzaba a aburrirme...

La cena comenzaba a aburrirme, pero él estaba ahí, sentado frente a mí.
Yo no dejaba de mirarlo a los ojos, bajo la atenta mirada de su esposa.
Esa perra tonta había logrado conquistarlo, vaya a saber con qué trucos.
Y ahí estaba él, también con cara de aburrido, aunque siguiendo mis miradas.
Antes del postre, me levanté, diciendo que iría al baño.
Al regresar, pude oír que todos estaban enfrascados en una discusión política.
Aproveché la distracción y me deslicé bajo el mantel de la mesa.
Fui gateando hasta él y apoyé mis manos sobre sus muslos.
Una de sus manos tocó mi cabeza y él reconoció mi cabello ondulado.
El cierre de su bragueta cedió con facilidad. Ya estaba bien endurecido.
Lamí y succioné con ganas, mientras escuchaba a su esposa conversando.
Pronto obtuve lo que buscaba. Con discreción, reaparecí como si nada.
Me senté relamiendo mis labios, sin dejar de mirarlo.
¿Postre?, me ofrecieron.
No, gracias, yo ya disfruté el mío…

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