Aislado Entre Mujeres [44].

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Aislado Entre Mujeres [44].




Capítulo 44.

Sabrina.

Los días que siguieron fueron de una incomodidad extrema. Brenda almorzaba y cenaba con nosotros, pero se notaba que estaba haciendo un gran esfuerzo para no mirar a los ojos a mi madre, a Cristela o a mí. 
Pilar y Gisela preguntaron por Ayelén, aún no tenían del todo claro por qué la chica había decidido, tan repentinamente, marcharse a vivir con la abuela. Cristela simplemente dijo: “Quizás necesitaba un cambio de aire luego de pasar tantas semanas encerrada en esta casa”. 
Mi mamá era la que estaba muy preocupada, su estado de ánimo había caído por los suelos. Lo único que la animó un poco fue escuchar en las noticias que ya se hablaba de una vacuna rusa que nos ayudaría a combatir el Covid. Quizás este aislamiento está a punto de terminar… y eso en realidad me da miedo. ¿Soy imbécil? ¿Acaso quiero quedarme toda la vida encerrado en mi casa? La lógica me lleva a decir que no; pero hay una parte dentro de mí que no quiere salir a la calle y que prefiere quedarse acá.
Por eso decidí hablar con Macarena, además quería saber si durante estos días logró algún avance con la psicóloga de Brenda. 
Entré al cuarto de mi hermana, ella estaba tan desnuda como siempre. Parecía tranquila, estaba mirando una serie en Netflix.
―¿Qué tal la estás pasando? ―Pregunté.
―Más o menos. Ya no sé qué mirar. Con tanto tiempo libre ya me miré todo el catálogo de Netflix 
Me senté a su lado e instintivamente admiré todo su cuerpo desnudo. Estaba cubierto por una fina capa de sudor, que hacía brillar su piel, y la zona de su vagina mostraba claros signos de humedad. Estoy seguro de que Macarena estuvo masturbándose momentos antes de que yo entrara. 
―Te quería preguntar algo ―dije.
―Preguntá. A ver si por lo menos me das algo entretenido para pensar.
―Es sobre la cuarentena. Me está pasando algo raro. Al principio, cuando mamá sentenció que nadie saldría, me moría de ganas de salir a la calle. Lo que más quería era jugar un partido de fútbol con mis amigos. Ahora, en cambio… no quiero salir. Escuché las noticias sobre la vacuna. En la tele dijeron que cuando estemos todos vacunados, vamos a poder salir a la calle a hacer vida más o menos normal. Eso tendría que alegrarme. Pero no lo hace… ¿Me habré vuelto loco… como mamá? 
―Mmmm… interesante. No creo que estés loco. Estuve leyendo muchas páginas en internet, noticias, redes sociales, foros… y un largo etcétera. A mí, como futura psicóloga, me interesa cómo afecta la pandemia y el aislamiento a la gente, a nivel psicológico. Y una cosa que me llamó la atención fue justamente lo que vos dijiste. Mucha gente se muere de ganas por salir a la calle, no aguantan más el encierro. Incluso salen violando las normativas sanitarias. No los culpo. Yo también tuve ganas de ir a una playa en más de una ocasión. Y el sentido común nos lleva a pensar que esa debería ser la forma más coherente de pensar. Que todos deberíamos estar hartos del encierro.
―Exactamente.
Me fascinaba hablar de estos temas con Macarena y al mismo tiempo verla completamente desnuda sabiendo que hace unos minutos se estaba haciendo tremenda paja. ¿Será que me calientan las mujeres inteligentes? ¿O solo me calientan mis hermanas? Bueno, en este caso sería lo mismo. 
―Pero los seres humanos somos animales de costumbres. Podemos habituarnos prácticamente a lo que sea. Durante estos meses el encierro se volvió algo normal para nosotros. Mucha gente desarrolló cierto miedo a salir a la calle; porque se pasaron meses entre cuatro paredes y ahí se sienten más seguros. Por eso, aunque haya vacuna, va a haber gente que preferirá quedarse en sus casas durante un tiempo más largo, o quizás sus vidas hayan cambiado para siempre y de ahora en adelante prefieran pasar más tiempo dentro de sus casas que afuera. Una amiga me comentó hace unos días: “Me volví adicta al delivery. Me acostumbré tanto a que me traigan todo a casa que cuando termine la pandemia ni siquiera voy a querer entrar a un supermercado”. 
―Nosotros también compramos todo con entrega a domicilio ―dije.
―Sí, y es sumamente cómodo. Que otro haga el trabajo por vos ―sonrió―. Así que, no te sientas mal, Nahuel. Lo que te pasa a vos le está pasando a mucha gente en el mundo. Es entendible. Además… vos tenés otro motivo para quedarte en casa. ―Sin previo aviso metió la mano dentro de mi pantalón y comenzó a masajearme la verga―. Te acostumbraste a ver conchas y tetas todo el tiempo, y te da miedo que eso se termine. También te da miedo que tus queridas hermanas salgan a buscar su vida. ¿Qué pasaría si Gisela decide ir a vivir con Brenda? ¿Qué pasaría si Tefi se busca un novio? ¿Qué pasaría si yo me voy a vivir a un departamento con amigas? Hasta Pilar, que ama estar encerrada, podría sufrir un repentino ataque de libertad e irse, no sé, a pasear por el mundo. 
Todas esas posibilidades me causaron escalofríos. ¿Será que me acostumbré a tener a mis hermanas cerca… muy cerca?
―Y no te culpo, che ―dijo Maca, sacando mi verga del pantalón. Ya se me estaba poniendo bien dura―. A mí también me gusta la forma en que encontramos para relacionarnos. Con Gise, antes de que llegue Brenda, tuve charlas muy picantes, donde hubo… toqueteos intensos. Durante los días que la tía Cristela pasó en mi cuarto, bueno… fue casi como tener novia por unos días. Sé que suena loco, es mi tía… pero, para qué te voy a mentir si ya te imaginás lo que pasó. Cogíamos como conejas, todo el puto día. Aprendí mucho de sexo lésbico. Me ayudó a entender que, en mi vida sexual y amorosa, habrá tanto hombres como mujeres, porque sinceramente me da igual el género de la persona. Lo que me gusta es pasarla bien. 
―Con Pilar también hiciste algunas cositas.
―Bueno, sí… con Pilar tuve que hacer de profesora de educación sexual, más o menos como hice con vos. Hasta con mamá la pasé genial. Es muy loco, ¿no? Me cogí a mi mamá… bueno, vos también lo hiciste. Por cómo se están dando las cosas en esta casa, es totalmente entendible que quieras que la cuarentena siga hasta el infinito. 
―Sí, quitando el asunto con Brenda, y las discusiones con la pelotuda de Ayelén, todo lo demás me gusta. 
Con la única que no entablé una relación más… íntima fue con Tefi. No sé qué estará pasando por la cabeza de esa chica. A veces me da la sensación de que esto de andar en tetas por la casa no le gusta nada, y otros días me da a entender que le encanta y que es la mejor idea del mundo.
―Em… sí, Tefi es complicada.
Imaginé que esa contradicción se debería depender de si Tefi está excitada o no. Porque cuando no lo está, se siente muy culpable por todo lo que hace o lo que puede llegar a hacer a nivel sexual. Pero cuando se calienta, es como si se olvidara de toda esa culpa que tanto la atormenta. 
―¿Y cómo te fue con la psicóloga, em… Samantha?
―Sabrina.
―Sí, esa. 
―Muy bien ―aseguró Maca, con una radiante sonrisa―. Es una chica muy macanuda. Durante estos días estuvimos conversando mucho. Al principio creí que la estaba molestando; pero cuando me dijo que ella está pasando sola la cuarentena, me di cuenta de que le venía bien tener a alguien con quién hablar. 
―Además vos sos una persona muy particular, ya me imagino de qué temas habrán hablado.
―Y te imaginás bien. Ah, por cierto. Le prometí que un día de estos haríamos una charla en la que vos estés presente.
―¿Yo? ¿Por qué yo?
―¿De verdad tengo que explicártelo, Nahuel? ¿A quién vio Brenda cogiendo con mamá? 
―A mí.
―¿Y quién vino a pedirme ayuda con ese asunto?
―Yo. Está bien, ya entendí. Bueno, cuando quieras podemos hablar con ella, aunque no sabría qué decirle.
―Si querés podemos hacerlo ahora.
―¿Ahora mismo?
―Sí. Agarro la notebook y hacemos una videollamada. 
Se puso de pie, buscó la computadora que estaba sobre el escritorio y la colocó sobre la cama. Levantó la pantalla y me di cuenta de que estaba decida a llamar a Sabrina.
―Che, ¿te diste cuenta que estás desnuda, cierto?
―Ah, sí. Ya lo sé. No soy tan pelotuda. 
―¿Y no pensás vestirte?
―No, ¿para qué? Ya le expliqué a Sabrina mi afición por el nudismo. 
―¿Qué tanto le contaste?
―Lo suficiente para que entendiera la complejidad de la situación.
―Eso me da miedo.
―No te preocupes, Nahuel. Sabrina podrá ser una psicóloga excéntrica; pero también es una profesional. Sabe guardar secretos. 
―Eso espero.
―¿Listo para la videollamada?
―No ―dije, guardando mi verga erecta en el pantalón―. Dame un minuto.
Macarena presionó el botón de “Llamar”, sin siquiera esperar a mi respuesta. 
En la pantalla apareció una chica regordeta de grandes anteojos y cabello lacio color marrón, tenía una sonrisa encantadora y ojos curiosos. 
―Hey, hola Maca! ―Saludó―. No esperaba que llamaras tan temprano. Falta bastante para las ocho.
―Ya sé, espero no molestarte. No podía esperar tanto, porque… mirá quién está acá conmigo.
Giró la notebook para que la cámara me enfocara bien. Sabrina agrandó su sonrisa y dijo:
―Este debe ser Nahuel. Encantada de conocerte. Tu hermana me habló muy bien de vos.
―Qué raro ―dije―. Mis hermanas no suelen hablar bien de mí. Solo Gisela lo hace.
―Yo también lo hago ―dijo Maca―. Y no te sientas incómodo, no seas boludo ―lo habrá dicho porque yo no paraba de estrujar mis propios dedos, además intentaba, por todos los medios, ocultar mi erección―. Sabrina ya sabe qué tipo de relación tenemos…
―Y ya debe creer que estamos locos ―comenté.
―Aunque no lo creas, Nahuel, yo no estoy acá para juzgar cuestiones éticas o morales ―Sabrina habló en un tono entre amable y profesional―. Igual, no voy a negar que todo lo que me contó Macarena me llama mucho la atención. 
No tenía sentido ocultar nada ni intentar disimularlo. Estaba convencido de que Macarena le había contado absolutamente todo a Sabrina, hasta la última sesión de sexo anal que tuve con ella. De lo contrario mi hermana no hubiera iniciado esta videollamada estando completamente desnuda junto a mí. 
―¿Es la primera vez que te encontrás con un caso de incesto? ―Pregunté.
Ella se mostró sorprendida, al parecer no esperaba que yo encarase el tema de forma tan directa. 
―No. No es la primera vez. Ya traté con varios casos que involucran incesto y otras cuestiones sexuales de las que la gente no suele hablar. Y como dije antes: no estoy acá para juzgarlos. Solo quiero escucharlos, aprender, conocer la relación que tienen y qué piensan acerca de eso. Ah, y por supuesto, ayudar a Brenda. Técnicamente ella es mi paciente.
―¿Y nosotros qué seríamos? ¿Tus conejillos de india? ―Pregunté.
―Algo así, sí. Viéndolo desde una perspectiva relajada y sin prejuicios, serían como mis conejillos de india.
―Lo que Sabrina quiere decir ―acotó Maca―, es que te lo tomes con humor. No es para que te sientas una rata de laboratorio.
―Está bien, lo voy a intentar ―aseguré―. ¿Y qué tengo que hacer?
―Ahora lo único que tenés que hacer es contarme tu versión de los hechos. Ya conozco el punto de vista de Macarena; pero el que más se involucró con Brenda fuiste vos. 
―Mmm, está bien. ¿Tengo que comenzar contando desde el día en que Brenda llegó a casa?
―No, empezá a contarme desde el principio. Cuando inició la cuarentena.
―¿Qué? ¿Todo eso te tengo que contar?
―Podés darme una versión resumida, si necesito más información sobre algún tema específico, te lo digo. 
―Mmm… bueno, está bien.
Debo reconocer que al principio me sentí muy incómodo contándole a Sabrina todo lo que ocurrió en mi casa desde el comienzo de la cuarentena. Sin embargo, se nota que ella es una psicóloga talentosa. Con algunos comentarios y preguntas específicas me fue demostrando que el tema le resultaba interesante y que no me estaba juzgando. Por eso me animé a darle más detalles. Le conté cómo Macarena, mi tía y mi mamá me ayudaron con mi problema de eyaculación precoz. Le conté sobre las charlas que tuve con Pilar y como con ella pude experimentar algunas cosas básicas del sexo. Incluso le hablé de Gisela y sus extraños juegos eróticos con su amiga Celeste. De la parte de Macarena le conté un poco; pero como ya la sabía, no me pidió ahondar mucho en eso. De lo único que no le hablé fue de Tefi. Solo le dije que con ella solía llevarme muy mal; pero que la cuarentena nos ayudó a conectar mejor. Por suerte no me presionó con ese tema a pesar de que notó que le estaba ocultando información. Creo que eso es lo que hacen los psicólogos en estos casos. Dejan que cuentes lo que quieras contar y son pacientes, esperan por el resto. 
Mientras más iba ahondando en detalles explícitos sobre mis aventuras de cuarentena, más se me iba poniendo dura la pija. Y Macarena, que ya parecía harta de estar ahí en silencio, no tuvo mejor idea que sacar mi verga del pantalón.
―¡Epa! ―Exclamó Sabrina―. Así que acá tenemos a uno de los principales responsables de tantas discordias. 
―¿Qué hacés, Maca? ―Protesté, intentando volver a cubrirme. Estoy acostumbrado a que las mujeres de mi familia me vean con la pija al aire, pero me cuesta mucho con la gente que no conozco… y a Sabrina la conocí hoy.
―No te preocupes, hermanito ―dijo ella―. Sé lo que hago. A Sabrina no le va a molestar verte la pija un rato… y a mí tampoco. 
―Dejame felicitarte, Nahuel, tenés una verga preciosa. La vi en alguna de las fotos que me pasó Macarena, y verla en vivo es aún más impactante. Ni me quiero imaginar cómo será verla en persona, tenerla cerca.
―Si la llegás a tener al alcance de la mano, te aseguro que se te moja toda la concha ―le dijo Macarena.
―Es muy probable ―admitió Sabrina, con una sonrisa.
Me quedé boquiabierto. Jamás me imaginé que una psicóloga pudiera hablar de esa manera con su… ¿paciente? ¿conejillo de indias? Fue extraño, porque lo dijo como si el comentario sobre mi verga fuera parte (de alguna forma) de una sesión de terapia. Hubo un tono entre cordial y profesional que me erizó el vello de los brazos. Es difícil de explicar. 
Para colmo Macarena no tuvo mejor idea que tragarse una buena parte de mi verga, justo delante de la cámara. Estuve a punto de detenerla. No lo hice, principalmente por dos motivos: el primero es que no quería, realmente estaba caliente y tener a alguien haciéndome un pete era una delicia. El segundo motivo: le estaba contando a Sabrina justamente sobre cómo mis hermanas me chuparon la pija. Me pareció que ayudaría a ilustrar mucho la situación. 
―Vos relajate ―dijo Sabrina, como si hubiera leído mis pensamientos―. A mí no me incomoda para nada ver algo así. No es la primera vez que veo a una persona practicándole sexo oral a la otra.
―Me imagino, aunque esto es como una especie de “charla terapéutica”, no sabría muy bien cómo catalogarlo. No creo que esto sea lo más apropiado en un momento como este ―señalé a Macarena, quien ya estaba llevando mi pija al fondo de su garganta.
―Ese término está bien, charla terapéutica. Me gusta para la ocasión. Y no sería la primera vez que veo algo así durante una charla como esta. 
―O sea que… ¿en tu consultorio ya viste a gente chupando pijas?
―Sí, y en más de una ocasión. 
―Eso nunca me lo vi venir. Me imagino que no debe ser lo habitual en terapia.
―No lo es. Pero mis métodos no son los habituales. A mí me gusta encarar los problemas sexuales de una forma mucho más directa. Eso ayuda a cimentar la confianza. Además me permite ver de primera mano a esa persona, o esas personas, durante el acto sexual. Así que vos… relajate, disfrutalo, que sé que tu hermana lo debe estar haciendo muy bien, y seguí contándome sobre lo que pasó en tu casa.
―Está bien, lo voy a intentar.
A pesar de lo extraño de la situación, en pocos segundos logré ponerme en sintonía con el relato otra vez. En esta segunda parte de la conversación me permití ser mucho más explícito con mis comentarios, y las preguntas de Sabrina también lo fueron. Me preguntó si mi mamá se tragaba la leche cuando yo acababa en su boca, si me había excitado al ver el culo dilatado de Pilar, si me hacía la paja pensando en las tetas de Gisela, si me había quedado con ganas de metérsela por el orto otra vez a Macarena.
Para todo esto la respuesta fue un rotundo “Si”. 
Macarena no dijo nada cuando hablé de las ganas que tenía de darle por el orto otra vez; pero me hizo saber que había escuchado el mensaje, porque en ese momento comenzó a chuparme la pija a un ritmo más alto, casi atragantándose en el afán de chuparla toda. Yo me vi obligado a cerrar los ojos por unos segundos. Me olvidé de Sabrina y simplemente me dediqué a disfrutar del talento de Macarena para chupar pijas. Cuando abrí los ojos me dio la impresión de que, en la pantalla, uno de los brazos de Sabrina se movía. A pesar de que yo podía ver sólo su cara y parte de sus hombros, me dio la impresión de que ella se estaba masturbando. ¿Realmente sería capaz de hacerlo? Igual no la culpo, yo también andaría con ganas de pajearme si estuviera viendo una escena como esta en vivo y en directo, aunque sea a través de una pantalla. 
A partir de ese punto la charla pasó al olvido. Me mantuve con los ojos cerrados porque creí que de esa forma le estaba dando más privacidad a Sabrina, si es que realmente se estaba masturbando. Además me quitaba la incomodidad de saber que una desconocida estaba mirando cómo mi hermana me comía la verga.
Sumando la calentura que tenía, más la experiencia de Macarena comiendo pijas, en cuestión de minutos mi verga explotó dentro de su boca. Ella recibió toda la leche con maestría y sin dejar que se escapara ni una gota. Luego le mostró a Sabrina todo lo que había logrado recolectar y se lo tragó.
―¡Wow! ―Exclamó la psicóloga. Ya no parecía que se estuviera tocando, aunque sus mejillas estaban muy rojas―. Si bien no es la primera vez que veo algo como esto, nunca va a dejar de generarme “vibras especiales” ver a una chica tragándose el semen de su hermano. 
Como estábamos ante una psicóloga (una con título, y no una en proceso de formación como Macarena), se me ocurrió preguntarle algo que estuvo rondando en mi mente desde que comenzó la cuarentena.
―¿Creés que está bien esto del incesto?
―Uy, es una pregunta muy compleja. A priori te digo que no. No está bien ―eso me estrujó el pecho. En especial porque ahora mi hermana estaba dando los últimos chupones a mi pija, para sacar hasta la última gota de semen―. Sin embargo, ese tema lo dejaremos para más adelante. Ahora mismo lo que importa es qué va a pasar con Brenda.
―Sí, es cierto ―dije, acariciando el pelo de Macarena. 
Mi hermana decidió dar por concluída la breve, pero efectiva, sesión de sexo oral. No sé si lo hizo para calentar a Sabrina o para demostrarle que todo lo que le estuvimos contando es cierto. Aunque, viniendo de Maca, lo más probable es que lo haya hecho porque sí, porque le dio la regalada gana  hacerlo, y punto.
―¿Qué vamos a hacer con Brenda? ―Pregunté. 
―Durante las charlas que tuve con Macarena estuve pensando en algún método que pudiera servirles para ganarse la confianza de Brenda. 
―¿No creés que ella vaya a denunciarnos o algo así? ―Pregunté.
―No creo que llegue tan lejos, como mucho, intentará alejarse de ustedes.
―Y eso es malo ―dije―, porque Gisela perdería a una buena amiga. 
―Además mamá se volvería ultra paranoica ―comentó Maca―. Todos los días pensaría que Brenda le va a contar a alguien lo que vio.
―Sí, por eso lo mejor va a ser que intenten ganarse su confianza ―continuó Sabrina―, aunque el método que tengo en mente es arriesgado. 
―A esta altura ―dije―, cualquier cosa que hagamos con Brenda sería arriesgada.
―Es un buen punto, sí. Bueno hay algo que tenés que saber de Brenda. Ella es una chica muy tímida…
―Sí, eso lo noté. Aunque también tiene actitudes raras, como eso de entrar casi completamente desnuda a la pieza de mi mamá. Ahí ya no parece tan tímida.
―De eso quería hablarte, justamente. El motivo por el cual Brenda hace eso es porque, a pesar de ser tan tímida, es una exhibicionista. Como Macarena. Solo que Maca es mucho más extrovertida. 
―¿Te imaginás lo difícil que debe ser para una persona tímida reconocer que le calienta el exhibicionismo? ―Preguntó Maca.
―No debe ser nada fácil ―respondí.
―No lo es ―dijo Sabrina―. Brenda tuvo muchos problemas para aceptar que le gusta ser vista desnuda por otras personas, en especial durante el acto sexual. Un día ella me comentó que había una chica en su trabajo a la que le gustaban ciertos jueguitos sexuales, y que por ser muy tímida, solo los hacía porque otra amiga la impulsaba a eso. Estoy hablando de la relación entre Gisela y Celeste. Nunca hablé con ellas, pero a través de lo que me contó Brenda entendí perfectamente cómo es que esa relación de “juegos sexuales” podía funcionar. Gisela encontró en Celeste a una persona de confianza que la empuja a estos juegos eróticos. Como Gisela tiene un carácter muy sumiso, lo más fácil para ella es depositar toda su confianza en Celeste y dejar que su amiga decida por ella.
―Ah, por eso Gisela se animó a sacarse esas fotos conmigo ―comenté.
―Sí. Ni siquiera lo debe haber pensado mucho ―dijo Sabrina―. Simplemente se dejó llevar por la situación. La que tomó la decisión fue Celeste. La relación entre Brenda y Gisela es muy parecida. Gisela toma las decisiones por ella, Brenda simplemente confía y se deja llevar.
―Ya veo. Aunque hay algo que no entiendo ―dije―. Gisela es muy tímida. ¿Cómo es posible que cambie tanto su carácter cuando está con Brenda? ¿Acaso será cierto eso de que Gisela y Celeste son la misma persona?
―¿Sabés una cosa, hermanito? ―Dijo Maca―. Aunque suene disparatado, yo también pensé en esa posibilidad. Incluso se lo comenté a Sabrina.
―¿Y vos qué opinás? ―Le pregunté a la psicóloga.
―Opino que es una posibilidad muy remota. Tiene sentido, desde un punto de vista psicológico, que Gisela se haya creado un “alter ego” para lidiar con problemas personales. 
―O sea que Gisela podría tener doble personalidad? Ser dos personas en una sola? ―Esto me sonaba a ciencia ficción.
―No exactamente ―dijo Sabrina―. En la cultura popular se exageró mucho esto del trastorno disociativo. No es que la persona tenga dos mentes viviendo dentro suyo y que, cuando pasa de una mente a la otra, pierde sus recuerdos y todo lo demás. La división de “personalidades” en realidad es consciente. La persona sabe que lo está haciendo. ―Me quedé mudo, con una cara de confusión monumental―. A ver, te lo pongo de ejemplo con tu hermana. Si es cierto que ella y Celeste son la misma persona, Gisela sabría perfectamente que Celeste no existe, que es un personaje que ella se inventó para poder lidiar con su vida. Usaría ese personaje en determinadas situaciones; pero en realidad, en el fondo, siempre seguiría siendo Gisela. 
―¿Como si estuviera actuando? ―Pregunté.
―Así es. Como si Gisela fuera una actriz en un escenario interpretando el rol de Celeste. Algunas personas se meten muchísimo en estos personajes, tanto que a veces les cuesta salir. Pero saben que es un personaje y comparten los mismos recuerdos y todo. No son dos personas diferentes.
―Esto me da un poco de miedo ―dije―. ¿Cómo hacemos para averiguar si Gisela y Celeste son la misma persona?
―Bueno, el primer paso es sencillo ―dijo Sabrina―. Preguntarle a Brenda. 
―¡Claro! ¡Tiene sentido! Al fin y al cabo Brenda supuestamente encontró a Gisela teniendo sexo con Celeste. 
―Exacto. Por eso ya le pregunté a Brenda sobre Celeste.
―¿Y qué te dijo? ―Quise saber.
―Primero se puso muy tensa, luego empezó a tartamudear y a balbucear incoherencias. Después me dijo que hacía rato que no veía a Celeste, por la pandemia. Entonces le pregunté cuándo fue la última vez que la vio. Se puso nerviosa otra vez y me dio algunas respuestas evasivas. Los psicólogos no somos detectores de mentiras (ni tenemos por qué serlo), sin embargo, a veces nos damos cuenta cuando el paciente miente… o intenta ocultar algo. 
―Ahora entiendo todavía menos ―dije.
―Lo que Sabrina intenta explicar ―comentó Macarena―, es que quizás Brenda sepa que Celeste no existe, pero si le preguntás dice que sí, para cubrir a Gisela. 
―Todo esto es muy turbio. Me cuesta creer que mi hermana esté tan loca.
―No es que esté loca ―dijo Sabrina―. Si es cierto que se inventó este personaje, en realidad lo hizo como una alternativa para poder lidiar con su vida. El problema está en qué tanto se mete en este personaje, qué tipo de cosas la lleva a hacer, y qué consecuencias negativas trae.
―Y… quizás sacarse fotos porno con el hermano sea una consecuencia negativa ―dijo Macarena―. Y no me malinterpreten, que yo soy muy consciente de lo que hice con Nahuel, y no me arrepiento. Pero yo tengo una personalidad muy distinta a la de Gisela.
―Claro, vos sí estás loca ―le dije―. A vos no te importan las consecuencias. Hacés lo que querés, cuando querés. 
―¿Me estás psicoanalizando, hermanito?
Sabrina se rió.
―No quiero que discutan. Ahí tienen un buen punto: por su forma de ser, es poco probable que Gisela hubiera aceptado sacarse esas fotos con Nahuel, a menos que tuviera una influencia externa (o interna) muy fuerte. Algo tan fuerte que le haga olvidar sus propios miedos y prejuicios por un rato. 
―Si ella es celeste ―dije―, eso explicaría cómo puede ser tan dominante con Brenda. 
―Sí, y quizás vos, cuando te encerraste en la pieza con Gisela ―comentó Maca―, en realidad estuviste con Celeste. 
―Qué miedo… ―mi mirada se clavó en el infinito. Intenté recapitular todo lo que pasó con Gisela, y realmente es muy difícil de entender―. ¿Y cuál sería la alternativa? ―Pregunté―. Quiero decir: si Celeste realmente existe, porque yo tengo fotos de ella. 
―Fotos sospechosamente parecidas a Gisela, pero con pelo rubio ―dijo Maca―. Sabrina piensa lo mismo. Ya se las mostré.
―Y de dónde las sacaste? ―Pregunté.
―De tu celular. ¿De dónde más?
―¿Me revisaste el celular? ―Me puse pálido, ahí hay una buena cantidad de fotos porno de Tefi.
―Sí, porque necesitaba las fotos de Celeste, te lo acabo de explicar. Por cierto, que tu contraseña sea la fecha del cumple de Gisela, me duele como hermana, y además te hace muy fácil de hackear. 
―No voy a poner la fecha de tu cumpleaños para que te sea todavía más fácil revisarme el celular. Pero ya mismo la estoy cambiando.
―Como quieras ―dijo Maca, encogiéndose de hombros―. Total, ya tengo lo que necesito. Estuvimos analizando esas fotos con Sabrina, y realmente se parece mucho a Gisela. 
―Y yo que creí que nunca mostraba la cara porque es casada. Hey ¿y si Gisela tiene un marido oculto?
―No creo que el asunto llegue tan lejos ―dijo Macarena―. Lo de que Celeste es casada seguramente te lo dijo para justificar que no se le viera la cara en las fotos. Nada más. 
―Nahuel dijo Sabrina ¿Recordás algo en particular que Gisela le hubiera atribuido a Celeste? O si describió algo específico de la forma de ser de Celeste…
―Mmm, a ver. Me contó varias cosas. Lo que más se me viene a la mente ahora es que supuestamente Gisela la ayudó con el sexo lésbico. Me contó que ella se acostó con Celeste, a pesar de que Celeste no es lesbiana.
―Ese es un punto interesante ―subrayó Macarena―. Si dice “Celeste no es lesbiana”, es una forma de evadir su orientación sexual. 
―Claro, tiene sentido que su alter-ego sea heterosexual ―dijo Sabrina―. Aunque en algún momento debió darle la vuelta, para que la ayudara a “salir del clóset”. ¿Qué más te dijo de Celeste?
―Mmm… en varias ocasiones me comentó que Celeste es muy puta. Que le encanta el sexo y que se acostó con un montón de hombres. ¿Será que Gisela hizo esas cosas?
―Puede ser ―contestó Sabrina―. Quizás usó a Celeste para relacionarse, sin culpa, con varios amantes. Es muy posible que también Celeste sea mucho más segura de su propio cuerpo.
―¡Sí, eso también lo dijo! ―Exclamé―. Celeste sabe perfectamente que es capaz de calentar a la gente… y disfruta haciéndolo. En cambio a Gisela le da vergüenza admitir que alguien se puede excitar con sus tetas, o con su culo. 
―A mí cada vez me queda más claro que son la misma persona ―aseguró Macarena―. En Celeste encontró una vía de escape para estar mucho más segura de sí misma, para experimentar el sexo sin culpas. Quizás Gisela (usando a Celeste como excusa) se garchó a mil tipos creyendo que así se quitaría lo lesbiana. Pero al final la terminó usando para admitir que le gustan las mujeres.
―Gisela me describió su primera vez en la cama con Celeste, ¿todo eso fue mentira? ―Pregunté.
―Quizás ―dijo Sabrina―. Puede que sea una historia que ella armó en su cabeza… o tal vez tuvo sexo con otra mujer; pero lo hizo asumiendo el rol de Celeste. 
―Todo esto es muy confuso ―aseguré―. ¿Entonces Brenda sabe que Celeste no existe?
―Es probable ―respondió Sabrina―, y si en realidad existe, oculta algo. No sabría decir qué. Por eso no quiero que le demos demasiadas vueltas a este tema. Quizás estamos elucubrando sobre algo que no es cierto.
―Claro ―dijo Maca―. Podríamos quedar como unos tarados si encaramos a Gisela y resulta que Celeste sí existe. Y ella se enojaría con nosotros. Por eso tenemos que estar totalmente seguros antes de preguntarle algo. Aunque si no existe, y resulta que son la misma persona, se explicaría perfectamente por qué Brenda le sigue el juego y por qué Gisela tiene una faceta tan dominante.
―Sigo sin saber cuál sería la opción que explicara la actitud de Gisela si Celeste existe. ¿Cómo puede ser tan tímida y sumisa en algunas ocasiones, y tan dominantes en otras?
―Eso ―dijo Sabrina―, se podría explicar con la misma Celeste. La de verdad. Sería algo así como una cadena de mando. Celeste le daría órdenes a Gisela, que ella debe cumplir sin cuestionarlas, y esas órdenes serían las que luego recibe Brenda, a través de Gisela. 
―Ah, ya veo. Como si fueran soldados en el ejército, recibiendo órdenes de su superior. 
―Algo así ―dijo Sabrina―. Por eso tenemos que dejar la mente abierta. De una u otra forma, todo tendría sentido si Celeste existe, o si no. 
Después de esto comenzó a contarme los detalles de su plan para que pudiéramos ganarnos la confianza de Brenda. Era arriesgado, todo podría salir muy mal; pero si llegaba a funcionar, no tendríamos motivos para preocuparnos por ella. Sabrina nos dio algunos detalles muy importantes sobre la personalidad de Brenda, pequeños tips que podrían ayudarnos a desarrollar el plan. Y lo más curioso fue que, para poder hacerlo, requeríamos la ayuda, de forma directa o indirecta, de todas las integrantes de la casa.
Así que esto también serviría para aclarar algunas cosas entre nosotros. Sabrina llegó a la conclusión, por lo que le contó Macarena y por todo lo que le conté yo, que quizás para nosotros, como familia, lo mejor sea blanquear la situación. Reconocer que el incesto se está volviendo parte de la rutina diaria en esta casa, así podremos decidir cómo lidiar con el asunto en el futuro. 
Me da mucho miedo, pero tiene razón. Cuando tuve esa intensa charla con Tefi descubrí que hablar del tema con alguien más es quitarse una pesada mochila de encima. 
Antes me daba mucho miedo que mi madre se enterase de todo. Eso ya no tiene mucho sentido. Alicia es la que más involucrada está en todos los actos sexuales que ocurren en esta casa. Es la que menos puede quejarse. 
―Voy a hacer todo lo posible para que funcione ―le dije a Sabrina y a Macarena; sin embargo esas palabras me las decía principalmente a mí mismo, para darme ánimos. Me esperaba una complicada tarea por delante que podría solucionar algunos inconvenientes familiares, y traer otros a la luz. 

Diario de Cuarentena:
<De pie, Cadete Nahuel. Firme, con la frente en alto. No es nuestro mejor soldado, ni el más valiente, ni el más apto para una misión de alto riesgo, ni siquiera confiaríamos en usted para limpiar las letrinas del cuartel. Sin embargo… es nuestra única esperanza. Necesitamos que cumpla con los objetivos de la misión, a cualquier costo. Marche con determinación, soldado. Esto es la guerra>.  


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7 comentarios - Aislado Entre Mujeres [44].

fellslow +1
Está muy bueno eso de que conectes tus historias con personajes de otras historias, en especial si cuentas cosas de los personajes como forma de continuación o para saber más sobre ellas.
Internal33 +1
en qué historia sale sabrina??? he seguido muchas de Nokomi y no consigo recordar en cual sale Sabrina...
Nokomi +2
Sabrina es un personaje del relato "Transferencia Erótica".
Renzo2800
Para cuando va a estar el ot
Gran_OSO
Genia!! Excelente.
Muchas gracias!
sleepmaster +1
Que bueno!!!! Entró Sabrina a esta historia!!! Excelente giro Nokomi. Espero ansioso la próxima entrega.
AXELUST25
Uno viene a excitarse con este tipo de historias, pero leer el posible trastorno de Gisela me termino dando una especie de escalofrios jajaja´
Nokomi +4
Mis relatos siempre van un poquito más allá del sexo 😛
SuzuyaJuzo +3
Que genial estuvo este capitulo. Me sorprende lo compleja que se esta poniendo la trama, y como pase de pajearme a estar expectante de lo que pueda pasar con Brenda, Gisela y los demás. La verdad que muy bueno!