El top 10 del sexo. Capítulo 5

El top 10 del sexo. Capítulo 5

Esta es la historia de Emilia, una mujer que a sus 30 años decide mirar hacia atrás y hacer un top 10 de sus mejores anécdotas de sexo, rememorando amantes, tríos, lugares exóticos y muchas cosas que la hicieron llegar a los mejores orgasmos de su vida. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

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Capítulo 5: Mujer amante – Puesto n° 6
   Si algo aprendí en la vida es que el sexo debe ser placentero y hay que disfrutarlo. Los morbos cambian según las personas y hay gente a la que le excita diferentes cosas y eso no podemos controlarlo. Puede ser una pose específica, el uso de alguna lencería, una parte del cuerpo en particular o algo mucho más simple como una palabra específica usada en el momento adecuado. Con el tiempo me di cuenta que en realidad no era la palabra, sino la persona que lo había dicho y el contexto en el que lo había dicho, pero esa noche y por mucho tiempo pensé que era la palabra. Esta es esa historia, es la historia en la que una simple palabra me excitó y me calentó tanto que me hizo acabar de una manera increíble, tanto como para ocupar el puesto n° 6 de este top.
   Tenemos que volver a la historia de mis compañeros de la facultad y mi relación con Mariano, del cual ya hablé en el puesto n° 9. A los 20 años, mientras cursábamos nuestro segundo año de la facultad y tras tener nuestro primer encuentro clandestino en el que él engañó a su novia Macarena conmigo, me convertí en la amante de él. Cogimos unas veces más después de eso hasta que ella se enteró y obviamente no se quedó callada. Me llamó “traidora” por haberme cogido a su novio e intentó hacerme quedar como la puta de la facultad, el problema es que el juego le salió mal y ella terminó quedando con la cornuda despechada que había sido engañada. Luciana y Florencia se pusieron automáticamente de mi lado y Guillermina, una chica que se estaba sumado al grupo en ese momento y que solo conocía mi campana, claramente apoyaba mi lugar. Mariano se alejó un poco de mí ya que siguió con su relación con Macarena, pero Lucas y Bruno lo convencieron de dejar a su novia, quien no paraba de hacerle escenas de celos por todo y de controlarlo.
   Una vez que él cortó con ella todos esperaban que los dos nos pusiéramos a salir juntos, pero no fue así. Los dos seguimos como amigos y a pesar que la relación fue tensa al principio, con el tiempo nos empezamos a llevar muy bien. Durante los siguientes años de facultad siempre hubo algunas intenciones de parte de alguno de los dos, pero nunca llegamos a concretar. Claramente lo nuestro había sido muy diferente a todo tipo de relaciones y se había cortado muy de golpe, por lo que siempre existió ese taboo de algo entre nosotros. Simplemente no se dio y cada uno siguió su camino. Simplemente dejamos de sentirnos atraídos sexualmente el uno del otro y comenzamos a ser amigos. Los dos solteros, acostándonos con quien queríamos y disfrutando de nuestra libertad sexual y de no estar atados a nadie.
   Cuando nos encontrábamos cursando nuestro 5to año de la facultad, Mariano se alejó un poco del grupo y ninguno entendía el porqué. En varias oportunidades lo invitamos a juntadas, reuniones o salidas y él solía rechazarlas, llegar más tarde o irse temprano. No fue hasta que Guillermina lo vio un día caminando por la calle con alguien de la mano que entendimos que era lo que pasaba. Nuestra amiga nos mandó una foto al grupo de mujeres donde se lo veía en la calle con nada más y nada menos que Macarena. Era evidente que él no esperaba esa foto, pero Guille había capturado el momento exacto en el que nuestro amigo le daba un beso en el cachete a la chica. “¡Otra vez!” dije yo sin poder creerlo y en ese mismo momento mi amigo me volvió a parecer sexualmente atractivo.
   Después de haber estado con él en su momento, volví a coger con hombres en pareja y era como si cada vez que lo hacía sentía un placer extra. Es un placer culposo, lo reconozco, pero ya dejé bien en claro que no es mi problema y yo no voy a perder las oportunidades que se me presentan. Pero Mariano era diferente. Mariano podía estar con quien quisiera, menos con ella y enterarme que estaban saliendo de nuevo me hizo agarrar un irracional ataque de celos y querer volver a hacerlo mío. Ese deseo aumento cuando él nos terminó confesando lo que estaba haciendo y nos aclaró que no solo se estaban viendo, sino que volvían a ser novios el uno del otro. En ese momento todos me miraron a mí y tuve que poner la mayor cara de póker posible para que no se notara mi enojo.
   Fue entonces cuando le empecé a escribir a Mariano casi todo el tiempo. Le mandaba mensajes a la mañana, por la tarde después de la facultad, los fines de semana bien temprano, los sábados a la noche en el boliche. Siempre le escribía para cualquier cosa, para preguntarle como estaba o para decirle que cualquier pavada me había hecho acordar a él. Lo importante era hacerle saber que yo estaba allí y que no iba a escaparse de mí tan rápidamente. Lo bueno es que él me respondía siempre y casi siempre al momento, lo que me hacía saber que claramente no me había sacado de su agenda. A los pocos días empecé a subirle la temperatura, enviándole algunas fotos de mi cara, ya sea simplemente como un gesto gracioso o tirándole un besito. Él me respondía igual, con fotos de su cara, haciendo muecas graciosas o mostrándome la lengua. No tardé en mandarle una foto un sábado a la noche antes de salir a bailar por el cumpleaños de Bruno, de espaldas al espejo y con un short blanco que me marcaba mucho la cola.
   “Terrible mi amiga!” me escribió y rápidamente le respondí pidiéndole una foto suya a ver cómo estaba. “Acabo de salir de bañarme. No me cambié todavía” me respondió él y yo no dudé ni un segundo. Le dije que quería una foto igual y Mariano vio el mensaje y no respondió. Pasaron unos segundos, los segundos se hicieron un minuto y tres minutos más tarde me llegó la respuesta. Parado en el baño de su casa, se había sacado una foto frente al espejo, completamente desnudo y sujetándose la pija, la cual estaba bien dura. “Así me puso tu foto” me dijo el pendejo y supe que ya lo tenía comiendo de mi mano. “Apa! Qué pasa tu novia no te satisface?” le respondí de forma desafiante sabiendo que cruzaba más de un límite. “Tendría que recordar, hace mucho que no estoy con vos” me dijo él cambiando de rumbo pero dejando todo planteado para esa noche.
   Nos encontramos en el boliche y Mariano no pude sacarme los ojos de encima en toda la noche. Yo bailaba de forma provocadora, le cantaba las canciones y le regalaba miradas seductoras, siempre tratando de que mis amigas no se dieran cuenta para evitar los problemas. Era evidente que él apenas podía disimular, ya que me buscaba todo el tiempo, trataba de ponerse al lado mío y me sacó a bailar en repetidas oportunidades. En una de esas me invitó un trago y yo acepté, por lo que los dos nos alejamos del grupo y nos fuimos a la barra que estaba en la otra punta, a pesar que teníamos una muy cerca. A medio camino me frenó, se dio vuelta y me comió la boca desesperado, aceptando yo su beso y dejando que con sus manos me tocara todo el cuerpo y me apretara la cola. “¡Cómo te gusta calentarme, pendeja!” me dijo y yo simplemente sonreí. Volvimos a los pocos minutos con los chicos, pero una hora más tarde nos estábamos yendo de allí. Llevamos a Guillermina y a Luciana a sus casas y después fuimos a un telo con la idea de matarnos toda la noche.
   Fuimos directo a la cama, lanzándonos con ferocidad y buscando directamente los labios del otro. Empezamos a besarnos de una manera muy calentona, tratando de estimular al otro y de provocarlo al máximo. Mariano me tocaba el culo todo el tiempo, me lo apretaba y me levantaba el short para que yo quedara lo más entangada posible. Yo le besaba el cuello, le pasaba la lengua por los hombros y le lamía la oreja, mojándolo todo y haciéndole saber lo mucho que lo deseaba. Hacía dos años que no cogía con él, sin embargo era como si solo hubiese pasado una semana desde la última vez que lo habíamos hecho, aunque en esos años los dos habíamos acumulado demasiada experiencia. Nos comíamos enteros, nos mirábamos y el deseo se hacía evidente, las ganas estaban y ahora solo faltaba quitarse la ropa y pasar a la acción.
   Cuando lo tuve completamente desnudo, me acomodé entre sus piernas, le agarré la pija con ambas manos y empecé a chuparle la cabecita. El efecto fue casi inmediato, pues los gemidos de placer de mi amante no tardaron en aparecer. “¡Uhh sí Emi! ¡Qué lindo como me la chupás!” me decía mientras se sujetaba de las sábanas y gozaba con los ojos cerrados. Yo seguía lamiéndole la cabecita, Pasándole la lengua en forma de círculos, metiéndomela en la boca hasta donde estaban mis manos y saboreándola entera. Me sentía sumamente excitada de tenerlo de nuevo para mí sola y sobre todo después de que Mariano se había puesto aún más lindo de lo que era. La calentura que tenía en ese momento iba aumentando a cada segundo y no podía detenerme.
   Le solté la pija y se la sujeté solo con la boca, para empezar a chuparla bien rápido. Movía mi cabeza hacia arriba y hacia abajo bien rápido, comiéndome toda su verga y pasándole la lengua a medida que me la tragaba. Los gemidos de placer de mi amante inundaban toda la habitación, haciéndome saber lo mucho que disfrutaba de eso. Con una de mis manos empecé a recorrer todo su cuerpo, tocándole la piel caliente y acariciando tanto su cuerpo como su cintura y sus piernas. Con la otra mano le acariciaba los huevos, algo que la experiencia me hizo saber que a la mayoría de los hombres les encanta. “¡Ahhh sí!” escuchaba que decía Mariano y yo seguía y seguía con la idea de dejarle la pija totalmente al palo. Entonces dejé de chupársela, volví a agarrarle la pija con ambas manos y lo empecé a pajear tan rápido que estoy segura que de haber seguido así por unos pocos minutos, hubiese acabado.
   - ¿Te gusta como te la chupo?- Le pregunté mirándolo a los ojos.
   - ¡Sí! ¡Me encanta!- Me respondió él de forma entrecortada y levantando la cabeza para observarme.
   - ¿Te gusta más como te la chupo yo o la cornuda de tu novia?- Le pregunté redoblando la apuesta y sin dejar de pajearlo a toda velocidad.
   - ¡Vos Emi! ¡Vos!- Dijo él envuelto en una ola de placer y tirando de nuevo la cabeza hacia atrás para gemir.
   Desesperada y muy caliente, me lancé sobre él y lo monté sin que anda me importara. Él automáticamente colocó sus manos en mi cintura al mismo tiempo que yo arrancaba a moverme como loca hacia adelante y hacia atrás. Nuestras miradas se conectaron en ese momento y los dos empezamos a cogernos mutuamente. Sentía tu pija bien dura y a flor de piel sobre mi cuerpo mientras que él disfrutaba y gozaba de como yo bailaba encima de su cintura. Mis gemidos se mezclaron con los suyos y los dos empezamos a disfrutar al máximo de nuestro encuentro. Yo le tocaba los brazos, los hombros, el pecho y el cuello, sintiendo toda su piel hirviendo a pesar que el frío del invierno inundaba la habitación. El deseo era demasiado grande y las ganas muy fuertes como para detenernos.
   Tras varios minutos de cogérmelo en esa posición, Mariano me agarró con firmeza de la cintura, se levantó para quedar sentado debajo de mí y me besó apasionadamente. “¡Sos increíble, pendeja!” me dijo y agarrándome del culo empezó a moverme hacia arriba y hacia abajo para que saltara sobre su pija. Yo le seguí el juego y sujetándome de sus hombros comencé a saltar encima de su cuerpo, impulsada principalmente por sus manos. Cada vez que caía de golpe, sentía como toda su pija se clavaba en mi conchita, la cual estaba totalmente mojada. Mariano me lamía el pecho, me besaba las tetas y los pezones, al mismo tiempo que yo gemía y gemía de placer, sin importarme si se escuchaba por todo el complejo.
   Entonces se fue moviendo hacia el borde, así como estábamos, con su pija adentro mío y sujetándome bien firme de la cola. “Agarrate fuerte” me advirtió apoyando los pies en el suelo y se levantó, quedando yo en el aire y pegada a su cuerpo. Así como estaba, dio media vuelta y sin sacarme la pija, me recostó sobre el borde del colchón, con mis piernas aun envolviendo su cuerpo para no caerme. Parado sobre el límite de la cama, me miró fijo a los ojos y empezó a mover su cadera hacia adelante y hacia atrás, cogiéndome cada vez más rápido. No tardó en acelerar tanto el ritmo, que mis gemidos se convirtieron en gritos de placer, los cuales rebotaban por las paredes. Con mis manos acariciaba el cuerpo de mi amante y decidí dejarle un regalito, clavándole las uñas y arañándolo con fuerza a tal punto que logré levantarle la piel y ver como el rojo se marcaba en sus pectorales.
   - ¡Qué hija de puta que sos!- Dijo él sumamente caliente por mi acto y cogiéndome más y más duro.
   - A ver cómo le explicás eso a la cornudita de tu novia.- Le respondí yo sonriendo burlonamente y remarcando las líneas que mis uñas habían dejado en su piel.
   Mariano estaba tan excitado que no se detenía. Me cogía bien duro, moviendo su cintura hacia atrás y hacia adelante a toda velocidad, clavándome su pija bien a fondo. “¡Ay sí! ¡Ay sí!” gemía yo sumamente excitada sabiendo que eso a él también lo estimulaba demasiado. Él no paraba, no se detenía. Con sus manos sujetaba mis piernas en los aires y dejaba que yo tocara su cuerpo, recorriera su cuerpo y sobre todo pasara los dedos por las marcas que acababa de dejarle en la piel. Mariano también gemía, aunque de forma mucho más sutil que yo y sus gemidos apenas podían escucharse ya que los míos abarcaban todo el panorama.
   “Ahora date vuelta y ponete en cuatro” me dijo soltando mis piernas y dando un paso atrás. De forma muy obediente, yo giré sin bajarme de la cama y coloqué mis rodillas sobre el borde de la cama para darle lugar a él. Automáticamente sentí como una de sus manos azotaba mi cola y como esta se encendía, sabiendo que iba a quedarme una marca después de ese chirlo. Mariano se arrodilló, me abrió los cachetes del culo y empezó a lamerme la conchita como podía. “¡Ay!” dije yo y si un saltito al sentir sorpresivamente su boca sobre mi cuerpo, aunque dejé que siguiera y lo motivé de nuevo con mis gemidos. Me la comía desesperado, totalmente caliente y moviendo su lengua de un lado al otro sin detenerse. Era una bestia sexual que quería complacerme y lo estaba logrando. Noté como mis piernas temblaban, como mi cuerpo se envolvía en una ola de calor inmenso.
   - ¡Voy a acabar!- Le grité para advertirle y que él moviera su boca.
   Pero en lugar de correrse, Mariano siguió chupándome la concha a toda velocidad e introdujo un dedo adentro mío. Me empezó a coger con este de forma descontrolada y mi orgasmo no se hizo esperar. Exploté acabando de una forma única, como nunca antes había acabado. Noté como me mojaba toda, como empapaba mi cuerpo, su mano y su boca. Él seguía ahí, moviendo su lengua en todas direcciones, seguramente con la boca llena de mi orgasmo, pero haciéndome acabar más y más y más. No se detenía, me cogía con su dedo, me complacía con su lengua. “¡Ay sí! ¡Ay por favor!” gritaba yo desesperada y me retorcía para un lado y para el otro a pesar de que él no se movía en ningún momento. Era increíble. Era sin lugar a dudas el mejor orgasmo que había tenido hasta entonces.
   Entonces mi amante se levantó y yo giré la cabeza para ver justo como se limpiaba la boca con el brazo. Sin darme tiempo a decir nada, me metió la pija hasta el fondo, me agarró con firmeza de la cintura y me empezó a coger a lo bestia. Una y otra vez azotaba su cuerpo contra el mío, clavándome toda su pija bien a fondo de mi cuerpo. Mis gemidos no se detuvieron, no pararon y se mezclaron con gritos de placer absoluto. Sentía toda mi entrepierna empapada y por alguna razón, no paraba de acabar, no paraba de chorrear. Mariano estaba como loco, cogiéndome a toda velocidad y haciéndome sentir su verga bien dura. “¡Ahh! ¡Ahh! ¡Ahh!” gritaba yo descontrolada y moviéndome hacia adelante y hacia atrás cada vez que su cintura chocaba contra mi cola.
   “¡Si hija de puta!” dijo de golpe él y a ese comentario le siguió un chirlo tan fuerte como el anterior. Yo grité y di un pequeño salto, pero Mariano me siguió cogiendo con total brutalidad. Un tercer chirlo apareció tan fuerte como el anterior y estos no se detuvieron. “¡Ay sí! ¡Sí! ¡Cogeme!” le rogaba yo demasiado caliente y excitada como para concentrarme. “¡Cogeme como nunca te la cogiste a la pelotudita de tu novia!” le dije y entonces Mariano se puso como una fiera. Volvió a sujetarme tan fuerte de la cintura que noté como sus dedos se clavaban en mi carne y empezó a moverse hacia adelante y hacia atrás a toda velocidad, mucho más rápido y fuerte que antes. “¡Sí! ¡Así! ¡Dale! ¡No pares!” le gritaba yo desesperada y él seguía y seguía dándome pija.
   - ¡Voy a acabar! ¡Te voy a llenar de leche!- Me advirtió y yo reaccioné enseguida.
   Me moví hacia adelante para sacármela de adentro y di media vuelta para quedar en cuatro de frente a él. Le agarré la pija con una mano y lo empecé a pajear tan rápido como lo había hecho al principio de la noche. Él duró unos segundos y el primer chorro salió disparado y cayó sobre las sábanas. Automáticamente me metí su pija en la boca y recibí las siguientes descargas. Muchísima leche, tanta que tuve que escupir una parte y noté como esta me chorreaba por la cara y el cuello de la misma forma que mi orgasmo me chorreaba aun por las piernas. “¡Sos increíble! ¡Sos increíble!” repitió él parado inmóvil en frente mío, disfrutando de como yo recibía todo su semen y dejaba que este me manchara la piel.
   Cuando terminamos, me limpié la boca de la misma forma que él lo había hecho anteriormente y me arrodillé en el borde para tráelo hacia mí y besarlo, sin importarme que aún tenía restos de semen en la lengua. Él me comió la boca y me pegó un nuevo chirlo en el culo, aunque uno mucho más suave que el anterior. Sin lugar a dudas había sido la mejor noche de mi vida hasta ese momento y el sexo había sido descomunal. Desde ese entonces Mariano volvió a convertirse en mi amante, pero en esa oportunidad lo íbamos a hacer bien, íbamos a tener cuidado y nos íbamos a ver a escondidas. El plan iba a funcionar a la perfección y por casi un año él y yo nos íbamos a ver en reiteradas oportunidades para coger, matarnos y darnos placer. Ya se van a enterar más delante de uno de esos encuentros, pero primero van a tener que esperar a que el top avance.


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